InfoCatólica / Razones para nuestra esperanza / Etiquetas: malthusianismo

1.11.24

Un plan (hipotético) para conquistar el mundo

Tapa del libro "¿Crisis climática?"

¿Qué medidas favorecerían grupos elitistas

que quisieran acaparar el poder mundial?

En el capítulo anterior analicé la notable fobia a la superpoblación que aflige a muchos multimillonarios. Al final de ese capítulo, aplicando el método científico, formulé una hipótesis consistente con todos los datos analizados: grupos elitistas podrían querer reducir la población para concentrar cada vez más poder en sus manos en todo el mundo. El propósito de este capítulo es seguir analizando esa hipótesis. Ahora procederé al revés, enunciando siete objetivos adicionales (además del objetivo de disminuir la población, ya analizado) que podrían ser útiles para un hipotético plan de concentración de poder, explicando cómo encajaría cada objetivo dentro del plan y enumerando los medios que servirían para alcanzar cada objetivo.

1. Objetivo: disminuir la libertad económica de los individuos, las familias y las naciones. Motivo: es más fácil controlar a individuos, familias y naciones que tienen menos libertad económica. Medios: aumento del gasto público, de la carga fiscal y de la deuda pública y privada.

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31.10.24

Control demográfico

Tapa del libro "¿Crisis climática?"

Un análisis de la fobia a la superpoblación que aflige a muchos multimillonarios

El 05/05/2009 un grupo de multimillonarios se reunió en la ciudad de Nueva York para coordinar sus actividades filantrópicas, orientadas a “salvar el mundo". Según The Guardian, los participantes de esa reunión súper-elitista y ultra-secreta incluyeron entre otros a Bill Gates, George Soros, Warren Buffet, Oprah Winfrey, David Rockefeller y Ted Turner. Entre todos los presentes acumulaban una fortuna de US$ 125.000 millones. Uno de los temas centrales de la reunión fue la “superpoblación", tema que parece obsesionar a muchos multimillonarios, al punto que dedican cada año ingentes sumas de dinero a promover el control de la natalidad. En realidad, la superpoblación es un mito difundido por la pseudociencia malthusiana; un mito que, con buena o mala fe, es explotado por quienes quieren imponer políticas de control demográfico de corte imperialista. Es casi seguro que la población mundial no volverá a duplicarse y que alcanzará un valor máximo en algún momento del período 2050-2100. Nadie sabe si luego podrá estabilizarse rápidamente o si entrará en una temible espiral descendente.

Según Oxfam, en 2015 las 62 personas más ricas del mundo tenían en conjunto tanta riqueza como la mitad más pobre de la población mundial. Dada la enorme influencia económica y política de esos magnates, vale la pena intentar un acercamiento a sus opiniones en esta materia. En general ellos tienden a sostener una visión catastrofista del cambio climático y de la contaminación ambiental, y a señalar la “superpoblación” como una causa fundamental de esos fenómenos.

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30.10.24

La misantropía verde

Tapa del libro "¿Crisis climática?"

Con frecuencia el ecologismo radical desprecia al género humano.

La cosmovisión cristiana es relativamente antropocéntrica y absolutamente teocéntrica. San Pablo lo expresó así: “Todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios1.” Todavía en 1947, en la Advertencia que da inicio a su obra principal, un teólogo católico muy “progresista” dijo que su ensayo se basa en dos hipótesis primordiales, de las que la primera es la “significación preeminente del Hombre en la Naturaleza2“.

Pocas décadas después, el influjo combinado del darwinismo, el materia-lismo, el neomalthusianismo, el ecologismo radical y el animalismo ha deshecho el consenso que, durante toda la Cristiandad, consideró como algo evidente que el ser humano ocupa el lugar principal en la jerarquía de los seres del universo material. Si el hombre es sólo un animal más, algo más evolucionado que los otros animales, si en el fondo no es más que un conjunto de átomos, si su reproducción amenaza gravemente a la especie humana y a todas las demás especies, si agota los recursos naturales y pone en peligro al medio ambiente, si es un tirano que viola los supuestos derechos de los demás animales y un cáncer que ensucia y destruye la Tierra, entonces ya no es la obra maestra del supremo artista divino que creó el mundo sino, en definitiva, un ser maligno y despreciable. Allí ha venido a parar buena parte del “humanismo” ateo. Por desgracia, hoy esa misantropía no es rara dentro del movimiento ecologista. Ofrezco algunos datos al respecto.

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26.10.24

La humanidad vista como amenaza

Tapa del libro "¿Crisis climática?"

Pese a los continuos fracasos de sus predicciones catastrofistas, los malthusianos siguen agitando el fantasma de la superpoblación.

El 17/09/2020 El Observador publicó un artículo titulado Sobrepoblación, malos hábitos y la “vida difícil” que se espera para 2050. Se trata de una entrevista a Alistair Currie, dirigente de Population Matters, una ONG británica que presenta el crecimiento de la población humana como una amenaza gravísima al clima y al medio ambiente de la Tierra.

El artículo comienza recordando que las Naciones Unidas estiman que la población mundial ascenderá a 9.700 millones de personas en 2050 y a 10.900 millones en 2100. Acoto que en 2020 la Universidad de Washington publicó en The Lancet una investigación que afirma que la población mundial alcanzará un máximo de 9.700 millones en 2064 y descenderá a 8.800 millones en 21001. El decrecimiento demográfico, que se producirá tarde o temprano, irá acompañado por un creciente envejecimiento de la población. ¿Cómo una población mundial cada vez más envejecida podrá escapar a una espiral descendente potencialmente muy dañina? Ese peligro muy real no sólo no es considerado como tal por Population Matters, sino que sería agravado por la gran “solución” que esa ONG nos propone a todos: tener familias más pequeñas, con sólo uno o dos hijos o ninguno, recurriendo a la anticoncepción, la esterilización o el aborto2.

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25.10.24

El primer gran error de los verdes

Tapa del libro "¿Crisis climática?"

La prohibición del DDT puede haber causado millones de muertes.

El número de los seres humanos que han vivido y muerto a lo largo de toda la historia es del orden de los 100.000 millones. La mayoría de ellos murieron debido a enfermedades infecciosas: malaria, tuberculosis, viruela, etc. La malaria, una enfermedad transmitida por mosquitos, ha matado a miles de millones de personas. Es probable que sea la principal causa de muerte de la historia y aun que haya matado a alrededor de la mitad de las personas que vivieron sobre la Tierra.

Los primeros europeos que vinieron a América trajeron consigo varias enfermedades infecciosas, incluso la malaria, obviamente sin tener conciencia de ello. La falta de defensas contra esas enfermedades en el sistema inmunológico de los indígenas de América fue (por muy lejos) la causa principal de su gran disminución demográfica durante los siglos XVI y XVII. No fue un genocidio.

Los incas y los jesuitas del Perú descubrieron la utilidad terapéutica de la quinina contra la malaria. Los jesuitas introdujeron la quinina en Europa, por lo que esa sustancia fue conocida como “corteza jesuita” y al principio fue resistida en las naciones protestantes, donde muchos la consideraron un instrumento del demonio. Sin embargo, hacia 1900 Holanda (a través de su colonia de Java) llegó casi a monopolizar la producción de quinina. Durante la Segunda Guerra Mundial Alemania invadió Holanda y Japón se apoderó de Java, lo que privó a los Aliados de su principal proveedor de quinina. Se volvió urgente la búsqueda de otras medidas contra la malaria.

En 1939 el químico suizo Paul Hermann Müller descubrió que el dicloro difenil tricloroetano (DDT) era muy eficiente como insecticida, y podía ser utilizado para el control de la malaria y otras enfermedades transmitidas por insectos. Por este descubrimiento Müller ganó el Premio Nobel de Medicina en 1948.

El primer gran usuario del DDT fue el Ejército de los Estados Unidos. En el teatro de operaciones del Pacífico a menudo la malaria dejaba más soldados estadounidenses fuera de combate que los enemigos japoneses. En 1943 el Ejército comenzó a emplear masivamente el DDT contra la malaria. Hacia el final de la guerra las tasas de contagio se habían reducido mucho.

Enseguida el uso del DDT contra la malaria se generalizó, alcanzando un éxito espectacular. La malaria fue erradicada en Europa y Norteamérica y disminuyó mucho en otros lugares. Por ejemplo, Sri Lanka: en 1946, cuando se introdujo el DDT, se registraron más de 2.000.000 de casos de malaria; gracias al DDT los casos disminuyeron hasta sólo 17 en 1963.

En 1962 la estadounidense Rachel Carson dio un enorme impulso al incipiente movimiento ambientalista por medio de su libro Primavera silenciosa. En ese best-seller internacional Carson denunció el DDT como una sustancia cancerígena, peligrosa para la salud humana, la vida silvestre y el medio ambiente. No había (ni hay) evidencias científicas para sustentar esa tesis, salvo un estudio que demostraba que el DDT causa un adelgazamiento de las cáscaras de huevo del águila calva. Carson se basó más bien en lo que hoy se llama “el principio de precaución", que podría enunciarse así: ante un posible peligro de contaminación, aunque sea incierto, más vale tomar precauciones. Este principio sólo es válido si se sopesan bien las ventajas y desventajas de las precauciones. Carson no lo hizo, pues no tuvo en cuenta el rol del DDT en el combate contra la malaria. Ésta había desaparecido de los Estados Unidos, pero seguía afectando a millones de personas, principalmente en el Tercer Mundo.

El revuelo causado por Primavera silenciosa condujo a la prohibición del DDT en Estados Unidos en 1972 y luego a medidas similares en casi todo el mundo: se prohibió o restringió el uso del DDT como pesticida agrícola y se dispuso o aconsejó su sustitución en la lucha contra la malaria. A raíz de estas medidas y de la resistencia al DDT que desarrollaron los insectos1, la epidemia de malaria volvió a recrudecer en países subdesarrollados. Por ejemplo, en Sri Lanka hubo más de 500.000 casos de malaria en 1987.

Un ecologista célebre ha escrito: “Nuestro consumo de café es unas 50 veces más carcinógeno que nuestro consumo de DDT antes de que fuera prohibido… y más de 66 veces más carcinógeno que el consumo del pesticida más peligroso del presente2.” En otras palabras, el riesgo del DDT para la salud humana es bajísimo. Más aún, desde los años ‘50 se conocía la inocuidad del DDT. Uno podría tomar una cucharada de esa sustancia y no le haría daño.

El DDT sigue siendo nuestra arma más poderosa contra la malaria. La fuerte caída del uso del DDT después de 1972 fue la primera política desastrosa inspirada por el ecologismo radical3. De no ser por esa caída, a la fecha probablemente la malaria habría sido casi erradicada en todo el mundo; pero en cambio sigue causando muchas muertes. Actualmente la malaria mata a unas 400.000 personas por año, en gran parte niños menores de 5 años en el África subsahariana.

Daniel Iglesias Grèzes

1) Los ecologistas suelen atribuir este aumento de casos principalmente al segundo factor citado, pero el factor principal fue el primero.

2) Bjorn Lomborg, El ecologista escéptico, Parte V, Cap. 22; mi traducción.

3) No descarto que en la movida contra el DDT haya influido también el deseo de los malthusianos de la Administración Nixon de detener el crecimiento demográfico en el Tercer Mundo.