Dos versiones del "Magnificat" que cantan la humilde grandeza de la Virgen María
El Evangelio del XXIII Domingo de Tiempo Ordinario muestra al Señor: “mirando al cielo” (Mc. 7, 34) antes de curar al sordomudo. S. Beda explica que “Alzó los ojos al cielo, para enseñarnos que es de allí de donde el mudo debe esperar el habla, el sordo el oído y todos los enfermos la salud.”(“Catena Aurea” de Sto. Tomás de Aquino).
Del Cielo vino nuestra salud: Cristo, el verdadero Hijo de Dios. Para redimirnos se hizo hombre, Hijo de la Inmaculada Virgen María, cuyo nacimiento anticipa el cumplimiento de las profecías de nuestra Redención. S. Josemaría Escriva medita en “Es Cristo que pasa”:
“¿Cómo nos habríamos comportado, si hubiésemos podido escoger la madre nuestra? Pienso que hubiésemos elegido a la que tenemos, llenándola de todas las gracias. Eso hizo Cristo: siendo Omnipotente, Sapientísimo y el mismo Amor, su poder realizó todo su querer.“ (171)
La Ssma. Virgen dirigía todas sus acciones al Cielo, como Su Hijo, dándonos en su Magnificat las palabras para dar gracias a Dios por haberla creado y llenado de gracia desde el momento de su Inmaculada Concepción.
Las oraciones de Vísperas recogen el Cántico de María (Lc. 1, 46-55), que inspirarían a compositores a lo largo de los siglos[dos versiones muy diferentes se oyen en este post]: