Consejos eficaces de un exorcista a los que se creen poseídos por el demonio
S. Antonio María de Claret (1807-1870), el fundador de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, fue también Misionero Apostólico de Cataluña Apóstol de las Islas Canarias, Arzobispo de Santiago de Cuba y confesor de la reina Isabel II. Diría de él el Papa Pío XII al canonizarle:
“San Antonio María Claret fue un alma grande, nacida como para ensamblar contrastes: pudo ser humilde de origen y glorioso a los ojos del mundo. Pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante. De apariencia modesta, pero capacísimo de imponer respeto incluso a los grandes de la tierra. Fuerte de carácter, pero con la suave dulzura de quien conoce el freno de la austeridad y de la penitencia. Siempre en la presencia de Dios, aún en medio de su prodigiosa actividad exterior. Calumniado y admirado, festejado y perseguido. Y, entre tantas maravillas, como una luz suave que todo lo ilumina, su devoción a la Madre de Dios".
El santo explica que desde los cinco años tuvo un gran celo por la salvación de las almas, al pensar en la eternidad del infierno que espera a los que cometían pecado mortal y no se arrepentían, al igual que la gran ofensa a su amado Dios Padre que suponía cada pecado mortal.
En este fragmento de su “Autobiografía” (.pdf) da consejos a las muchas personas que le pedían un exorcismo por pensarse poseídos por el demonio y revela algunos de los engaños que descubrió:
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”De la curación de energúmenos y de las muchas ficciones que hay entre los que se dice que están posesos
“183. Otra clase de enfermedad había que me era más molesta y que me llevaba más tiempo. Y ésta era la de energúmenos, posesos y obsesos. En un principio que misionaba se me presentaban muchísimos que se decía estaban posesos, y sus parientes me suplicaban los exorcizara. Y como me hallaba competentemente autorizado, lo hacía, y de mil, apenas hallaba uno que pudiese estar cierto que era poseso; eran otras causas, ya físicas, ya morales, que aquí no calificaré.
“184. Viendo yo que muchísimos no tenían tales demonios y, por otra parte, al ver que me hacían perder mucho tiempo, que lo necesitaba para oir las confesiones de los que se habían convertido por la predicación, me dije: Más necesario es que saque los demonios de las almas que están en pecado mortal que no del cuerpo, si es que éstos los tienen. Pensé que aquello podía ser un engaño del mismo demonio, y así me resolví a dejar los exorcismos y tomar otro camino, que era el siguiente.
“185. Cuando se me presentaba alguno que me decía que estaba poseso, le preguntaba si quería curar…; si deseaba de veras curar…; si creía que, haciendo lo que yo le diría, curaría… Si me aseguraba que sí, le mandaba tres cosas: Primera, que tomara con paciencia todas las cosas, que no se enfadara nunca (porque había observado que algunos tenían histérico de resultas de su mal genio o de rabietas que cogían, y con la paciencia les calmaba)
“186. Segunda, les mandaba que no bebiesen vino ni otro licor, y esto se les exigía como ayuno indispensable para echar a esa especie de demonios (pues también había hallado que algunos bebían demasiado, y para tapar sus disparates echaban la culpa a los demonios).
“187. Tercera, les hacía rezar cada día, siete veces el Padrenuestro y Avemaría a la Santísima Virgen, en memoria de sus siete dolores; además que hicieran una buena confesión general de toda la vida y que después comulgaran con la más fervorosa devoción. Sea lo que fuere, lo cierto es que después de algunos días me venían a dar gracias, diciendo que ya estaban libres y curados. Yo no diré que no hay posesos. Sí los hay, y he conocido algunos, pero muy pocos.
“188. En el decurso de las Misiones había hallado algunos que por los sermones se habían convertido y decían francamente que no tenían tales posesiones ni enfermedades físicas, sino ficciones, por diferentes fines que se proponían, ya para llamar la atención, ya para que fuesen mimados y compadecidos, por alcanzar socorro y por mil otros fines.
“189. Una me decía que todo lo hacía con todo conocimiento y malicia de la voluntad, pero que hacía cosas tan raras y extraordinarias, que ella misma se admiraba, y que, sin duda, el diablo cooperaría y la ayudaría, no por posesión diabólica, sino por malicia de su corazón, pues que conocía que naturalmente aquello no lo podía hacer.
“190. Otra que vivía en una ciudad muy grande me dijo que de tal manera había sabido fingir que estaba posesa, que por mucho tiempo la habían hecho los exorcismos y que durante el tiempo bastante largo de su ficción había engañado a veinte sacerdotes de los que eran tenidos por más sabios, virtuosos y celosos de la ciudad.
“191. Estos y otros casos que podría referir de personas que, arrepentidas de veras y movidas de la gracia, confesaban con humildad y claridad sus fechorías y diabólicas ficciones, me hicieron andar con mucha cautela en esta materia, y por esto me valía al último de la manera que ha dicho. ¡Oh Dios mío¡ ¡Cuántas [gracias] os debo dar por haber(me) hecho conocer los ardides de Satanás y de la gente fingida! Ese conocimiento es un don de vuestra santa mano. Iluminadme, Señor, para que no yerre jamás en la dirección de las almas. Yo bien sé, Señor, que el que tiene necesidad de sabiduría, basta que os la pida, y Vos la dais con largueza y, sin echarle en cara su indignidad, se la concedéis; pero a veces, por nuestra soberbia y quizás por flojedad, no acudimos a pedirla, y entonces nos hallamos privados de ella, aun aquellos hombres que pasan plaza de sabios y grandes teólogos.”
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Pongamos, pues, los medios naturales que podamos para perseverar en la gracia, sin apartarnos de los medios sobrenaturales, como los Sacramentos, en los cuales nos acercamos con confianza al Señor como hicieron sus apostóles en el Evangelio del XXIX Domingo de Tiempo Ordinario, diciéndole: “Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir” (Mc. 10, 35). Pidamos las gracias que más necesitemos para la salvación de nuestras almas y del prójimo y la sabiduría para no dejarnos engañar por el demonio.
”[Señor], Haced que os ame, que os sirva con todo fervor y que os haga amar y servir en todas las criaturas.” (S. Antonio María Claret, “Autobiografía”, 152)
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Qué otros medios naturales aparte de no beber vino en exceso cree que ayudan a evitar el pecado? En su opinión, ¿debería de hacerse más exorcismos hoy en día?
Mañana: Respuestas inesperadas – “Vete, tu fe te ha salvado.” (Mc. 10, 52)
10 comentarios
-¿En demonología y exorcística todo está ya descubierto?
-Al contrario, es una rama de la teología con grandes avances. Antes
un exorcista veía dos o tres casos en toda su vida y casi nunca dejaba
algo escrito. En cambio, con los nuevos medios de transporte y
comunicación, a mí me viene mucha gente y de toda España. Hoy un
exorcista acumula mucha experiencia y lo comparte con colegas. Estamos descubriendo cosas muy interesantes y profundas para la teología, cosas de las que apenas había rastros en los libros antiguos y que hoy debatimos entre exorcistas.
http://www.renatisunt.org/?p=801#more-801
Vamos, que los exorcistas de hoy saben mucho más que los de antes...
San Antonio -ciertamente- era un gran observador de la naturaleza humana, bien por el por las almas a las que logró ayudar.
Preguntas por medios naturales para evitar el pecado? Hum, el que primero viene a mi mente es, como dijo el P. Julián Carrión recientemente: "tomar conciencia atenta y también tierna y apasionada de mi mismo..." con la finalidad de descubrir a Cristo en mi, para descubrirle como hombre y como Dios en mi.
Creo que es la medida más natural y económica que podría hallarse.
Debería haber más exorcismos? No, no lo creo. Conozco personalmente a un sacerdote que asistió al P. Gabriel Amorth en algunos exorcismos y siempre me ha dicho que el demonio nos teme y su temor le hace llamar nuestra atención, de tal manera que el mejor remedio es no darle la atención que demanda de nosotros.
Con una conciencia atenta, tierna y apasionada de si mismo es suficiente, de lo que llegues a descubrir sabrás a qué medios recurrir procurar para subsanar tus debilidades o fragilidades, medios que podrían ser desde buscar un hobbie o un buen nutricionista, pasando por un excelente psicólogo católico, hasta llegar a los sacramentos y la Eucaristía frecuentes.
Los medios están a nuestro alcance, lo que necesitamos es primero saber de qué estamos carentes o enfermos tanto espiritual, emocional o físicamente. Para mi es simple.
Y por mi, que el demonio siga tratando de llamar mi atención, que nunca lo logrará.
"-¿Cómo prevenir lo demoníaco?Me parece interesante de esa entrevista que el P. Fortea dedica sólo un tercio de su libro al tema de los exorcismos y antes tenía planeado sólo una página. El resto trata otros aspectos de su vida sacerdotal. Lo mismo hace S. Antonio María Claret al tratar este tema de paso, aunque dedicaba gran parte de sus sermones a las postrimerías, incluyendo el infierno.
"-Hay que evitar las ouijas, el espiritismo, la santería afrocubana,
la magia. No existe la magia blanca, toda es mala. Los conjuros, los
ritos de invocación de Nueva Era… son formas de abrir puertas a lo
demoníaco. Aunque muy pocos queden poseídos, muchas personas con
influencias malignas las adquirieron así."
Aunque la comunicación entre sacerdotes es muy importante, creo que más importancia daba el santo (que tenía mucho éxito en sus exorcismos) a la oración y a hablar con el Señor y con Su Madre, a quienes temen los demonios. Pero, como laica, me parece bueno tratar del tema también para tomar mayor conciencia del efecto de nuestros pecados y de la presencia de los demonios en el mundo. Un saludo.
Añado a sus buenos consejos: dormir lo suficiente. Para algunos santos unas pocas horas bastaban, pero habiendo dormido poco tras los partos de mis hijos (como muchas madres), me doy mejor cuenta de que no se debe abusar demasiado de nuestros cuerpos, sino seguir en cuanto posible cierto horario de levantada y acostada. Así, por ejemplo, se puede prevenir la depresión en muchos casos - y al demonio no le gusta que los fieles estemos alegres (eso dice S. Juan Bosco).
Siendo un espíritu tan inteligente el demonio, dice S. Juan Vianney que deja tranquilo a los pecadores empedernidos pero atormenta más a los que se esfuerzan en hacer el bien. Recemos por todos los sacerdotes, para que salgan victoriosos de sus luchas contra el demonio. Un saludo.
Cuando oigo mencionar al demonio de forma seria suele ser cuando algún confesor lo menciona, lo cual no deja de sorprenderme porque no pasa muy a menudo. Un saludo.
Lo que dice sobre la necesidad de no desanimarnos me recuerda esto que escribió S. Antonio María Claret en "Carta ascética" a un laico:
"5. La paciencia de sí mismoPor los comentarios que deja no me extraña que escriba usted poemas. Un saludo y me alegro mucho de volver a leerle.
Hasta aquí os he dicho la paciencia con que habéis de sufrir a vuestro prójimo, mas ahora os digo que aún tenéis mayor necesidad de paciencia para sufrir vuestros propios y cotidianos defectos que para sufrir los ajenos, como sucede a los que de veras quieren amar y servir a Dios; por tanto, cuando tengáis la fragilidad de cometer algún defecto o falta, no obstante los firmes propósitos que habéis hecho en la oración y el cuidado con que andáis, no debéis por esto desmayar ni perder la paz, ni martirizaréis el corazón con reflexiones inútiles, sino que os humillaréis delante de Dios, os arrepentiréis de veras, os confesaréis bien a su tiempo, y caminaréis con confianza."
¿Cómo un espíritu puro de inteligencia descomunal como la del Diablo puede poseer a un humano, manifestando su naturaleza maligna, cuando su estrategia a lo largo de miles de años es precisamente la de pasar desapercibido al mundo?.
¿Qué gana el diablo torturando a un poseso cuando puede precipitar a muchos más en el Infierno si logra ocultar su maldad a los ojos humanos?. La gente vive feliz, en un mundo consumista, rodeado de amigos y familiares, sin sospechar que hay alguien que nos quiere mal.
Esta "incongruencia" tal vez explique por qué San Antonio María Claret decía que conocía muy pocos casos de posesiones reales...no debe ser buen negocio para el Diablo, ¿verdad?.
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José Luis, en efecto, parece buen negocio ese de pasar desapercibido, como dice, pero el Señor nos revela en los Evangelios que el demonio sí existe. Me imagino que habiendo todo tipo de personas, el demonio se pensaría multitud de estrategias para intentar derribar a cada persona según sus debilidades o fuerzas.
Muchos santos como S. Juan Vianney han experimentado la furia del demonio en sus vidas por medio de ataques físicos, pero Dios es el que permite todo para bien de sus fieles. Debe de impresionarnos lo que el Señor nos dijo sobre cómo cuando sale un demonio de alguien, vaga por el mundo, y vuelve con más demonios para que la situación de esa persona sea peor después. ¡Qué fuerte debe ser la voluntad que nos concedió el Señor, que haga falta tantos demonios para vencerla, y sólo cuando accedemos a ello!
Le agradezco su interesante comentario y siento mucho la tardanza en publicarlo. Un saludo.
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Esperanza, la Iglesia Católica siempre busca el bien de las almas, aunque sus miembros no sean perfectos. El Señor mismo nos advirtió de que ciertos demonios sólo se pueden expulsar por medio de la oración y del ayuno (según Mc. 9, 29) y en los Evangelios vemos que hubo todo tipo de posesiones en tiempos del Señor.
Claro que lo peor que nos puede ocurrir es cometer pecado mortal, y eso ni el demonio nos puede obligar a hacer sin nuestro consentimiento y voluntad. Tengamos también en cuenta que la Iglesia Católica siempre busca el bien de las almas, aunque sus miembros no sean perfectos, y confiemos en que es en la Iglesia Católica que el Señor dejó como Administradora de las gracias divinas donde podemos encontrar la gracia necesaria para llegar al Cielo. Un saludo y le tendré particularmente en cuenta en mis oraciones de hoy.
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