Cuando Dios no nos da algo bueno que le pedimos

El ciego Bartimeo tuvo la dicha, según el Evangelio del XXX Domingo de Tiempo Ordinario, de recibir la vista y de oír del Señor: “Vete, tu fe te ha salvado” (Mc. 10, 52). Consiguió lo que quería tras perseverar en su petición. Pero, a veces el Señor no nos da las cosas buenas que le pedimos y nos podríamos preguntar por qué.

S. Antonio María Claret (1807-1870), cuya fiesta fue ayer, fue un novicio jesuita unos meses hasta que una enfermedad en su pierna le indicó que no era voluntad del Señor que se hiciera jesuita. Antes también había visto frustrado lo que creía era una vocación cartuja. ¿Fue eso tiempo perdido?

No, según la generosa economía divina. Según nos cuenta S. Antonio María Claret en su “Autobiografía”, en sus tres meses de noviciado jesuita, Dios le negó por medio de su superior tres cosas buenas que pidió y quizás recordaría esa experiencia al dar consejos a un laico años después en una “carta ascética”.

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A cambio de no recibir lo que pedía, el Señor le concedió ver estas gracias:

1) La paz del obediente

“149. Había ciertas mortificaciones que ellos daban sin uno pedir y casi sin conocer. Diré algunas que pasaron por mí. Yo nunca he sido aficionado al juego, y por lo mismo me hacían jugar todos los jueves en que nos hacían ir a una huerta. Yo, con toda sencillez, supliqué al P. Rector que tuviera la bondad de dejarme estudiar u orar en lugar de jugar, y me contestó redondamente que jugase, y que jugase bien. Yo puse tanto cuidado en jugar bien, que ganaba todas las partidas.” (“Autobiografía”)

La verdadera paz del corazón no se halla en el retiro o abstracción de las ocupaciones en que Dios quiere emplear a sus siervos.

“Son, por cierto, dignos de compasión los que se quejan cuando los ocupan en oficios que a su parecer les distraen. Cuando las ocupaciones vienen por conducto de la obediencia o del deber, no hay por qué temer; ellas mismas nos conducen a Dios (48).

(48) Esta observación tan sabia del Santo nacía de su propia experiencia. El P. Claret fue un hombre volcado a la acción, pero guiado siempre por la obediencia, que constituía para él el valor supremo y principio valioso de santificación.” (“Carta ascética”)

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2) La humildad del caritativo

“150. Vi en cierta ocasión a un sacerdote de la casa que todos los días festivos tenía que celebrar la misa muy tarde, y conocí que el tener que estar tanto tiempo en ayunas le tenía algún tanto molesto, aunque él no se quejaba por esto. Yo, movido de compasión, dije al Superior que, si era su gusto y voluntad, yo diría la misa tarde, porque a mi no me daba pena el desayunarme tarde, y aquel sacerdote la podría celebrar en la hora que yo la celebraba, que era una hora muy cómoda. Me dijo que ya vería, y el resultado fue que después siempre me la hicieron celebrar más temprano que antes.” (“Autobiografía”)

“La humildad consiste principalmente en amar las humillaciones, desearlas y practicarlas, recibiendo con alegría las que nos vienen sin nuestra intención, y éstas, recibidas así, son las mejores, o buscándolas para ejercitarse en ellas.

“San Francisco de Sales estimaba en mucho la humildad baja y sin economías. Quería que no se hiciese cosa alguna por el motivo ridículo de la vanidad, pero que no se omitiesen las obras buenas por temor de las alabanzas. Vituperarse y alabarse a sí mismo, decía, puede nacer de una misma raíz de vanidad. Y las palabras humildes, cuando no tienen su origen en un interior desprecio de sí mismo, son la flor más fina del orgullo (45).

(45) Lo leyó en Anónimo, El espíritu de San Francisco de Sales (LR, Barcelona 1856) p. 49. Ex libris. He aquí las frases del autor: «No quería (San Francisco de Sales) que en su presencia se dijesen palabras de propia humillación, como no procediesen de un verdadero y sincero sentimiento de humildad, porque decía que semejantes palabras eran la flor, la nata y quintaesencia del orgullo más refinado. El verdadero humilde no quiere parecerlo, sino serlo» (cf. ib., p. 237).” (“Carta ascética”)

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3) La mortificación interior del desapegado

“151. Ya he dicho que cuando fui a Roma sólo llevaba el Breviario de todo el año y una Biblia de letra pequeña para leerla todos los días, aun de viaje, porque siempre he sido aficionado a la lectura de la Santa Biblia. Pues bien, al llegar al Noviciado me colocaron (en una celda) que había todos los libros que había menester, menos la Biblia, que yo tanto apreciaba. Cabalmente, con la ropa de mi uso se llevaron también la Biblia que yo había traído; la pedí y me dijo: Bien; Pero la Biblia jamás la vi hasta que tuve que salir por enfermo, que entonces me la devolvieron.” (“Autobiografía”)

“…las mortificaciones interiores son incomparablemente más preciosas que las exteriores, y las que suceden por disposición o permiso de Dios, abrazadas con gusto, son mucho más útiles.”

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S. Antonio María de Claret no recibió lo que pedía en esas situaciones, pero no se alteró por ello. El Señor podría decirle como a Bartimeo: “Vete, tu fe te ha salvado” (Mc. 10, 52) porque por su fe en la bondad de Dios, el santo se dió cuenta de que acabó recibiendo más de lo que esperaba. Concluye el capítulo sobre su noviciado:

¡Bendito seáis, Dios mío, que tan bueno y misericordioso habéis sido conmigo! Haced que os ame, que os sirva con todo fervor y que os haga amar y servir en todas las criaturas. ¡Oh criaturas todas, amad a Dios, servid a Dios! Probad y ved por experiencia cuán suave es amar y servir a Dios. ¡Oh Dios mío! ¡Oh bien mío!

[Se pueden descargar varios escritos del santo en este enlace.]


Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]
: ¿Alguna vez le ha negado Dios algo bueno para darle algo mejor? ¿Qué le anima cuando el Señor no le concede algo que le parece bueno?

Mañana: Sta. Paulina Jaricot – “lo seguía por el camino” (Mc. 10, 52)

14 comentarios

  
Juanjo Romero
Mª Lourdes, supongo que siempre nos viene bien que nos recuerden este tipo de cosas, pero en algunos casos más que en otros. Muchas gracias.

26/10/09 7:35 AM
  
Norberto.
Fuera del Padrenuestro,Avemaría y las oraciones y peticiones comunes de la Liturgia,no pido nada para mí,estoy desapegado de que Dios me conceda "cosas".
Su Providencia es más que suficiente.
26/10/09 10:09 AM
  
María Lourdes
Juanjo, de nada. Gracias por hacer este blog posible técnicamente. Un saludo.
26/10/09 1:29 PM
  
Maricruz
María Lourdes,

Es interesante descubrir en san Antonio la forma en que está relacionada la obediencia con la humildad y ambas con la comprensión y deseo de hacer la voluntad de Dios.

La obediencia es dificilísima y más aún si la acompaña la humillación, pero qué beneficios extraordinarios derivan de ellas para el alma, para construir nuestra humanidad.

Al final lo que se nota es que el obediente y humilde logra conocer y amar la voluntad de Dios muchísimo mejor que los que no los somos y por tanto, no se ofusca o impacienta con los asuntos en que Dios no le complace. Será esto a lo que llaman "madurez espiritual"? Me parece que si.

Es maravilloso el artículo, muchas gracias.
26/10/09 1:58 PM
  
María Lourdes
Norberto, a mí me queda bastante por caminar en ese camino. Me pienso que confío en la Providencia divina, pero no dejo de encontrarme situaciones en que me doy cuenta de mis gustos, de que me cuestan ciertas cosas porque no estaba del todo desapegada. Pero, Dios me lo hace ver muchas veces para que no me quede por el camino. Al Señor tengo que dar gracias por lo que me da y también por lo que no me da.
26/10/09 2:20 PM
  
María Lourdes
Maricruz, alguno podría pensar que los ejemplos del noviciado de S. Antonio María Claret tienen que ver sólo con la vida religiosa, pero creo que todos tenemos oportunidades para mostrarnos obedientes, hasta los laicos. Después de todo, el Señor nos dice que debemos servirnos los unos a los otros.

Me anima mucho lo que comenta sobre la "madurez espiritual". Me hace pensar que llegaremos a la meta sin forzarnos, simplemente dejando que el Espíritu Santo haga lo suyo. Me alegro de leerle de nuevo.
26/10/09 2:34 PM
  
Maricruz
María Lourdes,
Hoy, una amiga ha colocado en el facebook una frase de san Claudio que nos viene al pelo, fíjate:

"Lo cierto es que, de todas las confianzas, la que más honra al Señor es la de un pecador insigne que está tan persuadido de la Misericordia Infinita de Dios, que todos sus pecados le parezcan como un átomo en presencia de esa Misericordia".

Te das cuenta de la insignificancia que tienen nuestros pecados ante la Misericordia de Dios? Es abrumadora, por eso afirmo que el camino de la conversión (de la santidad en último término) es el camino de la confianza.

Por otro lado, qué sería de nosotros sin nuestras flaquezas y debilidades? No tendríamos oportunidad de volvernos a Dios a cada instante, cierto?

Saludos, me alegro también de leerte.





26/10/09 3:42 PM
  
Norberto.
ML

Me hace pensar que llegaremos a la meta sin forzarnos, simplemente dejando que el Espíritu Santo haga lo suyo


Sin caer en el quietismo,Theresita era una luchadora incansable,que hacía como si todo dependiera de ella y confiaba como si todo dependiera,únicamente, de Dios
26/10/09 5:29 PM
  
Tulkas
Norberto:

Eso es una actitud de oración cristiana, pero está claro que no es la única.

Si bien Jesús enseñó con el ejemplo el "hágase tu voluntad y no la mía",también enseñó con su palabra "pedid y se os dará", es decir que Él mismo nos instiga a hacr peticiones concretas.

C. S. Lewis tiene un artículo o ensayo cort sobre el tema pero no te puedo dar mar datos ahora porque no lo tengo a mano.
26/10/09 10:08 PM
  
Norberto
Tulkas

La actitud de Theresita,que cito, fue vital,fue su postura ante Dios y su respuesta a la vocación recibida.Es,así mismo,la lucha incansable,uno de los puntos de su Caminito.
26/10/09 11:01 PM
  
María Lourdes
Maricruz, gracias por esa consoladora cita. Ayer fue uno de esos días en que las cosas no me iban según me gustaría, en que me veía desafiada por una y otra de mis debilidades. Llegó un momento en que esa insignificancia que resalta me parecía bien evidente y lo extraño fue que eso me consolaba. Y después de todo eso leo su comentario... ya se puede imaginar mi agradecimiento al Señor.

Por cierto, veo que deja tanto "deoomnisgloria.com" (sitio en inglés) como "deoomnisgloria.blogspot.com" (sitio en español). ¿Son las dos suyas o sólo la última?
27/10/09 5:15 AM
  
María Lourdes
Norberto, hace poco leí esa cita con la cual termina su último comentario dirigido a mí, pero no me acuerdo de qué Papa lo dijo.

Me parece que si no fuera por la dependencia en Dios, poco valdría cualquier otra actividad. Será porque veo que cuanto más pongo de mí por mi cuenta, peor me sale todo. Me queda mucho que aprender de Sta. Teresa de Lisieux.

Menos mal que el Señor, que tan bien nos conoce, nos pide que nos concentremos en el día presente, un día a la vez (nuestro pan de cada día, tomar nuestra cruz cada día, basta a cada día su propio afán...). Nosotros nos encargamos de un día a la vez y Él de toda la eternidad... de nuevo esa insignificancia al lado de la Gran Bondad de Dios de la que habla Maricruz.

¿No es eso suficiente para enamorar a cualquiera? Hasta nuestra propia fuerza limitada nos la da el Señor. ¡Qué bueno es el Señor!
27/10/09 5:34 AM
  
María Lourdes
Tulkas, su comentario estaba dirigido a Norberto, pero espero que encuentre esa cita de C.S. Lewis porque ha despertado mi interés. Respecto a las peticiones específicas, en el caso que comenta de Sta. Teresita, recuerdo que ella pedía por los sacerdotes y por los misioneros, por ejemplo. Creo que ambas actitudes son compatibles en el camino espiritual hacia el Señor. Un saludo.
27/10/09 5:38 AM
  
susi
Pienso que cuando Dios no nos da algo bueno es porque nos da algo MEJOR
27/10/09 10:41 PM

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