No es nada fácil pedir perdón (Mc. 1, 5)
Una de las cosas más necesarias y difíciles de hacer bien en esta vida es pedir perdón. Una vez, al confesarme, me preguntó el sacerdote si había pedido perdón a la persona que había ofendido. Le dije que había demostrado a esa persona que estaba arrepentida, pero el sacerdote insistió, preguntándome si le había dicho “lo siento” o “perdón” a la persona ofendida. Explicó que muchas veces creemos que hemos demostrado nuestro arrepentimiento pero quizás no es tan obvio a la persona ofendida como cuando pedimos perdón usando esas palabras con toda sinceridad, aunque nos cueste. Me di cuenta de que ese sacerdote tenía toda la razón cuando hablé de nuevo con la persona en cuestión y me dijo después que no tenía la menor idea de que estaba arrepentida hasta que le dije: “Lo siento”.
Porque cuesta mucho pedir perdón, me llamó la atención en el Evangelio del Segundo domingo de Adviento que los judíos “confesaban sus pecados” (Mc. 1, 5) antes de ser bautizados por S. Juan Bautista en el río Jordán. Hubo santos bíblicos que también reconocieron sus faltas e imperfecciones ante Dios antes de la venida de Jesucristo. Dice S. Gregorio Magno que “un capitán estima al soldado que en la guerra, habiendo vuelto después de huir, ataca con más valor al enemigo, y estímale aún más que al que nunca huyó pero tampoco mostró valor alguno.”
¿Conoce bien la Biblia?