Origen y significado del Vía Crucis
A lo largo de los siglos, y siguiendo el tradicional ejemplo de la Santísima Virgen María, los peregrinos a Jerusalén han seguido las huellas de Jesús desde el Pretorio hasta el Calvario (lo que en el s. XII llamaban “Vía Sacra”). En 1342 los Franciscanos se convirtieron en los custodios de la Tierra Santa y por eso se piensa que las Estaciones de la Cruz se debe a ellos. En el s. XV se empezaron a erigir Estaciones de la Cruz en Europa para los que no podían viajar a Tierra Santa.
En el s. XVII, el franciscano S. Leonardo de Puerto Mauricio propagó la devoción del Vía Crucis por toda Italia, erigiendo las Estaciones en cientos de iglesias. Gracias a este santo se comenzó a rezar el Vía Crucis en el Coliseo de Roma el Viernes Santo, que suele presidir el Papa. Diría el santo: “Me queda la satisfacción de que el Coliseo haya dejado de ser simplemente un sitio de distracción, para convertirse en un lugar donde se reza". En el S. XVIII, unos santos que también propagaron la devoción fueron S. Alfonso María de Ligorio y S. Pablo de la Cruz.
En 1837 la Sagrada Congregación para las Indulgencias declaró que era más apropiado que las estaciones comenzaran desde el lado de la iglesia en que se proclama el Evangelio. En 1686 el Papa Inocente XI concedió a los franciscanos erigir Estaciones en sus iglesias para ganar las mismas indulgencias que en Tierra Santa. En 1731 se fijó que las Estaciones fueran 14 y que se pudieran erigir en todas las iglesias por un padre franciscano con la sanción del Obispo local. En 1862 se concedió permiso a todos los obispos para erigir las Estaciones en su diócesis. [Fuente: www.corazones.org]
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Ejemplos de Vía Crucis:
Vía Crucis de S. Alfonso de Ligorio
Vía Crucis para jóvenes de la Bta. Madre Teresa de Calcuta
Vía Crucis Eucarístico de S. Pedro Julián Eymard
Vía Crucis de S. Josemaría Escrivá
Vía Crucis de Viernes Santo en el Coliseo de Roma (Portal del Vaticano) – En español: 2000-2008 (excepto 2001) [Algunos presentan estaciones según pasajes bíblicos, comenzando por la Agonía en el Huerto, que incluyen al Buen Ladrón pero no mencionan a Verónica, por ejemplo]
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La Presentación y la Oración inicial del Vía Crucis en el Coliseo, 2005 (del entonces Cardenal Joseph Ratzinger - hoy Papa Benedicto XVI), ayudan a reflexionar lo que reveló Jesús a Nicodemo en el evangelio del IV domingo de Cuaresma : “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único” (Jn. 3, 16):
…"El Vía Crucis nos muestra un Dios que padece él mismo los sufrimientos de los hombres, y cuyo amor no permanece impasible y alejado, sino que viene a estar con nosotros, hasta su muerte en la cruz (cf. Flp 2, 8). El Dios que comparte nuestras amarguras, el Dios que se ha hecho hombre para llevar nuestra cruz, quiere transformar nuestro corazón de piedra y llamarnos a compartir también el sufrimiento de los demás; quiere darnos un «corazón de carne» que no sea insensible ante la desgracia ajena, sino que sienta compasión y nos lleve al amor que cura y socorre.
“Esto nos hace pensar de nuevo en la imagen de Jesús acerca del grano, que él mismo trasforma en la fórmula básica de la existencia cristiana: «El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna» (Jn 12, 25; cf. Mt 16, 25; Mc 8, 35; Lc 9, 24; 17, 33: «El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará»). Así se explica también el significado de la frase que, en los Evangelios sinópticos, precede a estas palabras centrales de su mensaje: «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga» (Mt 16, 24).
“Con todas estas expresiones, Jesús mismo ofrece la interpretación del Vía crucis, nos enseña cómo hemos de rezarlo y seguirlo: es el camino del perderse a sí mismo, es decir, el camino del amor verdadero. Él ha ido por delante en este camino, el que nos quiere enseñar la oración del Vía crucis. Volvemos así al grano de trigo, a la santísima Eucaristía, en la cual se hace continuamente presente entre nosotros el fruto de la muerte y resurrección de Jesús. En ella Jesús camina con nosotros, en cada momento de nuestra vida de hoy, como aquella vez con los discípulos de Emaús.
“Oración Inicial
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amen.
“Señor Jesucristo, has aceptado por nosotros correr la suerte del grano de trigo que cae en tierra y muere para producir mucho fruto (Jn 12, 24). Nos invitas a seguirte cuando dices: «El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna» (Jn 12, 25). Sin embargo, nosotros nos aferramos a nuestra vida. No queremos abandonarla, sino guardarla para nosotros mismos. Queremos poseerla, no ofrecerla. Tú te adelantas y nos muestras que sólo entregándola salvamos nuestra vida. Mediante este ir contigo en el Vía crucis quieres guiarnos hacia el proceso del grano de trigo, hacia el camino que conduce a la eternidad.
“La cruz –la entrega de nosotros mismos– nos pesa mucho. Pero en tu Vía crucis tú has cargado también con mi cruz, y no lo has hecho en un momento ya pasado, porque tu amor es por mi vida de hoy. La llevas hoy conmigo y por mí y, de una manera admirable, quieres que ahora yo, como entonces Simón de Cirene, lleve contigo tu cruz y que, acompañándote, me ponga contigo al servicio de la redención del mundo.
“Ayúdame para que mi Vía crucis sea algo más que un momentáneo sentimiento de devoción. Ayúdanos a acompañarte no sólo con nobles pensamientos, sino a recorrer tu camino con el corazón, más aún, con los pasos concretos de nuestra vida cotidiana. Que nos encaminemos con todo nuestro ser por la vía de la cruz y sigamos siempre tus huellas. Líbranos del temor a la cruz, del miedo a las burlas de los demás, del miedo a que se nos pueda escapar nuestra vida si no aprovechamos con afán todo lo que nos ofrece. Ayúdanos a desenmascarar las tentaciones que prometen vida, pero cuyos resultados, al final, sólo nos dejan vacíos y frustrados. Que en vez de querer apoderarnos de la vida, la entreguemos. Ayúdanos, al acompañarte en este itinerario del grano de trigo, a encontrar, en el «perder la vida», la vía del amor, la vía que verdaderamente nos da la vida, y vida en abundancia (Jn 10, 10).
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Ha tenido alguna experiencia rezando el Vía Crucis que le ha conmovido en particular? ¿Cómo se reza el Vía Crucis en su parroquia? ¿Acuden muchos fieles?
Mañana – El Sacramento de la Reconciliación – “los hombres prefirieron la tiniebla a la luz” (Jn. 3, 19)
5 comentarios
Quizás animará a alguien a comenzar o a continuar la muy recomendable devoción del Vía Crucis con mayor fervor, recordando el amor con que cargó Cristo su Cruz por nosotros y su deseo de concedernos toda la gracia necesaria para nuestra salvación a través de Su Santa Iglesia Católica.
El Vía Crucis no es una devoción exclusiva de la Cuaresma. Se puede rezar a lo largo del año.
Hemos pedido permiso al cura [e un pueblo de la diócesis de Madrid] pero éste no nos autoriza y no nos da razón alguna. ¿Qué podemos de hacer?
Pero, cuando las iglesias están abiertas, creo que los fieles suelen poder entrar para rezar en privado ante las Estaciones erigidas en la iglesia. Lo he hecho individualmente (no en grupo) y sólo me han avisado alguna vez que iban a cerrar la iglesia dentro de poco, por ejemplo.
En su caso, como el permiso les fue negado, me iría a rezar el Vía Crucis donde ya lo tuviera organizado otra parroquia en la cercanía. Tengo entendido que una de las cosas que más bendice el Señor es la obediencia y nos dió buen ejemplo el primer Viernes Santo. Otra cosa que podría hacer, en mi opinión, es recurrir a su Obispo si hubo algún motivo oficial para que no se rezaran las Estaciones en esa parroquia en particular.
Le pido que no se olvide de los que pasamos por aquí en sus oraciones. Un saludo.
En la literatura chilena se recuerda mucho a la figura de Caupolicán, un toqui (jefe) mapuche en las Guerras Araucanas. Aparece en "La Araucana" de Alonso de Ercilla y en "Canto general" por Pablo Neruda cargando heróicamente un gran tronco durante dos o tres días y noches para ganarse su posición de jefe. En el poema de Neruda, la sangre sobre el madero en que murió empalado Caupolicán siembra nuevo trigo de esperanza para su nación.
¡Qué triste sombra a la Grandeza Infinita de Cristo, que cargó con insuperable amor y humildad su Cruz para triunfar sobre la muerte al resucitar (en realidad, no ficción) y nos ofrece la misma victoria!
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