¿Guardamos rencor en nuestros corazones?
La Ssma. Virgen María y S. José estuvieron tres días buscando a su hijo, Jesús, por Jerusalén… tres días angustiosos en los que no me imagino a ninguno de los dos durmiendo mucho, tres días recorriendo toda la ciudad y buscando al Hijo de Dios con el corazón en un puño. Tras esa terrible experiencia se suma la prueba de no comprender la respuesta que les da el Señor cuando le encuentran y le preguntan el por qué de tanto dolor.
¿Cómo reaccionan ante todo eso? El Evangelio de la Fiesta de la Sagrada Familia nos dice simplemente: “Su madre conservaba todo esto en su corazón.” (Lc. 1, 51). Esta Inmaculada Madre nunca tuvo ni la más leve sombra de rencor oscureciendo su corazón sino que se mantuvo fiel al Señor en todo momento a pesar de las dificultades que se presentaban en su vida a causa de este Divino Hijo.
Si hubo malentendidos en la Sagrada Familia, no es de extrañar que los haya también en nuestras vidas a pesar de las mejores intenciones y a veces debido a esas mejores intenciones de otros. Seguro que la hija en este anuncio publicitario en chino (traducción a continuación del vídeo) no lo tuvo siempre muy fácil con su padre tampoco, pero no son las dificultades lo que recuerda mejor de su padre:
Traducción del anuncio publicitario:
Hija (por teléfono): - ¡Papi! Esta semana quizás no puedo volver a casa. Si. Sí. Estoy más ocupada.
Hija (pensando): - La espalda de mi padre al volver a casa es uno de mis más vivos recuerdos. Cada vez que volvíamos a casa, por el camino siempre pasábamos una tienda. Recuerdo el sabor de los polos de allí, como el olor de la espalda de mi padre. Me recogía siempre. Después, cuando estudiaba en Taipei y volvía a casa para las vacaciones, insistía en recogerme.
Amigo: - Hola.
Hija al amigo: - Hola, ¿cómo viniste?
Padre: - No te caigas.
Hija: - Lo sé.
Hija (por teléfono): Hola, ¿Papi? Pienso volver a casa hoy. No hace falta, ¡compré un coche!
Hija (pensando): - La primera vez que volví a casa conduciendo, poco antes de llegar a casa, vi a mi padre, que todavía había venido en bicicleta para recogerme.
Hija: ¡Papi, te dije que no tenías que recogerme! ¿Cuánto tiempo has estado esperando aquí?
Papi: - Luego hablamos.
Música en inglés en el fondo: “Siempre estabas en mi mente…”
Hija (pensando): - Creo que quizás se preocupó de que se me había olvidado el camino a casa.
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Se ve en el vídeo un momento en que esa joven desea hablar con su amigo pero su padre insiste en recogerle. También podría parecer poco inconveniente que tuviera que conducir su coche tan despacio tras la bicicleta de su padre. Pero, eso no es lo que ella guarda en su corazón. El amor vence todas las grandes y pequeñas molestias de la vida y hace posible que esa mujer, en vez de no hablarle a su padre o de esconderse en su trabajo, decidiera ir a ver a su padre, que sale a su encuentro.
Muchas veces no comprendemos los planes que Dios Padre tiene para nosotros ni apreciamos debidamente cómo persiste en hacer todo lo posible para llevarnos con Él. Nos distraemos, nos resistimos, nos fijamos en las imperfecciones de nuestras vidas… así no nos damos bastante cuenta del amor desbordante que Dios Padre nos tiene enviándonos a Su Hijo. ¿A qué o a quién damos importancia en nuestras vidas? ¿Qué decidimos guardar en nuestros corazones?
Que la Ssma. Virgen María nos ayude a fijarnos en los detalles de Amor que Dios deja en nuestras vidas para que esta Navidad sea muy feliz tanto para nosotros como para nuestras familias.
[Primera imagen de Giovanni Dall’Orto en Wikimedia Commons]
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Qué detalles de amor recuerda de su familia? ¿Le es fácil recordar las experiencias buenas en vez de las malas?
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21 comentarios
Por gracia de Dios, incluso en aquellas personas que me han daño, a veces mucho, no guardo rencor,otra cosa es la imaginación fabricando disparates; pero cuando llega la hora del encuentro con la(s) persona(s) no es rencor, aunque justificadísimo humanamente hablando, lo que siento, sino consideración.
No es un truco, no es fruto de ningún artificio, es pura gracia, solo gracia de Dios.
Intentamos conservar el espíritu que mi madre quiso inculcarnos. Cuando los hermanos discutíamos, siempre insistía en que hiciéramos las paces. Solía decir que jamás deberíamos irnos a dormir sin habernos reconciliado antes con quien tuviéramos algo pendiente.
De todos modos soy más propensa a recordar lo bueno que lo malo. Es más sano además de más santo.
Pero voy a leer el post relacionado, por si alguna vez me hace falta. La verdad es que hasta ahora nadie me ha hecho realmente daño en la vida. Y nunca se sabe lo que puede ocurrir cuando llega el caso.
Me ha hecho pensar lo de conocerse mejor, porque tal vez se pueda colar el resentimiento sin que uno se dé cuenta.
Tremenda la cita de San Francisco de Sales.
La verdad es que aunque yo tenga poca memoria para lo malo, cuando me pinchan, lejos de poner la otra mejilla, salto. Si me hubieran hecho faenas realmente gordas, es posible que me hubiera sentido incapaz de olvidarlas y no habría podido perdonarlas del todo.
Cuestión de pensar en prevenir. Un consejo que se da en ese post es la oración.
En realidad es un buen remedio para todo.
Pues no lo tengo claro.
La desconfianza voluntaria, explícita y expresa, creo que forma parte de la virtud de la prudencia en relación a quienes nos han dañado.
Me parece que el pecado de rencor estaría en no hacerles un bien en caso de que fuera necesario o conveniente hacerlo.
Tampoco creo que el rencor, como sentimiento, sea en sí pecaminoso: sólo si el sentimiento se ejercita en la venganza.
Es decir, el rencor sería pecado sólo en tanto que condujese a la negación del bien hacia la persona que nos ha dañado, o al ejercicio de una maldad hacia su persona.
No creo que la desconfianza lo sea...
La prudencia es cauta pero no desconfiada, confía en recuperar lo perdido y espera la reconciliación mediante el perdón, cristianamente hablando.
El rencor, bien anidado se alimenta de la represalia, a veces pequeñas represalias y desdenes, menosprecios y apartamientos.
El viejo dicho de "perdono pero no olvido", cristianamente hablando no es de recibo.
No debemos permitirnos ese sentimiento porque nos conducirá por mal camino. Perdonar es necesario y habrá que trabajarlo hasta que se consiga eliminar el rencor por completo.
Sin embargo estoy más de acuerdo con Tulkas respecto a la desconfianza. Creo que la prudencia sí puede ser desconfiada hasta cierto punto. Creo que se puede correr el riesgo de confiar, sabiendo que es un riesgo, por tanto desconfiando prudentemente. Y no creo que sea pecado desconfiar, aunque sea mejor confiar dentro de lo posible, y estar dispuesto a dar nuevas oportunidades. Pero la verdad es que tampoco hay que aparcar la inteligencia y es razonable desconfiar cuando existen motivos. Si se puede arriesgar uno a confiar o no, dependerá de cada caso.
Tampoco es conveniente para el que obra mal que seamos tontos. Debe aprender las consecuencias que tienen los actos. Todo es cuestión de medida y no se puede generalizar.
De acuerdo en lo expones, es verdad que hay que distinguir entre el posible riesgo para uno mismo, del riesgo para otros, ya sea familia o cualesquiera.
Tema precioso, igual que las preguntas planteadas. Personalmente, todo cuando recuerdo de mi familia es inmejorable, gracias a Dios. Con defectos humanos, claro, yo más que nadie y la primera, pero mi infancia fue mágica en el mejor sentido de la palabra. Y siempre-siempre me he sentido apoyada por mis padres y hermanas en toda circunstancia. Tal vez por eso echo tanto de menos a mis padres y se me hace largo el tiempo que me falte para reunirme con Dios y con ellos... y con mi hermana mayor.
Este panorama puede haber infuido en que no me cuesta demasiado perdonar y en que recuerdo más lo positivo que lo negativo a lo largo de mi vida. Sí me cuesta mucho volver a confiar en esa persona si me ha traicionado, pero no me cuesta perdonar, gracias a Dios. En el futuro trato con esa persona, procurando seguir el consejo de Jesús: sencillez+prudencia.
Me alegro de que tengas buenos recuerdos de tu infancia. Esos recuerdos son un buen apoyo toda la vida.
Siento mucho no haber podido atender bien el blog en los últimos días, debido a la mudanza de mi familia. No he tenido ni tendré conexión a Internet desde mi nuevo hogar hasta la próxima semana, o sea que aprecio la paciencia de todos los que me han escrito, a quienes contestaré en cuanto pueda. Mientras tanto, que el Señor y Ntra. Ssma. Madre les acompañe en todo momento.
Algo precioso de los niños muy pequeños es su gran capacidad de irse a dormir sintiéndose dolidos pero despertándose como si nada hubiera pasado. A veces también he observado cómo si se sienten heridos por algo a causa de alguien, si esa persona se arrepiente y les hacen algún bien, ellos están dispuestos a perdonar y a olvidar lo sucedido.
Pero, con el tiempo y las desilusiones se puede llegar a perder ese gran don de ver siempre lo mejor de todos. Me parece que la prudencia cautelosa como lo describe en su penúltimo comentario es necesaria para superar tentaciones. Lo pecaminoso sería juzgar a otros y guardar un juicio negativo de los motivos de otros. ¡Feliz año nuevo!
Lo maravilloso de ser ahora los adultos es que podemos ayudar a los niños en nuestras familias y a los demás por pequeños detalles o grandes esfuerzos a vivir estas fiestas de tal forma que serán buenos recuerdos en el futuro. Cada Navidad y a lo largo del año, veo a mis hermanos haciendo todo lo posible para que mis hijos se lo pasen bien y lo hacen recordando conmigo experiencias que tuvimos.
Con amor y por Amor de Dios, es posible que se olviden los posibles altercances del año para hacer el bien durante las fiestas. Con mucho retraso, ¡feliz año nuevo!
El Señor nos dice que por los frutos. Sería prudente evitar en las horas de trabajo a alguien que en el pasado nos distrajo de nuestro trabajo, por ejemplo, porque esa persona tiene una tendencia a hablar muchísimo. No hay falta de caridad al ver las cosas como son y querer obrar bien. Podemos hablar con esa persona después de las horas laborales, por ejemplo, y la prudencia nos ayuda a hacer las cosas mejor.
Pero, por otro lado, si nos hemos enfadado con esa persona porque les vemos como la causa de no haber podido terminar nuestro trabajo en otra ocasión y evitamos por lo tanto a esa persona a toda costa, algo está mal. Esa enemistad y esa mala intención no viene del Señor.
Quizá una forma de distinguir cómo nos comportamos es reflexionar sobre si nos comportaríamos de la misma forma en toda situación semejante, sin importar si fuera nuestro mejor amigo o alguien que no nos cae bien. Tulkas, espero que sus vacaciones fueron muy buenas.
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