¿Cómo mantener la paz en el hogar?
En el libro infantil “Y siguió lloviendo”, por David Shannon, la inesperada lluvia asusta a las gallinas, lo cual hace ladrar al perro, que hace llorar al bebé y se desencadena una serie de eventos que llena esa casa y todo el vecindario de gritos… hasta que deja de llover y sale el sol. No se pinta un escenario muy diferente a esta caricatura de James Gillray: “Armonía matrimonial”.
¿Cómo evitar que así sea nuestro hogar?
En mis casi 14 años de matrimonio me he dado cuenta por la paciencia de mi esposo que, en el fondo, es tan fácil y difícil mantener la paz en el hogar como seguir un consejo muy práctico de Jesucristo: “…no hagáis frente al que os agravia” (Mt. 5, 39). Si siguiéramos ese consejo, nos evitaríamos unos a otros muchos dolores de cabeza, pero no es una simple cuestión de evitar las confrontaciones abiertas. Si uno se fija en la caricatura mencionada, los cónyuges fomentan una agresividad pasiva al enfrascarse en sus propios intereses. ¿Cómo mantener, pues, la paz en el hogar?
Como el Sacramento del Matrimonio debe reflejar la relación entre Cristo y Su Iglesia y Él nos manda que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado, fijémonos en lo que Cristo Resucitado les dice en el Evangelio del Domingo de Pentecostés [05.19.13] a los apóstoles que le habían abandonado en Getsemaní: “Paz a vosotros” (Jn. 20, 19). El que tiene más derecho que nadie de quejarse de lo mal que se Le corresponde Su Amor no les echa en cara el daño sufrido, sino que se preocupa de cómo ese conflicto les afecta a los apóstoles y les ofrece Su Paz antes de soplar Su Espíritu sobre ellos.
Para aclarar cómo se debería de vivir esa paz en las familias, S. Francisco de Sales afirma en “Introducción a la vida devota” que entre los esposos:
“la mutua condescendencia ha de ser tan grande, que jamás se enojen ambos a la vez, para que no asome entre ellos la disensión y la discordia. Las abejas no pueden permanecer allí donde se producen ecos, resonancias y retumbos de voces, ni el Espíritu Santo en una casa donde haya disputas, réplicas, gritos y altercados.” (Parte III, cap. 38)
¿Más fácil dicho que hecho? Ese santo obispo tardó 19 años en controlar su temperamento, pero lo logró, no escondiéndose de los conflictos, sino combatiendo los insultos explicando con dulzura la doctrina de la Iglesia. Eso hacía también Sta. Mónica cuando sufría callada el mal genio de su esposo, que nunca le pegó porque ella sabía esperar el momento oportuno para expresar su punto de vista cuando él estuviera tranquilo. Ella hizo caso a las palabras del Señor: “Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura” (Mt. 6, 33) y al cabo de los años su discreción logró con la ayuda de Dios la conversión de su esposo y de su hijo, el futuro S. Agustín.
Las tormentas del mal humor nos cierran a la gracia divina, pero en cada hogar hay detalles que podrían parecer insignificantes o pasar desapercibidos que son fundamentales para la buena marcha de la vida familiar porque evitan tales conflictos. Eso no significa que todo esté perfectamente recogido en todo momento, que se siga una rutina a la perfección todos los días y que cada comida sea de cinco platos. No es el orden en sí lo que hace que un lugar se transforme en un hogar (aunque cierto orden sea necesario) sino que haya detalles que demuestren la caridad que une a la familia, cosas que se hacen para que otros pasen un día mejor y que la familia esté en paz.
Puede ser algo tan sencillo (y difícil) como seguir algunas reglas fundamentales determinadas por la familia como dejar ciertas cosas en su sitio para que otros no se vuelvan locos buscándolas, tener al menos una hora fija en la que la familia se reúne para comer, rezar juntos en momentos determinados… Si alguien nos molesta, en vez de confrontarle con ira deberíamos de hacer lo posible para mitigar la situación (tomándonos el tiempo para calmarnos antes de hablar, por ejemplo), recordando que podría haber motivos desconocidos para los comportamientos inesperados de uno mismo o de otros.
El Bto. Cardenal Newman nos recuerda que la mera santidad no hace que uno sea atractivo a otros ya que han habido santos que no tenían ese don a causa de las huellas del pecado original, a excepción de la Inmaculada Virgen María, de quien dice:
“Su inocencia, su humildad y modestia, su sencillez, sinceridad y honestidad, su falta de egoismo, su interés no fingida en todos los que venían a ella, su pureza – fueron estas cualidades las que la hicieron tan adorable; and si fueramos a verla ahora, […]nuestro primer pensamiento sería: ‘¡Oh, qué hermosa!’ y nuestro segundo pensamiento sería: ‘¡Oh, qué criaturas más feas y odiosas somos!’” [“Meditaciones sobre la Letanía de Loreto para el mes de mayo” (enlace en inglés, traducción mía)]
Imitar el ejemplo de la Mater Admirabilis, Madre Admirable, nos podría parecer imposible, pero para Dios nada es imposible. Sta. Rita de Casia (1381-1457), patrona de casos imposibles cuya fiesta es hoy, no se amargó en los 18 años que vivió con un esposo que probó su paciencia, sino que se esmeró en educar a sus dos hijos lo mejor que pudo y cuidó de su alma para crecer en santidad. Si procuramos mantenernos en gracia con Dios, Él se encargará de proveer la Gracia necesaria para llevar a cabo nuestras responsabilidades y mantener en lo posible la verdadera Paz en el hogar.
¡Madre Admirable, ruega por nosotros!
[Fotos del post de Wikimedia Commons: ]
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Qué le ayuda a mantener la paz en su hogar? ¿Hay algo que procura hacer cada día en su hogar para mantener la paz?
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16 comentarios
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Rosa Mariá Lrara M., siento leer que haya pasado tan malos ratos. Creo que es admirable que pudiera esperar a hablar con su esposo cuando estuviera calmado y que todavía puede reconocer sus buenas cualidades.
Por desgracia, en mi familia soy la bola de nieve... cuando algo me altera tardo bastante en calmarme, mientras que mi esposo tiene la paciencia de un santo y no me dice nada ni cuando tiene razón. Siempre acabo pidiendo perdón cuando pierdo la paciencia porque veo el gran contraste entre mi comportamiento y el suyo. Gracias a Dios, mi esposo siempre me perdona e intenta ayudarme a mejorar.
Gracias por haber compartido su experiencia.
Respeto
Perdón
Tolerancia
Límites
Todo empieza con lo más básico y es el "¿quién manda?". En mi casa, sin duda y sabido por todos, manda mi señora. Punto. No se discute. Su servidor ejerce autoridad cuando ella no está, o bajo sus dictados, no más. Curiosamente, ella actúa como si yo mandara, lo cual nos ahorra muchísimos enfados, sobre todo con los niños. Así pues, ambos nos respetamos, pero también respetamos los espacios de los hijos, cada uno de los cuales tiene su área de autoridad en lo que a cada uno compete: "sus" juguetes, "su" cuarto, "su" computadora, "su" comida. A ratos se pelean entre ellos y nosotros casi nunca nos metemos, los dejamos resolver "sus" conflictos ellos solos.
El perdón es fundamental. Nos equivocamos con mucha frecuencia (sobre todo yo) y creo que pasamos la mitad del tiempo pidiéndonos perdón. Con eso logramos que los conflictos (que los hay) no duren mucho ni crezcan. A lo sumo, un par de días estamos enojados y al tercero ya nos perdonamos, si mucho.
La tolerancia ha tenido que surgir con la adolescencia de los mayores. Desde el maravilloso olor corporal de los muchachos hasta el corte de pelo y los gritos desacompasados, hemos tenido todos que aprender a soportarnos. Y yo, que cada día estoy más viejo, también tengo mis manías y me las soportan.
El tema de los límites es quizás el más complicado, pero es funcional. Empezó conmigo desde que los niños eran pequeños. Yo tenía mi hora de llegada y mi hora de salida (la sigo teniendo) tengo mis hábitos, mis días libres y mis responsabilidades. No "pido permiso" pero sí aviso cuando voy a llegar tarde o voy a salir temprano, si voy a tal o cual lugar, si salgo de viaje o si no cumplo alguna obligación.
Los muchachos se han acostumbrado a eso (gracias a Dios) y reconocen sus límites. Horas claras de salida y llegada, obligaciones que deben cumplir, responsabildades que pueden tomar. Pero más importante, les está permitido todo lo que está dentro de esos límites. Por ejemplo, pueden comer lo que quieran, a la hora que quieran y donde quieran, siempre y cuando sea lo que mamá ha preparado o papá ha llevado de la calle. Como resultado, tienen una dieta balanceada y muy poca obsesión por las golosinas. No tenemos ese saludable hábito de comer todos juntos, pero a cambio, no nos estamos peleando en la mesa y estamos "siempre juntos", es decir, disponibles uno para el otro en casi cualquier momento, aunque cada uno esté en su cuarto.
Tal vez si tuviera que resumir todo esto, sin contar con Dios, sólo hay un secreto: Nos amamos. Sinceramente nos amamos. No es sólo yo con ellos o ellos conmigo. Es uno con el otro, desde el instante de su concepción, desde que nos conocimos y sin limitaciones. Todos pensamos primero en el otro (y eso me lo enseñó mi hijo mayor, no es gracia mía), y aunque nos enojemos mucho, siempre terminamos cediendo.
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DavidQ, aprendo mucho de sus comentarios porque me ayudan a pensar en lo que podría intentar con mis hijos. En mi casa tenemos una habitación para las niñas (van a ser tres en septiembre, Dios mediante) y una para mi hijo, pero la mayor parte del tiempo nos lo pasamos juntos. Como son pequeños todavía, es más fácil establecer límites (que ya veo es necesario hacer). Me doy cuenta también de que las peleas normales de los niños no tienen por qué romper la paz general del hogar, que ellos necesitan también aprender a solucionar sus desacuerdos.
Me parece importante lo que dice sobre cómo los dos cónyuges deben sentirse importantes en el Matrimonio. Ahora que me lo pienso, me ocupo de ciertas cosas y mi esposo de otras, y así los dos sentimos que contribuimos de nuestra forma en lo que nos importa.
Lo de no pasar mucho tiempo en conflicto me recuerda que esa es una razón por la cual pensamos mi esposo y yo antes de casarnos, aparte de amarnos, de que nuestro matrimonio podría funcionar. Sabíamos que las diferencias surgirían, pero también que en lo que sí estamos muy de acuerdo es en la importancia de la fe católica en nuestras vidas y de nuestro deseo de que Dios tuviera un lugar principal en nuestro matrimonio. Muchas gracias por todo lo que comparte.
¿Quien es la virtuosa madre de la Paz? ,sin lugar a dudas;la Humildad.
La renuncia y el rechazo a nuestro despreciable y odioso ego,nos hace crecer en el Amor de Dios.A medida que se crucifica a uno,el otro resucita.Y si el Amor de Dios,es fecundo en nuestro corazon,indefectiblemente,es alumbrada la Paz,dada a Luz.
"Porque como es adentro,es afuera".Si tenemos la Paz de Cristo,la mansedumbre va a resplandecer y alcanzar a todos los que esten cerca.
Sin temor a equivocarnos,creo que podemos decir,que la humildad es la hija predilecta de Dios,la humildad es Jesucristo.A El debemos mirar fijamente,para que su Gracia,nos rescate del mar de nuestra soberbia,donde nos hundimos cada vez que nos miramos a nosotros mismos.
Ruega por nosotros,Santa Madre de Dios.
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Luiscar, la humildad que comenta es lo que hace posible el perdón que menciona DavidQ en su comentario. Tanto el Señor como la Ssma. Virgen María supieron anteponer las necesidades de otros a las suyas y sobre todo la Voluntad de Dios. A veces pienso que podría evitar alterarme en casa si me acordara del mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a mí mismo. Me uno a sus oraciones.
Pienso que mi esposo y yo somos una carne y que nadie quiere hacerle daño a su propia carne.
El meditar a diario sobre la muerte me ayuda a dar importancia a lo que realmente la tiene.
Pienso que todos los días, muchísimas veces, Dios me perdona a mí y yo debo tener paciencia con mi familia.
Y lo que hago a ellos, se lo hago al propio Jesucristo.
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Susi, al ir a Misa con mi familia a veces me doy cuenta de que no había perdonado ciertas cosas como debería. Es difícil no hacerlo teniendo presente al Señor en la Eucaristía y al confesarme sacramentalmente. Me parece muy importante recurrir a esos Sacramentos para obtener del Señor la fuerza necesaria para mantener la paz en mi interior y en mi hogar.
Aconsejo vivamente la lectura de una obra genial, magistral, edificante al máximo, que es "La perfecta casada" de Fray Luis de León. Aquí está todo nítido como el cristal. - Yo pienso que nunca habrá paz en el hogar ni en el mundo mientras la pirámide de la autoridad esté invertida, ya sea en la familia, en la sociedad, en la Iglesia, o en la política.
Un saludo en el Señor
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Javiergo, gracias por la cita de S. Pablo, que continúa diciendo:
"Maridos: amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella para santificarla, purificándola mediante el baño del agua por la palabra, para mostrar ante sí mismo a la Iglesia resplandeciente, sin mancha, arruga o cosa parecida, sino para que sea santa e inmaculada. Así deben los maridos amar a sus mujeres, como a su propio cuerpo." (Efesios 5, 25-28)En mi opinión, cada cónyuge tiene responsabilidades en la familia que se complementan, sin quitarle eso autoridad al marido. La entrega libre de los dos cónyuges al unirse en Matrimonio ha de ser renovada a diario. En mi opinión, DavidQ no contradice en su comentario lo que dice S. Pablo, ya que dice que su mujer: "actúa como si yo mandara", sometiéndose pues a él. Veo sus palabras llenas del amor por el cual él se entrega también y quiere lo que quiere su mujer por lo unidos que están. Hace falta mucha humildad en todo matrimonio, como dice Luiscar.
Muchas gracias por la recomendación de la obra de Fray Luis de León. Un saludo.
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Gregory, me parece muy importante eso de no rendirse enseguida. Todo lo que vale la pena requiere trabajo y esfuerzo, y la paz en el hogar bien lo merece. Con la ayuda de Dios, las cargas se hacen más ligeras.
Bueno,creo que Pablo no se refiere a la ira como manifestacion del ego,porque ese fuego viene del infierno y es pecado.Esa ira es hija del orgullo y es violencia en si misma;grita,desprecia,insulta,odia,pierde el control y agrede.Recordemos que el Señor dejo bien claro cual es la raiz,que da frutos de muerte;"Sabeis que se dijo a los antiguos,no mataras,y el que mate sera llevado a juicio,pero YO os digo que el que se IRRITE(ira)contra su hermano....".En efecto,cuando uno vive bajo el dominio de las bajas pasiones;orgullo-soberbia-ira-odio-violecia fisica.Es una cadena ascenente de muerte.Si el orgullo resulta herido,la soberbia expresa desprecio,inflama la ira,y la ira inflamada prende el odio y el odio pierde el control y mata.Por eso,podriamos decir,que la ira es la linea roja que descontrola el fuego e incendia toda la casa.
Que la santa indignacion,que siempre es por el bien del otro,no se convierta en ira odiosa,que es un mal querer,engaño del orgullo,que es el primogenito del ego,adversario y antagonista de Dios y por tanto del Amor y de la Paz.
Hagamonos amigos de la Humildad,para que no nos dejemos engañar por el multiforme mal,que es maestro del disfraz.
pd; El que mata en el corazon,ya es homicida.De igual manera que el que consiente un mal deseo,y se recrea en el, por una mujer(si es hombre)-hombre(si es mujer),es un adultero:(Mateo;5;28).
Y es que Cristo vino a poner la segur a la raiz del pecado.(Mateo;3;10)
¡Que precioso eres,Señor nuestro y Dios nuestro!
Que tristeza(segun Dios)tan inmensa,que muchos vivan sin conocerte.Te rogamos Padre,que nos santifiques y hagas de nosotros pequeños-cristos,para que aunque no quieran,miren donde miren,vean lamparas de Dios por todas partes,para que sus corazones sean descubiertos;"y todo lo que queda al descubierto,se convierte en Luz"(Efesios;5;14)
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Luiscar, me viene bien leer las citas que ha dejado. Esta tarde ya me impacienté con mi familia y les tuve que pedir perdón... en el fondo fue por el orgullo que menciona. Y ahora me encuentro este comentario suyo... Muchas gracias por haberlo dejado.
Para que esto ocurriera, tuvo mucho que ver mi "deformación" profesional: trabajo en un ambiente plagado de profesionales especialistas, donde uno no sabe prácticamente nada de lo que sabe el otro. Todos confiamos en el criterio ajeno y actuamos en consecuencia, sería imposible para mí trabajar sin esa confianza. Al tomar esposa, Dios puso en mi camino una mujer "con un valor superior a las perlas" (Proverbios 32) con capacidades familiares muy superiores a las mías. Para mi era simplemente lógico que ella "mande" en el hogar. No veo como podría beneficiarse mi familia si lo hiciera de otro modo.
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María Lourdes: el objetivo de los límites, por contradictorio que parezca, es para dar libertad. Un niño -y cualquier ser humano- necesita un espacio donde desarrollarse. Cuando no hay límites, uno se vuelve neurótico, Imaginese que sería del tráfico si no supiéramos de que lado de la carretera conducir o que luz del semáforo nos detiene y cual nos da la vía. El estrés sería insoportable. Si usted le dice al niño que puede levantarse a cualquier hora entre las 6 y las 7, el desarrolla su propia responsabilidad y usted no tiene que pasarse una hora rogándole que se levante, ni el tiene que soportar el regaño que no sabe a que hora va a caer (neurosis). Así pues, el límite da libertad: "te puedes poner cualquiera de estas camisas -previamente elegidas para la ocasión-", "puedes jugar lo que quieras hasta las 8". Así el hijo va preparándose para ser adulto y ejercer su libertad dentro de límites precisos, que es lo que a todos nos toca hacer.
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DavidQ, sí, a los niños les encanta tener rutinas diarias y lo necesitan por lo que explica. Cuando hay cambios, es todo un ajuste para ellos. Parece que los padres somos muy estrictos al imponer ciertas rutinas y los niños hasta podrían quejarse, pero a largo plazo les ayuda a encontrar paz al saber qué esperar. Un saludo.
no somos unos padres ni familia modelo, pero intentamos vivir en la mejor paz posible. Es verdad que cuando los niños son pequeños, el cansancia nos hace muchas veces perder la paciencia cuando menos lo necesitamos.
Estas son algunas frases que reflejan lo que intentamos vivir.
"Elige tus batallas"
Ese es uno de los puntos prácticos que hemos empleado en casa. Si intentamos estar en todo y para todo, al final nos pasábamos regañando todo el día.
"no más discusiones y peleas desde la cena hasta la cama" de modo que termine el día en paz y podamos disfrutar unos de otros, acabamos de empezar con esto y de momento parece que funciona bien.
"no dejes que el sol se pongo sobre tu enfado" de modo que antes de acostarnos nos pedimos perdon y nos damos las gracias por el amor que nos tenemos, no sólo en pareja si no también con los niños.
"la familia que reza unida, permanece unida" y si ademas puede hacer al menos una comida todos juntos mejor
"Amame cuando más lo necesite, que será cuando menos lo merezca" este punto ha sido clave cuando hemos tenido momentos en que la paz familiar ha estado seriamente amenazada por la taruguez de alguno, especialmente mía.
Seguro que hay miles más, pero esto es lo que se me ocurre ahora.
Cuídate y enhorabuena por tu maravillosa familia
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Grumete, muchas gracias por esos buenos consejos. Me llama la atención sobre todo el último. También me parece que el cansancio y el estrés influyen mucho. Una cosa tan sencilla como dormir lo suficiente puede hacer una gran diferencia. Me noto más impaciente cuando no he dormido bastante y lo mismo les pasa a los niños. Un saludo.
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Roberto, de pequeña vi un programa del que solo recuerdo el entusiasmo de una señora que hablaba sobre su esposo y decía que decidió casarse con él porque sabía que él, por su personalidad y fe, le ayudaría a llegar al Cielo. Me impresionó mucho porque no había pensado en eso como una razón para casarse con alguien.
Comprendo las complicaciones de elegir esposo. Gracias a Dios, el mío ha resultado ser la persona idónea para mí, pero cuando le conocí a los 16 años me preocupaba que él no era católico practicante en esos tiempos (lo comenté ya en un antiguo post, ya que a él no le importa que lo mencione). Pero, volvió a la Iglesia y se confirmó un año antes de que nos casamos.
Le agradezco que haya dejado su comentario, que espero ayude a alguien que lo lea a tomar buenas decisiones en su vida.
María Lourdes: al igual que en los negocios, uno debe abrazar las quejas de los niños -nuestros "clientes"- con alegría. En los negocios las quejas nos enseñan qué estamos haciendo mal y en casa entrenan a los hijos a enfrentarse a la realidad y a probar qué tan firmes son los límites.
No hay que olvidarse que la misma pared que nos retiene, nos protege. Si al chocar con la pared esta se derrumba, mi seguridad se ve comprometida. El niño se queja para probar la resistencia de la pared, el adolescente retará los límites para ver si papá lo sigue amando a pesar de que ya no es un niño encantador sino un monstruo desgarbado con granos en la cara.
Lo mismo aplica a los esposos. Si mi señora no se quejara porque no le avisé que iba a llegar tarde, yo creería que ya no le importa si estoy tirado agonizante en una cuneta. La armonía familiar no es igual a la ausencia de conflictos, es poder solucionar esos conflictos en la medida que se presentan. Los niños saben muy bien que este mundo es peligroso y que uno de cada dos papás de sus amigos se están divorciando. "¿Tus papas se pelean? Así empezó con los míos y ya ves, ahora se divorcian". "No, los míos se pelean todos los días y todos los días se contentan. ¡Hasta conmigo se pelean y nunca me dejan de querer!"
Esos pleitos, quejas y hasta gritos son a veces positivos. Son murallas que protegen la familia, si resisten al ataque.
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DavidQ, ¿"clientes"? :) En los EE.UU. se suele oír que "los clientes siempre tienen la razón", aunque no sea así. Pero, en efecto, amar es servir a otros, ¿no?
Creo que la familia ofrece un buen aprendizaje de la vida en sociedad cuando está orientada hacia Dios y unida por Él. Cuando se solucionan los problemas inevitables de cada día a la luz de la caridad, los niños aprenden a amar también. Dios es el que nos puede ayudar a resistir los ataques que menciona y si los niños aprenden eso, les será muy útil recordarlo a lo largo de sus vidas para mantener la paz en sus propios hogares.
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Ignacio Jonatan Hernández López, no sabía que hubiera esa diferencia entre tolerar y soportar. También me gustaría poder soportar solo por amor.
El diccionario no hace la diferencia que usted señala y tiene ambas palabras como sinónimos, aunque distingue en tolerar: "Sufrir, llevar con paciencia." y en soportar "Sostener o llevar sobre sí una carga o peso".
Soportar pues, no es virtud, más allá del estricto cumplimiento del deber. Soporto a mi familia pues pago sus gastos, pero puedo hacerlo rabiando. Tolero sus manías y ellos las mías, aunque nos hagan sufrir, las llevamos con paciencia.
Aún si vamos a la segunda definición de tolerar "Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente.", si no tolerásemos los pecados propios y ajenos, seríamos terriblemente intransigentes y muy poco dados al perdón.
Yo me confieso pecador, y mucho más de lo que quisiera. No le pido a nadie que apruebe mis pecados, al contrario, les exijo que los condenen, pero sí les ruego que los toleren pues soy tan imperfecto que si no me amaran con mis defectos tendrían que odiarme irremediablemente.
En la familia hay que soportar, sin duda, pero también tolerar. Ver hacia otro lado cuando el joven cierra la puerta de su cuarto aunque sospechemos muy claramente qué está haciendo allá adentro, porque... con qué cara vamos a irle a pedir perdón a Dios si no perdonamos antes? Cómo conocerá el niño la Misericordia Infinita si su propio padre es incapaz de amarle incondicionalmente?
No se engañe, Ignacio. Mi familia no es perfecta, todo lo contrario. Somos como piezas deformes de un rompecabezas destrozado por un niño loco y es solo el amor de Dios el que nos mantiene unidos, como pegados con chicle, tambaleándonos entre el "hasta que la muerte los separe" y el "no te aguanto un segundo más". Pero es en esas imperfecciones que Dios se luce, no porque le gusten, sino porque hasta con el barro más inmundo Él es capaz de hacer un hombre de bien, un digno cristiano, un padre, una madre y unos hijos que no son perfectos ni lo pretenden, pero son felices porque se aman con todos sus defectos.
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DavidQ, ¿qué tal "compasión" ("sufrir con otros")? Me parece que quizá sea más adecuada en la familia la compasión que simplemente tolerar o soportar a otros. Creo que la compasión tiene una mayor connotación de caridad.
Obras de misericordia espirituales
1) Enseñar al que no sabe
2) Dar buen consejo al que lo necesita.
3) Corregir al que se equivoca
4) Perdonar al que nos ofende
5) Consolar al triste
6) Sufrir con paciencia los defectos del prójimo
7) Rezar por los vivos y los difuntos
Creo que en todo hogar hay oportunidad de practicar esas obras de misericordia para contribuir a la paz en la familia.
Yo vivo de las palabras y por lo tanto, las palabras para mí tienen un especial significado. Creo mucho en eso de que "al principio era el Verbo", que las palabras que decimos nos moldean, así como el Verbo nos creó y nos salvó.
Así pues, me gustan las palabras positivas. No me gusta "sufrir" (aunque lo haga) no me gusta "sacrificarme" (aunque esté dispuesto). A cambio de eso, disfruto las diferencias, abrazo los berrinches, sonrío ante mi propia estupidez y me admiro que a pesar de mis innumerables defectos, mi familia me ama, me acepta y hasta me celebra como un mutante entre mutantes, sonriendo con sus dientes amarillentos y babeando con los ojos bizcos.
Más allá del soportar, tolerar y sufrir, muy por encima de todo eso, nosotros nos amamos. Nos amamos tanto, que los hijos de los vecinos vienen como polillas a la luz, a pasar un rato entre gente rara que no saben cómo pero se siguen queriendo y aceptando. Nos amamos tanto que hombres hechos y derechos me han pedido que los trate como hijos, que abuelas desconocidas se pelean por tener aunque sea un rato uno de mis hijos en su mesa. No porque seamos guapos, ricos o bien portados, sino porque ese brillo de amor incondicional los llena de esperanza. "Si este desecho del fango inútil pecador es capaz de criar hijos tan amados, ¿cómo no voy a poder yo hacerlo?"
En el fondo, yo no soporto ni tolero ni sufro a mis hijos. Los amo. Y amándolos, en serio, hasta el nauseabundo olor de sus calcetines sucios me parece un perfume del cielo.
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DavidQ, desde el Sacrificio del Señor sobre la Cruz, el sufrimiento se ha convertido en la más hermosa prenda de Amor, o sea que el nuestro, unido con las debidas intenciones a ese Amor, también se vuelve algo positivo en el mundo. El amor incondicional a su familia, a pesar de los defectos de cada uno, está teñido de tal Amor. Por eso, hasta el sufrimiento que podría causarle a uno esos calcetines sucios se vuelve perfume del Cielo, como dice. Un saludo.
La humildad y la obediencia fueron el camino que Rita recorrió hacia una asimilación cada vez más
perfecta con Cristo crucificado.
En la cruz con Jesús culminó el amor que ya había conocido y expresado de modo heroico en su hogar y
mediante la participación en las vicisitudes de su ciudad.
Siguiendo la espiritualidad de San Agustín,se hizo
discípula del crucificado y "experta en sufrimiento",aprendió a comprender las penas del
corazón humano.De este modo,Rita se convirtió en abogada de los pobres y los desesperados,obteniendo innumerables gracias de consuelo y fortaleza a
quien la ha invocado en las más diversas situaciones.
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Odet, lo que comenta me recuerda este post muy acertado que leí ayer del P. José-Fernando Rey Ballesteros: http://www.espiritualidaddigital.com/una-sola-carne/, sobre la necesidad de que las dos personas en un Matrimonio se rompan para dejar que el Espíritu Santo les una como una carne. "Si solo se rompe una, tenemos un mártir". Aún así, el Señor logra sacar hasta bien del mal que sufrió la santa. Un saludo.
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