La hipótesis clementina

San Clemente de Alejandría

La revalorización de una corriente exegética tradicional

La obra del Padre Orchard

Los Padres de la Iglesia y otros escritores cristianos de los siglos I-V que trataron el tema del orden en que fueron escritos los cuatro Evangelios canónicos concuerdan en dos datos: el Evangelio de Mateo fue el primero y el Evangelio de Juan fue el último. Sin embargo, con respecto a los otros dos Evangelios se dieron dos tradiciones dentro de la gran Tradición de la Iglesia: una sostuvo el orden Mateo-Marcos-Lucas-Juan y la otra el orden Mateo-Lucas-Marcos-Juan. Finalmente se impuso la primera tradición (llamada a menudo “agustiniana"), sobre todo porque San Agustín y San Jerónimo, aparentemente tras algunas vacilaciones, se inclinaron a su favor. En particular San Jerónimo adoptó el orden Mateo-Marcos-Lucas-Juan en su traducción de la Biblia al latín (la Vulgata), que tuvo un éxito enorme. Por supuesto ése es el orden en que aparecen los cuatro Evangelios en las Biblias de nuestra époa. No obstante, el otro orden tradicional de los Evangelios también amerita una consideración seria. Esa otra tradición suele llamarse “clementina”, porque su testigo conocido más antiguo es San Clemente de Alejandría.

Lo que podría haber sido quizás una cuestión menor, de interés sólo para historiadores y exégetas, se volvió sin embargo un asunto muy importante por el siguiente motivo. La gran mayoría de los exégetas que, a partir del siglo XIX, practicaron el moderno estudio histórico-crítico de la Biblia, a la vez que mantuvieron a Juan como cuarto Evangelio, descartaron decididamente a Mateo como primer Evangelio, colocando en ese lugar de privilegio a Marcos. La teoría de la prioridad de Marcos se impuso primero entre los teólogos protestantes alemanes y luego se extendió de Alemania al resto del mundo, concitando la adhesión de una amplia mayoría de los exégetas, primero protestantes y luego (sobre todo después del Concilio Vaticano II) también católicos. Dicha teoría, complementada con la hipótesis de la fuente Q, es hoy la solución más aceptada del problema sinóptico.

Iniciada por Henry Owen (1716-1796), en Gran Bretaña subsistió una corriente exegética minoritaria que defiende la tradición clementina. En las últimas décadas del siglo XX la figura principal de esa corriente fue Bernard Orchard (1910-2006), sacerdote católico, monje benedictino y biblista de gran prestigio. Como reuniendo las partes de un puzzle, Orchard ofreció una solución al problema sinóptico que tiene las siguientes ventajas principales: a) reconcilia la tradición clementina y la tradición agustiniana, explicando cómo el orden de composición de los Evangelios habría sido Mateo-Lucas-Marcos-Juan y su orden de publicación habría sido Mateo-Marcos-Lucas-Juan; b) anula la teoría de la prioridad de Marcos, devolviendo a Mateo su puesto tradicional de primer Evangelio; c) combina los datos históricos de la más antigua tradición eclesial con los análisis literarios del método histórico-crítico; d) apoya con fuerza la saludable tendencia actual a volver a dataciones tempranas de los cuatro Evangelios.

Orchard ve al Evangelio de Marcos como una especie de combinación o fusión de los Evangelios de Mateo y de Lucas. Su explicación del origen del Evangelio de Marcos es la siguiente. Estando Pedro en Roma, se entera de que Lucas ha compuesto un Evangelio y recibe su texto. Durante muchos años Mateo ha sido el único Evangelio canónico, vale decir admitido oficialmente por la Iglesia. Pedro se lo sabe casi de memoria. Se pide a Pedro que valide el Evangelio de Lucas. Pedro realiza una comparación detallada de Mateo y Lucas y ve que hay una gran coincidencia de material entre ambos Evangelios. Con base en ese estudio, Pedro da una serie de charlas en las que ofrece una síntesis de Mateo y de Lucas, citando alternativamente a uno u otro, en una especie de zigzag, pero restringiendo sus citas a las partes donde hay un paralelismo claro y simple entre ambos. Por eso deja de lado, por ejemplo, los evangelios de la infancia, las apariciones del resucitado y la sección central de Lucas. Además, con base en su carácter de testigo ocular de la vida pública de Jesús, Pedro hace algunas aclaraciones, agregados o comentarios personales. Marcos, secretario e intérprete de Pedro, toma nota de sus charlas por medio de taquigrafía (en aquellos tiempos tanto el idioma griego como el idioma hebreo contaban con formas de taquigrafía). Posteriormente, a pedido de los oyentes de Pedro, Marcos compone su Evangelio a partir de esas notas taquigráficas. Esto explica el estilo oral de su Evangelio. Las fuentes cristianas antiguas atestiguan ese pedido de los oyentes. Además, muestran que Pedro tuvo un cambio de actitud con respecto al Evangelio de Marcos. Al principio le resultó más bien indiferente; podría decirse que lo toleró. Pero luego, al ver el bien que hacía, autorizó su amplia difusión y su lectura en las iglesias. Esto sugiere que pudo haber dos ediciones de Marcos, lo que concuerda con la evidencia de los manuscritos antiguos: éstos muestran dos versiones de Marcos, una que termina en Marcos 16,8 y otra que tiene también los últimos doce versículos (“el final de Marcos”: Marcos 16,9-20).

Según Orchard, el orden de publicación de los Evangelios fue Mateo-Marcos-Lucas-Juan porque, después de recibir la aprobación de Pedro, el Evangelio de Marcos se difundió más rápidamente que el de Lucas, llegando antes que éste a muchas de las iglesias cristianas.

Orchard encuentra indicios fuertes de conservación del orden de composición Mateo-Lucas-Marcos-Juan en las lecturas sucesivas del Evange-lio a lo largo del año litúrgico de la liturgia bizantina y otros ritos orientales.

Lamentablemente el P. Orchard falleció en 2006 sin haber podido exponer completamente su teoría. Por eso Dennis Barton, discípulo de Orchard, publicó en 2013, en su sitio web Church in History, el libro The Clementine Gospel Tradition (La tradición clementina de los Evangelios), presentando las ideas fundamentales de su maestro y agregando aportes propios1. Barton ofrece una solución muy atendible, aceptada por el propio Orchard, al problema del final de Marcos: Marcos 16,9-20 sería una colección de respuestas de Pedro a una serie de preguntas de sus oyentes sobre la resurrección de Cristo. Dennis Barton falleció en 2017. Ese mismo año se publicó la segunda edición de The Clementine Gospel Tradition2.

Las duplicaciones de Marcos

Uno de los argumentos principales a favor de la hipótesis clementina se basa en las llamadas “duplicaciones” (o dobletes, dualidades o cláusulas redundantes) de Marcos, un fenómeno característico de su estilo literario. Según C. M. Tuckett, Marcos contiene 213 de esas duplicaciones, que se pueden clasificar así: 56 casos pertenecen a la tradición triple (o sea que están presentes también en Mateo y en Lucas) y 157 casos no pertenecen a la tradición triple. Además, de dichos 56 casos, en 39 casos Mateo y Lucas usan la misma mitad de la dualidad de Marcos y en 17 casos usan mitades diferentes3. Por lo tanto, en esos 17 casos se da el siguiente fenómeno: Mateo usa la expresión A para expresar un concepto; Lucas usa la expresión B para expresar un concepto igual o parecido; y Marcos utiliza a esos efectos las dos expresiones (A y B, o bien B y A). Daré un ejemplo notable.

Mateo dice: “Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos4“.

El texto paralelo de Lucas dice: “A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos5…”

Y el texto paralelo de Marcos dice: “Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios6…”

Este breve texto de Marcos contiene dos duplicaciones. Por una parte, usa dos expresiones redundantes para indicar la hora: “al atardecer", como Mateo, y “a la puesta del sol", como Lucas. Por otra parte, Marcos indica que a Jesús le trajeron los enfermos (como en Lucas) y los endemoniados (como en Mateo), aunque más adelante Mateo menciona también a los enfermos y Lucas menciona también a los endemoniados.

Analicemos el problema de las 17 duplicaciones referidas desde la perspectiva de cada una de las cinco soluciones principales del problema sinóptico.

En la hipótesis clementina la situación es la siguiente: primero Mateo dice A; luego Lucas dice B; y finalmente Marcos dice A y B (o B y A). En este caso tenemos que explicar dos cosas:

a) ¿Por qué Lucas dice B en vez de A, como su fuente (Mateo)? Esto no plantea ninguna dificultad seria. Actualmente se reconoce que cada evangelis-ta (y Lucas en particular) no es un mero compilador, sino un verdadero autor con su propio plan, su propio estilo literario, y su propio vocabulario característico, por lo que el uso de una palabra o expresión en lugar de la palabra o expresión usada en su fuente es algo totalmente normal.

b) ¿Por qué Marcos, utilizando a Mateo y Lucas como fuentes, usa en los 17 casos referidos dobletes del tipo A y B (o B y A), donde A es la expresión usada por Mateo y B es la expresión usada por Lucas? Para esto hay dos explicaciones posibles: 1) Marcos procede así porque su Evangelio es una combinación sistemática de los Evangelios de Mateo y de Lucas. Enfrentado al problema de tener que elegir entre la expresión A de Mateo y la expresión B de Lucas, Marcos a menudo elige no desechar ninguna de las dos expresiones, sino usar una combinación de ambas. 2) Los 17 casos en cuestión son el resultado del azar. A primera vista esto puede parecer viable, porque la “oposición” entre Mateo y Lucas ocurre en sólo 17 de las 56 dualidades de la tradición triple. Los partidarios de la hipótesis clementina sostienen la primera explicación y rechazan la segunda diciendo que los 17 casos en cuestión son dualidades claras y con expresiones de igual significado (como “el atardecer” y “la puesta del sol”), mientras que las otras 39 dualidades son más vagas o están formadas por dos expresiones que no tienen igual valor, porque una es más adecuada que la otra, y por lo tanto es más probable que sea elegida.

En la teoría de las dos fuentes (T2F) la situación es la siguiente: primero Marcos dice A y B (o B y A); y luego Mateo dice A y Lucas, independiente-mente de Mateo (y antes o después que él), dice B. En este caso tenemos que explicar cuatro cosas:

a) ¿Por qué Marcos usa tantas expresiones duales? Esto podría deberse a un estilo literario aficionado a las redundancias.

b) ¿Por qué Mateo, que utiliza como fuente a Marcos, deshace esos dobletes optando por una de sus dos partes? Esto podría deberse a un estilo literario diferente, adverso a las redundancias.

c) ¿Por qué Lucas, que también utiliza como fuente a Marcos, pero de forma independiente, procede de la misma manera que Mateo? Quizás por la misma razón que Mateo.

d) ¿Y por qué Lucas, escribiendo de un modo independiente de Mateo, elige en 17 casos la parte del doblete de Marcos descartada por Mateo? Ésta es la pregunta clave en este caso. Los partidarios de la T2F sostienen que en esos casos Mateo usó una mitad de la dualidad y Lucas usó la otra mitad por puro azar. Si esta explicación fuera inviable, para explicar este fenómeno habría que renunciar a la hipótesis de la independencia entre Mateo y Lucas. Empero, esto implicaría renunciar a la T2F.

En la hipótesis de Farrer la situación es la siguiente: primero Marcos dice A y B (o B y A); luego Mateo dice A; y finalmente Lucas dice B. En este caso tenemos que explicar cuatro cosas:

a) ¿Por qué Marcos usa tantas expresiones duales?

b) ¿Por qué Mateo, que utiliza como fuente a Marcos, deshace esos dobletes optando por una de sus dos partes?

c) ¿Por qué Lucas, que utiliza como fuentes a Marcos y a Mateo, decide proceder de la misma manera que Mateo?

d) ¿Y por qué Lucas, en los 17 casos referidos, elige la parte del doblete de Marcos descartada por Mateo?

En la hipótesis de Farrer no cabe invocar al azar, porque no hay independencia entre Mateo y Lucas, sino que Lucas utiliza a Mateo. Las cuestiones c y d planteadas a la T2F son más difíciles de resolver que las cuestiones correspondientes planteadas a la hipótesis de Farrer. 

En la hipótesis de Wilke la situación es la siguiente: primero Marcos dice A y B (o B y A); luego Lucas dice B; y finalmente Mateo dice A. En este caso tenemos que explicar cuatro cosas:

a) ¿Por qué Marcos usa tantas expresiones duales?

b) ¿Por qué Lucas, utilizando como fuente a Marcos, deshace esos dobletes optando por una de sus dos partes?

c) ¿Por qué Mateo, utilizando como fuentes a Marcos y a Lucas, decide proceder de la misma manera que Lucas?

d) ¿Y por qué Mateo, en los 17 casos referidos, elige la parte del doblete de Marcos descartada por Lucas?

Las cuatro cuestiones planteadas a la hipótesis de Wilke son iguales a las planteadas a la hipótesis de Farrer, pero intercambiando a Mateo y a Lucas.

En la hipótesis agustiniana la situación es la siguiente: primero Mateo dice A; luego Marcos dice A y B (o B y A); y finalmente Lucas dice B. En este caso tenemos que explicar tres cosas:

a) ¿Por qué Marcos, utilizando a Mateo como fuente, usa tan a menudo dobletes del tipo A y B (o B y A), donde A es la expresión usada por Mateo y B es una expresión equivalente o análoga?

b) ¿Por qué Lucas, utilizando a Mateo y Marcos como fuentes, deshace esos dobletes optando por una de sus dos partes?

c) ¿Y por qué Lucas, en los 17 casos en cuestión, elige la parte del doblete de Marcos que no aparece en Mateo?

En síntesis, las duplicaciones de Marcos plantean dos dificultades menores a la hipótesis clementina; tres dificultades a la hipótesis agustiniana; cuatro dificultades a las hipótesis de Farrer y de Wilke; y cuatro dificultades (dos de ellas mayores y una potencialmente muy grave) a la T2F.

Por lo tanto, las duplicaciones de Marcos podrían favorecen a la hipótesis clementina, pero para dilucidar este asunto habría que hacer un estudio más detallado de todas las duplicaciones de los sinópticos, incluyendo las duplicaciones que no figuran en Marcos, sino sólo en Mateo, sólo en Lucas o en Mateo y en Lucas.

1) Dennis Barton (1930-2017) fue un católico laico inglés que dirigió durante décadas el apostolado llamado Church in History Information Centre (Centro de Información Iglesia en la Historia), cuyo sitio web era Church in History: http://www.churchinhistory.org. Barton se dedicó a la apologética histórica y también se interesó en cuestiones bíblicas. Church in History es un sitio poco conocido pero dotado de contenidos de sumo interés y alta calidad. Tras la muerte de Dennis Barton, su amigo Mark Alder se hizo cargo de ese sitio.

2) Mi traducción al español de ese libro de Dennis Barton, autorizada por Mark Alder, está disponible en:

https://danieliglesiasgrezes.files.wordpress.com/2021/11/barton-tcgt.pdf.

3) Cf. Dennis Barton, La tradición clementina de los Evangelios, mi edición en PDF, pp. 12-13.

4) Mateo 8,16.

5) Lucas 4,40-41.

6) Marcos 1,32-34.


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1 comentario

  
Natanael
Pues la verdad se ve un planteamiento mucho más razonable. Tanto desde el análisis de los propios evangelios como desde lo dicho por las fuentes patrísticas.

Lo del documento Q al final es una cuestión que oscurece más de lo que aclara. Además de que el susodicho documento sigue en paradero desconocido.
25/08/24 1:18 PM

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