Guardando secreto el 11-S en una escuela
En septiembre de 2001 acababa de empezar un nuevo puesto en una escuela pública, que a pesar de estar a casi una hora de Nueva York, tenía muchos alumnos cuyos padres trabajaban en Manhattan. El 11 de septiembre, el primer período del día (de nueve en el horario escolar) transcurrió sin novedad, sonando la campana que marcaba el fin del período tres minutos después de que un avión se estrellara contra la Torre Norte del World Trade Center.
Al comienzo del segundo período, que tenía libre, vi a tres maestras salir corriendo del salón de los maestros, diciendo que dos aviones se habían estrellado contra las torres del World Trade Center. La noticia era tan sorprendente que parecía una broma y aun viendo las imágenes de la transmisión en directo en la televisión del salón de los maestros no acababa de creerme lo que estaba pasando. Más tarde nos enteraríamos de los aviones que se estrellaron contra el Pentágono y en Pensilvania.
Enseguida los consejeros de la escuela se pusieron en contacto individualmente con todo el personal de la escuela para informar a todos discretamente que todo seguiría como si nada en la escuela y que no se iba a informar a los alumnos de lo sucedido para que no cundiera el pánico entre los alumnos (de 10 a 12 años de edad). Quedaban al menos 5 horas y medio (7 períodos) hasta la última campana del día escolar. No se iba a permitir que se encendiera ningún televisor o aparato de radio en toda la escuela, excepto el que estaba en el salón de los maestros.
Las maestras nos turnábamos llamando por teléfono a seres queridos en Manhattan, con una oración en el corazón. El esposo de una maestra era un policía que trabajaba en esa zona que fue herido ese día al derrumbarse las torres. La directora y sus asistentes estuvieron fuera de la escuela, cerca de la entrada principal, para pedir a todos los padres que venían alarmados para llevarse a sus hijos que no dijeran nada sobre lo ocurrido en Nueva York hasta que salieran de la escuela con sus hijos. A éstos se les citaba en la consejería (algo a lo que estaban acostumbrados).
Para ningún maestro en esa escuela fue fácil dar clase sonriendo y mostrando entusiasmo en las lecciones para que ningún alumno sospechara nada, mientras que por dentro se nos hundía el corazón pensando en los atentados. En la consejería llamaron a todos los padres que trabajaban en Nueva York. Si no conseguían hablar con alguno, se llamaba a los contactos de urgencia para que recogieran a los niños. Se llamaron a cientos de personas en pocas horas.
Por fin llegó el final del día y poco antes de irse los alumnos, se les anunció que había problemas de comunicación con Nueva York y por eso los que tuvieran padres trabajando en esa ciudad deberían de ir a la casa de alguien en su lista de contactos de urgencia, que sus padres iban a tardar más en volver a casa ese día mientras se solucionaba esa situación en la Ciudad de Nueva York.
Gracias a Dios, ninguno de esos alumnos perdió a sus padres en el atentado, pero hubo niños en otras escuelas del distrito que sí se quedaron huérfanos de padre o de madre. Esa noche del 11-S se oyó por el barrio un silencio elocuente y conmovedor cuyo eco se siente aún ocho años después.
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No fue fácil guardar secreto de los alumnos en esa escuela los atentados del 11-S. El entonces Presidente de los EE.UU., George W. Bush, también se encontraba reunido con un grupo de estudiantes en una escuela en Florida cuando le anunciaron los atentados y tuvo que mantener su calma ante su joven público. Uno puede comprender la importancia de no divulgar secretos que pueden causar algún daño obvio a la gente, pero más difícil es convencer a la gente que guarden secreto sucesos buenos y admirables.
En el Evangelio del XXIII Domingo de Tiempo Ordinario pide tras curar al sordomudo: “que no lo dijeran a nadie” (Mc. 7, 36 ), pero la entusiasmada multitud no podían contener esa maravillosa noticia y se difundió por todas partes, lo cual resultó en que el Señor tuviera que quedarse en zonas desiertas para evitar las multitudes. Pregunta S. Agustín:
“¿Para qué, pues, El, que conoce la voluntad de los hombres tanto la presente como la futura, les mandaba que no dijeran nada, sabiendo que habían de decirlo tanto más cuanto más les encargaba el secreto, si no fuera para mostrar a los perezosos con cuánto estudio y fervor deben anunciarle ellos, a quienes manda que lo anuncien, cuando así lo hacen aquellos a quienes ordena el secreto?” (de consensu evangelistarum, 4,4)
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Todo a su tiempo
“Todo tiene su momento
y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su tiempo.
Hay tiempo de nacer y tiempo de morir;
tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar y tiempo de curar;
tiempo de destruir y tiempo de edificar;
tiempo de llorar y tiempo de reír;
tiempo de lamentarse y tiempo de danzar;
tiempo de esparcir las piedras y tiempo de amontonarlas;
tiempo de abrazarse y tiempo de separarse;
tiempo de buscar y tiempo de perder;
tiempo de guardar y tiempo de tirar;
tiempo de rasgar y tiempo de coser;
tiempo de callar y tiempo de hablar;
tiempo de amar y tiempo de aborrecer;
tiempo de guerra y tiempo de paz.”
(Eclesiastés 3, 1-8)
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Qué clase de secretos le parecen más difíciles de guardar? ¿Por qué cree que el Señor le decía a la gente que no divulgaran sus milagros cuando sabía que no los callarían?
Mañana: El dulce nombre de María - “con más insistencia lo proclamaban ellos” (Mc. 7, 36)
17 comentarios
Los secretos mios (yo también tengo) aquellas experiencias, conflictos, dolores que he vivido y que he hecho vivir a los demás, prefiero callarlos, y no me cuesta mucho guardar esos secretos. Todo esto supongo que demuestra que hay aspectos en mi que no son todo lo honrados que quisiera y que me gusta dar una imagen no real del todo.
Por último Nuestro Señor Jesucristo pedía a aquellas personas a las que curaba que no lo dijeran, en mi opinión, porque cada persona es libre para obedecer a Dios (aunque Nuestro Señor sepa lo que va a pasar), creo que a El no le interesaba ser conocido como un mero taumaturgo (mago, curandero) sino como alguién que tenía un mensaje de cambio, de esperanza. Alguién que además de curar el cuerpo podía perdonar los pecados.
Secreto y vanidad no pueden llevarse bien, ¡cuánta gente por pavonearse vulnera una confidencia!.
Por cierto lo del 11-s que cuentas ¿te paso a tí,verdad?,¿hablas de ti no es cierto?.
Cuando se trata de noticias muy buenas, como tú misma señalas, es prácticamente imposible quedarse callado. Incluso me parece antinatural. En el caso de Jesús, como bien dice Manuel, seguramente él sabía de la imposibilidad de que tales milagros no se pregonaran, pero la forma de actuar del Señor es la de la discreción, la de no buscarse publicidades baratas. Tendríamos que aprender mucho de ello.
Creo que la clave es la Caridad. No se suele querer revelar secretos de uno mismo por amor propio, por interés propio. ¿Amamos a otros como nos amamos a nosotros mismos? ¿Tenemos en cuenta el verdadero bien de alguien al guardar un secreto o revelarlo? ¿Nos motivan nuestros propios intereses o el interés del prójimo?
El Señor, como comenta, siempre respeta la libertad que nos dió para elegir hacer las cosas bien o mal. Me parece que muchas veces hacemos las cosas a medias, el bien no muy bien y el mal no muy mal. Pero, todo tiene su tiempo y dijo que no hay nada hecho en la oscuridad que no saldría a la luz. A veces pedía a sus apóstoles que no revelaran algo hasta que resucitara de los muertos (como la Transfiguración). En todo lo que hacía tenía el interés de Su Padre en cuenta y la salvación de las almas, como dice. Un saludo.
Respecto al relato del 11-S, sí es lo que recuerdo de ese día. Por eso lo escribí en primera persona, pero supongo que habría algunos que quizás pensaron que era ficción, aunque no me inventé nada del relato. Por esta zona de los EE.UU. donde vivo, cerca de Nueva York, ha quedado bien impreso en la memoria colectiva ese 11 de septiembre. Si pregunta a cualquiera que estuvo por aquí dónde estaba cuando se enteró de los atentados, no dudo que le contarían cosas muy emotivas y detalladas. Algo parecido pasa con el asesinato de J.F.K. en la anterior generación. Hablo de los EE.UU. porque desconozco las cosas que más han impactado a las personas en España (¿11-M, por ejemplo?). Un saludo.
Pseudo-Crisóstomo: "Separa de la gente al sordo y mudo, para no hacer públicos sus milagros divinos, enseñándonos así a despojarnos de la vanidad y del orgullo; porque no hay nada en el poder de hacer milagros que equivalga a la humildad y a la modestia."Un saludo.
Preudo-Crisóstomo: "Mandó, pues, que callaran el milagro, a fin de no hacer que los judíos perpetrasen por envidia su homicidio antes de tiempo."
Teofilacto (Sto. Tomás de Aquino): "En esto debemos aprender, cuando hagamos un beneficio a cualquiera, a no buscar el menor aplauso o alabanza; a alabar a nuestros bienhechores y publicar sus nombres, aunque ellos no quieran."
A mí no me es difícil guardar un secreto. Cuando alguien confía en ti, debes demostrarle que eres digno de esa confianza. Lo que sí me ocurre es que cuando alguien me explica algo secreto para desahogarse, por sus remordimientos del daño que pueda estar haciendo a otra persona, intento convencerle para que sea valiente y asuma su responsabilidad, no me quedo al margen aunque no me entrometo. Debe ser la propia persona quién decida. Y le diría a Manuel que, ante una cuestión de ese tipo (que a mí me ha ocurrido), hay que hablar con ese amiguito de los hijos y hacerle entender que debe hablar con sus padres. Por su bien y por el de ellos.
Lo que no soporto es cuando alguien se pavonea de saber algo de alguien o general pero no lo dice. Mejor que se calle o bien, que lo diga. Pero las cosas a medias para satisfacer el propio ego, nunca llegaré a entenderlo.
Y coincido con los demás comentaristas, el Señor sabía que se iban a pregonar sus milagros pero, al mismo tiempo, enseñaba que la humildad era virtud. Y es así como lo interpreto. Por eso, opino que cuando uno mismo realiza determinadas obras que devienen en un bien no deben difundirse o exhibirse como alguien perfecto y que se preocupa por los demás. No creo que se preocupe tanto por los demás como por sí mismo.
María Lourdes tu post ha sido muy interesante, en España algo parecido pasó con el 11-M y, para mi, también con el asesinato por ETA de Miguel Angel Blanco. Yo recuerdo con mucho dolor esas situaciones.
El siguiente año, tuve un alumno cuyo padre falleció en el atentado en Nueva York. De nuevo se pidió la discreción de todos sus maestros. La madre, una mujer muy sacrificada, pidió que se enviara trabajo para su hijo a casa, donde se quedó el niño el día del aniversario. Esa madre me impresionó mucho por cómo estaba llevando adelante a su hijo (que era muy bueno e inteligente), agradecida por la ayuda de otros y sin guardar rencor por lo que había pasado. Un saludo.
Es parecido a lo que se hace si hay un alarma de fuego, pero en vez de salir, los niños y los maestros se acurrucan en silencio todos juntos junto alguna pared que no se vea desde la puerta o las ventanas al pasillo, tras cerrar el maestro la puerta con llave. Se entrena tanto a los maestros como a los alumnos. No se revela a los alumnos ciertas palabras claves que podría anunciar la directora para indicar dónde hay un problema en la escuela y cuándo se pueden evacuar ciertas partes de la escuela.
La primera vez que se practicó, los alumnos estaban muy nerviosos y algunos muy asustados, pero se acostumbraron. No sé si hacen algo parecido en España. Un saludo.
Respecto a los secretos, me parece que ciertas cosas que hacen los niños los padres tienen derecho a saberlo, sobre todo si es algo que causa daño o podría causar daño a los niños. En algunas situaciones me he preguntado: si yo fuera ese padre, ¿me gustaría saber lo que está pasando porque la vida de mi hijo está en peligro? Muchas veces creo que alivia mucho a los involucrados que se haga algo para mejorar la situación, aunque en el primer momento quizás alguno se sienta traicionado. También hay leyes en los EE.UU. por las cuales uno tiene el deber de revelar cierta información por el bien de otros. Muchas gracias por su compartir sus reflexiones sobre el tema.
Por otro lado, me parece que la sociedad se está insensibilizando mucho cuando mueren miles por el aborto cada día. Emocionalmente, la gente puede conmemorar el aniversario de una tragedia como 11-M, pero difícil es conmemorar todos los días a las víctimas del aborto. Por eso creo que es muy importante apoyar a las manifestaciones por la vida que sí se organizan, como el de Madrid este 17 de octubre. Un saludo.
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