¿Con qué frecuencia debemos confesarnos sacramentalmente?
El Señor le dice a Nicodemo en el evangelio del IV domingo de Cuaresma: “los hombres prefirieron la tiniebla a la luz” (Jn. 3, 19), pero los que realizan la verdad se acercan a la luz. Es curioso que Nicodemo se acercó a la Luz por la noche. La misericordia del Señor está abierta a todos en todo momento, esperando nuestra sincera contrición.
¿Conoce bien la Biblia? - Estas personas se arrepintieron tras preferir “la tiniebla a la luz".
¿De quién es cada cita?[Solución]
A) Los hermanos de José (Génesis 37, 19-20)
B) Namán (2 Reyes 5, 11-12)
C) Jonás (Jonás 4, 1-3)
D) La mujer samaritana (Jn. 4, 12)
E) Los que estaban crucificados con Jesús [incluyendo el Buen Ladrón] (Mt. 27, 43-44)
1) ¿Acaso eres tú más grande que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebió él mismo, sus hijos y sus rebaños?
2) “’Los ríos de Damasco, el Abana y el Parpar, ¿no son mucho mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podía yo lavarme allí y quedar limpio?’ Y se iba muy enojado.”
3) “…quise huir a Tarsis, pues sabía que eres Dios clemente y misericordioso, tardo a la ira, de gran piedad, y que te arrepientes de hacer el mal.”
4) “Ha puesto su confianza en Dios; que Él le libre ahora, si es que le quiere, puesto que ha dicho: Soy el Hijo de Dios. Asimismo _____ le ultrajaban.”
5) “ ‘Mirad, ahí viene el de los sueños; vamos a matarle y le arrojaremos a uno de estos pozos, y diremos que le ha devorado una fiera…”(Génesis 37, 19-20)
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Los católicos tenemos la gran gracia de poder confesarnos sacramentalmente, de poder reconciliarnos con el Señor como Él quiere que hagamos. [Vea también el excelente artículo del blog del Padre Guillermo Juan Morado: “¿Por qué hay que confesarse? 10 razones en favor de la confesión“.] ¿Con qué frecuencia debemos confesarnos sacramentalmente? Pues, depende de lo que deseemos sacar del Sacramento de la Reconciliación:
Lo mínimo según el Código de Derecho Canónico:
“989 Todo fiel que haya llegado al uso de razón, está obligado a confesar fielmente sus pecados graves al menos una vez al año.”
“La proximidad de la Pascua nos invita a un deber caracteristico de la participación de cada uno de los fieles en la celebración de la gran fiesta de la Resurrección: el deber de confesarnos, es decir, de acercarnos sincera y personalmente al sacramento de la penitencia, acusando los propios pecados con humilde arrepentimiento y con proposito de enmienda. Es este uno de los preceptos mas graves de la Iglesia, un precepto en todo su vigor; una ley dificil pero muy saludable, sabia y liberadora” (Papa Pablo VI, 23.3.1977).
Además, según el interesante artículo “¿Cada cuánto tiempo hay que confesarse?” en “El Teólogo Responde” (P. Miguel Angel Fuentes, IVE):
“Asimismo es obligatorio confesarse siempre que se haya cometido un pecado mortal y se quiera celebrar Misa (el sacerdote) o comulgar el cuerpo de Cristo: ‘Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no celebre la misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental a no ser que concurra un motivo grave[no que la línea del confesionario era demasiado larga] y no haya posibilidad de confesarse; y, en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes’ (Iibd., c. 44; cf. Catecismo, n. 1457).
Los niños deben acceder al sacramento de la Confesión antes de recibir por vez primera la Sagrada Comunión (cf. Catecismo, n. 1457; Código de Derecho Canónico, c. 914).
Lo recomendable, según el Papa Pio XII en su Encíclica Mystici Corporis:
“Cierto que estos pecados veniales se pueden expiar de muchas y muy laudables maneras; pero para progresar cada día con más fervor en el camino de la virtud recomendamos con mucho encarecimiento el uso de la confesión frecuente, introducido por la Iglesia no sin la inspiración del Espíritu Santo, con el que aumenta el conocimiento propio, crece la humildad, se desarraigan las malas costumbres, se hace frente a la tibieza espiritual, se purifica la conciencia, se robustece la voluntad, se lleva a cabo la dirección de las conciencias y aumenta la gracia en virtud del sacramento mismo. Adviertan, pues, los jovenes clérigos que rebajan el aprecio de la confesión frecuente, que acometen una empresa extraña al Espíritu de Cristo y funestísima para el Cuerpo Mistico del Salvador.” (39)
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Para acompañar mejor al Señor en estos últimos días de Cuaresma y durante la Semana Santa, se ofrecerán en este blog meditaciones escogidas de diferentes textos de Vía Crucis para cada Estación. [ver ejemplos de Vía Crucis en el anterior artículo]. La selección de hoy es el comienzo del Vía Crucis por S. Alfonso María de Ligorio[Fuente: http://www.devocionario.com]:
“Arrodíllate ante el altar, haz un Acto de Contrición, y forma la intención de ganar las indulgencias bien para ti, o para las almas en el Purgatorio.
Después di: Señor mío Jesucristo, Vos anduvisteis con tan grande amor este camino para morir por mí, y yo os he ofendido tantas veces apartándome de Vos por el pecado; mas ahora os amo con todo mi corazón, y porque os amo, me arrepiento sinceramente de todas las ofensas que os he hecho. Perdóname, Señor, y permíteme que os acompañe en este viaje. Vais a morir por mi amor, pues yo también quiero vivir y morir por el vuestro, amado Redentor mío. Si, Jesús mío, quiero vivir siempre y morir unido a Vos.”
Pregunta del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Cómo animaría a alguien que no se ha confesado en mucho tiempo a hacerlo? ¿Qué le recomendaría a alguien que fuera a confesarse por primera vez?
Mañana – Vía Crucis, Estación I: Jesús es condenado – “Ahora va a ser juzgado el mundo” (Jn. 12, 31)
17 comentarios
La Gracia de Espíritu Santo la recibes y aumenta en ti en cada confesión.
Te hace sentir el Ave María desde dentro " Ruega por nosotros pecadores"
Es un privilegio que nos dejó nuestro Señor.
Me acuerdo de haber leído que la Gracia que recibimos del Espíritu Santo en cada confesión aumenta según nuestra contrición y propósito de enmienda cuando confesamos nuestros pecados al sacerdote, que actúa en persona de Cristo mientras tenga licencia válida para confesar.
Estoy de acuerdo en que es un gran privilegio que tenemos. Bastantes sacerdotes recomiendan en el confesionario que se dé gracias al Señor por la gracia de haber podido uno confesarse. ¡Cuántas personas quieren y no pueden por diferentes motivos!
Me parece curioso, por ejemplo, que en su programa de EWTN, el P. Benedict Groeschel (que oye confesiones en la Catedral de S. Patricio en Nueva York) menciona que hay judíos y personas de otras religiones que entran en el confesionario y le dicen que no son católicos, pero que quieren decir sus pecados y recibir una bendición porque saben que no pueden recibir la absolución. Mientras, tantos católicos pueden recibir la absolución y no se acercan...
"Frecuente" para algunos podría ser semanalmente, o cada dos semanas. Recordemos que una condición para ganar indulgencias es una confesión sacramental al menos 20 días antes o después del acto indulgenciado. Recibimos la gracia para evitar los pecados veniales que confesamos con gran contrición y sé que no tengo la memoria suficiente para acordarme bien de los pecados que cometí hace un par de meses, por ejemplo, para confesarlos bien.
El pecado, mortal o venial, es una ofensa a Dios infinito. Mientras que es el pecado mortal el que nos priva de poder entrar en el Cielo para siempre, el pecado venial sigue siendo una ofensa a Dios. Uno debe avanzar en la vida espiritual, no simplemente contentarse con no cometer pecados mortales (el primer paso hacia el Señor) y debe purificarse debidamente para presentarse ante la pureza de Dios. Si uno habitualmente comete ciertos pecados veniales, se pone en una situación en la que muy fácilmente puede pasar a cometer pecados mortales y es muy necesario combatir la tibieza, como nos advierte el Señor en las Sagradas Escrituras.
Al contrario de alejar a los fieles, es mi opinión que acerca a los fieles más a la Iglesia, tanto físicamente - yendo a la iglesia para confesarse, como espiritualmente - recordemos que las consecuencias del pecado afectan a la Iglesia y que recibimos absolución de eso también.
Señor Jesús, alabado seáis por siempre por la gran misericordia y todas las gracias que derramáis en nuestras almas y corazones por medio del maravilloso Sacramento de la Reconciliación. Concedednos más sacerdotes santos que valoren la importancia de ese Sacramento, como S. Juan Vianney y S. Pío de Pietrelcina, que se pasaban numerosas horas al día oyendo confesiones.
En todo caso, el abandono de la confesión (no ya la frecuente, incluso la anual), como otros hallazgos del "progresismo" ha producido entre otros efectos:
1. el descenso del número de creyentes comprometidos con la práctica que de la fe se deriva.
2- El descenso en las vocaciones.
3- La crisis de fe pavorosa incluso entre los fieles que asisten a la iglesia. Bastaría con hacer encuestas a la salida de cualquier iglesia los domingos.
Menudo éxito. El que no os conozca que os compre.
Hay una cosa muy fácil y es eso de "confesarse uno mismo con Dios", muy fácil porque cuando uno ora tiende a orar no al Dios Viviente, sino a un ídolo o imagen mental que cada uno nos construimos del Eterno. Por ello es muy fácil contarle los pecados a un invento de nuestra imaginación.
Ahora bien: ponerse de rodillas delante de un cura que es igual de pecador que uno mismo, o más, igual de listo o de tonto, de bueno o de malo...
La confesión sacramental es un acto de humildad suprema tanto para el penitente como para el sacerdote, pues ¿qué sacerdote puede decir sin temblar eso de "yo te absuelvo"? ¿Y quién dice sus pecados sin temblar?
Una de las experiencias sobre la confesión mas sobrecogedoras nos la explico el sacerdote Mn. Antoni Deulofeu.
Cuenta que un dia estando en el confesionario, se le acerco un musulmán conocido por el Mn. de vista del barrio (El Raval de Barcelona)l, al decirle Mn. Antoni, pero si tu no eres católico XX, el le contestó:
"Tengo necesidad de que Alguien me perdone, quiero ser perdonado..."
La confesión frecuente no es obligatoria sino sólo una vez al año, que no me parece nada estricto. Un saludo.
"XII. Por lo que se refiere a la práctica de la confesión frecuente o de «devoción», los sacerdotes no disuadan de ella a los fieles. Antes al contrario, elogien los frutos abundantes que aporta a la vida cristiana, 9 y muéstrense siempre dispuestos a oír en confesión cuando lo pidan razonablemente los fieles. Se ha de evitar absolutamente el que la confesión individual quede limitada a los pecados graves solamente, lo cual privaría a los fieles del gran fruto de la confesión y perjudicaría a la buena fama de los que se acercan individualmente al sacramento.
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