–Reconózcame, si es tan amable, que «querer es poder».
–No puedo. Soy católico. No soy pelagiano, con perdón.
* * *
Las tres potencias del alma son la razón-entendimiento, la memoria y la voluntad. Las tres potencias, las tres facultades, los tres hábitos operativos propios del hombre. Ya traté de la ascesis de la memoria; estudio ahora la ascesis de la voluntad. Y sigo en mi exposición especialmente a San Juan de la Cruz, doctor de la Iglesia.
–La voluntad del hombre está cautiva
La voluntad del hombre carnal está gravemente enferma; lo suyo es el amor y la libertad. Es la voluntad la que ama, sea acompañada del sentimiento o incluso con el sentimiento ausente o contrario. Es la voluntad la que quiere libremente; no está predeterminada; ha de seguir al entendimiento, que le muestra la acción concreta como buena o como mala, pero puede degradarse cuando sigue a un sentimiento contrario a la razón; puede querer el bien con mérito, o el mal con culpa. Por eso dice San Juan de la Cruz, vinculando las tres facultades del hombre con las tres virtudes teologales:
«no hubiéramos hecho nada en purificar el entendimiento para fundarle en la virtud de la fe, y a la memoria en la de la esperanza, si no purificásemos la voluntad acerca de la tercera virtud, que es la caridad» (3Subida 16,1).
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