InfoCatólica / Reforma o apostasía / Categoría: Espiritualidad católica

29.06.24

(712) Sonrisa, risa y carcajada

 «De los ángeles es la sonrisa, de los hombres la risa, y la carcajada es de los demonios»

Recuerdo, creo recordar, que ésta es una frase de Giovanni Papini (1881-1956), escritor florentino, y uno de los más geniales de su tiempo. Converso al catolicismo en 1921, y apologista del cristianismo muy leído en su tiempo. Hace unos sesenta años leí esa frase, y hoy me da un punto de partida para algunas consideraciones espirituales que tienen más importancia de lo que parecen.

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16.06.24

(711) Variaciones del poder del Demonio. –Edad Moderna, XIX. –El grave aviso de la Virgen en La Salette (ACTUALIZADO)

 

 La Virgen María se apareció en La Salette

En el otoño de 1846 (19-IX), en un pueblecito alpino (La Salette-Fallavaux, Isère, Francia), la Virgen María se apareció a Mélanie Calvat, de 15 años, y a Maximino Giraud, de 11. Estos, casualmente, habían sido encargados de sustituir a un pastor, que estaba enfermo. Comenzaron su trabajo el día 18, llevando como pastores ocho vacas a los pastos de la montaña. Volvieron al monte temprano al día siguiente, y llevaron el ganado a un lugar adecuado. A su hora comieron el pan y el queso que llevaban, y se echaron un rato en la yerba, y se durmieron. Pasado un rato, Melania se despertó sobresaltada y avisó a Maximino: «¡Vamos a ver nuestras vacas, que no sé dónde están». Ascendieron por la ladera y las hallaron, rumiando pacíficamente. Y al descender, a media pendiente, Melania se detuvo asustada, dejando caer su bastón: «Memín, ven a ver, allá, una claridad». Señalaba al fondo del barranco, donde habían comido. Y hacia allá se acercaron con cierto temor…

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7.06.24

(710) Variaciones del poder del Demonio. -Edad Moderna, XVI. -Santa Teresa y San Juan de la Cruz

Si queremos conocer la importancia negativa del Demonio en la historia de la Salvación, en la que estamos viviendo, la conoceremos en los textos del Nuevo Testamento, en los hechos y palabras de Cristo y de los Apóstoles, del Magisterio de la Iglesia, de la Liturgia, así como de los Padres y de los grandes santos y doctores de todos los siglos. Y así podremos apreciar en toda su gravedad el silencio que sobre Satanás se ha producido en la Iglesia de Occidente desde hace algo más de medio siglo.

Ya he tratado del Padre de la Mentira en varios artículos de esta serie. Hoy quiero considerar Las tentaciones del Diablo, según han enseñado sobre ellas dos de los santos más notables en el campo precioso de la Espiritualidad. Los dos son Carmelitas y Doctores de la Iglesia, Santa Teresa de Jesús (1515-1582) y San Juan de la Cruz (1542-1591).

 

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29.05.24

(709) Variaciones del poder del Demonio. -Edad Moderna, XVI. -San Ignacio de Loyola

San Ignacio de Loyola (1491-1556), fundador de la Compañía de Jesús (1534)

  

–En la edad Moderna se desarrolla una lucha cada vez más potente y universal entre la Iglesia Católica y los poderes del Demonio (ss. XVI-XIX). Es un tiempo histórico en el que Satanás y los suyos avanzan notablemente, y van acrecentando su poder en el mundo en más y más regiones y apoderándose de su vida social y cultural. Y en esos mismos siglos, la Iglesia recibe de Cristo luces y fuerzas formidables: en el concilio de Trento, en la reforma o fundación de grandes congregaciones religiosas, en la difusión misionera del Evangelio, inmensa, que reúne y forma para el Reino de Dios muchas naciones de la tierra.

Son tantos los institutos religiosos reformados o fundados en esos siglos que no intentaré citarlos, porque ad impossibilia nemo tenetur. Si le intentara, me dejaría muchos sin citar. Me limitaré, pues, a los Jesuitas, que fueron quizá la mayor fuerza espiritual y misionera de esos siglos.

 

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18.05.24

(708) Variaciones del poder del Demonio. –Edad Moderna, XVI. –Lutero

Lutero es quizá el impulsor principal de la destrucción del cristianismo en Occidente. Pero obedezcamos a Cristo, que nos mandó: «No juzguéis» (Mt 7,1). Su psicopatología fue tan grave, que no es posible discernir en su vida lo que pueda venir de ella o de una indecible soberbia asistida por el Demonio. O de ambas causas.

 «Yo, el doctor Lutero, indigno evangelista de nuestro Señor Jesucristo, os aseguro que ni el Emperador romano […], ni el papa, ni los cardenales, ni los obispos, ni los santurrones, ni los príncipes, ni los caballeros podrán nada contra estos artículos, a pesar del mundo entero y de todos los diablos […] Soy yo quien lo afirmo, yo, el doctor Martín Lutero, hablando en nombre del Espíritu Santo». «No admito que mi doctrina pueda juzgarla nadie, ni aun los ángeles. Quien no escuche mi doctrina no puede salvarse».

Si así nos hablara un teólogo ¿no dudaríamos de su salud mental?

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