(190) De Cristo o del mundo -XXXII. Fin de la Cristiandad. 5 -San Juan de la Cruz
–A mí los escritos de San Juan de la Cruz me producen vértigos.
–Pruebe a tomar biodramina antes de leerlos.
San Juan de la Cruz (1542-1591), a diferencia de Santa Teresa –que, en larga lucha, hubo de vencer al mundo primero en sí misma y después en las comunidades carmelitas que reforma o funda–, crece espiritualmente en un medio religioso reformado, ya libre del mundo; es decir, entre frailes y religiosas del nuevo Carmelo. Y a ellos, principalmente, dirige también sus escritos. Esta circunstancia, y quizá también una mayor abstracción teórica en su doctrina, explica que San Juan de la Cruz insista menos que Santa Teresa en la liberación del mundo exterior, y que su tratamiento del tema mundo sea normalmente en una clave mucho más interna. Veámoslo por partes.
–Por la plena renuncia, al pleno amor. Todas las páginas de San Juan de la Cruz son una glosa continua de las palabras de Cristo: «Si quieres ser perfecto, déjalo todo, renuncia a todo, niégate a ti mismo, toma tu cruz, y sígueme»…. Nadie quizá como él ha hecho una exégesis ascética tan profunda de esa doctrina evangélica. Nadie ha insistido con tal clarividencia en la necesidad de renunciarlo todo para poder seguir en todo a Cristo, configurándose a él plenamente en gustos y entendimientos, memorias y voluntades.
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