¿Por qué fracasó el liberalismo? -2
Reseña de un libro de Patrick Deneen
Daniel Iglesias Grèzes
Este artículo es la segunda parte de mi reseña del libro: Patrick J. Deneen, Why Liberalism Failed? [¿Por qué fracasó el liberalismo?], Yale University Press, New Haven y Londres, 2018. Véase aquí la primera parte de la reseña. Las citas incluidas a continuación provienen de la edición Kindle del libro. Las traducciones son mías.
Ante todo, conviene explicar cómo el autor justifica el título de la obra, que resulta chocante para quienes siguen pensando que la caída del comunismo en Europa Oriental en 1989 representó el triunfo total y definitivo de la democracia liberal e incluso, como sostuvo Francis Fukuyama, “el fin de la historia” de las ideologías políticas.
Dice Deneen: “Casi todas las promesas hechas por los creadores y arquitectos del liberalismo han sido destrozadas. El estado liberal se expande para controlar casi cada aspecto de la vida mientras los ciudadanos ven al gobierno como un poder distante e incontrolable, que agranda su sentimiento de impotencia impulsando implacablemente el proyecto de la ‘globalización’. Los únicos derechos que parecen seguros hoy pertenecen a aquellos con riqueza y posición suficientes para protegerlos (…) La economía favorece una nueva ‘meritocracia’ que perpetúa sus ventajas a través de la sucesión de las generaciones, apuntalada por un sistema educativo que separa incesantemente a los ganadores de los perdedores” (pp. 2-3).
Agrega el autor: “A medida que su lógica interna se ha vuelto más evidente y se manifiestan sus autocontradicciones, [el liberalismo] ha generado patologías que son a la vez deformaciones de sus afirmaciones y realizaciones de la ideología liberal. Una filosofía política lanzada para fomentar una mayor equidad, defender un tapiz pluralista de culturas y creencias diferentes, proteger la dignidad humana y, por supuesto, expandir la libertad, en la práctica genera una desigualdad titánica, impone uniformidad y homogeneidad, estimula la degradación material y espiritual, y socava la libertad. (…) Pedir que los males del liberalismo se curen aplicando más medidas liberales equivale a arrojar gasolina sobre un fuego voraz. [Eso] sólo profundizará nuestra crisis política, social, económica y moral.” (p. 3).
Deneen analiza cuatro áreas (la política, la economía, la educación y la ciencia y tecnología) transformadas por el liberalismo para aumentar nuestra libertad y muestra que “en cada caso, un enojo generalizado y un descontento creciente han surgido de la difusión de la toma de conciencia de que los vehículos de nuestra liberación se han vuelto jaulas de hierro de nuestro cautiverio.” (p. 6).
En cuanto al ámbito político, el autor observa que gran parte de la ciudadanía de las principales democracias liberales está casi en rebelión contra sus propios gobiernos y contra “el sistema” (el establishment). Dice Deneen: “El liberalismo se basó en la limitación del gobierno y la liberación del individuo del control político arbitrario. Pero (…) el ‘gobierno limitado’ del liberalismo actual provocaría celos y asombro en los tiranos de antaño, que sólo podían soñar con capacidades tan extensas para la vigilancia y el control de los movimientos, las finanzas e incluso los actos y los pensamientos. Las libertades que el liberalismo fue creado para proteger (…) están muy comprometidas por la expansión de la actividad del gobierno en cada área de la vida” (pp. 6-7).
En cuanto al ámbito económico, el autor destaca que, en vez de una libertad económica cada vez mayor, prevalecen la inseguridad y una desigualdad enorme y creciente, producidas en gran parte por una globalización que, paradójicamente, se presenta (en el reinado de la libertad, por así decir) como inevitable.
En cuanto al ámbito educativo, el autor comenta que los jóvenes son estimulados para abrazar un sistema en el que no creen y en el que se sienten atrapados sin salida. Dice Deneen, citando a uno de sus estudiantes universitarios: “Dado que vemos a la humanidad, y por ende a sus instituciones, como corrupta y egoísta, la única persona en la que podemos confiar es uno mismo. La única forma en que podemos evitar el fracaso y la decepción es tener los medios (la seguridad financiera) para depender sólo de uno mismo” (p. 12). Además, Deneen subraya la paradoja de que el liberalismo avanzado está eliminando la educación liberal, que durante siglos fue considerada como el apoyo fundamental para el cultivo de una persona libre.
En cuanto al ámbito de la ciencia y la tecnología, el autor insinúa que estamos perdiendo la guerra contra la Naturaleza que hemos emprendido. A mi juicio exagera las amenazas referidas al clima y al medio ambiente. Dice Deneen: “Nuestro mundo saturado de carbono es la resaca de una fiesta de 150 años en la que, hasta el final, creímos que habíamos alcanzado el sueño de la liberación de las restricciones de la naturaleza” (p. 14). Más acertados me parecen los comentarios de Deneen sobre algunos efectos negativos de la tecnología, especialmente sobre la paradoja de que los avances de las telecomunicaciones parecen estar volviéndonos más solitarios y más apartados de los demás. Irónicamente, el proyecto liberal parece estar asemejándonos cada vez más a las criaturas del imaginario “estado de naturaleza” que postularon los primeros pensadores liberales como preámbulo del “contrato social”.
Deneen insiste en que el individualismo y el estatismo son las dos caras de una misma moneda, puesto que ambos se habilitan y exigen mutuamente y crecen juntos de modo constante y necesario. En un movimiento de pinzas, la derecha y la izquierda liberales nos mantienen dentro de un marco en el que sólo podemos elegir en cada circunstancia entre dos mecanismos igualmente despersonalizados y amorales: el mercado liberal y el estado liberal. Pero se trata de una moneda falsa, porque está fundada sobre una errónea visión del hombre.
Hasta ahora las sociedades liberales han podido funcionar más o menos porque cuentan con valores residuales que el liberalismo aún no ha erosionado del todo. Pero el liberalismo sigue disolviendo esos valores y no puede reponerlos; de ahí su crisis creciente.
Deneen concluye su introducción con estas palabras: “A través del cultivo de culturas de comunidad, cuidado, abnegación y democracia en pequeña escala, podría surgir una mejor práctica, y a partir de allí, en última instancia, quizás una teoría mejor que el proyecto fracasado del liberalismo” (p. 19).
Recomiendo la lectura de este libro a quienes estén interesados en la filosofía política y sepan inglés. La versión Kindle se puede comprar en esta página. (FIN).
Te invito a descargar gratis, leer y difundir el siguiente libro: Daniel Iglesias Grèzes, Soy amado, luego existo: Darwinismo, diseño inteligente y fe cristiana
9 comentarios
porque ya no hay liberales
El autor es estadounidense y creo que se nota algo en su análisis, tanto del liberalismo como de la actualidad. Aunque sus opiniones son extrapolables al resto de "Occidente", me parece percibir una cierta mirada hacia el liberalismo libertario, algo que no es tan propio del liberalismo europeo, por lo menos español, donde el Estado siempre ha tenido su importancia.
No debemos de caer en el utopismo porque no hay sistema perfecto y la realidad siempre se acaba imponiendo a las ideologías. No creo que sea un problema exclusivo del liberalismo.
El relato está bien, pero un libro que pretende ser una referencia en el pensamiento crítico debe de ir acompañado de estadísticas y análisis de datos. No se si lo hay en este caso.
Ada, aka Sonia S. Esto es un giro de la rueda. En la intención del libro se incluye el problema de por qué no hay liberales o cuando uno deja de ser liberal, etc. En definitiva por qué el liberalismo es una ideología que entra en contradicción con la realidad. En España está muy de moda hablar de partidocracia, lo cual me parece muy acertado, porque es claro como el régimen político-económico se ha ido imponiendo al sistema político, mostrando las tendencias "naturales" de la persona: oligarquización (ley de hierro de la oligarquía), confianza en los afines, sentido de comunidad (identitarismo en su versión degradada), etc.
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DIG: No veo de dónde saca usted eso.
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Estimado Daniel: usted debió aclarar eso y los términos desde el comienzo.
Hay que leer al gran Sardá y Salvany y el Magisterio antiliberal, aunque hacerlo nos ponga en “peligro” de tomar conciencia de la deriva liberal de la Iglesia por causa y del concilio.
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DIG: No volveré a discutir ahora sobre ese tema, que ya se ha tratado en este blog hasta el cansancio. Por favor no insista.
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DIG: Para eso hay que reconocer el orden moral objetivo y eso supone ya un abandono del liberalismo.
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El liberalismo ganó hace mucho tiempo y está más que implantado.
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DIG: Sí, pero la gente está muy descontenta con sus resultados.
Estimado Daniel: ¿Y el Reinado social de Nuestro Señor Jesucristo significa algo para este Deneen? Nada, por lo visto. Es más: Dios no es mencionado ni una vez en su artículo con citas de Deneen, ¿se dio cuenta? ¿No sabe de dónde saqué que Deneen es liberal?
Los llamados "conservadores", como Deneen, no son otra cosa que el ala derecha dentro del conjunto de los liberales. El enemigo más peligroso es el que menos parece ser un enemigo (el enemigo moderado, entonces), porque es confundido con un amigo. En este caso, el liberal moderado Deneen es tenido como antiliberal.
Pero si usted me prueba que el Magisterio de la Iglesia enseña que lo que hay que oponer al liberalismo es "cultivo de culturas de comunidad, cuidado, abnegación y democracia en pequeña escala", me retractaré y le pediré perdón en estos mismos comentarios.
Dios lo bendiga.
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DIG: El Reinado Social de Jesucristo no es una teoría política como el liberalismo, el socialismo o el nazismo. Sin duda la doctrina social de la Iglesia ofrece pautas y criterios muy valiosos para una ordenación de los asuntos temporales según la voluntad de Dios, pero no es para nada un recetario o un programa político completo. Este último sólo podría surgir gradualmente de una conjunción entre la doctrina cristiana y la reflexión sobre la experiencia práctica de la vida social y política. El sistema liberal demoró muchos siglos en formarse. Un nuevo sistema igualmente abarcativo de inspiración cristiana también llevaría siglos para formarse. Creo que a eso es a lo que alude Deneen. Por otra parte, que él no nombre a Dios ni a Cristo en este libro no implica que no crea en ellos o no les dé importancia, sino que refleja una opción metodológica: la de mantenerse en el plano de la filosofía política, sin apelar directamente a la fe cristiana. En última instancia, un texto debe ser juzgado por lo que dice, no por lo que no dice, que es siempre infinitamente más que lo que dice. Y Deneen es consecuente en su rechazo del liberalismo. Luego, es absurdo llamarlo liberal.
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