Para los enamorados y los que desean amar de verdad (Jn. 1, 14)
San Juan Evangelista, hijo del pescador Zebedeo, es conocido como “el discípulo amado” de Jesús que figura en su Evangelio. Tras la muerte del Señor y por su gran castidad, tuvo la gran bendición de recibir a la Virgen María en su hogar como su Madre (en Jerusalén y luego en Efeso, según nos dice su discípulo S. Ireneo). La tradición mantiene que, tras un intento frustrado de martirizarle en aceite hirviendo, fue exiliado a la isla de Patmos, donde escribió el libro del Apocalipsis. Se le representa con un libro y un águila, símbolos de las alturas de entendimiento de los sagrados misterios patente en sus escritos.
De ser un apasionado “hijo de trueno” (como les llamaba Jesús a él y a su hermano Santiago el Mayor) pasó a comprender mejor que nadie el verdadero sentido del Amor. Según San Jerónimo, solía decir en sus homilías: “Hijitos míos, amaos entre vosotros…” Le preguntaron por qué siempre repetía lo mismo y respondió: “Porque es el mandamiento del Señor y si lo cumplís ya habréis hecho bastante” (Fuente: www.corazones.org).
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¿Cómo poner en práctica la llamada divina a amar en nuestras relaciones con nuestros más queridos? Estos recursos podrían sernos útiles: