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21.02.22

Contra la eternidad del mundo

Hoyo infinito

Para evitar un absurdo evidente, el ateísmo necesita que el universo sea eterno. Pero el universo no sólo no es eterno, sino que tampoco puede serlo.

Si Dios no existiera, nuestro universo sería eterno o bien habría comenzado a existir surgiendo espontáneamente de la nada. Como la segunda alternativa es manifiestamente absurda, en general los ateos prefieren suponer la eternidad del mundo.

Desde 1927, cuando el Padre Georges Lemaître propuso la teoría del Big Bang, la cosmología moderna apoya cada vez con más fuerza la idea de que nuestro universo no es eterno sino que tiene una edad finita, habiendo comenzado a existir hace unos 14 mil millones de años. Lemaître, aplicando las ecuaciones de campo de Einstein a un universo homogéneo e isótropo (un universo donde la distribución de materia y energía es igual en todos los lugares y todas las direcciones), demostró que el espacio mismo se está expandiendo y en general las galaxias se están alejando unas de otras. Entre 1966 y 1973 Hawking, Penrose y Ellis demostraron que, aun prescindiendo de las condiciones de homogeneidad e isotropía, la teoría de la relatividad general de Einstein requiere que el universo haya tenido una singularidad inicial del espacio-tiempo: el Big Bang. Para evitar esa singularidad, algunos físicos propusieron una cosmología inflacionaria, pero en 2003 Borde, Guth y Vilenkin demostraron que incluso un universo inflacionario tuvo que comenzar a existir en el tiempo.

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