Sufrimiento que acerca a Dios: la fe de una lectora del blog con una hija en el hospital
En el Evangelio del Domingo de la Divina Misericordia, Cristo Resucitado se aparece ante sus discípulos y: “les enseñó las manos y el costado” (Jn. 20, 20) cuando ellos se encontraban abrumados en la tristeza a causa de la Pasión y Muerte de su amado Señor. Jesucristo se muestra en la gloria de la Resurrección precisamente con esas llagas que tanto dolor le causaron.
Podría parecer incomprensible a algunos que los católicos nos gloriemos en Cristo, y Él crucificado (como expresaba S. Pablo) o que S. Pio de Pietrelcina, un sacerdote estigmático, ofreciera estos consejos a hijos espirituales padeciendo dolores de cuerpo o de alma:
“Él permite todo esto para asemejarla a su Hijo divino en las angustias del desierto, del huerto y de la cruz. Lo mejor que puede hacer es aceptar con alegría y serenidad la prueba presente.”
“Sólo te aconsejo que imites a Isaac en manos de Abraham y que esperes contra toda esperanza.”
Algunos se podrían preguntar: “¿Cómo es posible creer en Dios en medio del sufrimiento?” La respuesta se encuentra en Cristo Resucitado, que demuestra el sentido de nuestra vidas. Hay almas que por su fe católica encuentran un gran consuelo esperándolo todo del Señor, como demuestra el testimonio conmovedor de una lectora del blog, que responde a unas preguntas hechas en otro post.