Interpretación falsa de “No juzguéis y no seréis juzgados” (P. Ayúcar)
A lo largo de mis 16 años de servicio como apologista católico en Internet, me he topado más de una vez con cristianos que blanden la famosa frase evangélica “No juzguéis y no seréis juzgados” como arma arrojadiza contra cualquier juicio crítico que les moleste. Había pensado escribir algo contra la frecuente interpretación falsa (literalista, fundamentalista) de esas palabras de Nuestro Señor Jesucristo. Pero he aquí que, buscando material al respecto, me encontré con un excelente artículo de un autor que yo no conocía: el Padre Miguel Ruiz de Ayúcar (1911-2004), jesuita español. Mejor que cualquier cosa que yo pueda escribir sobre este tema será recomendarles la atenta lectura de este artículo del P. Ayúcar.
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5 comentarios
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DIG: Si se refiere a las publicaciones del P. Ayúcar, no puedo ayudarlo. El único escrito suyo que conozco es este artículo.
La Paz de Cristo.
Un sacerdote dijo algo que se grabó en mí :"Podemos y debemos juzgar. Lo que no nos toca (a los laicos, por lo menos ) es condenar."
Gracias por el artículo. Saludos.
"No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre." Juan 5:30
Si juzgamos desde la carne, desde nuestra naturaleza caída nuestro juicio será injusto porque procederá de la injusticia. Si juzgamos desde Jesucristo en nosotros nuestro juicio será justo porque procederá de la justicia, de Dios. Cuando hayamos alcanzado la victoria sobre la carne, el hombre viejo ya vencido por Jesucristo en la cruz y hayamos llegado al alto grado de santidad, de unión con Dios al que Dios nos ha llamado (capitulo 17 de Juan) entonces juzgaremos rectamente, seremos perfectos como nuestro Padre es perfecto (Mt 5:48), seremos uno con Dios y Dios mismo será nuestra santidad, nuestra perfección, nuestra bondad, y cumpliremos naturalmente los preceptos evangélicos del sermón del monte y los demás imposibles de cumplir para la carne. Hasta entonces nos toca luchar por hacer las cosas lo mejor que podamos y no entregarnos a la carne sino dar muerte a las obras de la carne por el Espíritu (Romanos 8:13) confiando en que su poder nos dará la victoria cuando lo estime oportuno. Creo que es así.
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