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25.12.09

«Panis angelicus», un buen «villancico» que no se suele oír en Navidad

El Evangelio de la Natividad del Señor nos indica: “La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre” (Jn. 1, 9).

“Si el alma llegara a levantar los ojos hasta su cabeza, que es Cristo [. . . ], sería realmente feliz por la penetración de su visión, al poner sus ojos donde el mal no puede oscurecerlos” (S. Gregorio de Nisa, Homilía 5).

Deseo esa profunda y verdadera felicidad a todos los lectores del blog y a sus familias a lo largo de esta Navidad y en todo momento… ese siempre nuevo gozo que apareció en el mundo por medio de un indefenso bebé que nació en la mayor pobreza del mundo para ser nuestra mayor riqueza.

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23.12.09

10 tarjetas de Navidad enviadas al Papa - Envíele la suya

La Ssma. Virgen María se apresuró en el Evangelio del IV domingo de Adviento a hacer algo muy sencillo y natural de lo cual se valió el Señor para conceder Su gracia a otros: “saludó a Isabel” (Lc. 1, 40), su prima.

A lo largo de Adviento muchísimas personas por todo el mundo ya se desean: “Feliz Navidad” tanto en persona como por escrito, anticipando la gran alegría de celebrar el Nacimiento de Ntro. Señor Jesucristo. Amigos y parientes se visitan para animarse con esa esperanza y con gran amor.

Fue en 1843 que John Callcott Horsley creó la primera tarjeta comercial de Navidad (5 1/8 x 3 1/4 pulgadas) en Inglaterra para su amigo Henry Cole. Se imprimieron 1.000 tarjetas [ver ilustración] para venderlas en Londres. Llevaban la inscripción “A Merry Christmas and a Happy New Year to You”, lo cual significa: “Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo” (aunque “Merry” en esa época significaba “Santa” o “Bendita”).

En los EE.UU., Louis Prang los vendió en Europa en 1865 y los popularizó en los EE.UU. con sus ilustraciones de temas diversos (no religiosos) en 1876. Hoy en día abundan las tarjetas “navideñas” que no hacen mención siquiera en su mensaje del gran acontecimiento histórico que celebramos los cristianos.

Escribirle y mandarle una felicitación a alguien (hasta el Papa) puede ser tan fácil y económico como hacer un par de clicks. Otra cosa es decidir qué escribir y qué ilustración o foto acompañará esos buenos deseos para el Cumpleaños del Señor… ¿Reflejan nuestras tarjetas de Navidad que somos católicos?

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20.12.09

«Yo no confieso porque no sé qué decir» : Modo práctico para confesarse

Cómo confesarse

Hace poco, Fan dejó este comentario a otro post:

“No sé si me podrán ayudar, yo no confieso porque no sé qué decir.

“Hace más de dos años confesé porque iba a un lugar donde sabía que se comulgaría todos los días y me pareció mal no confesar antes. Y lo que confesé es que se me había olvidado el número de años que no confesaba.”

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19.12.09

¿Puede uno comulgar si no se ha confesado un pecado mortal por vergüenza u olvido? [Corregido]

S. Juan Bautista deja muy claro en el Evangelio del III domingo de Adviento: “viene el que puede más que yo” (Lc. 3, 16), refiriéndose a la venida del Señor Jesucristo, a quien señaló como “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Jn. 1, 29). El mismo Señor es el que nos absuelve de nuestros pecados en el Sacramento de la Reconciliación por medio del sacerdote.

También viene a nosotros el Señor Jesucristo cuando le recibimos en la Comunión, donde está verdaderamente presente. ¿Estamos bien preparados para recibirle en ese gran momento? La lectora Andrea preguntó hace poco en un post del año pasado:

“- Si me callo por vergüenza un pecado mortal [en la confesión sacramental], ¿puedo comulgar?
- Si me olvido de confesar un pecado mortal, ¿puedo comulgar?
- Si callé un pecado por vergüenza o por olvido, ¿qué tengo que hacer después en cada caso?

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18.12.09

Cómo prepararnos mejor para hacer una buena confesión sacramental

Ntra. Sra. de la Esperanza (la Ssma. Virgen María aguardando el parto del Señor), siendo Inmaculada desde su concepción, estaba mejor dispuesta que nadie para recibir al Señor.

Nosotros nos podríamos preguntar como la gente que se acercaba a S. Juan Bautista en el Evangelio del III domingo de Adviento: “¿Qué hacemos nosotros?” (Lc. 3, 14) para prepararnos para la venida del Señor en el momento de nuestra muerte, cuando nos juzgará.

Debemos presentar nuestras almas ante Dios con la mayor pureza posible y para eso lo que podemos hacer es acudir con esperanza al Sacramento de la Reconciliación para la absolución de nuestros pecados en estos días de espera en Adviento.

¿Cómo prepararnos debidamente para hacer una buena confesión sacramental? Y si nos confesamos con frecuencia, ¿cómo podemos sacar mayor provecho de este Sacramento en nuestras preparación?

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