Quizás no saben que San Nicolás (250-345) nació en Licia (hoy Turquía), que repartió entre los pobres su herencia cuando quedó huérfano en su juventud, que fue obispo en Mira, Licia, y que sus restos reposan en Bari, Italia, desde 1087. Quizás no les ilusiona que haya estado en el concilio de Nicea o que fue un gran defensor de la justicia, salvando muchas vidas inocentes de ser ejecutados y que sufrió encarcelamiento por su fe durante la persecución de Diocleciano.
O quizás tampoco se den cuenta de que el significado griego de su nombre “vencedor de los pueblos” se cumple en que es Patrono de Rusia y de lugares en Holanda, Italia, Alemania, Austria y Bélgica, por ejemplo, al igual que patrono de los marineros y navegantes por haber salvado un barco con sus oraciones.
Quizás sólo le conozcan por la caricatura publicitaria creada en 1863 por el norteamericano Thomas Nast y difundida por la compañía de Coca-Cola (que adaptaron sus trajes episcopales y su mitra para fines comerciales). Quizás le conozcan por el nombre que recibe en los países nórdicos de “Papá Noel” (“Padre Navidad”, prestado de Francia) o “Santa Claus” (de allí los renos que supuestamente tiene), o “Saint Nick” (como decían los holandeses protestantes en colonias americanas).
Pero algo sí saben los niños y podemos aprender de ellos y de su patrono S. Nicolás porque, después de todo, dijo el Señor que “si no cambiáis y os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt. 18, 2).
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