–Los males del mundo… Un tema triste.
–Es un tema alegre. Cristo Salvador lo vence todo: el pecado y la muerte, el dolor y el sufrimiento, y nos comunica su victoria. Es el Evangelio, la Buena Noticia.
Reforma o apostasía pretende, entre otras cosas, señalar aquellas verdades de la fe que están oscurecidas, olvidadas o negadas, para confirmarlas en Cristo, luz del mundo, de modo que iluminen y alegren nuestra vida, dándonos respuestas, concretamente, sobre el misterio del mal, que tantas veces hoy escandaliza y entristece. Escribo estos artículos poco después de las grandes catástrofes sufridas en Haití y en el Japón.
–Grandes males afligen al hombre, y le dan mucho que sufrir y que pensar. Enfermedades terribles, pobrezas y hambre, soledad e injusticias, guerras y exilios, el paro laboral… Males enormes que surgen bruscamente: pestes devastadoras, como la que a partir de 1348 hizo morir a un tercio de la población de Europa. La Bestia comunista, que mata cien millones de hombres en el siglo XX. La II Guerra Mundial, bombardeos como los de Hamburgo, Hirosima, Nagasaki. Guerras civiles. El terror rojo en Camboya, terremotos, sida, epidemias… A veces son males enormes que pasan, como un huracán, un terremoto, una epidemia, un tsunami arrasador. Pero otras veces son males enormes que perduran, y que, en cierto modo, vienen a ser asimilados socialmente, como los millones de abortos, la pobreza angustiosa de gran parte de la humanidad, las drogas, los crímenes y delitos… «Así ha sido siempre». Es un misterio.
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