19.08.16

(391) Mis viajes apostólicos –5. Compañía, soledad y siempre cambios

–Ya pensaba que se había olvidado usted de esta serie…

–No me extraña… La equivocación es en usted una arraigada costumbre.

Sigo y prosigo con Mis viajes apostólicos.

 

Noticias del mundo y de la Iglesia

En viajes de un mes o más, con bastante frecuencia, he permanecido desconectado del mundo, sin noticia alguna civil o eclesiástica, fuera de algún día por excepción –invitado, por ejemplo, por sacerdote o por familia amiga a pasar en su casa el fin de semana entre una y otra actividad mía–. Y explico el cómo y por qué.

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15.08.16

(390) Asunción gloriosa de la Virgen María

Ghuirlandaio, Domenico 1486- Asunción-Coronación de María

–La Virgen María es elevada hoy al cielo en cuerpo y alma.

–Y vive y reina con Cristo por los siglos de los siglos. Amén.

La Inmaculada, la Llena-de-gracia, es celestialmente bella, porque en el cielo está con Dios en cuerpo y alma, luego de morir. «Apareció en el cielo una señal grandiosa, una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre la cabeza una corona de doce estrellas» (Ap 12,1). Estando ya Bernardita de religiosa en Nevers, recibió una visita que le preguntó: –¿Era muy hermosa la Virgen?… La Santa vidente contestó: –Era tan bella, que una quisiera morirse para volver a verla.

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13.08.16

(389) Hoy bautizan a un «nieto» mío

bautizo

–¿Y usted cree que esto es noticia para los lectores de InfoCatólica?…

–Es noticia para mí, y como este blog es mío, es noticia para mi blog. ¿Pasa algo?

«Hijos espirituales» son para mí aquéllos que, porque así lo quiso Dios, han recibido el servicio espiritual del Abajofirmante en alguna fase de su vida o a veces durante muchos años, y algunos hasta hoy. En más de medio siglo de apostolado ha querido el Señor que, en mayor o menor grado, hayan sido numerosos los «hijos míos» en Cristo. Unos están casados, otros célibes como sacerdotes y religiosas. Con unos apenas he podido prolongar el trato por causas diversas, otros han seguido relacionados conmigo de modo permanente. Todos son «hijos» míos. De un modo especial lo son aquellos que siguieron una vocación sacerdotal o religiosa; y aquellos que con mi pobre ayuda se unieron en matrimonio, y que quizá incluso se unieron en el sacramento con mi bendición sacerdotal. Todos son «hijos»… Ante el Señor, en la Misa y en la oración especialmente, a todos los llevo siempre en el corazón, con zapatos y todo.

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7.08.16

(388) Santa Catalina de Siena y el amor que Dios nos tiene

Maíno- Sta. Catalina de Siena

La Santa Madre Iglesia, en la Liturgia de las Horas, nos da para cada día en el Oficio de Lectura una maravillosa antología de textos espirituales de todas las épocas. Hoy, domingo XIX del Tiempo Ordinario, la lectura es de Santa Catalina de Siena (1347-1380).

Caterina Benincasa, penúltima de 25 hermanos, terciaria dominica, vivió siempre en su casa familiar, que era al mismo tiempo un gran taller de tintes de pieles. Una de las más altas contemplativas de la historia de la Iglesia, estigmatizada, analfabeta, es sin embargo autora del Diálogo sobre la divina providencia, recitado por ella en su mayor parte estando en éxtasis y escrito diligentemente por algunos incaterinati –hijos suyos espirituales– hábiles en estenografía. Del Diálogo (cp. 4,13) es el texto que sigue.

 

[El amor de Dios providente por sus criaturas]

«Dulce Señor mío, vuelve generosamente tus ojos misericordiosos hacia este tu pueblo, al mismo tiempo que hacia el cuerpo místico de tu Iglesia; porque será mucho mayor tu gloria si te apiadas de la inmensa multitud de tus criaturas, que si sólo te compadeces de mí, miserable, que tanto ofendí a tu Majestad. Y ¿cómo iba yo a poder consolarme, viéndome disfrutar de la vida al mismo tiempo que tu pueblo se hallaba sumido en la muerte, y contemplando en tu amable Esposa las tinieblas de los pecados, provocadas precisamente por mis defectos y los de tus restantes criaturas?

«Quiero, por tanto, y te pido como gracia singular, que la inestimable caridad que te impulsó a crear al hombre a tu imagen y semejanza no se vuelva atrás ante esto. ¿Qué cosa, o quién, te ruego, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella. Pero reconozco abiertamente que a causa de la culpa del pecado perdió con toda justicia la dignidad en que la habías puesto.

«A pesar de lo cual, impulsado por este mismo amor, y con el deseo de reconciliarte de nuevo por gracia al género humano, nos entregaste la palabra de tu Hijo unigénito. Él fue efectivamente el mediador y reconciliador entre nosotros y tú, y nuestra justificación, al castigar y cargar sobre sí todas nuestras injusticias e iniquidades. El lo hizo en virtud de la obediencia que tú, Padre eterno, le impusiste, al decretar que asumiese nuestra humanidad. ¡Inmenso abismo de caridad! ¿Puede haber un corazón tan duro que pueda mantenerse entero y no partirse al contemplar el descenso de la infinita sublimidad hasta lo más hondo de la vileza, como es la de la condición humana?

«Nosotros somos tu imagen, y tú eres la nuestra, gracias a la unión que realizaste en el hombre, al ocultar tu eterna deidad bajo la miserable nube e infecta masa de la carne de Adán. Y esto, ¿por qué? No por otra causa que por tu inefable amor. Por este inmenso amor es por el que suplico humildemente a tu Majestad, con todas las fuerzas de mi alma, que te apiades con toda tu generosidad de tus miserables criaturas».

* * *

Analfabeta y Doctora de la Iglesia… Estas cosas sólo ocurren en la Iglesia Católica, en la que el Señor del cielo y de la tierra oculta su sabiduría a los sabios orgullosos y la revela a los humildes pequeños (Lc 10,21).

Conocemos muy bien la vida de Catalina porque su director espiritual, el Beato Raimundo de Capua (+1399) la escribió con sumo cuidado y precisión, como testigo de su vida exterior y conocedor perfecto de su vida interior (Santa Catalina de Siena, Ed. Hormiga de Oro, Barcelona 1993, 317 pgs.). Y también la conocemos a través de innumerables cartas suyas, en las que da altísima doctrina espiritual a personas muy diversas: frailes y monjas, madres y padres de familia, soldados, poetas, comerciantes, como también a Obispos, Cardenales, príncipes civiles o eclesiásticos (Epistolario de Santa Catalina de Siena, Ed. San Esteban, Salamanca 1982, vols. I y II, 1332 pgs.).

Analfabeta y Doctora de la Iglesia… Precisemos: analfabeta hasta pocos antes de morir, porque el Señor mismo le enseñó a escribir. Ella lo cuenta en una larga Carta a Fray Raimundo de Capua, de la Orden de Predicadores (Cta. 272: 10-11 octubre 1377). Siempre había escrito por algún un amanuense amigo.

«Esta carta la he escrito de mi mano en la localidad de la Rocca [de los Salimbeni] entre muchos suspiros y lágrimas, mientras el ojo, viendo no veía. Yo estaba admirada de mí misma y de la bondad de Dios al considerar su misericordia y providencia con las criaturas racionales. Ésta se volcaba sobre mí, ya que para consuelo me había dado y otorgado la facultad de escribir, estando privada de tal consuelo, pues yo no sabía [hacerlo] por mi ignorancia... Así durmiendo, comencé a aprender. Perdonadme el escribir demasiado, porque las manos y la lengua se hallan de acuerdo con el corazón. Jesús dulce, Jesús amor».

Estas cosas sólo ocurren en la Iglesia Católica.

José María Iraburu, sacerdote

Post post.–En la portada de InfoCatólica, en el recuadro Conferencias de espiritualidad que hay en la columna derecha, pinchando en Liturgia de las Horas, se accede a todos los textos del Oficio de lectura.

Índice de Reforma o apostasía

 

 

 

 

 

 

 

2.08.16