Cómo evitar los 7 pecados capitales
La autoestima, el conocimiento del mundo de los negocios, aprender de los demás para subir la escalera corporativa, el celo, la prudencia, el aprecio del cuerpo y el disfrute de la vida no parecen en sí nada malo, pero sí lo son cuando se usan para descartar los 7 pecados capitales.
Sto. Tomás enumera siete (I-II:84:4) y define así un pecado capital:
“un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal” (II-II:153:4) (www.corazones.org)
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En el boletín del Santuario del Santísimo Sacramento en Raritan, NJ (7 de junio, 2009 en .pdf), se comenta la relación entre los 7 pecados capitales y las Bienaventuranzas (traducido aquí del inglés con numeración añadida):
“La tradición resalta siete pecados por ser especialmente peligrosos o “capitales”. Son los que entorpecen al alma, oponiéndose a las virtudes elogiadas en las Bienaventuranzas que dan vida al alma.
1) “El orgullo es la afirmación propia y el egoísmo (lo contrario de la pobreza de espíritu, que es la humildad y la generosidad).
2) “La avaricia es la codicia, el extenderse con egoísmo para coger y guardar algo para sí mismo (lo contrario de la misericoria, que es el extenderse para dar, para compartir con los demás, hasta los que no se lo merecen).
3) “La envidia resiente la alegría ajena (lo contrario del duelo, que comparte la pena de otros).
4) “La ira desea el daño y la destrucción (lo contrario de la mansedumbre, que se niega a hacer daño y al hacer las paces, que impide la destrucción).
5) “La pereza se niega a ejercer la voluntad hacia el bien a pesar de estar éste presente (lo contrario del hambre y la sed de justicia, que es el deseo apasionado por el bien aún cuando éste está ausente).
6) “La lujuria disipa y divide el alma, deseando todo cuerpo atractivo (lo contrario a la pureza de corazón, que centra y unifica al alma, deseando sólo al único Dios).
7) “La gula quiere consumir una cantidad excesiva de bienes temporales (lo opuesto de ser perseguido, que es el ser deprivado de hasta las necesidades ordinarias).”
Se puede evitar los 7 pecados capitales practicando las virtudes opuestas a cada uno, como se ve en la tabla al pie de “Pecados Capitales” (en www.corazones.org)
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Jesús resalta en el Evangelio del XVIII Domingo de Tiempo Ordinario la importancia de: “que creáis en el que él [Dios Padre] ha enviado” (Jn. 6, 29). Dios Padre nos dijo en la Transfiguración del Señor que Jesucristo era Su Hijo amado y que le escucháramos. El mensaje del Hijo de Dios es el mismo en el Monte de las Bienaventuranzas, en el Monte de la Transfiguración y en el Monte Calvario: la felicidad de Dios Padre se alcanza por la vía estrecha.
“Pero el Señor no dió respuesta a esta propuesta [de S. Pedro de construir tres chozas], queriendo con ello decir, no que el deseo era malo, sino que estaba fuera de lugar. Porque el mundo no se podía salvar más que por la muerte de Cristo; el ejemplo del Señor invitaba a la fe de los creyente a comprender que, sin que podamos dudar de la felicidad prometida, debemos, sin embargo, en las tentaciones de esta vida, pedir más bien la paciencia que la gloria, porque la felicidad del Reino no puede ser anterior al tiempo del sufrimiento.
“Por eso, cuando todavía estaba hablando les envolvió una nube luminosa, y desde la nube una voz decía: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”… “Este es mi Hijo, por quien se hizo todo y sin él no se hizo nada de lo que se ha hecho” (Jn 1,3). Todo lo que yo hago, él lo hace igualmente; todo lo que obro, él lo obra conmigo inseparablemente, sin diferencia (Jn 5, 17-19)… Este es mi Hijo el cual no hizo alarde de esta igualdad que tiene conmigo, no reivindicó su derecho, sino que permaneciendo en mi gloria divina, se anonadó hasta la condición de siervo (Flp 2,6s) para poner por obra nuestro común designio de restaurar al género humano.
“Escuchad, pues, sin dudar esto: que tiene toda mi complacencia, que su enseñanza me manifiesta, su humildad me glorifica, porque él es la Verdad y la Vida (Jn 14,6). Él es mi poder y mi sabiduría (1C 1, 24). Escuchadlo, a él que rescata al mundo con su sangre… él, que abre el camino del cielo a través del suplicio de la cruz.” (S. León Magno)
El mundo prefiere creer que no existe el pecado y mucho menos los pecados capitales, pero el Señor nos muestra el efecto de nuestros pecados sobre la Cruz y nos pide evitarlos (aunque nos cueste en esta vida) para poder alcanzar la Vida Eterna.
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Cree que es eficaz esa forma de evitar los pecados capitales? ¿Cómo cree que nos afectan los pecados capitales?
Mañana – Santos Justo y Pastor - “el alimento que perdura para la vida eterna” (Jn. 6, 27)
31 comentarios
Esos pecados pueden ser veniales o mortales cuando las cometemos, pero suelen debilitarnos y atraer otros pecados. Claro que también tenemos el Sacramento de la Reconciliación para ayudarnos con el aumento de gracia que nos proporciona.
Estoy de acuerdo en la importancia de seguir luchando y me parece que los que piensan que no existe el pecado lo tienen más difícil. Un saludo.
Un sencillo examen de conciencia nos proporciona,conociendo los pecados capitales,claro está,cual es el pecado o pecados dominantes en nuestra persona.Los pecados capitales son cabeza de muchos otros,aplastando la cabeza no crecerá el cuerpo.Sin embargo la cosa no funciona automáticamente,es tarea de toda una vida.
P.S.Vive,próximamente,donde Dios disponga,sin condiciones,confiando en su Providencia,aunque en la Parroquia pueda haber ciertos abusos litúrgicos,¿y el bien que puedes hacer ayudando a corregirlos?.God bless you,again.
La primera foto se puede ver como una calavera o como una señora sentada ante un espejo. Es una imagen muy curiosa, ¿verdad? Las que acompañarán el siguiente artículo también son curiosas. Gracias por expresar su opinión.
Los siete pecados capitales establecidos por el Papa Gregorio I, fueron revisados el año pasado por Benedicto XVI para darles una orientación "más social" (no reciclar, drogarse, enriquecerse indebidamente, etc.). Sin embargo, esos "nuevos pecados capitales" no dejan de ser una particularización de la lista original.
Una apreciación con respecto al pecado en general. Muchas veces vemos anuncios en televisión que incitan al pecado porque no ven el fin ultimo de esa acción como algo malo. Es ahí donde debemos actuar, explicando que podemos tener un fin lo más loable pero que por el camino podemos perdernos al olvidar a Dios.
+ Bendiciones
Theresita vivió la tentación de tener escrúpulos,acrecentada además por el ambiente casi jansenista del convento;pero si algo deslumbra,no solo,de Theresita es su recta conciencia,asombrosa para una jovencita de su edad.Por eso,quizá no lo entendí bien,escrúpulos y Theresita son términos opuestos.
Cristo no vino principalmente a enseñar moral, sino a enseñarnos las costumbres de la Trinidad Santa.
Cristo no vino a evitar el pecado, vino a hacer que los muertos tengan vida.
Si reducimos nuestra vida moral al pecado, volamos bajo. El centro de la moral cristiana no son los mandamientos (por supuesto que son su base), sino las bienaventuranzas. Para enseñar moral, ya había venido Moisés. Jesús trae la gracia, no la ley (cierto que no la deroga: "et et").
Hay que apuntar a la cabeza, como decía Leon Bloy, para estar seguro de que no das abajo del corazón.
Las costumbres de la Trinidad trascienden la moral humana. Por cierto que la suponen, pero la trascienden.
Por eso, un acedioso puede ser un hiperactivo, un workholic, y eso es un pecado gravìsimo.
Supongo que lo mejor es buscar la moderación en todo y practicar una templanza enraizada en Dios, aunque no había pensado en la hiperactividad como pecado. ¿Será por la exclusión de Dios?
Muy recomendable la encíclica donde León XIII condena el "americanismo", justamente referido a estos tópicos.
No sé a qué encíclica se refiere, pero el Papa León XIII en esta carta "Sobre el Americanismo" condena el énfasis en unas virtudes naturales como "activas" mientras se consideran las virtudes evangélicas de los religiosos "pasivas". El Papa insiste en que las virtudes evangélicas son activas también y deben ser practicadas. No condena la industria sino que habla de "la plegaria continua del hombre justo":
'Virtud —dice Santo Tomás de Aquino— designa la perfección de una potencia, pero el fin de esa potencia es un acto, y el acto de virtud no es otra cosa que el buen uso del libre albedrío', actuando —hay que agregar— bajo la gracia de Dios, si el acto es el de una virtud sobrenatural.No me parece malo el trabajo en sí, sino la exclusión de prioridades como Dios y la familia a causa del trabajo. Creo que eso iría contra el Primer Mandamiento o contra la Caridad, si hablamos de virtudes. El descanso necesario tampoco es lo mismo que el ocio, en mi opinión. Gracias por llamar a mi atención que trató el Papa León XIII el tema del Americanismo, algo que desconocía.
Lo malo es poner las virtudes morales (activas) sobre las virtudes intelectuales y las teologales, virtudes que no requieren ningún esfuerzo de suyo, porque son gratuitas, basta con su aceptacion. Por más trabajo que pongas, las virtudes teologales las da Dios, solo puedes predisponerte a ellas, no lograrlas con propio esfuerzo. Esto a los yanquis los enloquece, porque están acostumbrados a "tienes lo que mereces y aquello por lo que trabajas".
La vida contemplativa, como enseña el episodio de Marta y María, es superior sobre la activa. Y en toda vida de cristiano, por ocupado que esté, debe haber lo que llamaban los padres "otium sacrum", por oposición al neg-otium, subordinado éste último al primero.
Lo que caracteriza al trabajo es que no es un fin en sí mismo, sino que procura otra cosa. Lo que caracteriza al ocio es que es un fin en sí mismo: jugamos por jugar, conocemos por conocer, amamos por amar, buscamos a Dios por Dios mismo. Dios no "sirve para nada", porque no "sirve" a nadie.
El americanismo consiste en subvertir ese orden de subordinación de la contemplación-acción, ocio-trabajo, virtudes contemplativas y teologales-virtudes activas.
Recomiendo para entender estos conceptos el libro de Joseph Pieper "El ocio y la vida intelectual", de editorial Rialp.
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Triny, es verdad, como nos dice el Señor, que se espera más de quien ha recibido más. Pero, menos mal que Dios, en Su gran misericordia, no le permite al demonio tentarnos más allá de nuestra fuerzas. Y si caemos en el pecado, siempre podemos confesarnos sacramentalmente para que, por la gracia de Dios, podamos levantarnos y seguir nuestro camino hacia el Señor. Muchas gracias por haber dejado su comentario.
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Bruno Rodriguez, muchas gracias por haber compartido su reflexión sobre el tema, y sobre todo por sus oraciones. Le ruego que siga teniendo presente en sus oraciones a los que pasamos por aquí, para que por la gracia de Dios no caigamos en las tentaciones.
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Lupita, dejo aquí la cita a la que se refiere: "Mira, estoy a la puerta y llamo: si alguno escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo." [Apocalipsis 3,20] Sí, Él toca a nuestros corazones, pero para que pueda entrar tenemos que no solo oírle, sino también abrirle la puerta. Todo vale la pena, sabiendo lo que nos promete Quien más nos ama.
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Yainery Montilla, muchas gracias por su comentario, pero sobre todo por sus oraciones. Le deseo todo lo mejor en Cristo Resucitado.
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