(117) Católicos y política –XXII. ¿Qué debemos hacer?. 9
–¿Y cuándo nos va hablar del empeño de los católicos, de algunos al menos, en la acción estrictamente política?
–Ahora mismo inicio el tema. Me sigue usted en este blog como la sombra al cuerpo, y adivina mis próximos pasos.
Partimos de lo que ya dije (95):
«Es muy escaso el influjo actual de los cristianos en la vida política de las naciones de Occidente, todas ellas de antigua filiación cristiana. Son muchos los católicos que ven hoy con perplejidad, con tristeza y a veces con resentimiento hacia la Jerarquía pastoral, cómo la presencia de los laicos en la res publica nunca ha sido tan valorada y exhortada en la enseñanza de la Iglesia como en nuestro tiempo, y nunca ha sido tan mínima e ineficaz como ahora. No pocas naciones actuales de mayoría cristiana, desde hace más de medio siglo, han ido avanzando derechamente hacia los peores extremos del mal, conducidos por una minoría política perversa y eficacísima. Esta minoría, en una y otra cuestión, con la complicidad activa o pasiva de políticos cristianos, ha ido imponiendo siempre sus objetivos y leyes criminales, como si la gran mayoría católica no existiera, y ¡apoyándose principalmente en sus votos! “Además de cornudos, apaleados”… Así ha logrado arrancar las raíces cristianas de muchas naciones, ha ignorado y calumniado su verdadera historia, ha encerrado el pensamiento y la vida moral de esas sociedades en unas mallas férreas cada vez peores y más constrictivas».
¿Cómo puede explicarse la inoperancia casi absoluta de los cristianos de hoy en el mundo de la política y de la cultura? Llevamos más de medio siglo elaborando «la teología de las realidades temporales», hablando de «la mayoría de edad del laicado», de su ineludible «compromiso político», que les ha de empeñar en «impregnar de Evangelio todas las realidades del mundo secular». Vaticano II puro… Y sin embargo, nunca en la historia de la Iglesia, al menos después de Constantino, el Evangelio ha tenido menos influjo que hoy en el pensamiento y las costumbres, el arte y la cultura, en el mundo de las leyes y de las instituciones, de la educación, de la familia y de los medios de comunicación social. ¿Cómo se explica eso?… No se llega a conocer algo si no se conocen sus causas: cognitio rerum per causas.
El gran desfallecimiento actual de la actividad política católica tiene tres causas fundamentales, que en el fondo son una sola:
1.– La amistad con el mundo, pues allí donde la Iglesia evita por principio el enfrentamiento con el mundo moderno, no es posible que se organice ninguna opción política cristiana. «¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemiga de Dios?» (Sant 4,4)… Una acción de los cristianos en el mundo secular, sobre todo si se produce en forma organizada –un gran partido, o aunque sea pequeño, una coalición de asociaciones católicas–, produce inevitablemente una cierta confrontación entre la Iglesia y el mundo. Y esto es lo que los Pastores y fieles mundanizados quieren evitar pasando por lo que sea. Cuando se exige, como norma indiscutible, que la Iglesia se relacione con el mundo moderno en términos de conciliación amistosa; cuando se pretende evitar por encima de todo cualquier confrontación con el mundo –y cualquier modo de persecución, claro–, entonces se hace totalmente imposible la acción política de los cristianos en el mundo. Y mucho menos, como digo, si se realiza en formas organizadas.
2.– El pelagianismo y el semipelagianismo implican una «evitación sistemática del martirio», lo que también paraliza la actividad política de los católicos. Ya describí este proceso (63). Evitan los cristianos el martirio para afirmar al hombre y por horror a la cruz. Piensan que hay que proteger sana y prestigiada ante el mundo «la parte» humana de la Iglesia, para que así pueda co-laborar con «la parte» de Dios en la transformación de la sociedad. En otras palabras: estos cristianos, no queriendo ser mártires, se creen incluso con derecho a no serlo.
En el siglo XX se da una misteriosa paradoja. En él ha habido, con gran diferencia, más mártires cristianos que en todos los siglos precedentes. Pero en la Iglesia de nuestro tiempo, junto a esta muchedumbre de mártires, se ha dado también una multitud de apóstatas en número nunca conocido. La vocación al martirio ha sido rechazada por aquellos cristianos que han preferido aceptar en su frente y en su mano la marca de la Bestia liberal, para poder comprar y vender en el mundo (Ap 13).
Y la vocación martirial ha sido muy particularmente escasa entre los políticos cristianos. No han luchado éstos por la verdad y el bien del pueblo. No se les ven cicatrices, sino prestigio mundano y riqueza. Sin mayores resistencias –pues tienen que «guardar sus vidas» cuidadosamente, para poder así servir al Reino de Cristo en el mundo–, han dejado ir adelante con sus silencios o complicidades políticas perversas. Han tolerado agravios a la Iglesia que no habrían permitido contra una minoría ecologista, islámica, budista o gitana. Se han mostrado incapaces no sólo de guardar en lo posible un orden cristiano, formado durante siglos en naciones de mayoría cristiana, sino que ni siquiera han intentado proteger lo más elemental de un orden natural, destrozado más y más por un poder político malvado. E incluso han obrado también en la misma dirección cuando han tenido una amplia mayoría parlamentaria, pues no querían perderla.
3.– El catolicismo liberal, desligando de Dios y del orden natural la voluntad humana, mundaniza mentes y conductas, y lleva necesariamente a la total esterilidad política. Ignora y desprecia la tradición doctrinal y espiritual católica, asimila las mentiras diabólicas del padre de la mentira, y por eso no tiene nada que dar al mundo secular. Entre estos católicos secularizados no hay ya filósofos ni novelistas, ni tampoco polemistas que entren en liza con las degradaciones mentales y conductuales del mundo actual, por el que sienten admiración y gran respeto. Así las cosas, estos católicos liberales son incapaces de actuar como cristianos en política, en el mundo de la cultura y de la educación, en los medios de comunicación. Son «sal desvirtuada, que no vale sino para tirarla y que la pise la gente» (Mt 5,13). Cuando los católicos más ilustrados, clero y laicos, asimilan el liberalismo y asumen la guía del pueblo, cesa completamente la acción política de los católicos.
Gracias a los católicos liberales, en pueblos de gran mayoría católica ha podido entrar en la vida cívica, sin mayores luchas ni resistencias, y legalizadas por el voto de los católicos, una avalancha de perversiones incontables, contrarias a la ley de Dios y a la ley natural. También el Poder anti-Cristo ha podido gobernar durante muchos decenios a pueblos de indudable mayoría católica, como México o Polonia, sin que los católicos liberales de todo el mundo se rebelaran por ello mínimamente.
La Bestia liberal no ha sido combatida suficientemente desde hace más de medio siglo. Y ésta es causa muy suficiente de que no sea hoy apenas posible la actividad política de los católicos en muchos países. «La tierra entera sigue maravillada a la Bestia», a quien el Dragón infernal le ha dado poder para «hacer la guerra a los santos y vencerlos» (Ap 13,3.7). En esta situación solamente un resto bendito de fieles mártires resiste a la Bestia y no admite su marca ni en la frente ni en la mano: son «los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús» (12,17).
Hubo un tiempo en que el Poder político era un bien; más tarde vino a ser un mal menor; actualmente es el mal peor que actúa en las naciones, y los católicos en modo alguno deben colaborar con él por acción o por omisión. Nada tienen que hacer los cristianos en planteamientos políticos laicos, que, como ya vimos, son de hecho laicistas (106).
Cuando consideramos la actitud pasada de una buena parte de la Iglesia Ortodoxa en el mundo comunista del siglo XX, nos parece lamentable que no resistiera más abiertamente a la Bestia soviética. Pero cuando se considere dentro de unos años la actitud de algunas regiones de la Iglesia Católica frente a la Bestia liberal, parecerá lamentable que ésta no fuera mucho más denunciada y combatida. Dar la mano, la sonrisa y la imagen de concordia a políticos responsables de tantos crímenes –no pocos de ellos se dicentes cristianos–; elogiarlos incluso, p. ej., al terminar su ministerio; establecer con ellos acuerdos, que se declaran «satisfactorios»; no impedir que el voto de los católicos sostenga y haga posible tantas infamias; no promover fuerzas políticas operativas, capaces de combatir a la Bestia, todo eso se verá con pena, lamentación y vergüenza. Y las razones que puedan alegarse en justificación de esa actitud, «salvar la vida de la Iglesia, el mantenimiento de los sacerdotes y de los templos, la vida litúrgica, asistencial, apostólica», etc., no serán admitidas, sino que se estimarán falsas y cobardes.
Es ya necesario y urgente que los votos católicos se unan para procurar el bien común en la vida política. Es absolutamente intolerable que los votos católicos sigan sosteniendo el poder de la Bestia liberal. O dicho de otro modo: es una vergüenza que los católicos no hallen un cauce político en el que participar con su actividad y sus votos. No es admisible que en países de mayoría católica puedan tener representación política los comunistas, los ecologistas, los socialistas, los conservadores liberales, los regionalistas, etc., pero no los católicos, que se ven obligados a abstenerse de votar o a votar partidos malminoristas, que pronto vienen a ser malmayoristas.
–Ningún voto de católicos siga, pues, apoyando a los partidos malminoristas que sostienen la Bestia liberal, la que fomenta el divorcio, el aborto, la eutanasia, la educación laicista, el enriquecimiento cerrado a la ayuda de los países pobres, la fractura de la nación en regiones y partidos contrapuestos, y toda clase de atrocidades y perversidades. Pero para eso hay que crear la posibilidad de que los católicos puedan votar a un partido cristiano o bien a una coalición de partidos y asociaciones políticas cristianas, que se unan con un fin electoral.
–No es bastante en modo alguno que en una Iglesia local se promueva de vez en cuando un Congreso de políticos católicos, incapaces de formar una alternativa políticamente operante; ni basta con que se organicen algunas manifestaciones multitudinarias contra el Gobierno, o que incluso los Obispos publiquen Documentos que condenan gravemente ciertos engendros de la Bestia, pero sin condenarla a ella misma. Una docena de diputados verdaderamente católicos podrían obrar con más eficacia en la vida política de la nación que todos esos Congresos, manifestaciones y documentos episcopales.
–No basta en la situación actual con exhortar a los fieles a que «voten», y a que «voten en conciencia». Es necesario hacer posible una canalización del voto de los católicos, para que el pueblo fiel se empeñe positivamente en la promoción del bien común y en combatir el mal común. Sólo cuando se dé esa posibilidad el ciudadano cristiano se verá libre de la pésima necesidad de votar una y otra vez, durante generaciones, siempre males, sean males menores o mayores. ¿Hasta cuando esta ignominia?
Algunos quieren hacernos creer que la Iglesia, a partir del Vaticano II, veta la unión de los católicos en organizaciones políticas. Eso enseñan falsamente aquellos Pastores y fieles cristianos que no quieren enfrentamientos de la Iglesia con el mundo moderno. Ellos son quienes impiden que los católicos formen asociaciones políticas, sean éstas o no confesionales. Ellos son los que abortan cualquier intento de unión del voto de los católicos apenas concebido. Prefieren con mucho que los católicos apoyen a partidos malminoristas. Ellos son los principales causantes del desfallecimiento postconciliar producido en la acción misionera y en la actividad política (104). Pero esa pasividad cautelosa y derrotista, frente a la prepotencia del mundo anti-Cristo, en modo alguno se deriva de la enseñanza del Concilio Vaticano II.
La Iglesia quiere que los católicos se asocien para actuar en la vida política, porque sabe que nada pueden hacer inmersos en partidos laicos que en realidad son laicistas. El último Concilio, según ya vimos (104), enseñó que es misión principal de los laicos cristianizar la vida social y política:
«El Vaticano II enseñó con especial insistencia en muchos de sus documentos que los laicos están llamados a “evangelizar y saturar de espíritu evangélico el orden temporal, de modo que su actividad en este orden sea claro testimonio de Cristo y sirva para la salvación de los hombres” (AA 2). “Hay que instaurar el orden temporal de tal forma que, salvando íntegramente sus propias leyes, se ajuste a los principios superiores de la vida cristiana” (7). “A la conciencia bien formada del seglar toca lograr que la ley divina quede grabada en la ciudad terrena” (GS 43)». ¿Cómo podrán cumplir, ni de lejos, esa misión si se integran en organizaciones laicas, normalmente laicistas?
El Concilio Vaticano II quiere que «los laicos coordinen sus fuerzas para sanear las estructuras y los ambientes del mundo cuando inciten al pecado, de manera que todas estas cosas sean conformes a las normas de la justicia y más bien favorezcan que obstaculicen la práctica de las virtudes» (LG 36c). ¿Cómo podrán coordinar sus fuerzas los católicos si no es en un movimiento único o, mejor normalmente, en una coalición de asociaciones o de organizaciones de verdadera inspiración cristiana? La Iglesia sabe perfectamente que los laicos jamás podrán cumplir la misión política integrándose en partidos malminoristas, laico-laicistas. Lo sabe bien a priori, y aún más cierta está de ello a posteriori, comprobando la experiencia histórica de los últimos tiempos. Tienen absoluta necesidad de «coordinar sus fuerzas».
Así procedieron los católicos en el siglo XIX y en buena parte del XX, coordinándose en partidos, asociaciones, movimientos, alianzas, círculos políticos, congresos de actividad permanente. Fueron muchos aquellos cauces de la actividad política de los católicos, que, con mayor o menor fuerza y acierto, consiguieron a veces importantes victorias, librando batallas a veces muy fuertes y prolongadas. Los partidos laicistas tenían entonces que contar con el voto católico, porque muchas veces sin él ni siquiera podían gobernar.
Algunas voces en la Iglesia van ya afirmando la necesidad de que los católicos se unan y organicen para la acción política, viendo como algo patente que de otro modo el influjo católico en la vida de las naciones es mínimo, y que los pueblos se hunden más y más en la ruina. Los católicos tenemos derecho a que se oiga nuestra voz en las Cortes. No somos ciudadanos proscritos o de segunda categoría.
Limitando por un momento mi observación a los Obispos de España, recordaré tres intervenciones.
–Mons. Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona, con gran escándalo de la progresía, se refirió en una conferencia dada en León (III-2007) a los pequeños partidos «que quieren ser fieles a la doctrina social de la Iglesia en su totalidad […] Tienen un valor testimonial que puede justificar un voto. No tienen muchas probabilidades de influir de manera efectiva en la vida política, aunque sí podrían llegar a entrar en alianzas importantes […] Sí son dignos de consideración y apoyo». No fueron muchas las voces católicas que se atrevieran a apoyarle en doctrina tan «políticamente incorrecta». Pero tampoco le faltaron apoyos, como el artículo de Luis Fernando Pérez Bustamante Monseñor Sebastián y los hipócritas.
–Mons. José Ignacio Munilla, entonces Obispo de Palencia: «Por desgracia, nos estamos acostumbrando a la teoría del “mal menor”, como única fórmula de hacernos presentes en la vida pública. Sin embargo, lo razonable es que el mal menor sea algo transitorio –nunca definitivo–, y que al mismo tiempo los católicos vayamos dando pasos decididos hacia el bien […] Imagino que no hará falta declarar que no es vocación de los obispos la de conformar alternativas políticas, sino la de limitarse a dar orientaciones morales. Ahora bien ¿no habrá laicos católicos que se sientan llamados a ofrecer una alternativa política conforme al ideal cristiano, de forma que no nos veamos obligados indefinidamente a optar por el mal menor?» (Sobre la «Nota» de los Obispos, 3-II-2008).–Mons. Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba, en entrevista de El día de Córdoba (22-III-2010), a la pregunta de un periodista «ante la realidad política ¿qué es lo que echa en falta?», responde: «Hace falta más presencia de los seglares en la vida pública. Creo que los momentos actuales requieren, más que nunca, de personas valientes, que se lancen a la arena pública y digan bien alto que están ahí dispuestos a desgastarse por el bien común. Ha llegado el momento de que si hay un partido político de inspiración cristiana, católica, que salga a la palestra y que diga, sin miedo, con luz y taquígrafos, que se comprometen a hacer leyes en cristiano y a buscar consensos para defender a los más débiles de nuestra sociedad, sean inmigrantes, recién concebidos, enfermos».
Discrepan de esta orientación otras voces –próximas a extinguirse algunas, no todas–, portadoras todavía de un cierto espíritu postconciliar contrario al Concilio Vaticano II. Lo veremos en el próximo artículo. Ya pudimos comprobar que a) en el campo de la acción política hay notables discrepancias tanto entre los Obispos como entre los fieles, en buena parte porque b) es muy escasa la doctrina política de la Iglesia en el último medio siglo (100, al final). Y es indudable que, en este caso, a) y b) cumplen el principio de la causalidad recíproca: causæ ad invicem sunt causæ. Falta la doctrina porque falta la unanimidad, y ésta falta por falta de doctrina.
José María Iraburu, sacerdote
Índice de Reforma o apostasía
25 comentarios
¿Qué deben hacer ellos en el púlpito y ante el micrófono?
¿Qué hacen en los tribunales eclesiásticos?
POrque si somos malos, en general y en gran medida los católicos de a pié es porque nos falta la guía de los pastores. Y en ocasiones, nos sobra, como cuando dicen que el caso del rey biabortista, bidivorcista, etc, es distinto y puede comulgar
Los católicos liberales de antaño, aunque gravemente inconsecuentes en el ámbito socio-político, aún mantenían el sentido de los dogmas de Fe, al menos aparentemente, mientras que nos encontramos hoy en medio de una desorientación auténticamente diabólica, que impide a muchos de estos sedicentes católicos el uso del simple y llano discurso natural, de modo que ya no saben distinguir la verdad del error aún en lo simplemente natural.
Empecemos el trabajo por casa, procuremos ser verdaderamente católicos; podremos entonces proponer a los demás el proyecto de una sociedad cristiana.
Recuerdo a los cristianos primitivos. Ellos solo se preocupaban del Reino de Dios. Y los paganos decían (no recuerdo que libro hablaba de esto): "Ufffffff, ¡cómo viven! No abortan a sus hijos, son honestos, aman a sus enemigos..."
Describe a los cristianos (un pagano!) como "¡vaya ejemplos!"... Eso es lo que dió tanto "éxito" al cristianismo.
Hoy en día sin embargo un cristiano es lo peor... Pero es nuestra culpa. En 2000 años de Iglesia nos hemos portado francamente mal: hemos robado, hemos abusado, hemos matado, nos hemos corrompido... Vaya, si la Iglesia no fuera de Dios, estaríamos en la cuneta desde el año 600.
Cambiemos y luego ya veremos si podemos cambiar el mundo. Aunque no sé, el mundo no cambiará. En parte no entiendo "por qué tenemos que cambiar el mundo"...
Quizás estemos "contagiados" por el "materialismo"... Porque este mundo es basura. Es horrible. Es pérfido. Los cristianos solo deberíamos poner nuestra Esperanza y Fe en el Mundo Futuro, en el eón que viene. Esa Jerusalén celeste donde reinará Cristo. Este mundo es solo de paso, la actividad política ni nos va ni nos viene. Intentar "hacer este mundo mejor" por medio de la política es imposible.
Nunca ha sido así. Ni siquiera cuando la Iglesia era el alma de todos los gobiernos: se mataba y encarcelaba a inocentes, había corrupción, se explotaba a los pobres, las prostitutas se admitían, se ocultaban los pecados... Da igual que un Gobierno diga: "Viva Dios"... Al final rendirá culto a satanás. ¿O es que consideramos el Gobierno de Franco como el Gobierno de un buen católico? xD Por favor... Ya lo decía Satanás: "Si te arrodillas ante mí te daré todos estos reinos"... No sería una tentación, si no los poseyera no? Y ya dijo Cristo: "Mi Reino no es de este mundo o si no mis partidarios lucharían por mí".
No luchemos por "este mundo", "este Reino"... Luchemos por cumplir la palabra de Dios, por seguir a Cristo en el Amor. Amar, amar y amar. Eso es lo que él nos pide.
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Por cierto, también de acuerdo total con: José María...
No importa la actividad política. Pero si no somos santos gran culpa es por algunos de nuestros obispos...
A San Ambrosio no le tembló la mano en excomulgar a Teodosio después de la matanza de Dalmacia (a paganos!!)... Y no le dejó entrar en la Iglesia hasta que no hiciera penitencia pública.
GRAN EJEMPLO DE LOS SANTOS... Este Rey para mí está excomulgado.
Además si el Rey aprobó las leyes, es:
1. Porque no es un verdadero católico (porque podría haberse plantado).
2. Porque sabía que por ser Rey "se lavaba las manos" como Pilatos.
Todos somos iguales ante Dios. Y ser Rey no te da "inmunidad excomulgatoria".
Un saludo!
Sino que lo excomulgó por haber cometido un cristiano un acto excomulgatorio!! Como es matar a miles de inocentes.
Algunos le pedían: "Es el emperador.. por favor Ambrosio.."...
Pero él se mantuvo!! No porque fuera "superior el poder espiritual sobre el temporal" como muchos interpretan... Simplemente porque es lo que había que hacer.
Y que lástima que después se usase la excomunión en la Edad Media como "política"... Cuando San Ambrosio nos enseñó tan bien qué es la excomunión.
Yo comparto la tesis de que Dios le ha quitado a la Iglesia influencia en el poder político a causa de los grandes pecados de sus hijos, pasados y actuales. Hay muy poca santidad entre los católicos, hay muy poca catolicidad entre los bautizados. En esas condiciones, no se gana nada con una dirigencia "católica", me parece.
También comparto especialmente lo que Ud. señala acerca de la escasa doctrina política que campea en el campo católico. Es inadmisible la ignorancia de algunos puntos fundamentales, y vaya un ejemplo : la gran mayoría de católicos cree que en el actual régimen político dominante, el que gobierna es el "soberano", ¡el pueblo!. No, no es así, a los gobiernos los ejercie siempre una minoría, caso contrario hay caos. Todos los gobiernos, desde el familiar, el empresarial, el eclesial y hasta el mundial. Pero no, hemos comprado por tres chirolas lo que el sistema nos inculca desde la más tierna infancia, y no faltan quienes recitan muy orondos aquéllo del "gobierno del pueblo, para el pueblo", etc., etc. Igual o peor confusión existe acerca del término "libertad".
Creo que si no levantamos un poco el nivel de santidad, y luego el discernimiento de los sofismas políticos al uso, Dios nos va a seguir negando la posibilidad de administrar nuestras comunidades.
Al fin y al cabo este es uno de los campos de acción que más sacrificio y exposición personal conlleva hoy en día, sino el que más. Por eso, por el ambiente dominante y, por supuesto, las causas que expone desde dentro de la Iglesia y de los fieles nos va como nos va.
Pero ¿cómo se ha llegado a que esas causas sean tan predominantes? Creo que los responsables durante el régimen anterior y la transición a este de la evangelización, la formación en la doctrina y la acción pastoral en la Iglesia, de la liturgia... tendrán que dar cuentas de graves fallos y falta de verdadera fe y santidad. Esto naturalmente incluye a la Jerarquía.
Pero quizá le falta definirse algo, sin ponerlo en boca de otros obispos, por la condena del recurso siempre al mal menor. Critica el "malminorismo" pero parece que justificara su práctica con el hecho de estar "obligados" a practicarlo. Cuando usted y estimo que ya todos los sacerdotes y obispos saben que existen partidos minoritarios que al menos nos permiten escapar del "mal menor".
¿Sabe por que la doctrina de los documentos de la Iglesia en este aspecto no son los adecuados al momento actual? Porque no se quiere. Por miedo al "que dirán" o al "que harán", a perder influencia o poder, al conflicto, a quedar mal con tantos "próximos", porque hay bastantes obispos que en realidad no están de acuerdo con lo que usted dice y votarían indefinidamente por el "mal menor" aunque practicamente ya no tenga asomo de bien. Vaya usted a saber lo que predomina. Pero el caso es que se hacen unos documentos que no mencionan para nada la existencia de estos partidos que nos permiten votar en conciencia y salen unos documentos ya repetitivos y consabidos que pareciera dieran (por omisión) permiso siempre para votar el susodicho "mal menor con posibilidades".
Si desde la Iglesia se actuara de otra manera (he sido testigo de que no sólo no se apoya sino que se intenta dificultar a estos partidos que defienden principios cristianos) estoy seguro que otro gallo nos cantaría. También se podrían superar las divisiones tontas y cainitas que entre estos partidos se dan, y que son la otra gran causa de su nula influencia en las urnas. Eso refleja bien el desgraciadamente común aspecto personalista y cainita entre los españoles, incluso devotos católicos. Pero que podría ser superado también si desde dentro de la Iglesia se apostara decididamente por dar la espalda a los partidos que forman parte del "sistema impuesto" y apoyar a otros que surgen como reacción a estos partidos que para nada nos pueden conformar a quiénes simplementen desean que se respete la primacía de la ley natural y los valores eternos e inmutables que de ella se desprenden.
Por tanto : muy mal los políticos "católicos" que nos han representado estos últimos años, pero también muy mal la Iglesia en este aspecto y bastante mediocres hasta ahora los partidos minoritarios de inspiración cristiana que intentan abrir una brecha. Pero que hubieran merecido muchísimo más apoyo de la Jerarquía y los fieles católicos practicantes.
Dejémonos ya de ambigüedades y tibiezas o no cambiará nada. Y, por supuesto, tendremos que dar mucha cuenta de ellas al Juez Supremo.
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JMI.- Mi combate contra el malminorismo puede verlo en (100).
Al señalar responsables de la mala situación etc. hay que señalar a los Obispos, a los sacerdotes, a los religiosos, a los laicos (ricos, pobres, cultos, iletrados, sanos, enfermos, practicantes, no-practicantes), a los profesores de teología, a los abuelos, padres, maestros, párrocos, catequistas, escritores y políticos, etc. también a los ferroviarios católicos jubilados y a los monaguillos, traviesos como ellos solos. ¡A todos! Sin concentrar jamás la culpabilización en la Jerarquía apostólica de la Iglesia.
Además apunto, lo divertido que resulta ver al católico del PP criticar al católico que voto al PSOE....ME DA ASCO. No, no merecemos librarnos del actual gobierno.
Si en este momento histórico, la bestia liberal, pareciera que va a dar a luz a el anticristo, que son momentos de pleble santa, por qué insistir en la politica, no será mejor la vida santa????
Lo único que pienso, es que para que los católicos lleguemos a tener un mismo pensamiento y hagamos peso en las decisiones de una nación y siempre busquemos el bien común y no el propio, nuestra cabeza en la tierra que es el PAPA, debería ser infinitamente obedecido. Falta la doctrina porque falta la unanimidad, y ésta falta por falta de doctrina. Por dónde empezar entonces?? En mi país en cuestiones de politica, ni siquiera se piensa en ser católico, cosa que en España parece que importa...y las injusticias son impresionantes, los mismos que se dicen católicos no conocen la doctrina, van a misa pero nada que ver con el Papa, sinembargo son piadosos y "buena" gente.
En definitiva, el hombre llegará en esta tierra a gobernar según Cristo, antes de que El vuelva? ó cómo he de entender esto?
Saludo en JESUS Y MARIA AUXILIADORA.
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JMI.- Por supuesto que lo más importante es alcanzar la santidad. Pero en los laicos, al menos en algunos más especialmente vocacionados por Dios para ello, hay un deber de colaborar con Dios para que las leyes divinas y naturales se apliquen más y mejor en la ciudad terrena. He dado un montón de citas de la doctrina de la Iglesia, y del Vaticano II concretamente, que así lo enseñan. No es, por tanto, una cuestión discutible.
Tampoco es de apreciación prudencial, estimando (sin fundamento real para ello, porque no quiso el Maestro revelarnos el día y la hora) que ya que "Cristo está próximo a llegar", mejor será no empeñarse en la actividad política y dejarla toda bajo el influjo del Diablo, el enemigo de la humanidad. Ni hablar.
Nuevamente gracias Padre, ya me va quedando más claro.
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JMI.- Nosotros sabemos que Dios quiere que co-laboremos con él (oración y trabajo, trabajo político también) para que venga más su Reino sobre el mundo. Pero no sabemos en qué grado, cuándo, cómo querrá su Providencia, y si lo querrá, implantar con la sangre de sus mártires el Reino. Que en la Parusía lo establecerá plenamente, eso es lo único que sabemos. Mientra tanto, estamos a lo que Él quiera.
Gracias Padre y cada vez voy entendiendo más sobre la Providencia...¡que Grande!
Después de una larga temporada estudiando sus escritos, me animo a escribirle, para preguntarle: ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo hacer? Ciertamente, o nos reformamos en la reforma, o caeremos en la apostasía.
Y esto es precisamente lo que nos viene diciendo Benedicto XVI, ya desde cuando era conocido como Ratzinger. O lo que nos decía Msgr. Klaus Gamber. O lo que nos han dicho tantos sabios católicos recientemente.
El caso es que yo no soy sacerdote; ni lo puedo ser. Y los que son sacerdotes o están muertos de miedo por el que dirán, o están en camino de apostatar, o ya han apostatado. Los que ya han apostatado, confunden a sus congregaciones, convirtiéndose literalmente en ciegos que guían a ciegos; porque quien peca contra la Fé está condenado a perderla; y una vez pérdida... ¡a ver como la recuperan!, pues ni siquiera se darán cuenta que están ciegos espiritualmente.
Y por lo tanto lo que yo o VD. les puedan decir ni lo podrán comprender. No tendrán ni idea de lo que les estamos hablando.
Aquellos que no han pérdido la Fé, en su gran mayoría, tampoco son conscientes de la situación actual.
Recientemente, salto la noticia de que 53,000 católicos abandonaron a la Iglesia Católica en Austria, únicamente el año pasado. En España no tenemos ni idea de las cifras. Ciertamente 53,000 no son un gran número dependiendo de la lente con la que se mire. En una manifestación no son nada a día de hoy.
Ahora bien: 53,000 católicos en España que reclamasen la Liturgia por la Forma Extraordinaria sería una autentica contra-revolución. A 100 personas (siendo generosos) por misa, y únicamente los días de precepto, esto supondría 530 misas por la Forma Extraordinaría en todo el territorio nacional. Esto supondría también, 530 pastores comprometidos con sus rebaños. Esto sería la sal de la tierra; la levadura que hace levantar a la masa. Salvando a la Liturgia salvamos al Mundo.
Pero... ¿cuantas misas "tradicionales" se celebran en España? No llegamos a las 20. ¿Por qué le digo esto? Pues porque con todos mis respetos, me parece fabuloso que Vd. nos hable de "derechos" para organizar instituciones politicas católicas.
Sin embargo: Si en España no existen 53,000 católicos comprometidos con la Liturgia a la que Su Santidad nos EXHORTA ENCARECIDAMENTE, ni por el forro y ni mucho menos 530 sacerdotes ¿quien se va a comprometer con un partido de corte católico de "verdad"?
Fíjese bien, que yo tengo 36 años y no 72. Sé perfectamemente de lo que Vd. me está hablando y tambien sé que Vd. sabe de lo que yo le hablo.
Este blog es punta de lanza del catolicismo de España. La teoría medianamente la sé. Ahora me queda la acción. Le repito de nuevo las preguntas:
-§- ¿Qué debo hacer?
-§- ¿Qué puedo hacer?
TVENSJC
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JMI.- No puedo responderle, obviamente, a sus dos últimas preguntas. No sé yo en modo alguno que es lo que Ud. puede y debe hacer.
Respecto a lo que dice de que "53,000 católicos en España que reclamasen la Liturgia por la Forma Extraordinaria sería una autentica contra-revolución. //////////////. Salvando a la Liturgia salvamos al Mundo". La Liturgia de la Iglesia, la Misa concretamente, no está necesitada de ser "salvada". Lo que sí necesita es ser celebrada dignamente, como la Iglesia lo manda, sea en forma ordinaria o en forma extraordinaria.
Cordial saludo y feliz y santa Navidad.
Hace unos minutos, de camino de la oficina, venía escuchando Onda Cero y he oído la historia del profesor, el jamón serrano y el niño musulmán.
Aparte de una primera reflexión sobre la necesidad de la ley de libertad religiosa, me he acordado de aquella frase católica que dice que "sin Dios, todo es posible". Para ser más humildes, todo es posible sin Dios y también con Dios. Basta que se crea que cualquier atrocidad la ordena Dios para que con Dios, la atrocidad sea posible.
Así lo acredita la historia de la ICAR y la historia y el presente del Islam.
¿Por qué la ICAR ya no incurre en todas las barbaridades medievales y en todas las prohibiciones decimonónicas? ¿Por qué el presente del catolicismo es diferente al presente del Islam?
¿Por qué la ICAR es capaz, hoy, más o menos, de convivir dignamente y el Islam no?
El cristianismo hubiera podido tomar ejemplo de sus evangelios. Recuerdo una escena en la que Jesús y sus discípulos son rechazados en una aldea, Juan le propone a Jesús hacer bajar fuego del cielo y Jesús le reprende.
Sin embargo, la ICAR cayó en todo lo que hoy sigue cayendo el Islam: intolerancia hasta el extremo, vulneración sistemática de los derechos humanos, incluso no reconocimiento de los mismos, violencia, imposición, etc.
En la evolución de la ICAR y del catolicismo desde el mal hacia el bien (lo que no siginifica que hoy la ICAR sea perfecta, ni muchísimo menos, ninguna obra humana lo es), desde el integrismo a la convivencia (aunque tenga ramalazos de imposición), desde la violencia hacia la capacidad de comportarse dignamente en sociedad... el liberalismo ha jugado un papel determinante.
Si el mundo occidental no hubiera alumbrado el liberalismo, el catolicismo se comportaría, hoy, como el islamismo. El catolicismo pudo tomar ejemplo de Jesús, pero, en la práctica, se ha civilizado por el progresivo triunfo (tampoco total) de las ideas liberales.
Si fuera psiquiatra quizás encontraría algún complejo que explique por qué debiendo tanto el catolicismo al liberalismo, un católico califique de "Bestia" a las ideas liberales (lo que no significa que un sistema liberal sea perfecto, porque nada humano lo es)
Si las ideas liberales un día se imponen en los países musulmanes y el Islam aprende a convivir (aunque con ramalazos) en libertad, como ha aprendido (aún contra su voluntad y con ramalazos) el catolicismo, el Islam también deberá mucho al liberalismo.
Saludos y feliz Navidad.
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JMI.- Tiene Ud. mal entendida la historia. Todo lo que hay de verdad en el liberalismo viene del Evangelio y de la santa Iglesia Católica Apostólica y Romana. Y todo lo que en el liberalismo hay de malo viene de los filósofos del XVIII y XIX que alumbraron la Ilustración y el Liberalismo. El mundo greco-romano tenía una muy débil idea de la libertad humana, en el sentido fuerte del término; estaba mucho más cautivo en la idea de la necesidad inexorable. Y el mundo asiático budista, hindú, nunca ha tenido ni idea de la libertad. El conocimiento de la libertad, aunque es cognoscible por la razón, viene de la Revelación divina judía y cristiana.
No es la Iglesia lo que está en deuda con el liberalismo, sino que todo lo bueno que tiene el liberalismo se lo debe al Evangelio, a la Iglesia de Cristo.
Sobre el liberalismo -su génesis, su esencia, sus errores, su terribles consecuencias histórico-concretas, la doctrina de la Iglesia sobre él- he escrito un buen número de posts en este blog (33-38, 97-98, 102-104). En todos ellos se demuestra que la Bestia liberal es una Bestia y que obra de un modo bestial, el modo suyo propio.
Soy consciente de que mi pregunta no corresponde a lo tratado en este artículo, pero me gustaría saber cual es su parecer ante el artículo aparecido en otra web de temario religioso:
http://blogs.periodistadigital.com/religion.php/2010/12/21/p285714#more285714
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JMI.- Una vez más, Religión Digital, y su director, José Manuel Vidal hacen el ridículo más espantoso. Lo que el Eminentísimo y Reverendísimo Sr. Cardenal Ravasi dice en unas pocas líneas del "Jesús" de Pagola vale muchísimo menos que el dictamen reprobatorio de la Comisión Doctrinal de la Fe sobre el libro, en un documentado texto, con la aprobación de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española.
José Manuel Vidal envía a un retiro monástico a Mons. Demetrio Fernández, al Secretario de la Comisión Doctrinal de la Fe, Dn. José Rico Pavés y a unos cuantos más. Nunca viene mal unos días de retiro. Pero me parece que más lo necesita y lo va a necesitar el propio Vidal. Sería deseable que en ese retiro le acompañase como director espiritual el Sr. Card. Ravasi, y que le diera unos puntos de meditación.
Y hay más: "permanezca atento a la pantalla", porque quién sabe si de Roma van a decir algo del tema.
¡Y habla Ud. de Bestias! Ha sido la derrota externa y no la convicción interna lo que ha civilizado a la ICAR.
A partir de ahí, es cierto que dentro de la ICAR hay, más o menos desde el siglo XIX y fundamentalmente en el siglo XX, dos almas: un catolicismo liberal que se enorgullece de esta evolución, la asume, la hace propia, la agradece, la entiende cristianamente superior a lo que han sido siglos y siglos de represión y, siendo consecuentes, pretende continuarla y culminarla; y un catolicismo tradicionalista que encarna una Iglesia vencida pero no convencida, que siente nostalgia del poder perdido, cuando tenía vía libre para atacar los derechos y libertades de los no católicos y usaba este poder para preservar su preeminencia. Un catolicismo, en definiiva, cuya capacidad de convivencia sólo deriva de la falta de poder.
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JMI.- Bueno, Iker nos da una visión resumida de lo que piensan de la Iglesia Católica y de su historia los que (bastantes, no todos los que) no creen en ella. Es un enorme error y una gran pena. Pero así es.
Y desde luego ese nutridísmo grupo de laicos, sacerdotes, monjas, y cargos eclesiásticos en plena comunión con la Iglesia y sus verdades fundamentales, respetan a aqueillos que desde posturas tradicionalistas y de reacción tengan una visión diferente, pero desde luego no comparten que, encima, pretendan decir que todo aquel que no comulgue con su visión ideologizada de la Iglesia, no cree en la Iglesia. Los tradicionalistas no tienen el monopolio de la Iglesia y no pueden tratar a los que no compartan su estrecha visión como enemigos de la Iglesia o como ajenos a la Iglesia. (Recomendable la parábola del buen samaritano).
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JMI.- Perdone, pero lo de "nutridísimo grupo de" etc. no me impresiona nada. Un nutridísimo número de bautizados no participa en la Eucaristía dominical. Una cantidad innumerable de matrimonios católicos profana habitualmente la santidad del matrimonio separando con anticonceptivos el amor unitivo y la posible apertura a la vida, que han de ir un, idos en el acto conyugal. En el discernimiento de la verdad el númeroen realidad, cuenta muy poco. Antes le cité a Iker un buen número de posts míos en los que, apoyándome en la doctrina de la Iglesia y en la experiencia histórica, combato el liberalismo con muchos argumentos. Eso es lo que vale. Que seamos más o menos en número los que así pensamos no afecta a la verdad de lo expuesto.
Supongo que debe ser alguna manía protestante.
Desde luego que las responsabilidades de la situación actual deben repartirse y no soy yo quién para ello.
Pero desde luego el escándalo que me ha causado una parte de la Jerarquía al menos en el tema de la acción política es bastante considerable. Y creo que por su papel han sido importantes en la casi nulidad de política católica que existe en España. Ningún otro tema es comparable ahí, en casi todos me puedo sentir bien guiado por los Obispos y escucharles con cariño. Pero la ambigüedad y/o omisión de algunos y la querencia al malminorismo de bastantes aún cuando este "malminorismo" clama al cielo desgraciadamente me han causado bastante escándalo y me son muy difíciles de entender en un buen pastor...
Y apenas sin debate, se "asume" por muchos católicos sin más y ya está. Lo que también ha ayudado mucho claro.
Por todo ello me parece usted especialmente valiente y muy original como sacerdote al tratar este tema con tanta extensión y profundidad. Una bendición de Dios.
Y en fin, dejémoslo ahí y roguemos al Señor por ello. También con la esperanza de que creo que van surgiendo Obispos y sacerdotes más coherentes y valientes en este campo y en otros.
Feliz y Santa Navidad.
Me sorprende su declaración de que: "La Liturgia de la Iglesia, la Misa concretamente, no está necesitada de ser "salvada"[...]"
La siguiente cita que escribo a continuación, pertenece a el entonces, Cardenal Ratzinger:
"Lo que ha ocurrido tras el Concilio es algo completamente distinto: en lugar de una liturgia fruto de un desarrollo continuo, se ha introducido una liturgia fabricada. Se ha salido de un proceso de crecimiento y de devenir para entrar en otro de fabricación. No se ha querido continuar el devenir y la maduración orgánica de lo que ha existido durante siglos, se la ha sustituido, como si fuese una producción industrial, por una fabricación que es un producto banal del momento."
Al Cardenal Ratzinger, no le tembló el pulso a la hora de calificar al Novus Ordo como una "Liturgia fabricada" o como "una fabricación que es un producto banal del momento".
Yo no niego la validez de la "forma ordinaria". Ni se me ocurre. Ahora bien, no hay duda de que existe una correlación muy íntima, entre el estado actual de la Iglesia, y la forma generalizada de celebrar la Liturgia. En una sociedad tradicionalmente católica, como la española, el modo de celebrar la Liturgia influye también en el orden sociopolítico: de la misma forma que rezamos, así creemos; según creemos así actuamos. Tanto da en la Iglesia como en casa, como en el trabajo, como en la sociedad.
Por lo tanto (y aún a riesgo de resultar pesado), insisto: los malos que padecemos en la sociedad son un reflejo de la temperatura religiosa según lo explica Donoso Cortés. El enemigo real, no nos viene de manos del liberalismo, o del socialismo o del anticlericalismo. A esos ya los luchamos en campo abierto y los vencimos. El enemigo actual a batir, es el quintacolumnismo dentro de la Iglesia Católica trabajando desde las sombras para socabar su autoridad doctrinal, moral y temporal.
Estamos en plena oleada de neo-arrianismo!
Vd. es un sacerdote ciertamente valiente (como bien indica Greco). Pero el problema radica, en que hoy en día por cada sacerdote valiente, hay como mínimo otros 30 cobardes. Y muchos más en claro desafío al Magisterio de la Iglesia. Usted declara abiertamente mas arriba "Este Rey [D. Juan Carlos] para mí está excomulgado". Sí, pero... es que detrás de usted hay sacerdotes, obispos y cardenales que declaran lo contrario. Y así en todo: en la anticoncepción, en el aborto, en el divorcio, en la naturaleza del pecado, en la familia, en la homosexualidad, en la pureza, en el celibato... Y por supuesto: En la LITURGIA! y más concretamente, en la doctrina de la Transubstanciación. También en la política. Podré ser más pesado pero no más claro.
Por lo tanto, es extremadamente importante afinar el oído, y escuchar los verdaderos GRITOS DE AYUDA, que Su Santidad nos sugiere al respecto. Nos lo sugiere por ALGO, no por CAPRICHO. Y nos lo sugiere a los que aún podemos oirle. A los que no tienen amistad con el Mundo; a los que no han caído en el pelagianismo y en el semipelagianismo; a los que siguen haciendo ofensa al catolicismo liberal.
Y ya para terminar (por no alargarme excesivamente) fíjes Vd. en sus propias afirmaciones: "Lo que sí necesita [la Liturgia] es ser celebrada dignamente, como la Iglesia lo manda, sea en forma ordinaria o en forma extraordinaria". Celebrada... ¿¿¿dignamente, como la Iglesia lo manda???
Permítame que me sonría (aunque esto es para llorar). Un ejemplo entre cien:
El 17 de octubre de 2006, el Papa Benedicto XVI ordenó corregir las traducciones vernáculas de la fórmula de la Consagración y dio un plazo de dos años para ello. En concreto el "Pro multis" para ser traducido "por muchos" y no como se dice "por todos". El plazo ha expirado en más de 2 años. La desobediencia flagrante a Roma por parte de la mayoría de las conferencias episcopales (incluída la española) raya en un desafío cercano a la apostasía generalizada. Si esto ocurre con las conferencias episcopales ¿qué no ha de ocurrir con su presbiteriado? ¿Y con el "pueblo católico"? ¿qué ha de pasar? Pues ciertamente lo que Vd. bien tiene en señalar:
ESTE ES EL PUEBLO "SOBERANO" (según dicen)
Claro que, la Liturgia celebrada por la forma ordinaria y fabricada, no tiene absolutamente nada que ver con el "pueblo soberano", según dicen...
No continuo por no pecar mortalmente de pesado, y por no amargarle las Navidades.
Que Dios le bendiga Padre, y que le dé fuerzas "extraordinarias" para martillear a la legión de herejes que campan por estos ciber-espacios.
TVENSJC
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JMI.- Usted declara abiertamente mas arriba "Este Rey [D. Juan Carlos] para mí está excomulgado". No sabía yo que yo había escrito eso. Es una sorpresa.
La liturgia de la Iglesia no necesita ser "salvada", es ella la que nos salva. Necesita ser protegida eficazmente de todo abuso, que en estas materias ha de llamarse sacrilegio. La Misa en su modo ordinario y en su modo extraordinario deben ser celebradas, una u otra según convenga, con toda devoción, sabiendo que uno y otra (las dos son la misma Eucaristía de la Iglesia) tienen fuerza inmensa para glorificar a Dios y salvar a los hombres.
Varias otras frases suyas necesitarían ser precisadas, pero no entro.
Santa y feliz Navidad +
Sus argumentos pueden entenderse teniendo en cuenta el momento histórico y las coordenadas ideológicas en las que usted fue educado, pero no desde luego pueden ser considerados como verdad dogmática. La mayor parte del contenido de su argumentación responde a presupuestos y prejuicios ideológicos y no a las verdades fundamentales de la Iglesia.
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JMI.- En los diez o quince posts sobre el liberalismo que le citaba a Iker hice una reprobación del liberalismo y de su consecuencias ideológicas y prácticas muy abundantemente fundamentada en la doctrina de la Iglesia, citando numerosas Encíclicas y otros documentos. Cuando asegura Ud. que lo que he escrito se apoya simplemente en "la coordenadas ideológicas en las que usted fue educado", hace una afirmación gratuita y falsa.
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JMI.- Termino mis comentarios a los suyos. En todo lo que he escrito sobre estos temas "Católicos y política" hay afirmaciones seguras que comunican la doctrina católica de la Iglesia y hay también opiniones mías que no son evidentemente doctrina de la Iglesia. Sería una labor imposible distinguir aquí tema por tema lo uno de lo otro.
Cuando usted dice que "la mayor parte del contendo de su argumentación responde a esos presupuestos y no afecta a las verdades fundamentales de la fe, aunque usted trufe sus argumentos de fragmentos de citas" ya puede imaginarse que juzgo su afirmación como falsa. Creo que mi pensamiento está formado y expresado en la matriz de la doctrina de la Iglesia. Y que no cito documentos de la Iglesia para apoyar MI pensamiento, sino que formo éste en el seno de la enseñanza de la Iglesia.
Feliz y santa Navidad.
Firmado: Padre Iraburu.
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JMI.- Hombre, tanto como eso no.
De cualquier forma, le comunico que espero con gran ilusión su próximo artículo. Ya nos ha revelado sobre lo que ha de tratar. Esto lo hace aún mas "excitante".
Reitero mis disculpas, por mis meteduras de pata, y por mis insistencias en salvar algo, que nos salva y que no necesita ser salvada.
Muchas gracias por dedicarme su tiempo.
TVENSJC
Quiero decir con esto que la única responsabilidad -sí, la única- de que no exista una alternativa política cristiana en España, con una cierta representación, sería de los estamentos u organizaciones que por su peso público podrían iniciar la organización de un nuevo partido político cristiano y no lo hacen. ¿Existen estos estamentos u organizaciones? Existen, pero parece que sus objetivos -y es natural que así sea- están alejados de la política de partidos, y difícilmente se mezclarían como tales en la constitución de un partido. Me refiero, por ejemplo, a los movimientos y asociaciones, como los Neocatecumenales, el Opus Dei, los Focolares, los Carismáticos, Comunión y Liberación, la ACdP...
Es lógico que asociaciones evangelizadoras no se mezclen en la acción política. Pero si en el seno y en la "cúspide" de estas organizaciones se alentara un esfuerzo conjunto para que sus fieles interesados se asociaran entre sí en un proyecto cristiano, a título exclusivamente personal, pero sabiendo todos de dónde han salido, y fueran recabando apoyos y afiliados en toda esa cosecha de políticos católicos frustrados que no encuentran dónde meterse, seguro que se crearía la masa crítica inicial para una alternativa católica seria y convincente en España.
En ese proceso, los obispos españoles tienen un papel irrenunciable y de tremenda responsabilidad: el de catalizador. Está en sus manos permitir o parar ese proceso, aunque no participen en él. De momento, me da la impresión de que lo están parando, creo que con la vana excusa de evitar el clericalismo o confesionalismo político, o con la vana ilusión de que el PP tiene arreglo. Pero si esto sigue así -y seguirá, pero peor, aunque caiga ZP- los colectivos mencionados deberían no dejarse domesticar por un clericalismo ya superado en el CVII, y ejercer responsablemente su deber ante el momento histórico, presentando un buen programa de partido a los obispos, para que lo bendigan sí o sí, que para eso los laicos somos los llamados específicamente -no otros, que no deben apagar el Espíritu, que también actúa en estas cosas- a intervenir en las cuestiones del orden temporal, con fidelidad a la doctrina de la Iglesia.
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JMI.- A mi entender, de los Obispos hay que esperar-desear que fomenten la posibilidad de un voto católico por coaliciones o como sea, y que den la verdadera doctrina política de la Iglesia, que la hay tan excelente como ignorada. Pero no creo que si se logra ese proyecto entre uno o varios grupos coaligados deban "presentar su programa a los obispos para que lo bendigan sí o sí". Echen p'alante.
Cree que está frase es adecuada en cuanto a la doctrina católica de la gracia?
Gracias!
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JMI.-No puedo contestar su pregunta, porque no conozco ese movimiento, y porque no sé qué quieren decir con ese lema.
Cree que está frase es adecuada en cuanto a la doctrina católica de la gracia?
Gracias!
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JMI.-No puedo contestar su pregunta, porque no conozco ese movimiento, ni sé tampoco qué quieren decir con ese lema.
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