Cuando un padre y un hijo se odian a muerte: cartas de una madre
En el Evangelio del XIII Domingo de Tiempo Ordinario Jesús fue a ver a la hija de Jairo: “Con el padre y la madre de la niña” (Mc. 5, 40), además de otros testigos. No sólo toma precauciones para no estar a solas con la niña, sino que respetaba la autoridad natural que Dios mismo había dado a los padres cuando la puso bajo el cuidado de ambos.
Los padres tenemos la responsabilidad de proveer para nuestros hijos sus necesidades materiales y espirituales. Idealmente, los dos padres han de trabajar juntos para ese fin. S. Pablo exhorta a todos los cristianos: “…trabajemos por la paz y por nuestra mutua edificación” (Rom. 14, 19) y en cada una de sus epístolas deseaba al comienzo a los que las recibían la gracia y la paz de Dios, dos cosas que van mano a mano.
En la práctica, no es tan sencillo trabajar por la paz cuando un padre y un hijo se odian a muerte.