InfoCatólica / Reforma o apostasía / Categoría: Sin categorías

3.09.09

(26) Lenguaje de San Pablo

–Una pregunta. Cuando San Pablo, en su conversión, cayó de su caballo…
–¿Y de dónde saca usted que se cayó del caballo? San Pablo narra en cuatro textos su conversión (Hch 9,1-9; 22,1-10; 26,9-18; 1Cor 15,6-10) y no aparece en ellos ningún caballo.

El Apóstol predica con autoridad divina. San Pablo, como lo declara al inicio de varias de sus cartas, es plenamente consciente de su autoridad evangelizadora: «Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado al apostolado, elegido para predicar el Evangelio de Dios» (Rm 1,1). Sabe bien que su palabra es Palabra divina, la misma que creó el mundo, la única capaz de re-crearlo y salvarlo: es la voz de Cristo, «el que os oye, me oye» (Lc 10,16). Los apóstoles, pues, «somos embajadores de Cristo, es como si Dios os exhortase por medio de nosotros» (2Cor 5,20; «embajador encadenado», por cierto, Ef 6,20). Por eso elogia a los tesalonicenses: «incesantamente damos gracias a Dios porque al oír la palabra de Dios que os predicamos la acogisteis no como palabra de hombre, sino como palabra de Dios, cual es en verdad, y que obra eficazmente en vosotros, que creéis» (1Tes 2,13).

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11.07.09

(13) Misiones y conversiones

–¿Tres sobre el pudor y uno solo sobre misiones y conversiones?…
–Así es. ¿Y qué pasa? En este blog habrá temas principales que trate brevemente, por tener contenidos muy claros, y otros más secundarios que exijan escritos más extensos. Pero usted no se preocupe por eso. Soy yo el que me encargo de resolver la cuestión en cada caso.

La misión de Cristo en el mundo es la conversión de los pecadores. «Por nosotros los hombres, y por nuestra salvación, bajó del cielo y se hizo hombre» (Credo)». Los hombres, pecadores de nacimiento, necesitamos un Salvador divino. El Evangelio, la Buena Noticia más esencial, es que en Belén nos ha nacido «el Salvador» (Lc 2,11); «será su nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21). Tiene Cristo plena conciencia de que su misión es «llamar a conversión a los pecadores» (Lc 5,32). Por eso comienza su predicación llamando al arrepentimiento (Mc 1,15) y consuma su misión salvadora ofreciendo su vida en el sacrificio de la cruz «para el perdón de los pecados» (Mt 26,28). Ascendido al Padre, y por obra del Espíritu Santo, hace nacer la Iglesia, como «sacramento universal de salvación» (Vaticano II, LG 48, AG 1).

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