Fe tras las rejas (Mc. 1, 14)
“Estamos todos en el Salón y la Eucaristía se desarrolla como siempre, más de 80 hombres, están atentos a las oraciones, los cantos… y el silencio y el respeto reina durante toda la celebración. ¿Quién lo diría? ¡Ni en la calle he visto tanto silencio en una celebración!” Esa Misa tuvo lugar en “el sitio donde más sufrimiento hay por metro cuadrado. La parroquia más pobre de toda la Diócesis.” Las citas son del blog de Fray Nacho, un mercedario que escribe historias verdaderamente conmovedoras de su apostolado penitenciario, que se mencionarán más adelante.
Oímos en el Evangelio del 3er. domingo de Tiempo Ordinario que “cuando arrestaron a Juan” (Mc. 1, 14) el Bautista, Jesús comenzó a predicar en Galilea un mensaje de conversión. Él vino para liberarnos de la esclavitud del pecado, algo que tenía en cuenta S. Pedro Nolasco (1189-1256) (cuya fiesta se celebraba hoy pero se movió al 6 de mayo), al fundar la Orden de la Madre de Dios de la Merced, los Mercedarios, en 1218, unos años después de que S. Juan de Mata (1160-1213) fundara la Orden Trinitaria. Como señaló el lector Perenolasc hace tiempo, esas dos órdenes tienen carismas parecidas: se dedicaban a rescatar cautivos cristianos de las prisiones musulmanes para que no renegaran de la fe.