Lealtad de un carismático
El Señor desaprueba en una parábola, según el Evangelio del XXIV Domingo de Tiempo Ordinario [11.09.2011], de la conducta de un siervo que al ver a otro que le debía muy poco: “agarrándolo, lo estrangulaba” (Mt. 18, 28). Demostró la falta de caridad y paciencia que puede desgarrar la unidad que el Señor desea entre los hijos de Dios, al juzgar mal lo que le debía el otro siervo y al menospreciar la gracia que le había concedido el rey.
Por amor a Dios, que instituyó a la Iglesia Católica como administradora de toda gracias necesaria para la salvación (incluyendo el perdón de nuestros pecados), le debemos una obediencia filial a la Iglesia. Como afirmó recientemente el Papa: “Ningún carisma dispensa de la referencia y la sumisión a los Pastores de la Iglesia”. Eso incluye a los movimientos reconocidos por la Santa Sede, como lo es la Renovación Carismática Católica, cuyos miembros a veces sufren malentendidos y prejuicios.
Así comparte por correo electrónico Miguel Ángel (un lector del blog), su vuelta a la Iglesia por medio de la Renovación Carismática: