(22) Verdades de fe silenciadas –I
–¿Y si aquellos que han recibido verdades de la fe y han sido enviados para predicarlas, no las predican, de qué hablan entonces al personal?
–Buena pregunta. Está claro que predicarán mentiras y tonterías vanas, incapaces de salvar al hombre. Pero lo que no está tan claro es que realmente hayan recibido las verdades de la fe. Siga leyendo, y ahora estudiamos el asunto.
Cristo salva a los hombres por la predicación de la verdad. Él ha venido al mundo «para dar testimonio de la verdad» (Jn 18,37). Él quiere «que todos los hombres se salven, y lleguen al conocimiento de la verdad» (1Tim 2,4). Cristo sabe que Él es «la verdad» (Jn 14,6), la luz del mundo, y que quien le sigue «no anda en tinieblas, sino que tendrá luz de vida» (Jn 8,12). Y pide: Padre, «santifícalos en la verdad» (17,17), es decir, santifícalos por obra del Espíritu Santo, que es «el Espíritu de la verdad» (16,13). Sabe Cristo que solo «la verdad nos hará libres» (8,32) del demonio, del mundo y de la carne, es decir, de nosotros mismos. Según todo esto, por tanto, todo silenciamiento de las verdades de la fe que nos salva impide o dificulta la salvación de los hombres. Es algo gravísimo.