Dos hermanos copatronos de Europa superan la barrera del idioma
S. Metodio (c. 815-884) y S. Cirilo (c. 827-869) oyeron claramente la llamada del Señor, que en el Evangelio del 5o. domingo de tiempo ordinario dijo a sus apóstoles: “vámonos a otra parte” (Mc. 1, 38) para predicar y extender el Reino de Dios. “Aun cuando Dios no ocupa lugar, anda, sin embargo, por lugares diversos en la persona de sus santos cuando ellos le predican en uno y otro lugar; pues Dios, que está al margen del espacio y del tiempo, con todo, se mueve en el espacio y en el tiempo cuantas veces es predicado por ellos en un lugar” (S. Isidoro de Sevilla)
S. Miguel era el mayor y S. Constantino el menor de 7 hijos de padres nobles griegos. S. Metodio fue desde jóven gobernador de la provincia de Macedonia interior (en la actual Albania), mientras que su hermano estudió en Constantinopla cuando se quedó huérfano de padre a los 14 años y el primer ministro de la emperatriz le llevó allí.
En 847 S. Cirilo fue ordenado sacerdote y se retiró a una vida monástica, pero le encontraron 6 meses después. Regresó a Constantinopla con un puesto en el templo de Hagia Sofia. Los dos hermanos bizantinos viajaron juntos en 851 al califa de Bagdad con una delegación imperial. Dos años después, S. Metodio entró en un monasterio y le siguió S. Cirilo.
Uno de sus antiguos maestros, Focio, rompió con Roma y tomó el lugar del patriarca de Constantinopla cuando Bardo, el hermano de la emperatriz Teodora le destronó a ésta. En ese difícil ambiente, Cirilo y Metodio fueron enviados al hakán de los kázaros como misioneros y de camino encontraron las reliquias de S. Clemente Romano. Tenían gran facilidad para aprender lenguas y lograron muchas conversiones. Ratislao, el príncipe de la Gran Moravia, también pidió misioneros y ellos aceptaron ir.
Una señal de hospitalidad en la cultura eslava era la sal. Eso estudiaron los santos, que también tuvieron presentes que “Si no se sabe presentar la doctrina condimentada con la gracia y la sal del bien decir [. . . ] poco se consigue” (S. Juan Crisóstomo). Como no existía alfabeto eslavo, S. Cirilo creó el alfabeto “glagolita” [el alfabeto “cirílico” fue nombrado en su honor pero no lo creó él] para poder traducir la Biblia y los textos litúrgicos al eslavo y así enseñar mejor a la gente.
Tuvieron mucho éxito a pesar de rumores de que eran herejes. Explica S. Juan crisóstomo: “si no cejáis en presentar el mensaje con toda su austeridad, si después ois hablar mal de vosotros, alegraos. Porque lo propio de la sal es morder y escocer a los que llevan una vida de molicie.” Fueron a Roma para conseguir el apoyo de prelados para su misión entre los eslavos porque no había obispo en esa región.
El Papa Nicolás I se dió cuenta de la santidad de los hermanos y bendijo su misión, ordenando como sacerdotes a Metodio y otros tres eslavos. Antes de que pudieran consagrar como obispo a Cirilo, éste enfermó y murió a los 42 años en 869, siendo enterrado con gran honor por orden del Papa junto a las reliquias de S. Clemente que habían llevado los hermanos a Roma.
S. Metodio continuó la misión como legado pontificio y cuando volvió a Roma en 869 fue consagrado obispo. Al regresar a su archidiócesis fue encarcelado por el tío de su anterior protector, que había usurpado el principado. Dos años y medio después fue liberado cuando el Papa se enteró de su situación. Pero, debido a dificultades políticas y acusasiones de herejía, el Papa Juan VIII le hizo abandonar la liturgia eslava.
O sea que en 879 volvió a Roma para explicarse ante el Papa Juan VIII, que tras hablar con el santo aprobó también la liturgia eslava. Quizás le explicó que Cristo por su ejemplo: “enseña a los doctores que se acomoden al auditorio en sus predicaciones, y según vean que cada uno pueda comprender, así expliquen la palabra de Dios.” (S. Jerónimo) En 882 viajó a Constantinopla y en 884 murió en Morovia. En sus funerales hubo liturgia en latín, griego y eslavo. Se piensa que fue enterrado más tarde en Roma junto a su hermano S. Cirilo.
Ss. Cirilo y Metodio, rogad por Europa para que no se avergüence de sus raíces cristianas y por nosotros para que proclamemos con alegría el Evangelio en nuestras vidas.
Pregunta del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Alguna vez ha oído el Evangelio predicado en un idioma que no era su lengua materna? ¿Cómo fue su experiencia?
Mañana: S. Claudio de la Colombiere – “sintiendo lástima” (Mc. 1, 41)
9 comentarios
La primera vez que asistí a una Misa que no era en español fue en mi Primera Comunión. El problema fue que nadie me dijo que iba a ser en latín y todo lo había aprendido en castellano. El idioma resultó una distracción porque no me lo esperaba y me puso muy nerviosa. Comprendo por eso que los eslavos se hubieran resistido al cristianismo mucho tiempo hasta que Ss. Cirilo y Metodio aparecieron en su tierra hablando el mismo idioma que ellos.
Es un país en donde en general o son luteranos u ortodoxos, y muchos de los asistentes a la misa eran extranjeros, de las delegaciones diplomáticas que hay en las cercanías; destacaban los africanos (con sus vestiduras exóticas --túnicas coloristas, ellas con turbantes y ellos con una especie de tarbuch-- y crucifijos descomunalmente grandes al cuello) y un grupito de filipinos, que parecían más de servicio.
Hay personas que tienen que conducir o andar bastantes horas para llegar a la iglesia más cercana, y mientras no aprecio bastante que siempre he tenido iglesias católicas cerca de donde vivo.
Supongo que el finlandés suena tan diferente del latín como el eslavo que Ss. Cirilo y Metodio aprendieron para evangelizar (que sí tiene como fin que la gente se entere bien de lo predicado). Me acuerdo de la alegría de mis padres asistiendo a Misas en chino cuando llegamos a los EE.UU., como la mía cuando asisto a Misa en español.
Además, las Misas en idiomas que no entendemos satisfacen la obligación dominical, o sea que el idioma no debería de ser una excusa para no asistir a Misa si uno está de vacaciones, por ejemplo. Claro que sigue habiendo Misas en latín por todo el mundo (especialmente en la Forma Extraordinaria).
En euskera o vascuence, unas pocas veces, y no me entero de nada. Las canciones sí me parecen hermosas, y teniendo la letra, sí, también la liturgia, lo mismo. Pero la lengua en sí no permite entender nada de la homilía a quienes no están muy acostumbrados -no digamos si como en mi caso, las misas a las que asistí eran de sacerdotes lamentablemente ideologizados. Es una pena.
En inglés, bastantes veces -misas EWTN, y en italiano varias -misas del Santo Padre- y también me entero y me parecían aportan "tonalidades" católicas muy benéficas.
En todo caso, es importante la atención pastoral en las zonas de vacaciones a los extranjeros. En varias provincias españolas se están haciendo notables esfuerzos, pero creo no suficientes. Conozco las de Málaga y Alicante.
Participé ayer, a las 8 h.,de la Misa de San Cirilio y San Metodio,verdaderamente admirables sus arrestos evangelizadores para las posibilidades de la época,siglo IX,y,además tradujeron la Biblia al eslavo común, inventando el alfabeto conocido como glagolítico,posteriormente reformado y conocido como cirílico, para que la Palabra estuviera redactada en lengua vernácula.
Santos admirados por la Iglesia Ortodoxa,con quien compartimos su santa devoción.
Madrileño dejó un comentario en otro artículo sobre cómo encontró una iglesia en Madrid (resulta que es la más antigua que se conserva allí), la de S. Nicolás, en la que ofrecen una Misa italiana a diario. En los EE.UU. en las grandes ciudades como Nueva York, por ejemplo, se pueden encontrar Misas en bastantes idiomas debido a la gran cantidad de inmigrantes. Me pregunto si algo parecido se ve en las ciudades principales de España o de otros países.
También admiro cómo esos dos santos se mantuvieron fieles al Papa en Roma a pesar de las dificultades que encontraron precisamente dentro de la Iglesia. No se alejaron como su antiguo maestro Focio sino que fueron a Roma para exponer su punto de vista, siempre obedientes a las decisiones del Papa. ¡Qué gran ejemplo siguen siendo para los miembros de nuestra Iglesia más de un siglo después!
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