Respuestas fuertes a 5 excusas comunes de pecadores
En el Evangelio del XVIII Domingo de Tiempo Ordinario la gente le preguntaba al Señor: “¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?” (Jn. 6, 28) No siempre queremos oír las respuestas. El Santo Cura de Ars, S. Juan María Vianney (1786-1859) logró que su parroquia pasara de ser una con muy pocos fieles a una con muy pocos incrédulos. Lo hizo con palabras fuertes en sus sermones, que duraba horas en preparar.
Pone en labios del Señor, por ejemplo, estas palabras a los que se emborrachan: “Vete, desdichado, a embriagarte de la hiel de mi cólera en los infiernos.” También era capaz de decir: “¡Oh, abismos de los infiernos! Abríos para engullir a esas muchedumbres de réprobos que no han vivido sino para ultrajar a su Dios y condenarse.” En su “Sermón sobre el juicio final”, de donde son esas citas, hace una lista de las excusas de los pecadores:
“En este mundo el pecador siempre encuentra excusas que alegar por todos los pecados que ha cometido; lleva su orgullo hasta el mismo tribunal de la penitencia, donde no debiera comparecer sino para acusarse y condenarse a sí mismo. Unas veces, la ignorancia; otras, las tentaciones demasiado violentas; otras, en fin, las ocasiones y los males ejemplos: tales son las razones que, todos los días, están dando los pecadores para encubrir la enormidad de sus crímenes.”
Estas son las respuestas que da a esas excusas: