La Resurrección histórica de Jesús según exégetas bíblicos
Nos dice el evangelio del Domingo de Resurrección que el Discípulo Amado: “vió y creyó” (Jn. 20, 8) en la Resurrección de Jesús al entrar en la tumba vacía del Señor. El P. Ignace de la Potterie (que fue profesor emérito del Pontificio Instituto Bíblico de Roma) explica que:
“la Biblia no es un libro caído del cielo. Es un libro que cuenta una serie de acontecimientos reales en una historia de la salvación, que va de los comienzos a la escatología. Así pues, algo que nunca está de más repetir en cada ocasión es que la religión cristiana se interesa por la historia. […] [Pero, el acontecimiento de Cristo] no es ni siquiera historicismo: éste sería el otro peligro, el peligro inverso.” (“La verdad como acontecimiento”)
¿Cómo interpretar la Resurrección de Jesús que narran los evangelios?
Según el P. Ignace de la Potterie en “Gnosis: Ni historia, ni misterio”:
“Cuando se habla sobre Jesús unos quieren hacer sólo historia, aplicando las rigurosas exigencias del método histórico-científico; otros, en cambio, reducen todo a su mensaje, al kerygma (anuncio). Las dos posiciones son incorrectas. […] En suma a los exégetas les cuesta aceptar que a través de los Evangelios nos podemos remontar al Jesús histórico.”
“En el origen de la tradición evangélica no hay mitos helenistas, sino testigos: ‘ Lo que oímos, lo que vieron nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos os lo anunciamos ahora’ (1 Jn 11,2). [Además,] de estos hechos reales los Evangelios nos comunican, por lo menos en bosquejo, también el sentido. Como escribía san Gregorio Magno, para comprender la Biblia “hay que pasar de la historia al misterio". Muy a menudo los exégetas modernos anulan lo uno y lo otro.”
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Así explica la Resurrección del Señor S. Juan Crisóstomo, exégeta y Doctor de la Iglesia:
“[Dice Sta. María Magdalena a los apóstoles]: ‘Han quitado a mi Señor y no sé en dónde lo pusieron.’ Observa cómo aún no tiene idea clara de la resurrección, puesto que pensaba que el cadáver había sido llevado a otra parte. Y sin embargo, todo lo comunica a los discípulos. El evangelista no defraudó a esta mujer de tan excelsa alabanza, ni le pareció indecoroso el que de ella, que había ido de noche al sepulcro, recibieran ellos las primeras noticias. Hasta tal punto brilla en todo su veracidad.
“Habiendo, pues, ella ido y anunciado esto a los discípulos, en cuanto éstos la oyeron al punto corrieron al sepulcro y vieron los lienzos ahí colocados, lo cual ya era una señal de la resurrección. Puesto que si alguno hubiera trasladado el cadáver no lo habría previamente desnudado y si los ladrones lo hubieran robado, tampoco se habrían cuidado de quitarle los lienzos, doblarlos y colocarlos en determinado lugar, sino que se habrían llevado el cadáver tal como estaba en el sepulcro.
“Por esto Juan se adelantó a decir que había sido sepultado con abundante mirra, la cual adhiere los lienzos al cuerpo no menos que el plomo; para que cuando oigas decir que los lienzos estaban puestos aparte, no soportes a quienes afirmen haber sido hurtado el cadáver. No habría sido tan necio el ladrón como para cuidarse tanto de una cosa superflua. ¿Por qué habría abandonado ahí los lienzos, ni cómo, si los dejara, podía ocultarse? Porque para disponerlos así era necesario tardarse bastante, y tardándose habría sido aprehendido.
“¿Por qué estaban los lienzos puestos aparte del sudario? Para que por aquí entiendas que no fue hecho atropelladamente y a toda prisa eso de que los lienzos estuvieran separados y aparte del sudario, y éste doblado: todo fue para que creyeran en la resurrección. Hasta después de eso es cuando Cristo se les aparece; o sea, cuando ya tienen las pruebas por lo que han visto.” (“Homilía 85”)
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Señala el P. Ignace de la Potterie en “Contra los esfuerzos de una gnosis siempre reviviente”
[enlace en inglés - el siguiente fragmento es una traducción]:
“Y esto hace [el testimonio de Juan] creíble, cuando los signos experimentables se hacen más evidentes y cuando la transición se hace de la intuición tímida inicial de Juan a la certeza indisputable. Como escribió P. Donatien Mollat: ‘Este estado de una falta total de preparación, una especie de ceguera de parte de los testigos cuando se enfrentan con la resurrección es fundamental: esta falta radical de preparación sólo resalta más la realidad de la intervención divina y su aspecto como un acto de la creación. La fe pascual fue un redespertar para los discípulos de Jesús’.”
“Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe…” (1 Corintios 15,14)
Pero, Cristo ha resucitado. ¡Aleluya!
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Cómo cree que se debería de interpretar la Biblia? ¿Qué es lo que más le ayuda a creer en la Resurrección de Jesucristo?
Mañana – Las vendas del Señor - “las vendas en el suelo” (Jn. 20, 6)
16 comentarios
Creo que la jerarquía eclesiástica debería tomar algún día cartas en el asunto y empezar a sancionar a tanto teólogo moderno que va por ahí defendiendo doctrinas extrañas y ajenas a la doctrina y a la tradición de la Iglesia Católica.
En definitiva, en la resurrección de Jesús no sólo la fe debe operar sino también la lógica histórica. La naturaleza de los relatos (antes comentada) y el nacimiento de una fe (por mediación de unos ignorantes galileos) que en pocos años trastornó la historia de la humanidad. Sin la verdad de lo que predicaron, no se explica su éxito (la fe musulmana en pocos años conquistó el mundo...sí, pero con la espada; el cristianismo a los tres siglos dominó al imperio romano...sin derramar una gota de sangre).
"El Señor, después de su resurrección, se apareció a sus discípulos y les saludó diciendo: «¡Paz a vosotros!». Este saludo que salva es, verdaderamente, la paz porque la palabra «saludo» viene de «salvación». ¿Qué más se puede esperar? El hombre recibe en persona el saludo de salvación porque nuestra salvación es Cristo.
Sí, él es nuestra salvación, él, que por nosotros fue herido y clavado en el madero, después bajado de la cruz y puesto en un sepulcro. Pero él resucitó del sepulcro; sus heridas curaron pero conservan las cicatrices. A los discípulos les hace bien que sus cicatrices permanezcan para poder, con ellas, curar las heridas de su corazón. ¿Qué heridas? Las de su incredulidad. Se les apareció con un cuerpo verdadero y «creían ver un fantasma». Esto no es una ligera herida en su corazón...
Pero ¿qué dice Jesús, el Señor? «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior?» Es bueno para el hombre que no sea su pensamiento el que se levanta por encima de su corazón sino que sea el corazón el que está por encima; es eso lo que el apóstol Pablo quería inculcar en el corazón de sus fieles cuando decía:«Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria» (Col 3,1s).¿Y cuál es esta gloria? La gloria de la resurrección...
Nosotros ahora creemos en la palabra que nos han dicho los discípulos aunque no nos hayan mostrado el cuerpo resucitado del Salvador... Pero en aquel momento, el acontecimiento parecía increíble. El Salvador, pues, les indujo a creer no sólo por la visión material sino también a través del tacto a fin de que, por medio de los sentidos, la fe les bajara hasta el corazón y pudieran ir a predicar por el mundo entero a los que no habían visto ni tocado, y, sin embargo, creerían sin dudar (cf Jn 20,29)."
En primer lugar, digamos que como biblista amateur, señalar que la Biblia, en su conjunto, no es un libro de história, sino el mensaje salvífico que Dios ha dado a los hombres, y que, para su mejor comprensión, se ha valido de aspectos históricos para encuadrar determinados acontecimientos. En segundo lugar, no todos los libros que componen la Sagrada Biblia pueden ser interpretados y entendidos de la misma manera (por ejemplo el Éxodo o el Apocalipsis).
Los relatos evangélicos de la resurreción deben ser estudiados a la luz de la técnica histórica-científica sin olvidar la fe. Como bien señala Luis López, existen numerosas evidencias históricas en los Evangelios que apoyan la resurrección de Jesús, pero que no serían válidas si no se interpretan a la luz de la fe. Los evangelistas se afanan en presentar la resurreción de Cristo en un contexto material, es decir, situarla en el mundo terrenal para que quien vea crea.
Ya se ha señalado muchas veces, pero habría sido imposible montar el "tinglado" del cristianismo basado en una mentira. Sin embargo, no podemos olvidar lo que nos dicen San Juan: "Dichosos los que creen sin haber visto" (Jn 20, 29). Lo que nos viene a señalar Jesús con esa frase es que hemos de creer a los que SI vieron, a los que tuvieron la dicha de ver con sus propios ojos la resurreción de Cristo, hecho histórico a la luz de la Fe.
Termino con las palabras de Benedicto XVI en su audiencia de ayer en ROma: "es fundamental para nuestra fe y para nuestro testimonio cristiano proclamar la resurrección de Jesús de Nazaret como evento real, histórico, confirmado por muchos y autorizados testigos. Lo afirmamos con fuerza porque, además en nuestro tiempo, no falta quien intenta negar su historicidad -lamentó- reduciendo el relato evangélico a un mito, a una ‘visión’ de los Apóstoles, retomando y presentando antiguas y ya consumadas teorías como nuevas y científicas"
+ Que Dios te bendiga
Me pareció interesante el punto de vista equilibrado que presenta en los escritos que menciono, defendiendo la necesidad de equilibrar la historia con la revelación, que creo hace muy bien S. Juan Crisóstomo como Doctor de la Iglesia.
No dude en comunicarme citas sobre la Resurrección de otros autores que conozca y admira para que los incluya en el blog. Después de todo, el tiempo pascual dura hasta el día de Pentecostés. Un saludo.
Pero, la fe es un don de Dios, o sea que si parece que vemos una falta de ella, creo que más necesitamos acudir al Señor para pedirla por nosotros mismos y por los demás y ejercitar la nuestra también para no perderla.
El resto de lo que dice me recuerda cómo Jesús se apareció a cada uno de sus discípulos cuando más hundidos se sentían, y a cada uno de una forma personal: a solas en el huerto con María Magdalena, a los apóstoles cuando estaban encerrados por temor y comiendo con ellos y luego mientras pescaban, a Sto. Tomás como quiso el apóstol - mostrándole sus llagas, a los discípulos de Emaús cuando discutían entre ellos y se alejaban de Jerusalén...
¡Qué detalles más amorosos! ¡Cómo hace lo mismo por cada uno de sus fieles, esperando a que le reconozcamos!
Me parece que es Cristo resucitado el que personalmente se encarga de la fe de cada uno de sus fieles. Cada uno de nosotros podríamos considerarnos uno de esos testigos "peculiares" que menciona en su comentario. Los que conservamos nuestra fe católica o llegamos a ella lo hacemos sólo porque el Señor se ha "mostrado" en nuestras vidas de alguna forma y abrimos los ojos para reconocerle.
No lo hace por la espada, como dice, sino con un Amor que sobrepasa toda expectativa, insertándose en esa "lógica" de nuestra propia historia personal.
Me llama en especial la atención la mención sobre las llagas de Cristo que aparecen en Su Cuerpo Resucitado, además de lo que debe significar en la vida de los fieles que Cristo haya resucitado. S. Agustín nos da otro buen ejemplo de un estudio bíblico que muestra los hechos históricos sin excluir la revelación divina de la obra de nuestra salvación.
También agradezco la cita del Papa Benedicto XVI, Vicario de Cristo en la Cátedra de S. Pedro.
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