La gran apuesta de un economista y un ecologista

Tapa del libro "¿Crisis climática?"

Una derrota del catastrofismo neomalthusiano

Después de la Segunda Guerra Mundial, el neomalthusianismo fue ganando espacios en los medios de comunicación social, causando una alarma pública sobre la presunta explosión demográfica e influyendo cada vez más en las políticas gubernamentales. Se empezó a asociar el crecimiento demográfico y la crisis ambiental, y cundió el pánico sobre una próxima catástrofe ecológica que sería causada básicamente por la superpoblación. El control de la natalidad, propuesto como solución principal, encontró una aceptación popular creciente. En ese período se describió por primera vez a la humanidad como un cáncer en el cuerpo del planeta y se propusieron ideas tales como una licencia para tener bebés, cuya unidad sería el “deciniño”. Una acumulación de diez deciniños por compra, herencia o donación permitiría a una mujer tener un hijo legalmente.

El entomólogo estadounidense Paul R. Ehrlich (1932-), especialista en mariposas, dio un gran impulso al catastrofismo neomalthusiano con su best-seller de 1968: The Population Bomb (editado en español como La explosión demográfica). El autor presenta su visión alarmista en el prólogo del libro:

“La batalla para alimentar a toda la humanidad se ha acabado […] En la década de los ‘70, centenares de millones de personas morirán de hambre a pesar de cualquier programa de choque que se emprenda ahora. A estas alturas nada puede impedir un sustancial incremento en la tasa de mortalidad mundial, aunque muchas vidas podrían ser salvadas mediante drásticos programas para ampliar la capacidad de la tierra incrementando la producción alimentaria y distribuyendo más equitativamente el alimento disponible. Pero estos programas sólo proporcionarán un aplazamiento a menos que sean acompañados por esfuerzos decididos y exitosos de control de la población.”

Ehrlich hizo muchas otras predicciones catastrofistas, como por ejemplo que la India estaba esencialmente condenada al apocalipsis demográfico y que Inglaterra no existiría en el año 2000. Para evitar la catástrofe propuso varios métodos coercitivos de control demográfico, por ejemplo la adición de sustancias anticonceptivas en la comida. Ninguna de las predicciones catastrofistas de Ehrlich se cumplió, ni siquiera remotamente.

En 1980, el economista estadounidense Julian L. Simon (1932-1998) desafió a Ehrlich a hacer una apuesta. Según el neomalthusianismo, las materias primas del planeta serían cada vez más escasas con respecto a la población, por lo que sus precios aumentarían. Simon apostó mil dólares que cualquier materia prima que Ehrlich eligiera no subiría de precio, descontando la inflación, en cualquier período mayor que un año. Ehrlich bromeó diciendo que Simon era la prueba de que “lo único que no se está acabando en la Tierra son los idiotas”. Aceptó la apuesta y, aconsejado por su amigo John P. Holdren (posteriormente asesor del Presidente Obama en ciencia y tecnología), eligió una combinación de cinco materias primas (cobre, cromo, níquel, estaño y tungsteno) y un período de diez años. De 1980 a 1990 la población mundial creció en más de 800 millones de personas, el mayor crecimiento registrado hasta ese momento en una década. Sin embargo, en 1990 Ehrlich perdió la apuesta de un modo aplastante: descontando la inflación, los cinco materiales seleccionados bajaron de precio; y algunos de esos precios bajaron más de un 50%.

En esencia, Ehrlich y Simon veían a los seres humanos, en su relación con la economía, de dos formas contrarias: Ehrlich (como Malthus) los ve principalmente como una carga, mientras que Simon los veía principalmente como activos productivos, porque en general la gente encuentra o crea más recursos que los que consume. Para cuestionar la visión malthusiana de la economía, Simon solía preguntar a sus estudiantes: “¿Por qué el PBI per capita de la nación aumenta cada vez que nace un ternero, y cae cada vez que nace un bebé?” Buena pregunta. Quizás necesitemos una mejor medida de la economía…

Concluyo con una nota de historia de la Iglesia. En los años 80 del siglo XX Julian Simon fue recibido por Juan Pablo II, lo cual lo llenó de orgullo. Solía decir: “No son muchos los muchachos judíos de Nueva Jersey que son invitados a tener una audiencia con el Papa”. Mucho después, a principios de 2017, tuvo lugar en el Vaticano una conferencia sobre la extinción de especies, organizada por la Pontificia Academia de las Ciencias y la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales. Paul Ehrlich, catastrofista impenitente, participó como expositor. Desde el mismo centro de la catolicidad, Ehrlich abogó por la anticoncepción y el control de la población como herramientas esenciales para el “desarrollo sostenible”, sin que nadie lo contradijera. Más aún, el obispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo, Canciller de las dos Academias citadas, alabó el papel de la educación para evitar las familias numerosas. ¿Un signo de los tiempos? Respondo con un famoso lema de los monjes cartujos: “La Cruz [de Cristo] permanece en pie, mientras el mundo gira”.


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4 comentarios

  
carlos
No recuerdo quien dijo una frase que me parece muy buena: "Si alguien piensa que es posible un crecimiento ilimitado en un planeta limitado, o es un demente o es un economista".

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DIG: Por supuesto no puede haber un crecimiento exponencial indefinido de la población, pero no es eso lo que ha ocurrido ni lo que está ocurriendo. Sería deseable una estabilización, pero según las tendencias actuales, lo que ocurrirá a largo plazo (si el fin de los tiempos no llega antes), será un colapso demográfico.

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Hoy la población mundial está creciendo con una tasa de 100 millones de personas por año -2 Españas. A fecha de hoy hay 100 millones de personas más que hace 1 año. Por estas fechas, dentro de 1 año, habrá 100 millones más.

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DIG: No. Hoy ese crecimiento es más bien de unos 70 millones de personas por año.

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Se me hace muy difícil pensar que, dada la condición humana y en términos globales, ese no sea un factor clave para que las cosas empeoren desde el punto de vista de la geoploliíca, de la economía y de medioambiente. Creo que deberían implementarse a nivel mundial programas educativos en planificación familiar para que las personas sólo tuviesen los hijos deseados y que pudieran mantener y educar dignamente...

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DIG: En Occidente los matrimonios tienen con frecuencia menos hijos de los deseados y con mucha frecuencia tienen menos hijos de los que desearían tener si las condiciones económicas y sociales fueran más favorables a las familias.
24/10/24 12:49 PM
  
Tamayo
El simple crecimiento de la población no es un factor determinante de la economía.
Efectivamente puede haber más población y al mismo tiempo menos escasez si se consigue aumentar la creación de alimentos, como así se ha hecho durante las revoluciones industriales.
De la misma forma que el aumento de población no provoca per se pobreza tampoco trae automáticamente riqueza.
Teniendo en cuenta el tipo de capitalismo que practicamos que es básicamente financiero, la población tiene poco que ver en el asunto.
Las dos últimas grandes crisis económicas mundiales tuvieron su epicentro en EEUU, el crack de 1929 y la caída de Lehman Brothers en 2007, cuando la tasa de fertilidad estadounidense era positiva (todavía en 2007 era de 2,2 hijos por mujer).
Respecto a las materias primas, que no aumenten de precio solamente significa que los países productores que suelen ser pobres no tienen más beneficios exportando esas materias, pero los productos elaborados con esas materias sí se encarecen.
Cualquiera de nosotros sin ser economista entiende que la cotización del barril de petróleo puede oscilar pero a nosotros como consumidores la gasolina o nafta cada año nos cuesta más.
Y desde luego ahora vemos como hay productos de origen agrícola como el café y el cacao en los países tropicales y el aceite de oliva y el vino en los mediterráneos que se han encarecido bastante, debido a la crisis climática.
24/10/24 1:15 PM
  
Marta de Jesús
Ahora ya no suelen querer tener (más)hijos, señor Daniel. El feminazismo ha hecho mella. Quizá usted muestra el sentir de creyentes. Pero la mayoría están en otra onda. Además a los pocos hijos que se tienen se les aplica un gasto en general bastante elevado. No cuesta reconocerlo. Yo siendo de clase baja, sin estar en la miseria, lo veo, cuanto más lo verán los de clase media y alta. Lo que gastamos en comida, ropa, juguetes y experiencias (aunque pej nosotros no vamos de vacaciones, no podemos permitirlas), es muy elevado para lo que podría ser, pudiendo con eso criar a alguno más. Cosas totalmente innecesarias. Otras fruto de ambiciones, quizá vanidades (queremos que nuestros hijos sean...).

Dios conseguirá esa estabilización quizá con los católicos. Si seguimos teniendo más hijos frente a la escasez pagana, pueda compensarse.

Por lo demás, sabiendo que los dinosaurios se extinguieron antes de poner nosotros los pies en la tierra, y conociendo tantas catástrofes climáticas antes del hombre, lo dificil es darnos tanta importancia. Pero bueno, cada uno cree lo que le parece. Otra cosa es el espacio y los recursos. Pero en eso por primera vez se considera que habría suficiente para todos, siendo más habitantes que nunca. Paradojas. Queramos ver a nuestros hijos, pocos o muchos, en el Cielo. Eso es lo único importante.
24/10/24 1:50 PM
  
Federico
Estimado Daniel,

Como economista lo felicito por su artículo. Solo quisiera añadir que, para que el aumento de la población se convierta en crecimiento de la renta per cápita, necesitamos instituciones que permitan el desarrollo de las capacidades productivas de las personas. Eso implica, entre otras cosas, libertad de empresa y no más regulaciones de las estrictamente necesarias.

En otras épocas, la falta de un contexto favorable a la actividad económica y a la innovación ponían un límite muy estrecho a la capacidad de producción, y el resultado era una hambruna o emigración. Hoy, en general, tenemos mejores condiciones, pero debemos tener cuidado de no perderlas. Sobre todo, porque el malthusianismo crea una especie de profecía autocumplida: como los recursos son limitados, el gobierno los controla, y como los controla, elimina las condiciones para la innovación empresarial que hubieran hecho posible el crecimiento de la renta per cápita. En cualquier caso, debemos rechazar ese discurso y dar la batalla al malthusianismo no solo en el plano antropológico, sino también en el económico. Felicidades por su artículo
24/10/24 1:53 PM

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