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16.05.19

LVIII. La ley del amor

652. –En el último capítulo de los numerosos dedicados a la Providencia, el Aquinate prueba que el cuidado divino es no sólo de la especie humana, sino de cada uno de sus individuos y de sus actos. Dios dirige, por tanto, con su Providencia los actos personales, los actos propios plenamente, porque proceden de manera directa de la propia individualidad, de cada una de laº

s personas o criaturas espirituales. En el siguiente capítulo, afirma que esta conclusión: «demuestra la necesidad que Dios diera leyes a los hombres». ¿Por qué dirige Dios con leyes los actos personales o individuales de los hombres?

–Recuerda Santo Tomás que ya se ha argumentado que: «Así como los actos de las criaturas irracionales son dirigidos por Dios en cuanto que son actos correspondientes a la especie, así también los actos de los hombres son dirigidos por Dios, considerados como actos del individuo». Sin embargo, no los dirige del mismo modo, porque: «los actos de las criaturas irracionales, correspondientes a la especie son dirigidos por Dios mediante cierta inclinación natural, que responde a la naturaleza de la especie». Tales inclinaciones naturales específicas son las que se denominan instintos. Según lo demostrado: «Además de esto, se ha de dar a los hombres algo por lo que se dirijan en sus actos personales. Y a esto llamamos ley». Dios dirige los actos personales o individuales, orientados a su propio bien personal, por medio de la ley.

Como también se ha explicado en el capítulo anterior: «la criatura racional está bajo la divina providencia de modo que participa una semejanza de la misma, en cuanto que puede gobernarse a sí misma en sus actos y gobernar a las demás». El hombre, por tanto, a diferencia de las criaturas irracionales, por participar de la divina providencia, o tener en parte lo que es ella, es en cierto grado providente.

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2.05.19

LVII. La dignidad de la individualidad humana

637. –Tratado el problema de la providencia en varios capítulos de la tercera parte de la Suma contra los gentiles, declara el Aquinate: «Todo cuanto hemos determinado anteriormente manifiesta que la divina providencia se extiende a todas las cosas». ¿Por qué dedica todavía tres capítulos a la providencia divina sobre las personas?

–Santo Tomás justifica estos capítulos finales sobre la providencia divina con esta advertencia: «Es preciso tener en cuenta la especial razón de providencia sobre las naturalezas intelectuales y racionales por encima de las demás criaturas». El motivo es porque las criaturas espirituales: «superan a las otras criaturas en perfección de naturaleza y en dignidad de fin».

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15.04.19

LVI. Los milagros y la magia

 

621. ––¿Se puede demostrar que sólo Dios puede hacer milagros?

––Todos los verdaderos milagros son hechos por Dios. La primera de las demostraciones de esta tesis, que presenta Santo Tomás, en el capítulo 102 del tercer libro de la Suma contra los gentiles, es la siguiente: «Lo que está comprendido totalmente dentro del orden establecido no puede obrar por encima de él. Toda criatura está comprendida dentro del orden que Dios estableció en las cosas. Luego, ninguna criatura puede obrar por encima de este orden, es decir, hacer milagros».

Como consecuencia, debe sostenerse que: «cuanto se haga por el poder de cualquier criatura no puede llamarse milagro, aunque sea admirable para quien no comprende el poder de dicha criatura. Sin embargo, lo que se hace por el poder divino, que, como infinito, es incomprensible, es verdaderamente milagro».

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1.04.19

LV. Los milagros

610. ––El Aquinate ha concebido la providencia divina como «la razón del orden de las cosas al fin»[1]. Dios quiere los fines de las cosas y establece con su entendimiento la ordenación de las cosas para la consecución de su fin. Esta concepción y planificación eterna es la providencia divina. Ha explicado también que su ejecución en el tiempo, porque es una aplicación a la criatura, es el gobierno divino[2]. ¿Puede Dios obrar fuera del orden establecido por su razón?

––A esta cuestión responde Santo Tomás en el capítulo 98 de la tercera parte de la Suma contra los gentiles. Establece dos distinciones con respecto a la providencia. La primera es entre el orden universal y el orden particular. La providencia u orden universal: «depende, sin duda, de la primera causa universal y por eso abarca todas las cosas». La providencia u orden particular: «depende de alguna causa creada y contiene cuanto está sometido a ella». Hay que hablar de órdenes particulares, porque: «este orden es múltiple en conformidad con la diversidad de causas que se dan en las criaturas».

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18.03.19

LIV. El bien de la desigualdad universal

595. ––Los capítulos anteriores dedicados a la providencia divina manifiestan que: «todo cuanto ha sido dispuesto por la divina providencia obedece a un plan». ¿Por qué este proyecto incluye tantas criaturas?

–– Lo explicado en tales capítulos también revela que: «Dios ordena por su providencia todas las cosas a la bondad divina como a su fin, y no con objeto de acrecentar de este modo su bondad con las cosas creadas, sino para que ella quede impresa, en cuanto cabe en las cosas». Difunde y comunica así su propia bondad.

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