No haga caso de estas promesas asociadas con revelaciones privadas
Recuerdo esta escena de “Una noche en la Ópera” de los Hermanos Marx:
Hay quienes recurren a la oración como si fuera un negocio con el Señor, como si de un contrato se tratara aunque el Señor ya rompió nuestra esclavitud al demonio y a la muerte, sellando nuestra redención con Su Sangre. Por si fuera poco, a los que tienen una santa envidia de cómo, según el Evangelio del XVI Domingo de Tiempo Ordinario: “le contaron todo” (Mc. 6, 30) al Señor sus discípulos (aunque Él ya lo sabe todo), también les invita Jesús a acercarse a Él presente en el Santísimo Sacramento para contarle todo.
Eso hacía Santa Brígida de Suecia (1303-1373), aunque recibía revelaciones “privadas ” del Señor y Su Santísima Madre, escritas en una serie de libros que se pueden leer aquí [enlace que encontré en este artículo de “La Buhardilla de Jerónimo”]. Por lo numerosas que eran, la misma santa, siempre obediente a la Iglesia, acudía a confesores para discernir si eran verdaderas o alucinaciones.