¿Se puede creer y dudar a la vez?
Hay quienes piensan que, en materia religiosa, la fe es compatible con la duda. Es una postura absurda, porque viola el principio de no contradicción. El que cree en una afirmación religiosa asiente a ella, mientras que el que duda de esa misma afirmación no asiente a ella, ni tampoco a la afirmación contraria; y simplemente no es posible asentir y no asentir al mismo tiempo y en el mismo sentido a la misma afirmación.
Más aún, el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que la duda es un pecado contra la fe:
“El primer mandamiento [“Amarás a Dios sobre todas las cosas”] nos pide que alimentemos y guardemos con prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a ella. Hay diversas maneras de pecar contra la fe:
La duda voluntaria respecto a la fe descuida o rechaza tener por verdadero lo que Dios ha revelado y la Iglesia propone creer. La duda involuntaria designa la vacilación en creer, la dificultad de superar las objeciones con respecto a la fe o también la ansiedad suscitada por la oscuridad de ésta. Si la duda se fomenta deliberadamente, puede conducir a la ceguera del espíritu.” (n. 2088).
Por supuesto, es posible sufrir la tentación de dudar acerca de una o varias verdades de fe sin caer en esa tentación. En sí misma, la tentación no es pecado. En el Padrenuestro pedimos a Dios Padre que no nos deje caer (que nos sostenga) en la tentación.
Por último, no es lo mismo dudar de una verdad de fe que sentir el peso de una dificultad intelectual relacionada con esa misma verdad. Un cristiano, sin dejar de creer firmemente en el dogma trinitario, puede tener muchas dificultades para entender qué quiere decir que Dios es uno en naturaleza y trino en personas y cómo compaginar ambas cosas. El Beato John Henry Newman, quizás el mayor teólogo del siglo XIX, lo expresó muy bien (lo cito de memoria): “Dificultad y duda son dos magnitudes inconmensurables entre sí. Diez mil dificultades no hacen una sola duda”.
Ing. Daniel Iglesias Grèzes
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19 comentarios
Parece que se puede dudar y asentir a la vez porque parecen actividades mentales distintas.
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DIG: Distintas y contrarias.
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Asentir es decir sí: es una apuesta, algo volitivo, un riesgo que asumo, algo que decido, implica la libertad.
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DIG: El asentimiento es un acto de la inteligencia. Es tener una proposición por verdadera.
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Dudar es algo cognitivo, algo que pienso, reconozco, me encuentro hecho, es algo dado en mi mente, no es algo que dependa mucho de lo que decido (a menos que decida ser fideísta y militar en la fe del carbonero)...
Asiento en contratar a tal trabajador (o asiento en tomar a Jesús como mi Señor y Salvador) pero dudo que el trabajador vaya a hacer un gran trabajo (o dudo que Jesús sea realmente Señor y consiga salvarme); a ambos les doy una posibilidad...
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DIG: Si dudo que Jesús sea mi Señor y Salvador no creo que Jesús sea mi Señor y Salvador.
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Asentimos a mil cosas cuya seguridad nos parece dudosa pero a las que concedemos una probabilidad alta, o al menos nos parece que vale la pena correr el riesgo.
La Biblia nos pide tener fe "como un grano de mostaza", aunque alabe a los que tengan más fe que esa...
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DIG: La fe puede crecer pero debe ser fe.
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Si el tema es si "fe" y "duda" son compatibles en los procesos mentales y cognitivos y volitivos de las personas quizá deberíamos delimitar con más claridad qué es psicológicamente cada cosa.
Joseph Ratzinger.
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DIG: La duda puede estar presente en el creyente como tentación (por ejemplo, la tentación de convertir las dificultades en dudas); pero si cae en esa tentación, no cree, al menos mientras duda. El Catecismo es claro. La duda es un pecado contra la fe. La fe es certeza.
Y la fe puede estar presente en el no creyente como "tentación" (veleidad, anhelo ineficaz) de creer; pero si "cae" (más bien se eleva) en esa "tentación" buena (aceptando el don de la fe), no duda, al menos mientras cree.
Papa Francisco.
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DIG: Lo que dice aquí el Papa es consistente con lo sostenido en este post. Podemos sentir la tentación de la duda y podemos caer en la tentación de dudar, pero también podemos levantarnos y volver a creer con la ayuda de Dios y de los hermanos.
1) creer en Cristo y dudar de los ángeles custodios;
2) creer en Dios hoy y dudar de Él mañana;
3) creer que el quinto mandamiento es una tradición cultural benéfica y dudar de que sea un mandamiento divino.
Lo que es lógicamente imposible es creer y dudar (no creer) en la misma verdad de fe, al mismo tiempo y en el mismo sentido.
DIG: Las razones que me llevaron a restringir drásticamente mi participación en InfoCatólica siguen vigentes. Entre otras cosas esto significa que puedo dedicar poco tiempo a moderar y responder comentarios. Por eso voy a aplicar rigurosamente las reglas para los comentarios en mi blog. Una de esas reglas es que cada lector puede dejar un máximo de dos comentarios por post y por día. Si, por ejemplo, un post recibe comentarios durante siete días, cada persona podrá dejar hasta 14 comentarios en ese post. Una regla generosa, en mi humilde opinión.
Otra cosa: no tengo tiempo para desentrañar complejas insinuaciones, por lo que recomiendo a los lectores que presenten sus tesis a favor o en contra del post (o de un punto concreto del post) en forma simple y directa, clara y concisa, en lo posible con sus propias palabras, aunque luego puedan traer a colación una o dos citas breves para reforzar su argumentación.
En efecto, la duda voluntaria es cuando consentimos a la tentación de la duda. Las tentaciones no tienen porqué ser voluntarias, pero en nosotros está el consentir o no.
Cuando se habla de "duda", a veces, se entiende algo distinto de la duda misma. Definamos un poco:
Ante una proposición cualquiera y su contraria, la mente o bien opta por una de las alternativas, o no.
Si opta por una de ellas, o bien lo hace "con temor de que la otra sea verdadera", o no. En el primer caso tenemos la "opinión". En el segundo, la "certeza".
Si no opta por ninguna de las dos, entonces tenemos la "duda", es decir, la suspensión del juicio ante la ausencia de razones suficientes para inclinarse en uno u otro sentido.
La fe, por el contrario, implica obviamente optar por una de las partes en alternativas como las que siguen: "Dios existe o no"; "Jesús resucitó o no"; "Jesús es Hijo de Dios o no", etc.
Dudar y creer al mismo tiempo, por tanto, sería optar y no optar a la vez por una de las partes de la alternativa, lo cual es obviamente imposible.
En el caso del creyente, estaría dudando de la Palabra de Dios, lo cual es en sí mismo un pecado.
Cuando asentimos a algo sin certeza de que sea así, no tenemos, por tanto, propiamente duda, sino opinión.
La fe en la Palabra de Dios no implica opinión, sino certeza. Lo que pasa es que la fe es oscura, es decir, inevidente, no se basa en algo que sabemos, sino en la palabra de otro que es digno de fe, en este caso, en la Palabra de Dios.
La ciencia, en cambio, junto con la certeza, implica la evidencia de las razones que la fundamentan.
La voluntad determina el asentimiento cuando aquello a lo que se asiente no se impone necesariamente a la inteligencia. Es lo que sucede en el caso de la fe, que es inevidente, como dije.
No así en el caso de las verdades necesarias y evidentes de algún modo para la inteligencia.
Siempre el asentir es un acto del intelecto, que a veces, por ejemplo, en el caso de la fe, viene imperado por la voluntad, por lo dicho.
El creyente tiene una razón para asentir a aquello en lo que cree: que ello ha sido revelado por Dios. Es una razón extrínseca, porque no nos hace evidente la verdad de lo que Dios dice, sino que nos lleva a aceptarlo porque Él lo dice.
Si no atiende a este dato, y si se confina en la consideración de la ausencia de evidencias intrínsecas a favor de lo creído, entonces puede el creyente sentir la tentación de la duda.
Sin embargo, la duda no se impone tampoco necesariamente. Lo prueba el hecho de las afirmaciones temerarias, cuando lo sensato sería dudar y suspender el juicio.
En los casos, entonces, en que la verdad no es evidente intrínsecamente, la duda, acto del intelecto, depende de la voluntad.
La culpa del creyente que duda está en dejar voluntariamente de atender al hecho de que tal verdad ha sido revelada por Dios.
El sentido entonces en que la "duda" puede coexistir con la fe es si por ·"duda" se entiende, impropiamente, la ausencia objetiva de razones evidentes intrínsecas y necesarias para aceptar las verdades de la fe.
Es decir, o no hay razones intrínsecas, o las que hay son solamente probables. La razón determinante de la fe, como dije, es extrínseca: es la autoridad de Dios que revela.
Saludos cordiales.
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DIG: Muy buen aporte. Muchas gracias, Néstor.
Tiene una aplicación práctica en el caso de quienes argumentan que no bautizarán a sus niños hasta que ellos decidan por sí mismos, conj lo cual manifiestan una fe débil, dubitativa. Porque cuando lo llevan a la consulta sanitaria no dudan de que le hacen un bien, entonces ni se les ocurriría posponer NI UNA HORA tal trámite. Pero si posponen el bautismo están dudando si en realidad le hacen un bien, ergo, les falta fe.
Hay aspectos que nuestra razón no consigue iluminar por sí misma y que sólo se comprenden a la luz de la fe. Aun en el Misterio trinitario, que ponés por ejemplo, debemos dejarnos guiar humildemente por la fe, porque aunque no se pueda comprender en toda su hondura infinita, es Verdad.
¿Qué derecho tiene nuestra razón a exigirle a Dios que revele absolutamente todo Su sagrado Misterio? NINGUNO. Debemos darle gracias, porque además de la vida, nos ha dado la fe para iluminar y fortalecer nuestra razón. ¿dudar? Si, de nuestras propias fuerzas. Siempre. Eso nos da la certeza de que si tenemos fuerza y valor para conducirnos por el camino de la verdad y hacer lo que debemos, es por obra y gracia del amor de Dios. Sano es dudar siempre de nosotros para reconocernos débiles y cobijarnos en la Providencia.
Dudar de la fe no es quizá negar la fe, es darle la espalda a Cristo que nos la dona, es rechazar un enorme regalo para nuestra salvación, a cambio de contemplar espejismos de uno mismo como Narciso (¿Qué otra cosa es la duda de la fe que la contemplación enconada e imprudente de un espejismo diabólico que nos separa del Amor? Al final de cuentas, las tentaciones son eso, espejismos diabólicos).
Menudo temita, muy buen artículo. Abrazo grande, Daniel.
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DIG: Muchas gracias, Miguel.
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DIG: La fe es una forma de conocimiento, por tanto de convicción. Si creo de verdad en algo, estoy convencido de que es verdad. Ahora bien, si creo en algo porque he llegado a conocerlo directamente por mis propios medios (razón, experiencia, sentidos), eso no es fe. Se trata de fe cuando conozco algo por medio de mi confianza en un testimonio ajeno fidedigno. Es fe humana cuando se trata de un testimonio humano; y fe divina cuando se trata de un testimonio divino (la Palabra de Dios).
"El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo».
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Angel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».
María dijo al Angel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?».
En María hay desconcierto, se preguntaba ("dudaba") qué significaba aquéllo, no entendía cómo era posible para ella concebir en su estado.
En estos términos, yo puedo creer firmemente en la vida eterna, pero mantengo dudas de cómo funciona, cuál es la mecánica por medio de la cual accedemos al cielo, al infierno o al purgatorio, no entiendo cuánto tiempo pasamos en el sepulcro y cómo resucitará nuestra carne de la corrupción.
Y si alcanzamos tal nivel de duda sobre verdades tan fundamentales de la fe, no es raro que en cosas de menor importancia dudemos sin que la fe se resquebraje. ¿Fue el milagro del Sol un verdadero fenómeno astronómico o una ilusión óptica colectiva? Como sea, no disminuye su valor milagroso, pero es dudoso que el Sol realmente haya "bailado" en el cielo. ¿Fue creado el mundo en siete días o en millones de años? Uno o el otro son irrelevantes para la fe, pero materia de duda e investigación constante.
El asentimiento absoluto a la verdad de fe y la duda razonable de su mecánica no son incompatibles de modo alguno. De hecho, es parte de la libertad que el mismo Dios nos dio nuestra capacidad de razonar, elucubrar, dudar y replantear el mismo tema de mil ángulos distintos sin que eso signifique que neguemos el resultado final. No dudo que María haya sido asunta al cielo (es dogma de fe, no está permitido dudar sobre eso) pero me pregunto por qué los apóstoles la sepultaron, como dicen los evangelios apócrifos. ¿Acaso la dormición es un estado tan parecido a la muerte que un observador desprevenido la confunde?
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DIG: Lo que aquí llamas duda es lo que yo he llamado dificultad. Dificultad y duda son dos cosas muy distintas. La Virgen María creyó en el Anuncio del Ángel, a pesar de su dificultad para entender cómo podría cumplirse ese anuncio.
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DIG: Muchas gracias, Antonio. Con mucho gusto, mi respuesta.
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Las opiniones vertidas por usted en este blog contradicen lo expuesto (y vivido) por muchas sabias y santas personas en relación con una fe madura y no fundamentalista e insegura.
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DIG: Lo expuesto en mi post es parte de la doctrina católica sobre la fe. La fe católica no es fundamentalista. La roca firme de la fe es todo lo contrario de la inmadurez y la inseguridad.
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Le pongo tres ejemplos:
•“Sí, este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas deja siempre un margen a la incertidumbre. Debe dejarlo. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien. Yo tengo esto por una clave importante. Si uno tiene respuestas a todas las preguntas, estamos ante una prueba de que Dios no está con él. Quiere decir que es un falso profeta que usa la religión en bien propio. Los grandes guías del pueblo de Dios, como Moisés, siempre han dado espacio a la duda. Tenemos que hacer espacio al Señor, no a nuestras certezas, hemos de ser humildes. En todo discernimiento verdadero, abierto a la confirmación de la consolación espiritual, está presente la incertidumbre”. (Papa Francisco)
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DIG: Aquí el Papa Francisco critica el extender la certeza de la fe más allá de su alcance legítimo. El creyente cristiano no tiene respuestas a todas las preguntas, pero sí tiene las respuestas reveladas por Dios en Cristo a las preguntas más hondas del ser humano. A estas últimas asiente firmemente por fe divina y católica. La duda legítima no se refiere a esas respuestas sino a otras cosas conexas; por ejemplo: creo firmemente que Dios me llama a ser santo, pero ¿cómo he de vivir yo concretamente mi vocación cristiana a la santidad? Con respecto a esta última pregunta pueden surgir muchas dudas legítimas, que he de intentar aclarar por medio de la oración, la reflexión, el consejo, etc.
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•"Aquí se muestra de forma totalmente peculiar que la fe es un
peregrinaje, también un peregrinar del pensamiento que todavía está en camino. [...] De
aquí [santo Tomás] concluye también que, en la fe, pese a la firmeza del asentimiento,
puede surgir un movimiento contrario (motus e contrario): permanece pensamiento que
lucha y cuestiona, que ha de buscar una y otra vez su luz a partir de la luz esencial que
resplandece en el corazón por la palabra de Dios. Asentimiento y movimiento reflexivo
están "de algún modo" (quasi) equilibrados, ex aequo» . Asentimiento y reflexión,
confianza y conocimiento permanecen en condiciones de igualdad en el acto de fe, que es
firme e incierto a la vez. Luz y sombra, duda y certeza vuelven a aparecer de nuevo, al
mismo tiempo que se afirma que pueden resolverse de un modo feliz y armónico. La
voluntad no anula en ningún momento al entendimiento, sino que le plantea nuevos
retos. De ahí este continuo carácter de peregrinación en la fe." (Ratzinger)
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DIG: Los paralelismos entre asentimiento, confianza, luz y certeza por un lado, y reflexión, conocimiento, sombra y duda por otro lado permiten resolver la aparente paradoja de esta cita. Aquí se dice que la fe es un asentimiento firme pero que no colma totalmente nuestra ansia de verdad; a partir del punto firme de la fe, nuestras mentes siguen moviéndose esforzadamente en busca de una verdad más plena, más total. Es la obra de la teología, "fides quaerens intellectum". Certeza y duda se refieren aquí a dos objetos diferentes. El cristiano cree firmemente en la verdad revelada por Dios y duda sobre la mejor manera de insertar esa verdad en el conjunto de todas las verdades conocidas por él; cómo profundizar esa verdad coordinándola con las demás.
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•"Creer es ser capaz de soportar la duda" (Cardenal Newman)
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DIG: Aquí "soportar" significa resistir, superar, vencer.
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DIG: En teología hay que usar el lenguaje con un mínimo de rigor. El Catecismo enseña que la duda es un pecado contra la fe. ¿Qué clase de "duda" es pecado? La duda en sentido estricto, que implica dejar de creer, aunque sea momentáneamente. En ese sentido, la fe sana y madura es la del que nunca duda de la verdad de la misma fe.
La frase evangélica que citas no implica que Jesús crucificado haya dudado del amor del Padre. Esa interpretación sería blasfema. Jesús estaba rezando un salmo de confianza en Dios.
Jesús rechaza la duda: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?"; "¿Qué es eso de si puedes?" Zacarías es castigado por haber dudado de la revelación del ángel.
Es preciso buscar respuesta a las dudas, a esas aparentes contradicciones, aunque no siempre se llegue a comprender todo enseguida. La fe —explicaba Joseph Ratzinger en 1997— no elimina las preguntas; es más, un creyente que no se hiciera preguntas acabaría encorsetándose.
Por otra parte, aunque sea cierto que el creyente puede sentirse amenazado por la duda, hay que recordar que tampoco el no creyente vive una existencia cerrada a la duda. Incluso aquel que se comporte como un ateo total, que ha logrado acallar casi por completo la llamada de lo sobrenatural, siempre sentirá la misteriosa inseguridad de si su ateísmo será un engaño.
El creyente puede sentirse amenazado por la incredulidad, pero quien pretenda eludir esa incertidumbre de la fe, caerá en la incertidumbre de la incredulidad, que no puede negar de manera definitiva que la fe sea verdadera. Al ateo y al agnóstico siempre les acuciará la duda de si la fe no será real. Nadie puede sustraerse a ese dilema humano.
La duda debe llevarnos a profundizar. “Si te asalta el pensamiento —decía Tolstoi— de que todo cuanto has imaginado sobre Dios es falso y equivocado y que Dios no existe, no te sobresaltes por eso. Pero no creas que tu incredulidad procede de que Dios no existe. Quizá en tu fe había algo equivocado y tienes que esforzarte en comprender mejor eso que llamas Dios. Cuando un salvaje deja de creer en su dios de madera, eso no significa que no hay Dios, sino que el verdadero Dios no es de madera.”
Alfonso Aguiló.
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DIG: Aquí Aguiló llama "dudas" a lo que Newman (y yo con él) llamó "dificultades", distinguiéndolas de las dudas propiamente dichas. En este mismo texto Ratzinger las llama "preguntas".
Y en esta cita de Tolstoi se habla ante todo de lo que yo llamaría la tentación de la duda, que es algo distinto a la duda misma (al igual que, en general, tentación y pecado son cosas diferentes).
¿Es bueno que la Santa Sábana demuestre la resurrección física de Jesús o es preferible que no la demuestre para salvaguardar el acto de fe? Yo digo claramente y sin tapujos que no sólo es bueno, sino fantástico y muy necesario para que el hombre del s. XXI pueda creer y crea en Jesucristo. Bienvenidas sean las ayudas. A ver quien dice que no.
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DIG: La Sábana Santa no es una demostración o prueba estricta de la Resurrección de Cristo, pero sí un fuerte indicio de la misma. Dios ha querido que así fuera (indicio, no prueba), por lo cual ese objeto es una ayuda muy buena para nuestra fe.
Por ejemplo, la fe dice que Dios existe. Yo puedo dudar al respecto de todo lo que no es de fe, por ejemplo, si tal argumento prueba o no prueba la existencia de Dios. No puedo dudar de la existencia de Dios misma sin pecar contra la fe.
Las escuelas teológicas católicas vienen discutiendo hace siglos sobre cuestiones relativas a la verdad revelada que no han sido definidas por la Iglesia, por ejemplo, la discusión acerca del constitutivo formal de la persona para explicar cómo en Jesús la única Persona que hay es la Segunda Persona de la Trinidad, siendo así que están las dos naturalezas, la divina y la humana.
Eso puede hacerse sin problemas, en tanto no se dude de que Jesús es la Segunda Persona de la Trinidad hecha hombre sin dejar de ser Dios.
Puedo también tener una objeción contra una verdad de fe y dudar acerca de cuál será el mejor medio de resolverla. Eso no es pecado, mientras no implique la duda acerca de la verdad de fe misma.
Dice el Concilio Vaticano I:
«Por eso, no es en manera alguna igual la situación de aquellos que por el don celeste de la fe se han adherido a la verdad católica y la de aquellos que, llevados de opiniones humanas, siguen una religión falsa; porque los que han recibido la fe bajo el magisterio de la Iglesia no pueden jamás tener causa justa para cambiar o poner en duda esa misma fe» (Dz 1794 ).
«Si alguno dijere que es igual la condición de los fieles y la de aquellos que todavía no han llegado a la única fe verdadera, de suerte que los católicos pueden tener causa justa de poner en duda, suspendido el asentimiento, la fe que ya han recibido bajo el magisterio de la Iglesia, hasta que terminen la demostración científica de la credibilidad y verdad de su fe, sea anatema» (Dz 1815).
Saludos cordiales.
Francisco lo expresa magistralmente en una frase:
"Tenemos que hacer espacio al Señor, no a nuestras certezas, hemos de ser humildes"
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DIG: La fe firme es certeza. No es una de "nuestras certezas" (como la certeza que tengo de la verdad de tantos teoremas matemáticos) en el sentido de que la hayamos alcanzado por nuestro propio esfuerzo. Es certeza que nos viene dada gratuitamente por Dios, cuando le damos toda nuestra confianza, como debe ser. Confiar en la certeza de la fe no es falta de humildad, sino todo lo contrario.
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DIG: La "noche oscura del alma" por la que pasaron algunos santos no tiene relación con dudas de fe, sino con la aridez en la oración, con la atenuación o desaparición de sentimientos religiosos, etc. La fe de un santo, por la gracia de Dios y su libre cooperación, se mantiene firme aun en lo más hondo de esa "noche oscura". Sólo así se puede superar esa gran prueba.
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