Descarga gratis mi libro: "¿Renovación o ruptura? Reflexiones en torno al Concilio Vaticano II"
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Esta obra reúne un conjunto de escritos que giran en torno al Concilio Vaticano II y la crisis postconciliar de la Iglesia Católica. Acerca de esos temas existen hoy entre los católicos tres posiciones básicas: 1) la postura progresista radical, basada en la “hermenéutica de la discontinuidad", que ve al Concilio Vaticano II como una ruptura con la Iglesia preconciliar y la Tradición eclesial y considera esa supuesta ruptura como algo bueno y necesario; 2) la postura tradicionalista radical, que también sostiene que el Concilio Vaticano II rompió con la Tradición eclesial, pero considera esa supuesta ruptura como algo malo y condenable; y 3) la postura católica ortodoxa, que, con base en la indefectibilidad de la Iglesia, en principio se adhiere a las enseñanzas doctrinales del último Concilio y acepta sus disposiciones pastorales, interpretando el Concilio a la luz de la Biblia y la Tradición mediante una “hermenéutica de la continuidad", que ve a la Iglesia como un único sujeto social que se desarrolla y reforma sin corromperse esencialmente.
Creo que esta tercera posición es, no sólo la verdadera, sino la única legítima para un católico. ¿Renovación o ruptura? parte de esa premisa básica. Por lo tanto, al considerar la crisis postconciliar de la Iglesia Católica, descarto la posición de quienes la atribuyen fundamentalmente al Concilio Vaticano II y abogan por un rechazo de ese Concilio como el camino para salir de la crisis. Sin negar que los progresistas radicales que causaron la crisis postconciliar influyeran en el Concilio mismo, niego que hayan separado al Concilio de la ortodoxia católica. Obviamente hay algunos puntos del Concilio que ameritarían profundizaciones, matizaciones o aclaraciones, pero eso ha ocurrido siempre en la historia de la Iglesia. Por ejemplo, la doctrina cristológica y trinitaria del primer Concilio Ecuménico (el de Nicea, en el año 325) necesitó los complementos y aclaraciones de los cinco Concilios Ecuménicos siguientes. Opino pues que la crisis postconciliar no fue causada por el Concilio Vaticano II sino por malas aplicaciones de la reforma delineada por el Concilio. Para superar la crisis debemos volver a la auténtica doctrina conciliar, hoy bastante olvidada, y leerla en el contexto de toda la doctrina católica bíblica y tradicional. El Vaticano II no es un nuevo súper-dogma que deroga todo lo anterior.
La presente obra consta de once capítulos.
El Cap. 1 proviene originalmente de una conferencia que dicté el 14/06/2001 en la Universidad de Montevideo, con motivo del bicentenario del nacimiento de John Henry Newman. Es una reedición del Cap. 11 de mi libro Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio, auto-publicado en Lulu en 2008.
El Cap. 2 es una reedición de las pp. 43-46 de mi libro de 2017 Columna y fundamento de la verdad.
El Cap. 3 es una reedición del Epílogo de mi libro Sintió compasión de ellos, auto-publicado en Lulu en 2008.
El Cap. 4 es una reedición del Cap. 38 de mi libro Soy amado, luego existo, publicado por la Editorial Vita Brevis en 2021.
El Cap. 5 proviene originalmente de una conferencia que dicté el 27/06/2013 en la Facultad de Teología del Uruguay, dentro de un Ciclo de Conferencias con motivo del Año de la Fe, organizado por el Centro Cultural Católico “Fe y Razón". Es una reedición del Cap. 15 de mi libro de 2017 Columna y fundamento de la verdad.
Los cc. 6 y 7 son reediciones de los cc. 17 y 19 (respectivamente) de mi libro de 2016 Proclamad la Buena Noticia.
El Cap. 8 es una reedición del Cap. 42 de mi libro de 2020 Por el contrario…
El Cap. 9 es una reedición del Cap. 8 de mi libro de 2021 La sal de la tierra.
El Cap. 10 es inédito en lo que respecta a mis libros.
El Cap. 11 es inédito en sentido absoluto.
Esta obra es el Volumen 4 de la serie Aportes para una contracultura cristiana, serie cuyo objetivo central es contradecir varias corrientes de pensamiento predominantes en nuestra cultura contemporánea. En esta serie, un humildísimo aporte a la renovación de la cultura cristiana, expongo puntos de vista sobre Dios, el hombre, el mundo, la ciencia y la sociedad que hoy no se encuentran con mucha frecuencia en la prensa y la academia, dado que son desestimados o despreciados (sin razón suficiente) por gran parte de los intelectuales de nuestro tiempo. Procuro poner de relieve que el cristianismo constituye hoy la verdadera contracultura, en la que los seres humanos podemos redescubrir el modo de vivir una vida verdadera, buena y bella y de construir una sociedad más humana y fraterna, según la voluntad del Creador.
Daniel Iglesias Grèzes
CONTENIDOS
1 San John Henry Newman, un precursor del Concilio Vaticano II
2 El Concilio Vaticano II y la religión verdadera
3 ¿La Iglesia es sacramento del mundo?
4 El Concilio Vaticano II y el naturalismo metodológico de la ciencia
5 El Concilio Vaticano II y el diálogo ecuménico: ¿renovación o ruptura?
6 El regreso del conciliarismo
7 La inteligencia humana puede conocer la verdad de lo real
8 La crisis postconciliar de la Iglesia Católica
9 El progresismo como religión
10 Una parábola de la crisis postconciliar de la Iglesia Católica
11 Algunas reflexiones sobre la pastoral católica contemporánea
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14 comentarios
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DIG: La hermenéutica de la continuidad es una forma genérica de acercarse a todos los textos del último Concilio: con la convicción de que son católicos, igual que los de Trento o el Vaticano I. No se puede pedir a una regla formal que resuelva todos los problemas concretos. Por ejemplo, el principio lógico de no contradicción no me dice si S es P o no-P. Sólo me dice que no puede ser las dos cosas a la vez y en el mismo sentido. Tendré que determinar por otra vía si S es P o no-P.
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Le doy un ejemplo: yo mismo como tradicionalista QUÉ supuestamente estoy obligado a creer con Fé católica para mi salvación, contenido en el V II?
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DIG: Como católicos (no como "tradicionalistas") estamos obligados a creer en todas las verdades de fe católica. Habría miles de ejemplos de afirmaciones del CVII que debemos creer. Supongo que un ejemplo podría ser el n. 2 de la constitución dogmática Dei Verbum:
"2. Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina. En consecuencia, por esta revelación, Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía. Este plan de la revelación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas. Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación."
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Se la hago aún más fácil: en lo personal creo que la Iglesia católica es la ÚNICA Iglesia de Jesucristo y nadie se puede salvar en otra o en ninguna si no es por error invencible. También creo que los Estados y las sociedades humanas DEBEN reconocer a la misma Iglesia como única verdadera y que les es posible restringir y prohibir el ejercicio público de cualquier otra. Ej: ordenar derribar una mezquita. (no hablo de si es conveniente, sino que la potestad la tiene) Son estas ideas heréticas? Debo corregirlas a la luz del V II?
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DIG: El Concilio Vaticano II enseña que el catolicismo es la única religión verdadera y sostiene la doctrina católica tradicional sobre las obligaciones de los Estados para con Dios y su Iglesia.
"En primer lugar, profesa el sagrado Concilio que Dios manifestó al género humano el camino por el que, sirviéndole, pueden los hombres salvarse y ser felices en Cristo. Creemos que esta única y verdadera religión subsiste en la Iglesia Católica y Apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la misión de difundirla a todos los hombres (...) Por su parte, todos los hombres están obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla. (...) Puesto que la libertad religiosa que exigen los hombres para el cumplimiento de su obligación de rendir culto a Dios se refiere a la inmunidad de coacción en la sociedad civil, deja íntegra la doctrina tradicional católica acerca del deber moral de los hombres y de las sociedades para con la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo." (Dignitatis Humanae, 1).
Con respecto a la forma concreta de aplicar estos principios hoy, no me parece fructuoso embarcarme en ejercicios de historia-ficción ni reproducir los errores prácticos del pasado sin haber aprendido nada de ellos.
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DIG: Creo que la discusión se resume en esto: ¿es justo considerar a la actual crisis de la Iglesia como un fruto del Concilio? ¿Con qué derecho podría hacerse una acusación así? Esa cuestión fundamental se puede subdividir en innumerables cuestiones particulares. Por ejemplo: ¿se puede achacar a la constitución Sacrosanctum Concilium la actual crisis de la música sacra? ¿No sería eso arbitrario? Para justificar esa acusación, ¿no hay que apelar arbitrariamente (como los ultraprogresistas, pero en sentido contrario) a un supuesto "espíritu (rupturista o antitradicional) del Concilio"?
Vamos de Victoria en Victoria en lo que afecta a los Papas y de Derrota en Derrota en lo que afecta a la Iglesia?.
Claro que sí nos comparamos con el tiempo que se tardó en implementar la doctrina cristológica y trinitaria del primer Concilio Ecuménico (el de Nicea, en el año 325) necesitó los complementos y aclaraciones de los cinco Concilios Ecuménicos siguientes, debo utilizar la frase " cuan largo me lo fiais", ya que se tardó solo 355 años en asentarse dichas doctrinas. Lo mejor sería no opinan entonces.
II. Concilio de Constantinopla I, del año 381,
III. Concilio de Éfeso, del año 431,
IV. Concilio de Calcedonia, del año 451,
V. Concilio de Constantinopla II, del año 553,
VI. Concilio de Constantinopla III, del año 680,
Cuando le señalo que hermenéutica de reforma en continuidad-no de la continuidad a secas-no tiene utilidad, lo que digo es que no ha contribuido a superar la problemática de ruptura con el magisterio procedente (ruptura real y que abarca al grueso de los hoy denominados católicos, especialmente del clero) sino que la ha dejado en un punto muerto, contentando a moros y cristianos.
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DIG: El Vaticano II no rompió con Trento y el Vaticano I, ni en la intención (pues afirma explícitamente esa continuidad) ni en la ejecución, porque no niega ninguno de los dogmas de fe precedentes.
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Esto, porque no se han hecho cargo de establecer de manera real qué exactamente se debe creer y que no, sino que se uno se debe contentar con afirmar que lo nuevo no cambia lo pasado y darlo por hecho.
Pero cuando se va a lo concreto, se ve la inutilidad del principio. A qué se debe, según usted a que la gran mayoría del clero, incluido el obispo Ratzinger (Papa hay uno solo y es Francisco) no crean en el Estado confesional?
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DIG: ¿Qué quiere decir "creer en el Estado confesional"? ¿Creer que es posible? Obviamente lo es. ¿Creer que es deseable o conveniente? La misma doctrina tradicional subraya que esa conveniencia es hipotética, o sea que rige si se dan ciertas condiciones. ¿Creer que es necesario siempre y en todo lugar? Los primeros cristianos no buscaron directamente la confesionalidad del Imperio Romano, sino la conversión de cada persona. El Imperio cristiano fue sólo una consecuencia indirecta, lograda al cabo de un esfuerzo misionero de siglos.
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Si no se debe en alguna medida al Concilio, por qué esa coincidencia temporal tan obvia, que debiese al menos ser indiciaria?
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DIG: Una coincidencia (o sucesión) temporal no indica necesariamente una relación de causa a efecto.
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Cuando le afirmo que soy tradicionalista, lo que le estoy diciendo es que yo sí creo en dicha confesionalidad como principio.
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DIG: De nuevo, ¿qué dice exactamente ese principio? ¿Por qué cree usted que ese principio es incompatible con la doctrina conciliar (por ejemplo la que le cité antes)?
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Usted rehuye darme una respuesta clara: debo modificar dicha creencia a la luz de Dignitatis Humanae para ser católico?
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DIG: Para ser un buen católico debe dar su asentimiento religioso a la doctrina del Concilio Vaticano II, interpretado de acuerdo con la Tradición de la Iglesia (eso es la hermenéutica de la continuidad).
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Debo dejar de creer que el Estado posee el derecho de restringir y prohibir, si así fuese conveniente, el ejercicio público de cualquier otra religión que no sea la católica?
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DIG: El acto de fe es esencialmente libre. No se puede (ni se debe intentar) imponer la fe por la fuerza. El Estado puede poner algunos límites razonables a la libertad religiosa tal como enseña el CVII.
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No basta con una alusión vaga a "errores del pasado" porque si hay algo cierto es que esto era doctrina corriente y oficial del Magisterio anterior al Concilio.
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DIG: Seamos concretos pues. ¿Usted volvería a quemar a Giordano Bruno? A mí me parecería condenable, además de indeciblemente estúpido.
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Y ahora, si no debo modificar dicha creencia, a qué hacer tanto problema con Lefebvre? Por qué B XVI afirmaba que el problema de fondo era doctrinal si en definitiva con el Concilio, en perfecta sintonía con el pasado, nunca se modificó esta creencia?
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DIG: Porque la continuidad no es omnímoda, sino sustancial. Muchas cosas accidentales cambian y algunos se aferran demasiado a lo no esencial.
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No sería más practico para solucionar el "problema" con los "tradis" decirles simplemente que no se preocupen, que no se ha cambiado nada, que no entendieron el VII, y que la confesionalidad y el derecho de los gobernantes a privilegiar la verdadera religión y obstaculizar las falsas sigue en pie? No será que no se dice porque en verdad no creen en eso? Se lo planteo con total honestidad.
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DIG: Es que el problema es muy complejo. Muchos "católicos" son hoy progresistas radicales que, guiados por el supuesto "espíritu del Concilio", han dejado atrás hace décadas la letra del Concilio, que les parece demasiado "conservadora".
Como dice el padre Cesar Calderón, autor de "prometeo, la religión del hombre, una hermenéutica del Vaticano II", todos los concilios son hermenéuticos en sí, es decir, se trata en ellos de aclarar, fijar y delimitar cosas que antes de cada concilio estaban confusas, a menudo por discrepancias entre católicos o por el ataque de la herejía. El resultado de los concilios es la paz y el refuerzo de la fe.
El Vaticano II no es tal, es lo contrario, añade más confusión de la que había anteriormente y con datos objetivos, la Iglesia queda debilitada. Es más, ni siquiera queda claro si desea aclarar algo o no, al declararse solamente pastoral, pero al mismo tiempo introducir en su desarrollo posterior cambios de una forma dictatorial y ser declarado, en la práctica, como el mas fundamental de todos los concilios y su adhesión a cada ambigua letra de él, la piedra de toque del verdadero católico.
Por eso, el que un Concilio necesite una hermenéutica es ya mismo prueba de que el Vaticano II no cumple el papel que los concilios han cumplido durante 20 siglos y la confusión y la defección que le siguió lo deslegitiman (si esta palabra es demasiado fuerte, lo siento, solo se me ocurre esa).
El Vaticano II no necesitaría una hermenéutica, sino una corrección que reafirme los aspectos de la fe que ese concilio dañó. ya sea inadvertidamente, por exceso de optimismo o por infiltración malvada de elementos revolucionarios, que de las tres cosas hay.
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DIG:
1) Un católico puede tener dificultades para comprender cómo las enseñanzas del Concilio Vaticano II (CVII) son sustancialmente compatibles con la doctrina católica tradicional y hasta puede expresar sus dificultades y pedir explicaciones. Lo que no puede hacer es rechazar la doctrina del CVII como herética. Debe adherirse a ella según los distintos niveles de adhesión requeridos por las distintas calificaciones teológicas de sus distintas enseñanzas doctrinales. Esto se debe al dogma de fe de la indefectibilidad de la Iglesia, que no permite creer que un concilio ecuménico aprobado por el Papa ha roto con la fe católica.
2) Un católico puede considerar más o menos convenientes u oportunas las disposiciones pastorales (prácticas) del CVII y hasta puede proponer por las vías adecuadas su mejora o reforma. Lo que no puede hacer es rechazar esas disposiciones como inválidas o ilícitas. Esto se deduce de la fe católica en el carácter jerárquico de la autoridad eclesiástica y en el poder de atar y desatar que Cristo dio a Pedro y los demás Apóstoles y sus sucesores (el Papa y los Obispos).
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DIG: Esta forma de entender el carácter pastoral del CVII es simplemente errónea. Hay muchísima doctrina en el CVII, por ejemplo dos constituciones dogmáticas. Y en lo doctrinal, aunque no defina dogmas nuevos, el CVII no se limita a repetir simplemente lo ya dicho antes. Hay sin duda en él un desarrollo auténtico de la doctrina cristiana. Por ejemplo, creo que ningún concilio anterior había dicho algo expresamente sobre la posibilidad de salvación de los no católicos. Otro ejemplo: el CVII resolvió la cuestión disputada sobre la naturaleza del ministerio de los obispos. Este no es una mera potestad jurídica, sino el grado máximo del sacramento del Orden. Y así sucesivamente. Que algunas "cosas nuevas" necesiten aclaraciones para encuadrar su relación con las "cosas antiguas" no quita que debamos aceptarlas con obsequio religioso de la inteligencia.
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Por tanto sus disposiciones pastorales, como pastorales, pueden ser corregidas. Por otro lado, al ser pastoral y explícitamente negar que pretenda ser dogmático,
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DIG: ¿Dónde? Por favor indica el texto donde el CVII niega que pretenda ser dogmático.
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sus posibles enseñanzas no son vinculantes para los católicos y su doctrina no debería diferir como tal en nada de la doctrina anterior de la iglesia en el sentido de que, como pastoral, no debería contener ninguna novedad.
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DIG: Como ya dije, esto es simplemente falso. Por ejemplo, el católico actual debe aceptar que el sacramento del Orden tiene tres grados: diaconado, presbiterado y episcopado. Y esto es por la doctrina del último Concilio.
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Y si tiene tales novedades, es de una manera no clara y que contraviene el sentido en el que se definió el concilio, por lo que hay que interpretar esas enseñanzas a la luz de otros concilios mucho mas claros. Y si hubiere alguna discrepancia, obviarla a la espera de que los pastores elaboren una corrección o clarificación de esas enseñanzas que aparentemente contravienen la enseñanza de siempre de la Iglesia.
No hay ahi nada de rechazo del concilio por herético ni nada de eso.
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DIG: "Obviar" un Concilio no es aceptarlo y lo que debe hacer un católico es aceptarlo.
"Qué quiere decir "creer en el Estado confesional"? ¿Creer que es posible? Obviamente lo es. ¿Creer que es deseable o conveniente? La misma doctrina tradicional subraya que esa conveniencia es hipotética, o sea que rige si se dan ciertas condiciones. ¿Creer que es necesario siempre y en todo lugar? Los primeros cristianos no buscaron directamente la confesionalidad del Imperio Romano, sino la conversión de cada persona. El Imperio cristiano fue sólo una consecuencia indirecta, lograda al cabo de un esfuerzo misionero de siglos".
Exactamente, creer que es posible y deseable y, sobre todo, ideal. Pero resulta que los ídolos del post concilio, JP II y Ratzinger
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DIG: No son ídolos; sí luminarias.
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no lo creen así, consideran que la laicidad del estado es el ideal y ahí no estoy de acuerdo con ellos.
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DIG: No me consta. Quizás haya pensado uno y piense el otro que es el ideal para la situación actual.
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Lo de la tesis e hipótesis es algo de seguro ridículo para cualquier cadena del post concilio.
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DIG: No sé qué cadena es ésa, pero para mí no es ridículo.
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"Una coincidencia (o sucesión) temporal no indica necesariamente una relación de causa a efecto"
No, por eso le digo que es iniciaría. Pero me parece muy ingenuo pensar que no hay NINGÜN vínculo,
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DIG: Yo no digo que no hay ningún vínculo. Simplemente digo que el Concilio Vaticano II no causó la actual crisis de la Iglesia y que no tenemos que rechazarlo para superar esa crisis.
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cuando el V II fue el triunfo de la facción "liberal" y que a partir de ese punto el clero comenzó a pensar exactamente lo opuesto en la materia. Piense en JP I, que incluso afirmó que el creía en la confesionalidad del Estado y que después del V II entendió que esta era una tesis errada.
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DIG: De nuevo, no me consta; pero aunque así fuera, no cambia mi posición.
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"El acto de fe es esencialmente libre. No se puede (ni se debe intentar) imponer la fe por la fuerza. El Estado puede poner algunos límites razonables a la libertad religiosa tal como enseña el CVII."
Eso es pelear contra un hombre de paja. Soy tradicionalista de los más recalcitrantes y JAMÄS he creído que se pueda imponer la Fé. más aún, es imposible metafísicamente, por lo que incluso diría que es un problema meta jurídico.
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DIG: Es obvio que es imposible imponer la fe por la fuerza. Pero se puede imponer por la fuerza la realización de actos favorables a la fe o la evitación de actos contrarios a la fe. O sea, se puede imponer una conformidad exterior, que de por sí es incapaz de producir una conformidad interior.
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Lo que creemos es que la Iglesia y un Estado subordinado a ella como sociedad cristiana ideal puede legítimamente restringir e incluso suprimir las manifestaciones exteriores a los falsos credos, independientemente de su conveniencia práctica, que es un tema siempre prudencial. En una sociedad católica ideal a mi no me repugna que se ordene quemar la revista Atalaya, que se impida a las mujeres usar Burka en espacios públicos, que sólo existan los fríanos católicos, etc.
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DIG: Quemar publicaciones de los adversarios es una admisión de debilidad. La verdad bien testimoniada se impone por su propia fuerza. Un pueblo auténticamente católico convertiría genuinamente a unos pocos disidentes. Sin duda no les temería. Mucho menos los quemaría a ellos. No sé lo que son los fríanos.
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Le aseguro que para Ratzinger eso sería inadmisible por principio.
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DIG: Habría que verlo en detalle.
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"Porque la continuidad no es omnímoda, sino sustancial. Muchas cosas accidentales cambian y algunos se aferran demasiado a lo no esencial"
Eso es muy ambiguo y peligroso. Por qué consideraría como algo "accidental" la creencia de la tesis de un estado confesional si los Papas anteriores al Concilio, unánime y constantemente lo manifiestan como doctrina católica?
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DIG: Sería más exacto hablar de doctrinas irreformables y reformables, o definitivas y no definitivas. Una doctrina no definitiva puede cambiar y cuando cambia manifiesta que en realidad era accidental.
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No daría eso pie a que también la teoría contraria fuese desechada como "accidental y propia de una época? Con eso no existe ninguna fijeza en la doctrina. Por eso creo en que hay que distinguir lo que es de Fé de lo que no tiene esa firmeza.
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DIG: Obviamente también la doctrina no definitiva nueva que sustituye a una doctrina no definitiva anterior puede a su vez ser más adelante sustituida por otra. Esto no quita toda fijeza a la doctrina, porque sigue habiendo doctrinas definitivas, irreformables. Y no son sólo los dogmas definidos solemnemente.
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Le voy a contar una anécdota que nos relató M Fellay de uno de sus encuentros con B XVI: en un momento le manifestó "Santidad, qué pasa con la realeza social de NSJ?. El Papa que entiende perfectamente la problemática le señaló. "eso no siempre fue así". Le hizo presente que los primeros cristianos no creían que fuera necesario que la autoridad reconociera y privilegiara la religión católica como única verdadera y que esto había sido una doctrina introducida con posterioridad. A mí eso me suena a liberalismo y claramente NO es lo que sostuvieron en innumerables oportunidades los Papas anteriores al V II. La Iglesia, apenas logró su hegemonía, impuso la confesionalidad del Estado y decir que eso fue una traición a la doctrina originaria le quita el piso a cualquier cosa que se pueda decir con posterioridad, sujeta a la misma críicta "histórica".
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DIG: No voy a negar la anécdota porque no estuve allí pero me parece que una acusación así debería estar mejor fundada que en una conversación de pasillo. Igual esto que digo no quita que el tema de la calificación teológica de la doctrina tradicional sobre la realeza social de Cristo podría tener sus bemoles.
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En el siglo XXII podían decir "Ratzinger afirmó la laicidad del Estado víctima de la comprensión deficitaria de su tiempo y eso es accidental".
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DIG: Hipotéticamente, si la doctrina en cuestión no fuera definitiva, también eso podría pasar.
“La manera en que los reyes deben servir al Señor, en tanto que reyes, consiste en aquel género de servicio que únicamente los reyes pueden prestar” (Epistola ad Bonifacium, PL XXXIII, col. 801).
Lo que los Padres enseñan sobre la intervención del poder secular en favor de la religión, los concilios ecuménicos, tanto de Oriente como de Occidente, lo repiten y lo aplican, y las cartas de los romanos pontífices, de todas las épocas, lo confirman de un modo irrefragable."
Si esta alianza de la Iglesia y el Estado, en lugar de una verdad católica, se considerase un error histórico o incluso teológico, “se trataría de demostrar a la Iglesia misma que se habría equivocado constantemente desde hace quince siglos”, escribía Dom Guéranger en 1860, “puesto que desde hace quince siglo, en efecto, no ha dejado de recordar a los príncipes la obligación en que están de servir a la realeza de Jesucristo, empleando su autoridad para proteger la religión.”
(Dom Prosper Guéranger "Pour l´honneur du Christ-Roi", en la revista "L´Ami de la Religion", 17 de marzo de 1860; artículo recogido en la reciente recopilación de sus artículos sobre Cristo Rey que lleva por título "Jésus-Christ roi de l´histoire", ed. Association Saint-Jerôme, Saint-Macaire, 2005, p. 168)
Esto se traduce en que en algunos puntos hay continuidad y en otros, discontinuidad, en mayor o menor medida. Por ejemplo, en el tratamiento de la libertad religiosa hay un claro cambio respecto a la doctrina anterior, especialmente de Gregorio XVI, Pío IX o Pío X. Creo que el desarrollo doctrinal en esta cuestión es difícil de negar, y aceptada esa evolución, surge la discusión sobre si hay desarrollo homogéneo de la doctrina o no.
La “pastoralidad” del Concilio se ha entendido de muchas formas, a veces en función de los intereses teológicos o eclesiásticos de cada grupo o tendencia. Como es sabido, la pastoral es el conjunto de actividades a través de las cuales la Iglesia realiza su misión. Contiene aspectos como la evangelización, la homilética, la apologética, la administración de sacramentos, la catequesis, y la asistencia social y religiosa de distintos grupos y colectivos. Junto a la pastoral, estaría la dogmática y el desarrollo de la doctrina. En cuanto a los temas tratados, el Concilio no fue solo pastoral, pues no abordó exclusivamente cuestiones pastorales, tratando también cuestiones doctrinales, como la revelación, la eclesiología, la libertad religiosa y el valor de otras religiones.
¿En qué sentido el Concilio es pastoral? Se pueden dar múltiples respuestas. Desde mi punto de vista, debemos fijarnos en las directrices de Juan XXIII, que fue quien introdujo la palabra “pastoral” aplicada al Concilio. En su discurso de inauguración, afirmó que el Concilio tenía como objetivo difundir la doctrina tradicional o el depósito de la fe con un nuevo lenguaje, es decir, llevar a cabo un “magisterio predominantemente pastoral”. A mi juicio, el propósito del papa era que el Concilio fuera pastoral por su lenguaje, es decir, por su estilo literario adaptado a los nuevos tiempos a través del cual difundir la doctrina tradicional. En este sentido, me parece muy esclarecedor el libro “¿Qué pasó en el Concilio Vaticano II?, de John O’Malley, que dedica varias páginas al género, estilo y lenguaje del Concilio.
Los tradicionalistas y conservadores que rechazan o discrepan del Concilio por su, según ellos, carácter rupturista, entienden lo pastoral como un elemento menor para restar importancia y valor al Concilio. Por su parte, hay progresistas que utilizan el carácter pastoral para defender cambios en la actividad pastoral sin tocar en principio la doctrina, pero que en realidad afectan a ella y la modifican.
A mi juicio, incluso si entendemos el Concilio como un cambio de lenguaje, creo que hubo cambios de fondo, pues todo cambio en la forma es un cambio de fondo, ya que la forma también es fondo. Decimos lo que decimos porque utilizamos una determinada forma lingüística. Elegir una palabra en vez de otra, utilizar un símil y no otro o emplear determinados recursos retóricos no es secundario y puramente formal, es también parte del fondo.
La Iglesia posconciliar supuso un cambio enorme con relación a la anterior. En este sentido, creo que el Concilio Vaticano II que inspiró las reformas fue una ruptura parcial con Trento. Según mi opinión, el Concilio fue un intento de frenar la crisis de la Iglesia que se había iniciado a principios de siglo, adaptándose a la modernidad. Hay varias fuentes que testimonian la crisis vocacional, el descenso de la práctica religiosa y el alejamiento de muchos fieles de la Iglesia.
En un primer momento, el Concilio tuvo su éxito en los años 70, en la medida en que logró adaptarse más o menos a la modernidad, pues eso terminó siendo su objetivo, pero pronto se vio desbordado por la posmodernidad, y acabó siendo un intento fallido para frenar la crisis y decadencia de la Iglesia. Los pontificados conservadores de Juan Pablo II y Benedicto XVI tampoco lograron revertir el proceso.
Es Francisco quien en algunos aspectos está adaptando la Iglesia a la posmodernidad, iniciando una adaptación del catolicismo oficial al catolicismo real, además de una desromanización de la Iglesia. El último motu proprio es un paso más en la descentralización de la Iglesia. Si los próximos papas son bergoglianos, es probable que la Iglesia sea no solo diferente a la de Trento, sino a la posconciliar.
Son muchos los que se esfuerzan en fijarse solo en lo doctrinal, lo teórico, los documentos y en querer ver una perfecta continuidad doctrinal en los papas posconciliares, incluido Francisco, respecto al magisterio tradicional. Sin embargo, incluso aunque esto fuera cierto, el catolicismo realmente existente, el de una buena parte de católicos de a pie y de muchos clérigos, más allá de los documentos, ha roto con Trento y seguirá rompiendo con la tradición. Sé que para muchos estos no son verdaderos católicos, otros los consideran protestantantizados e incluso algunos los consideran satánicos o luceferinos. Yo no valoro estos hechos y simplemente los describo, según mi punto de vista.
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DIG: Gracias por su mensaje. Hago sólo dos comentarios. 1) El propósito de este espacio es comentar mis posts. En este caso, en el que el tema del post es mi libro sobre el Vaticano II, lo más lógico sería hacer algún comentario sobre mi libro, para lo cual convendría leerlo primero. 2) Discrepo parcialmente con su interpretación de la actual crisis de la Iglesia Católica. Supongo que mi discrepancia resultará clara para quienes lean el libro.
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