–Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
–Amén. Le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Son no pocos y grandiosos los salmos reales (p. ej. 2, 32, 46, 74, 92, 95, 96, 97, 98). Y todos son como vestidos sagrados hechos justamente a la medida de Cristo, siglos antes de su venida. Celebremos, pues, la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo, ayudándonos con el salmo 95, Cantad al Señor un cántico nuevo, breve y grandioso. Seguiremos el Sermón que sobre ese Salmo hizo San Agustín, y que fue guardado como palabra viva gracias a la taquigrafía. Eso explica su carácter coloquial, ciertas repeticiones, etc. que no se dan en sus obras escritas.
La traducción del comentario agustiniano al salmo 95 la he tomado del P. Miguel Fuertes Lanero, OSA, que sitúa el texto en Cartago (412 o bien 407). Y para facilitar su lectura, me permito omitir algunos fragmentos, subrayar en ocasiones el texto, subtitularlo y dividirlo a veces con punto-y-aparte, que el P. Fuertes no usa por fidelidad al original latino.
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