¿Cómo debemos mostrar perdón a nuestros enemigos? - Cuestiones prácticas
Jesucristo nos manda amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado y lo demostró muriendo por nosotros, perseguido por sus enemigos. Hasta fue abandonado por sus apóstoles en Getsemaní y negado por S. Pedro tres veces.
Sin embargo, a cada uno ofrece su perdón de forma diferente. Intercede ante Dios Padre por sus enemigos para que sean perdonados y cuando se aparece resucitado a sus apóstoles por primera vez no les recrimina nada sino que les dice enseguida: “Paz a vosotros”. Concede a Sto. Tomás la oportunidad de tocar sus heridas y a S. Pedro (que había llorado amárgamente su error) le pregunta tres veces si Le ama.
También se acuerda de nosotros Cristo Resucitado porque les dice a sus apóstoles en el Evangelio del Domingo de la Divina Misericordia: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados, a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.” (Jn. 20, 27). Los que ya estamos bautizados recibimos ordinariamente ese perdón de los pecados por medio de la Confesión sacramental.
Pero, al enseñarnos el Padre nuestro, el Señor insiste que además debemos perdonarnos los unos a los otros, y además “70 veces 7”, o siempre. En ciertas situaciones, tenemos también la obligación de demostrarlo, aunque nos cueste.
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Cómo demostrar que hemos perdonado a nuestros enemigos
Fragmento de “Teología de la perfección cristiana” del P. Antonio Royo Marín, Parte IV, cap. 4 [Traducción mía de una versión en inglés]
“También es necesario amar al enemigo, o a los que nos desean mal, o nos han causado algún daño, o nos han tratado sin caridad. No se requiere que les amemos precisamente como enemigos, ya que esto sería amar el mal, sino amarles en cuanto son seres humanos, con ese amor general que debemos a todos los hombres. Y cuando nuestro enemigo necesita nuestro amor particular por razón de algún peligro espiritual o corporal, tenemos la obligación de atenderle en particular como si no fuera nuestro enemigo. Aparte de estos casos de necesidad, no estamos obligados a dar a nuestro enemigo ninguna señal especial de amor porque no estamos obligados a amar a todos y a cada ser humano con un amor particular, ya que eso sería imposible. Se requiere simplemente que no neguemos a nuestros enemigos las señales ordinarias de afecto que debemos a todo prójimo, como un saludo cortés y la cortesía común.
“Sin embargo, los santos fueron más allá de eso. Amaron a Dios y a cada cosa relacionada a Dios tanto que este inmenso amor les hacía pasar por alto cualquier mal que descubrieran en su prójimo. Más aún, algunos de los santos sintieron una particular atraccíon y amor por aquellas personas que les perseguía y les calumniaba, como es evidente en la vida de Sta. Teresa de Ávila. Este amor heróico no es de obligación a todos los hombres, pero el alma que desea santificarse debería esforzarse en este amor con todas sus fuerzas, para ser un hijo perfecto de aquél “que hace al sol brillar sobre los buenos y los malos, y hace llover sobre los justos e injustos” (Mt. 5, 45).
“De la misma forma, es una obligación para todos, bajo pena de pecado mortal, no negar a nuestros enemigos los beneficios o señales de afecto que se dan a todo prójimo en común; por ejempo, no excluírles de nuestras oraciones generales, etc. Pero no es necesario para la salvación hacerles partícipes de los beneficios especiales y señales de amor que no se dan a todos los hombres en general sino sólo a los amigos y parientes de uno. Sería un pecado grave excluír al enemigo de uno de la oración común o limosna o de asociaciones ordinarias de cortesía; pero no se requieren las señales especiales de la amistad excepto en aquellas circunstancias en el que se causaría escándalo negándolas, o cuando esto sería la única forma de convertir al enemigo de su odio, o si el enemigo mismo ha perdido perdón y ha dado señales especiales de arrepentimiento y de afecto. No responder en estos casos sería una señal de verdadero odio. Es evidente, sin embargo, que la perfección de la caridad requiere mucho más que esto. El hombre perfecto no sólo tiene cuidado de que no sea vencido por el mal, sino que también aspira a vencer el mal con el bien (Rom. 12, 21), de tal forma que no sólo evita el odio, sino que intenta sacar a la luz el amor de su enemigo colmándole de beneficios.”
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La cantante católica Nana Angarita cuenta en este vídeo una anécdota sobre cómo una canción sobre el amor de Dios le animó a un seminarista a superar dificultades para llegar a su ordenación y también explica e interpreta una canción suya sobre la importancia de perdonar de corazón (tanto para el perdonado como para el que perdona), aunque no nos convirtamos en los mejores amigos de nuestros enemigos:
[Foto de Wikimedia Commons: Cristo con apóstoles (Wolfgang Sauber)]
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Cómo demuestra que ha perdonado a su prójimo? ¿Intenta perdonar de forma heróica? ¿Por qué?
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5 comentarios
Una vez perdonado el daño causado, el dolor se suele enquistar en forma de resentimiento, que evoluciona hacia desafecto y al final a hacia un malestar personal que tenemos que superar.
Ofrecer el proceso a Cristo ayuda a dar sentido a lo que sentimos a superar la herida que llevamos dentro.
Dios le bendiga María Lourdes :)
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Miserere mei Domine, aunque duela perdonar al principio, creo que a largo plazo hace más daño el resentimiento, sobre todo a nuestras almas.
Me llama la atención que el Señor eligiera concederles a los apóstoles el poder perdonar pecados en Su nombre cuando más parecía que ellos mismos necesitaran el perdón del Señor. Es Él el que nos perdona en el Sacramento de la Reconciliación y el que ofrece Su perdón a todos los que están arrepentidos de corazón. No sólo eso, sino que nos da Su ejemplo y Su apoyo para perdonar a otros sinceramente y demostrarlo con prudencia. Así sanamos nosotros mismos también.
Que las bendiciones de Dios le acompañen también.
Perdonar significa para mí no querer llevar a cuestas el peso de la agresión – el cual aumenta con la falta de perdón- Es como si alguien nos pusiera un saco de piedras al hombro para hacernos daño ¿No lo tiraríamos enseguida en vez de caminar con un peso inútil que lo más probable es que entorpeciera e incluso llegara a paralizar nuestra vida con el tiempo?
Cuando rezamos por nuestros enemigos los ponemos en las manos de Dios y en ese acto de generosidad y de perdón,Dios nos da el don de sentirlos como hermanos.
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Isabel, cuando el Señor perdona tampoco niega que se haya hecho un mal, pero pide que no se vuelva a pecar. Contó parábolas sobre el perdón para que quedara muy claro que Dios es misericordioso y espera que sus hijos también lo sean. También enseña que si somos buenos con los que nos tratan bien, hacemos lo mismo que hacen los paganos, pero que tratemos bien a nuestros enemigos.
En mi experiencia, los que parecen que son nuestros enemigos podrían llegar a ser amigos si les damos la oportunidad de cambiar y nos mostramos favorables a ellos sinceramente. Parece una locura, pero no hay mayor "locura" que la santidad y el Señor nos pide que seamos santos (santos son todas las personas que llegan al Cielo, aunque no estén canonizados, y el Cielo es nuestra meta). Si Él no nos ayuda no podríamos hacerlo, pero con Él es más fácil llevar las crucecitas de nuestra vida. Un saludo.
Y en cuanto a intentar perdonar de forma heroica... uf, ya dije alguna vez que lamentablemente no soy nada heroica, aunque eso no me impide negar el saludo o incluso dar un pésame a alguien que me haya perjudicado. Aunque la sola visión de esas personas me produce el mismo efecto que me haría si alguien tirara de los puntos que me hubieran dado en una herida. De todos modos, me consuela mucho pensar que cuando estemos en el Cielo, por la misericordia de Dios, nos reiremos de estas cosas.
Ps. ah, y no sólo está la cuestión de nuestros enemigos individuales... también están los enemigos de la Iglesia y del Papa (que ahora están atacando bastante). María Lourdes, voy a mandarte un e-mail con unas oraciones en latín, que han publicado en un blog, para rezar en esta circunstancia.
un abrazo.
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Esperanza, le traduzco este fragmento del mismo libro del P. Royo Marín, O.P. sobre la purificación activa de la memoria:
"Olvidar heridas del pasado. Esto tiene que ver con la virtud y es indispensable para cualquier alma que desee santificarse de verdad. A pesar del perdón que se ha concedido, a veces hasta más allá de lo que requiere la estricta justicia, el recuerdo de una ofensa pasada no puede sino perturbar, al menos momentariamente, la paz de la conciencia, y presentar al culpable en una luz desfavorable. Es necesario olvidar por completo el episodio desagradable y hasta darle atención especial al que voluntariamente causó el daño.¡Procuremos hacer lo posible para ser santos! Un saludo.
Deberíamos intentar olvidar por completo y para siempre cualquier ofensa cometida contra nosotros, dándonos cuenta de que los que hemos cometido contra Dios son mayores, y que Él requiere de nosotros un perdón completo para darnos Su perdón sin medida. El alma que alimenta el rencor, por muy justificable que podría ser (y nunca lo es en los ojos de Dios), puede olvidarse de alcanzar la santidad. Y si es cuestión de una enemistad que se manifiesta externamente, el individuo también se expone al grave peligro de perder la salvación eterna." (III, 5)
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Isabel, a veces me han preguntado lectores del blog por correo electrónico sobre por qué al moderar el blog no permito comentarios que incluyen enlaces a sitios ateos, por ejemplo, que esa no es una buena forma de evangelizar. Pero, pienso que hay otros sitios donde esos comentarios son más apropiados.
Curiosamente, de los comentarios borrados en el blog pocos son comentarios de ateos y más son de católicos que cuestionan la doctrina de la Iglesia de tal forma que podrían confundir a los que pasan por aquí y lo hacen de forma agresiva. En estos casos, cuando dejan una dirección válida de correo electrónico, suelo intentar ponerme en contacto (si no es obvio que es spam), por si ha habido algún malentendido. A veces lo hago meses después según lo ocupada que esté, pero procuro hacerlo.
En algunos casos, se aclara el malentendido y se llega a un acuerdo sobre la moderación de los comentarios (a veces publicando de nuevo alguno y pidiendo yo perdón por el error, a veces dejando sin publicar el comentario). Me acuerdo particularmente de un comentarista a quien borré bastantes comentarios y que me había causado una mala primera impresión por ello, que acabó siendo muy cordial por correo electrónico y que además me ha mandado información que he podido usar en algunos posts y con quien me mantengo en contacto. Uno nunca sabe. Gracias por recordármelo. Un saludo.
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Josefina Pirir, he comprobado en ciertas ocasiones que si no fuera por la gracia de Dios no me hubiera sido posible perdonar. Perdonar de corazón con la ayuda de Dios es experimentar la libertad de ser hijos de Dios.
Le agradezco mucho que haya dejado su comentario. Espero que haga bien a los que lo lean y siento la tardanza en publicarlo. Un saludo.
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