¿Qué sentido tiene la corrupción del cuerpo si va a resucitar?

Nuestro Señor Jesucristo nos recuerda en el Evangelio del XXVI Domingo de Tiempo Ordinario que la peor desgracia es acabar yendo: “al infierno, donde el gusano no muere…” (Mc. 9, 48). Pero, muchos piensan que la muerte natural, tras la cual se acaba descomponiendo por completo el cuerpo es lo peor que puede sucederle a alguien.

S. Francisco de Borja (1510-1572), Duque de Gandía, nieto del rey Fernando de Aragón y primo del Emperador Carlos V, fue nombrado por éste virrey de Cataluña, pero años después diría que se consideraba tan gran pecador que pensaba que el único sitio que se merecía era el infierno. Cambió de vida tras la temprana muerte de la emperatriz Isabel de España, cuyo cadáver acompañó a Granada para su sepultura. Tuvo que examinar el cadáver para identificarlo, y al ver la bella emperatriz descompuesta, decidió “no volver a servir a jefes que se mueren”.

En 1546 murió también su esposa y quiso hacerse jesuita, pero esperó hasta 1551 porque S. Ignacio de Loyola le pidió que terminara de educar a sus hijos primero. En 1554 sería nombrado superior de los jesuitas en España y también llegó a ser Superior General de la Orden.

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Quizás se preguntó este noble santo tras ver a sus seres queridos experimentar la muerte: “¿Por qué tiene que corromperse el cuerpo si va a resucitar?”

La respuesta se encuentra no sólo en la experiencia de S. Francisco de Borja, sino también en parte de la Homilía 34 sobre el Evangelio de S. Mateo de S. Juan Crisóstomo:

Despreciemos pues la muerte ya desde ahora, aunque aún no le llegue su tiempo, puesto que hemos de resucitar a una vida mejor. Objetarás: pero es que el cuerpo se corrompe. Pues por esto sobre todo debemos alegrarnos hasta lo sumo: de que lo que es mortal se corrompa y perezca la mortalidad, no la substancia del cuerpo. Si vieras tú fundir una estatua, no dirías que eso es un daño en el material que se usa, sino un mejor uso de la materia. Pues bien: piensa lo mismo acerca del cuerpo y no llores. Lo que habría de llorarse sería una permanencia perpetua acá padeciendo. Dirás que hubiera sido mejor que el paso a la inmortalidad se diera sin la corrupción del cuerpo, sino permaneciendo éste íntegro. Pero ¿qué utilidad habría venido de eso ni a los vivos ni a los difuntos?

“¿Hasta cuándo seréis amantes de los cuerpos? ¿Hasta cuándo, apegados a la tierra, andaréis persiguiendo las sombras? ¡Vamos! ¿qué utilidad se habría seguido de ahí? O por mejor decir ¿qué daños no habrían sobrevenido? Si los cuerpos no se corrompieran, en muchos florecería la soberbia, que es el peor de todos. Si estando las cosas como están y bullendo de gusanos el cuerpo, todavía hubo quienes se tuvieran por dioses ¿dime, qué no habría sucedido si los cuerpos no se murieran?

“De modo que el cuerpo rápidamente se corrompe, para que veas la hermosura del alma en su plenitud. Puesto que si tal belleza y tal vida presta al cuerpo ¿cuánto más bella será ella misma? Si es capaz de sustentar cosa tan deforme como es el cuerpo ¿cuánta mayor virtud tendrá en sí misma? El cuerpo por sí mismo no es bello, sino su conformación y la flor de frescura con que el alma pinta la materia. Ama, pues, al alma, que tal hermosura al cuerpo comunica.

“Pero ¿a qué hablar de la muerte? Puedo demostrarte que aun en vida, todas las bellezas del cuerpo proceden del alma. Si se alegra, pinta de rosicler las mejillas; si se entristece, perdido el rosicler de las mejillas, todo el resto lo viste de negro color. Si vive alegre, el cuerpo anda vigoroso y sin enfermedad. Si se aflige, se torna el cuerpo más débil y macilento que una tela de araña. Si se aira, el cuerpo se descompone y se vuelve repugnante. Si ve con ojos alegres, el cuerpo todo parece lleno de frescura. Si envidia, esparce la palidez y el amarillo color por todo el organismo en gran manera. Si ama, todo lo hermosea.

“Por esto ha sucedido que muchas mujeres que no eran de forma bella, por la hermosura de su alma se veían llenas de gracia; mientras que otras, bellas por la forma en extremo, por tener el alma fea y repugnante, echaron a perder su hermosura. Piensa cómo el rostro blanco se jaspea y con la variedad de sus colores produce no pequeño agrado, con tal de que no falte el pudor. Porque si el tal rostro no muestra pudor, será más desagradable y repugnante que el de cualquier bestia feroz. Mas, si es pudibundo, entonces aparece bello y suave: porque nada hay más hermoso ni más dulce que una alma bella. En los cuerpos el amor no carece de dolor, pero en las almas produce un placer puro y sin turbación.

“Entonces ¿por qué haciendo a un lado al Rey te fijas en el pregonero y lo admiras? ¿Por qué abandonado el maestro de la filosofía y virtud, clavas tus ojos en el intérprete? ¿Viste un ojo bello? Observa el interior del alma; y si éste no es bello, desprecia al otro. Es un hecho que si ves a una mujer deforme, aunque sea encubierta con un bello disfraz, en ninguna manera te impresiona; así como, al revés, no permites que una mujer hermosa se oculte por medio de un disfraz, sino que se lo arrancas y anhelas ver claramente su cara. Pues procede lo mismo en el asunto del alma. Antes que nada, conócela. En vez del disfraz, la circunda el cuerpo; el cuerpo que según se le atavíe así permanece. Mientras que el alma, aunque sea deforme, puede rápidamente embellecerse. Si tiene ojos deformes, torvos, torpes, pueden hacerse hermosos, suaves, serenos, encantadores.

Busquemos esta belleza, esta cara bellamente hermoseada, a fin de que enamorado Dios de nuestra hermosura, nos conceda los bienes eternos, por gracia y misericordia de nuestro Señor Jesucristo, al cual sea la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén.”

[Foto del primer cuadro: Enrique Cordero en Wikimedia Commons]


Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]
: Si la hermosura del alma embellece el cuerpo, ¿por qué no se suele resaltar esa belleza espiritual en el mundo? ¿Cómo se “ observa el interior del alma”? En su opinión, ¿qué sentido tiene la corrupción del cuerpo?

Mañana: S. Francisco de Asís – “abandonará el hombre a su padre y a su madre” (Mc. 10, 7)

2 comentarios

  
Norberto
ML
La crisálida se deshace del capullo para eclosionar y llegar al estado de vida definitivo.
07/10/09 10:46 PM
  
María Lourdes
Norberto, lástima que admirando crisálidas muchos quedan pegados al capullo y no llegan a "volar" hacia la fuente de toda belleza. Un saludo.
07/10/09 11:12 PM

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