12.10.09

(33) Cardenal Pie, obispo de Poitiers –I lúcido y valiente

–Perdone, pero ¿este escrito suyo no es un plagio del libro del P. Sáenz?
–Bueno, en realidad toma por base el libro del P. Alfredo Sáenz, S. J., El Cardenal Pie, lucidez y coraje al servicio de la verdad (Ed. Nihuil - Ed. Gladius, Buenos Aires 1987; hay nueva edición en Gladius 2007, 538 ps.). Pero tanto como un plagio no es. El P. Sáenz es buen amigo mío y me lo consiente con todo gusto. En la Fundación GRATIS DATE le hemos publicado tres preciosas obras suyas (Catálogo F.GD). Él a su vez escribió su libro tomando como base la obra de Mons. Baunard, Histoire du Cardinal Pie, Ed. H. Oudin, 18862, vols. I-II; y la de Jean Creté, Vie du cardinal Pie, 1980. Unos y otros citan los textos de Oeuvres de Monseigneur l’évêque de Poitiers, Paris-Poitiers, Ouidin 1886-1879, vols. I-IX.

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5.10.09

(32) San Juan de Ávila – Obispos y sacerdotes

–¿Ya nos costó canonizar al Beato Juan de Ávila, eh?
–Mucho. Fue beatificado en 1894 y canonizado en 1970. Es que era del clero diocesano.

La reforma de la Iglesia es en el renacimiento un clamor general, que viene ya de los últimos siglos medievales. Reforma Ecclesiæ in capite et in membris: es necesaria una reforma que afecte a todos los miembros del Cuerpo místico de Cristo, desde el Papa y la Curia romana, hasta los Obispos y sacerdotes, los religiosos y los laicos. Y ese clamor se acrecienta a comienzos del XVI, como puede verse, por ejemplo, en el tratado de Juan Gerson, De signis ruinæ Ecclesiæ, publicado en París en 1521 (Sermo de tribulationibus ex defectuoso ecclesiasticorum regimine adhuc ecclesiæ proventuris et de signis earumdem; Acerca de las tribulaciones que todavía más han de sobrevenir por las deficiencias del régimen eclesiástico, y acerca de sus signos).

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30.09.09

(31) San Ignacio de Loyola –y II. adversus hæreses

–Muy ignaciano le veo. ¿No será usted jesuita?
–No, soy sacerdote diocesano, cura corriente. Pero hay que saber admirar todo lo admirable, dando gracias a Dios, el verdaderamente Admirable.

Roma estaba muy mal en tiempos de San Ignacio. Siete Papas residieron en Aviñón en el siglo XIV, y dos antiPapas. En ese tiempo de Aviñón, y posteriormente en Roma, la Sede Apostólica se había visto afectada por frecuentes intrigas, ambiciones, nepotismos, cohechos, al mismo tiempo que en ella se negociaban innumerables nombramientos y dispensas, y se toleraban el absentismo de Obispos, la acumulación de cargos o más bien de rentas, la sustitución en beneficios… El padre Domingo de Soto (1494-1570), profesor dominico de teología en Salamanca y confesor de Carlos I, calificaba la situación de la Iglesia como subversio ordinis.

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26.09.09

(30) San Ignacio de Loyola – I. militia Christi

–¿Qué, ya se cansó de titular estos posts con “el lenguaje de"?
–Así es. Pero sigo en las mismas, mostrando en algunos hombres de Dios ejemplos de lucidez y valentía para dar el testimonio de la verdad al mundo de su tiempo.

Entregados a la guía del Espíritu Santo. En el siglo XVI, bajo la acción de Dios, uno de los principales protagonistas de la Reforma de la Iglesia fue San Ignacio de Loyola (1491-1556). Su conversión maravillosa se produjo en 1521, poco después de que Martín Lutero en 1517 fijara sus 95 tesis protestantes en la puerta de la Schlosskirche, iglesia del Palacio, en Wittemberg. Ya se ve que el Señor suscita a Ignacio de Loyola y a su Compañía de Jesús con la grandiosa misión de ser defensores y difusores de la fe católica en un tiempo gravemente amenazado por la herejía y el cisma.

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18.09.09

(29) Lenguaje de San Juan Crisóstomo – desertores

–¿Y el buen Crisóstomo no se excedía un poquito en las cosas tan duras que decía a veces?
–No creo que se excediera más que Cristo –raza de víboras, hijos del diablo– o que San Pablo, hablando contra los que exigían la circuncisión: «¡ojalá se castraran del todo los que os inquietan!» (Gal 5,12).

¡Tantas secularizaciones en los últimos decenios!… de sacerdotes, religiosos, religiosas. En Estados Unidos, el número de las religiosas se redujo a la mitad en 25 años (1966-181.000, 1993-92.000). Por supuesto que en esos datos se incluyen fallecimientos y falta de vocaciones nuevas; pero, ciertamente, hubo un muy elevado número de secularizaciones. Un fenómeno tan amplio, grave y extendido por la Iglesia en Occidente no puede explicarse simplemente por un debilitamiento moral, sino que antes y más ha de atribuirse a una debilitación de la fe en la Palabra divina: «lo dones y la vocación de Dios son irrevocables» (Rm 11,29).

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