¿Liberalización de la droga? (Pontificio Consejo para la Familia)

La drogadicción es un fenómeno que se difunde cada vez más. Plantea graves problemas psicológicos, sociales, espirituales y morales. En esta nota, deseamos abordar la cuestión principalmente desde el punto de vista del individuo y de su familia, porque no olvidamos que “en el centro de la drogadicción se encuentra el hombre, sujeto único e irrepetible, con su interioridad y su personalidad específica” (1).

La drogadicción ha pasado, en el decurso de algunos decenios, de un uso relativamente limitado, reservado a una clase social acomodada e indulgente con respecto a sí misma, a ser un fenómeno de masas, que afecta ante todo a los jóvenes, destruyendo vidas, incumpliendo muchas promesas, y que ningúnpaís hasta hoy ha logrado reducir y ni siquiera frenar. “Gran número de los que consumen droga son jóvenes, y la edad en que se comienza es cada vez menor” (2). Niños y adolescentes no dan importancia al uso de la droga incluso en las escuelas, y sus educadores se sienten impotentes. La droga pone en peligro el futuro mismo de nuestras sociedades. Por este motivo, nuestra preocupación se orienta sobre todo a los jóvenes –adolescentes y adultos– porque ellos son hoy las primeras víctimas de la droga.

Cuando se aducen argumentos en favor o en contra de los proyectos de ley para la legalización de las drogas “ligeras” es preciso evitar las simplificaciones y las generalizaciones, y sobre todo la politización de unacuestión que es profundamente humana y ética. Algunos sostienen que el recurso moderado a algunos productos, clasificados entre las “drogas”, no implicaría ni dependencia bioquímica niefectos secundarios sobre el organismo.

Otros dicen que sería mejor conocer y acompañar a los drogadictos, en vez de dejarlos en la ilegalidad, tanto para poder prestarles ayuda como para proteger a la sociedad. Sobre esa base, se argumenta en favor de la legalización de la droga.

La ciencia y la técnica siempre han tratado de sacar provecho de las sustancias químicas para favorecer la curación de las patologías, para mejorar las condiciones de vida y para incrementar el placerde la convivencia. Los usuarios han constatado que algunas de esas sustancias proporcionan una sensación placentera, eufórica, ansiolítica, sedante, estimulante o alucinógena. Tales “drogas” crean, al mismo tiempo, pérdidas de la atención y una alteración del sentido de larealidad. El consumo de tales sustancias favorece, primero, el aislamiento y, luego, la dependencia, con el paso a productos cada vez más fuertes. En algunos casos el producto crea unadependencia tan grande que el adicto sólo vive para conseguirlo.

Los efectos varían según las diversas drogas, y no se puede distinguir claramente, en el ámbito farmacológico, una clase de “drogas ligeras” y una clase de “drogas duras”. Los factores decisivos en esta materia son la cantidad consumida, el modo de asimilación y las eventuales asociaciones (3). Además,todos los días llegan al mercado nuevas drogas, con nuevos efectos y nuevos interrogantes. Por último, se debería ensanchar razonablemente el ámbito de la drogadicción a muchas sustancias (ansiolíticas, sedantes, antidepresivas, estimulantes) que no son consideradas “drogas”, incluidos el tabaco y el alcohol (4). En efecto, el problema nose plantea simplemente en términos bioquímicos.

Lo que importa no es tanto la droga cuanto los interrogantes humanos, psicológicos y existenciales implicados en esas conductas. Con demasiada frecuencia no se quiere comprender eso y se olvida que la raíz de la drogadicción no estriba en el producto, sino en la persona que llega a sentir su necesidad. Los productos pueden ser diversos, pero las razones básicas siguen siendo las mismas. Por este motivo, la distinción entre “drogas duras” y “drogas ligeras” lleva a un callejón sin salida.
Recurrir a la droga es síntoma de un “malestar” profundo. Como afirma el Pontificio Consejo para la Familia: “La droga no entra en la vida de una persona de forma repentina, sino como una semilla que arraiga en un terreno preparado durante largo tiempo” (5).

Tras estos fenómenos hay una solicitud de ayuda por parte del individuo, que permanece solo con su vida; no sólo siente un deseo de reconocimiento y de valoración, sino también de amor. Por eso, ante todo es preciso remontarse a laraíz del fenómeno, si se quiere intervenir de modo eficaz en las consecuencias personales y sociales que provoca el uso de la droga.

El problema, efectivamente, no estriba en la droga, sino en la enfermedad del espíritu que lleva a la droga, como recuerda el Papa Juan Pablo II: “Es preciso reconocer que se da un nexo entre lapatología mortal causada por el abuso de drogas y una patología del espíritu, que lleva ala persona a huir de sí misma y a buscar placeres ilusorios, escapando de la realidad, hasta tal punto que se pierde totalmente el sentido de la existencia personal” (6).

En la drogadicción juvenil, estos problemas humanos son primordiales. El joven que se deja llevar por la tentación de la droga tiene una personalidad frágil, inmadura, poco estructurada, y eso guarda relación directa con la educación que no ha recibido. La mayoría de los especialistas en ciencias humanas sostiene, desde hace bastantes años, que los jóvenes se ven abandonados por la sociedad, que no se les atiende ni respeta, y que el ambiente no les proporciona todos los elementos sociales, culturales y religiosos necesarios para desarrollar su personalidad.

Nos encontramos en un mundo en que al niño se le abandona demasiado pronto a sí mismo. Se espera que despierte su libertad y que se vuelva autónomo, mientras que, al mismo tiempo, se le hace frágil a largo plazo, porque no se le da la posibilidad de apoyarse en los adultos y en la sociedad para poder madurar. Al faltarles ese apoyo básico, muchos niños llegan al umbral de la adolescencia sinuna verdadera unificación o una estructura interior. Como reacción, frente a un mundo que parece vacío, considerando su futuro inmediato, algunos intentan, a pesar de todo, sentirse vivos. Buscan puntos de apoyo y cultivan diversas relaciones de dependencia con otros, con varios productos o con comportamientos peligrosos.

Los padres de estos jóvenes se sienten, lógicamente, preocupados y a menudo buscan ayuda cuando se enfrentan a lo que les parece un problema grave que, como mínimo, pone en tela de juicio la maduración psíquica, ética y espiritual de sus hijos. Un niño, al igual que un adolescente, no tiene el sentido de los límites, especialmente en un mundo en el que se sostiene la idea de que todo es posible y que cada uno puede hacer lo que quiera. Los padres tratan de enseñar a sus hijos lo que se puede hacer y lo que no se ha de hacer, lo que está bien y lo que está mal. Con frecuencia tienen la impresión de que su actitud educativa queda debilitada e incluso devaluada por las ideas y las imágenes que circulan en la sociedad.

En consecuencia, los padres se sienten a menudo derrotados ante sus hijos, vencidos por algo que, lamentablemente, les parece más fuerte que ellos en el ámbito de los medios de comunicación social. Están inquietos porque no se sienten apoyados por la sociedad. No quieren que sus hijos se droguen, mientras otros se empeñan por lograr que se legalice la venta y el uso de productos que favorecen la drogadicción.

Ante esta escalada de discursos favorables a la legalización, es preciso plantearse los verdaderos interrogantes. Se han hecho muchos intentos en ese sentido y todos han resultado fracasos. ¿Se sabe de verdad por qué convendría legalizar la libre circulación de las drogas? ¿Se quiere también, realmente, seguir luchando contra la droga o ya se ha arrojado la toalla? ¿Se cede a la facilidad y a la demagogia o se trata seriamente de prevenir? ¿Es aceptable crear una subclase de seres humanos vivos, en un nivel infrahumano, como se ve, por desgracia, en las ciudades donde la droga se vende libremente? ¿Se ha tenido suficientemente en cuenta lo que los expertos no dejan de decir desde hace muchos años, esto es, que la drogadicción no depende de la droga, sino de lo que lleva a unindividuo o drogarse? ¿Se ha olvidado que, para vivir, cada uno debe poder responder a algunos interrogantes esenciales de la existencia? ¿La legalización del producto no servirá, más bien, para reforzar ese olvido?

Dado que la drogadicción juvenil depende de una debilidad de nuestro sistema educativo, nose ve cómo la legalización de estos productos puede favorecer un mejor control de los mismos por parte de los jóvenes y, sobre todo, cómo les puede ayudar a comprender lo que buscan a través de estas sustancias. La legalización de las drogas conlleva el riesgo de efectos opuestos a los que se buscan. En efecto, se admite fácilmente que lo que es legal es normal y, por tanto, moral. Cuando se legaliza la droga, lo que queda liberalizado no es el producto; lo que se convalida son las razones que llevan a consumir ese producto. Ahora bien, nadie puede discutir que drogarse es un mal. La droga, adquirida ilegalmente o distribuida por el Estado, siempre contribuye a la destrucción del hombre.
Por lo demás, desde el momento en que la ley reconociera este comportamiento como normal, podríamos preguntarnos cómoactuarían las autoridades públicas para afrontar el deber de educación y de curación de las personas ante los riesgos que esa legislación implicaría. Estamos ante una nueva contradicción del mundo actual, que quita importancia a ese fenómeno y trata, luego, de solucionar sus consecuencias negativas.

También se deben considerar las aplicaciones sociales de esa legalización. ¿Se examinarán sin miedo el desarrollo de la criminalidad, de las enfermedades relacionadas con la dependencia, y el aumento de los accidentes de circulación, que derivarán del fácil acceso a las drogas? ¿Se puede confiar profesionalmente en personas drogadictas? ¿Se les debe garantizar la seguridad de su empleo? Además, ¿el Estado tiene realmente los medios económicos y de personal para afrontar el incremento del problema sanitario que conllevaría inevitablemente la liberalización de la droga?
Frente a estos interrogantes, el Estado tiene ante todo el deber de velar por el bien común. Éste exige que proteja los derechos, la estabilidad y la unidad de la familia. La droga, al destruir al joven, destruye la familia, tanto la actual como la del futuro. Ahora bien, si esta célula vital y primordial de la sociedad se encuentra amenazada, es el conjunto de la sociedad el que sufre. Por lo demás, como subraya el Pontificio Consejo para la Familia, la drogadicción es, en parte, la razón de la debilitación de la familia, de la rotura de los hogares (7): “La experiencia de los que trabajan con especial competencia en el mundo de la drogadicción (…) confirma de modo unánime que el modelo de la familia fundada en el amorauténtico: único, fiel, indisoluble de los cónyuges (…), sigue siendo punto de referencia prioritario en el que se ha de insistir en toda acción de prevención, recuperación y reactivación de la vitalidad del individuo” (8).

Asegurando así el bien común, el Estado tiene también como tarea velar por el bienestar de los ciudadanos. La ayuda del Estado a los ciudadanos debe responder al principio de la equidad y de la subsidiariedad, es decir, ante todo debe proteger, aunque sea contra sí mismo, al más débil y pobre de la sociedad. Por tanto, no tiene el derecho de incumplir su deber de defensa frente a los que aún no hantenido acceso a lamadurez y que son víctimas potenciales de la droga. Además, si el Estado adopta o mantiene una postura coherente y valiente con respecto a la droga, combatiéndola sea cual sea su naturaleza, esta actitud ayudará también a la lucha contra los abusos del alcohol y del tabaco.
La Iglesia quiere recordar las aplicaciones de este fenómeno. Subraya el hecho de que, en la perspectiva de una legalización de la venta y del uso de los productos que favorecen la drogadicción, lo que está en juego es el destino de las personas. Algunos acortarán su vida, mientras que otros, tal vez sin caer en la dependencia propiamente dicha, echarán a perder sus años juveniles sin desarrollar realmente sus potencialidades. No se debe hacer experiencia a costa de la gente. El comportamiento que lleva a la drogadicción no tiene ninguna posibilidad de corregirse si los productos que refuerzan ese comportamiento mismo son puestos a la venta libremente. Al contrario, como ha dicho el Santo Padre (9), “se ha probado concretamente la posibilidad de recuperación y redención de la pesada esclavitud” de la droga con métodos basados en la acogida, la valoración, la educación en la libertad, el amor, “y es significativo que esto se haya conseguido con métodos que excluyen rigurosamente cualquier concesión de drogas, legales o ilegales”, sea que se trate de la droga mismao de un sucedáneo. Y el Papa Juan Pablo II añadía: “La droga no se vence con la droga”.

Se pueden tomar diversas actitudes ante el problema de la droga, y todas tienen su justificación. Sin embargo, a una política de simple “limitación” o “reducción” de los daños, admitiendo como un hecho de civilización que una parte de la población se drogue y vaya hacia su perdición, ¿no sería preferible optar por una política de verdadera prevención, encaminada a construir o a reconstruir una “cultura de la vida” en esta “marginación” de nuestra civilización de la eficacia?

Ciudad del Vaticano, 22 de enero de 1997.


1) Pontificio Consejo para la Familia, De la desesperación a la esperanza, familia y drogradicción, 1992, 1, Librería Editora Vaticana, p. 6.

2) Ib.

3) Cf. Comité consultatif national d’ethique pour les sciences de la vie et de la santé (Paris), Avis n. 43, 23 de noviembre de 1994, Rapport sur les toxicomanies, p. 13.

4) El Santo Padre Juan Pablo II ha subrayado la diferencia entre toxicomanía y alcoholismo con estas palabras: “Existe, ciertamente una clara diferencia entre el recurso a la droga y el recurso al alcohol: en efecto, mientras que un moderado uso de este último como bebida no choca con prohibiciones morales y sólo su abuso es condenable; el drogarse, por el contrario, siempre es ilícito, porque implica una renuncia injustificada e irracional a pensar, querer y actuar como personas libres” (Discurso a la VI Conferencia internacional de pastoral sanitaria, 23 de noviembre de 1991, n. 4: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 29 de noviembre de 1991, p. 10).

5) Pontificio Consejo para la Familia, op. cit., p. 8.

6) Mensaje del Santo Padre al doctor Giorgio Giacomelli, subsecretario general, director ejecutivo del programa internacional de las Naciones Unidas para el control de las drogas, con ocasión de la Jornada Internacional contra el Abuso y el Tráfico Ilícito de Drogas (26 de junio de 1996): L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 5 de julio de 1996, p. 6.

7) “El drogadicto proviene frecuentemente de una familia que no sabe reaccionar ante el estrés por ser inestable e incompleta, o por estar dividida” (Pontificio Consejo para la Familia, op. cit., I, b).

8) Pontificio Consejo para la Familia, op. cit., III, a.

9) Discurso a los participantes en el VIII Congreso Mundial de las Comunicaciones Terapéuticas, Castelgandolfo, 7 de septiembre de 1984, n. 3: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 9 de diciembre de 1984, p. 17.

Fuente: http://humanitas.cl/html/biblioteca/articulos/d0003.html


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6 comentarios

  
Néstor
Hay que explicárselo a George Soros y su "Open Society Institute". Es maravilloso cómo los mismos nombres aparecen una y otra vez en los más diversos temas.

Saludos cordiales.
09/11/15 11:59 AM
  
Roque
D. Daniel: Le felicito por tratar este tema, tan candente y , además, hacerlo de forma tan documentada y completa. Mi opinión personal es que la legalización de las drogas sólo servirá para aumentar y exacerbar los problemas, ya existentes, debidos a ellas. Es ir a peor. Un cordial saludo.

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DIG: El texto no es mío, sino del Pontificio Consejo para la Familia, en ese momento (1997) presidido por el gran Cardenal López Trujillo (que Dios lo tenga en su gloria).
09/11/15 3:54 PM
  
Opinando
Este es un tema peliagudo. Lamentablemente yo estuve en el infierno de las drogas, gracias a Dios vivo para contarlo (no todos pueden decir lo mismo) y mi pequeño granito de arena es el siguiente:

Yo soy el único y último responsable de entrar en ese mundo, ni mis padres, ni las malas compañías, ni la presión de grupo... Simplemente mala cabeza y esa falsa seguridad que te acompaña en la adolescencia; sin embargo no puedo sino lamentarme de la imagen que se da de las drogas en el mundo del espectáculo -cine, televisión, etc.- es el primer promotor de esto y de ello se aprovechan los mercaderes de la muerte: 'La droga es guay, es moderna, es de rebeldes, se puede controlar, es algo recreativo, es otro más de los placeres del mundo ¿Por qué despreciarlo? Yo, seguro que controlo'.

Quien piense que los gobiernos, políticos importantes, exitosos hombres de negocios, agencias de seguridad y de espionaje, y demás 'peleles' a los que todos rinden pleitesía no son los primeros responsables de este 'mercadeo de muerte' es que está ciego y no quiere saber la verdad; ¿ustedes creen que los que están arriba de la pirámide son los 'narcos' que viven huidos o los 'distribuidores' nacionales -de grande, mediana o pequeña escala? Déjenme que me ría, ya son unos zombis, están en el juego aunque ustedes no lo crean.

El dinero que mueve el negocio de armas, el de la prostitución y de la droga es inmensamente superior al que mueve el resto de la economía junta -¿Cómo creen que una organización criminal gana más que Microsoft por ejemplo? Lo que ocurre es que estás cosas no las cuentan el NYT o en las listas Forbes (nada de lo que cuentan es verdad)-.

Otra premisa tan falsa como célebre: 'En la droga siempre se empieza con un 'porro'.

¡Pues no es verdad señores! Siempre se empieza por el alcohol (y el tabaco); así que tomen nota y hagan lo pertinente.

El problema de 'legalizar' la droga, es que en este mundo moderno se va a interpretar como 'la droga no es mala' y eso puede ser tan bueno para la supervivencia como pegarte un tiro en una rodilla en mitad de la selva; y a los toxicómanos (politoxicómanos por desgracia) del futuro habrá que explicarles porqué legalizamos todo esto y a ellos en qué les beneficia ¿Acaso se puede uno desenganchar de la droga más fácilmente porque sea 'legal' su consumo? ¿Estamos pensando en erradicar las mafias del narcotráfico o en que el estado se quede con los beneficios que genera esa actividad? ¿Cómo explicarle a un joven que lo 'legal' no es lo mismo que 'lo bueno', 'lo deseado' o 'lo justo'? ¿Es 'moral' o 'éticamente' correcto -no menciono a Dios a propósito para que lo mediten los 'no creyentes' o los 'creyentes tibios'- que el estado (nosotros) nos financiemos gracias al juego, al alcohol y al tabaco -ya lo hacemos-, las armas -ya lo hacemos-, la prostitución -que está a las puertas y es igual de condenable su legalización- o las drogas -tema candente- tan sólo por el hecho de que existen y 'reportan beneficios'? Mi opinión es que es LAMENTABLE; todo se reduce a: Haga usted lo que quiera, allá usted; y a mí déjeme tranquilo que aquí hay 'business'.

El olor a azufre empieza a ser irrespirable; espero que en el mundo cristiano y en especial el católico, empecemos a prepararnos de verdad; porque el infierno no prevalecerá, pero:

"Miré entonces y había un caballo verdoso; el que lo montaba se llamaba Muerte, y el Hades le seguía". Apocalipsis 6; (8).

¡Saludos y bendiciones!

Y no olviden pedir por la Salvación y la sanación de aquellos que se encuentran sumergidos y esclavos en las drogas; les aseguro por propia experiencia que se encuentran entre 'los más necesitados de misericordia'.

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DIG: Gracias por compartir tu experiencia y tu opinión. Oremos al Señor.
09/11/15 6:23 PM
  
Pepito
Creo que ya tenemos bastantes drogas legales con el alcohol, el tabaco y la pornografía, como para legalizar otras más como la marihuana, el hachís, etc......

Mas bien lo que habría que hacer es acabar con las drogas que ya tenemos y no tratar de hechar mas leña al fuego.

09/11/15 8:26 PM
  
anónimo de las ocho

Pues según Richard Branson, el multimillonario propietario de Virgin y más empresas, la ONU quiere descriminalizar las drogas. La noticia es del 19 de octubre de 2015.

Como no sé si está permitido poner enlaces en los comentarios, poned lo siguiente en Google para encontrar la noticia de RT(agencia de noticias rusa):

rt legalización drogas onu

El multimillonario Richard Branson ha revelado la existencia de un nuevo borrador de un supuesto informe clasificado de la ONU que llama a los gobiernos de todo el mundo a descriminalizar el consumo y la posesión de drogas.

Dentro encontraréis el link de la página web de Virgin en donde Branson comenta el tema.
09/11/15 8:43 PM
  
enrique Cheli Pedraza
Ademàs de agradecer el valioso aporte de tal artìculo, que,haremos circular por Listas Provinciales,Nacionales e Internacionales,al menos en Argentina en relación a las iniciativas de los Partidos,legisladores y congresales,abocados a proyectos de ley tendientes a despenalizar el uso y consumo de drogas y estupefacientes, consideramos, que lamentablemente profundizaría, entre otros items el delito,como,así mismo el consumo y la proliferación de las bandas de narcotraficantes, quienes,verían libre su accionar con el aumento de la drogadependencia, como, ya viene ocurriendo en otros países.
Ciertamente, no es la despenalización y consumo de drogas lo que evitará,que,los jóvenes se droguen,siendo víctimas del narcotráfico,sino Políticas de Estado de prevención,educación y trabajo,ya,que solo así se podrá enfrentar a estas redes de diversos carteles instaladas en Argentina gracias a punteros polìticos de las corporaciones partidocraticas,jueces y policìas,sin olvidar que, estamos ya viviendo un clima de guerra civil con nuevas modalidades de secuestros a toda hora, balaceras de fuego cruzado,y, para colmo en manos de una clase partidocratica de impresentables,que, solamente les interesa la codicia por el poder, Imaginando la desesperación, impotencia e indefensión en la que se encuentran todas estas familias a quienes, ya, le han secuestrado, violado y asesinado a su hijos, gracias a que el actual gobierno nacional, provincial y regional,responsables de la actual narco-corrupto-cracia)quienes,aun no ha tenido el coraje,ni la decisión política de acabar con esto,hasta que les toque enterrar a sus propios deudos y muchos caigan en la cuenta, cuando la sangre toque sus puertas de la riesgosidad,peligrosidad y gravedad de la situaciòn que enfrentamos en manos de las redes del crimen organizado,mientras cada dia hay mas Inseguridad, Violencia y Criminosidad con candidatos preocupados tras la Caja para la repartija del botin,escudandose en unos supuestos derechos humanos a los que han venido bastardeando al igual que el significado de la polìtica y la gobernabilidad.
09/11/15 11:24 PM

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