El quinto Evangelio –Fragmento 20 (Giacomo Biffi)
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y pierde una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve en el monte y se irá a buscar la que falta? Y si llega a encontrarla, os doy mi palabra de que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que dejó (Mt 18,12-13).
El reino de los cielos se parece a un pastor que tenía cien ovejas y, habiendo perdido noventa y nueve, reprende a la última oveja por su falta de iniciativa, la echa fuera y, después de cerrar el redil, se marcha a la taberna a discutir sobre los problemas de su vida de pastor.
Comenzamos por aplaudir a las noventa y nueve ovejas descarriadas: no se trata de un vulgar despiste; es más bien una forma de protesta contra la misma idea de redil. La imagen del redil evoca el encerramiento, la clausura, la segregación de los demás. ¿Cómo pueden «los otros» unirse al rebaño si en un determinado punto de su camino se dan de narices contra una valla?
Sin contar con que la vida del gueto –al abrigo de los peligros, pero también de las emociones de la aventura– acaba por deformar la personalidad y engendrar complejos de inferioridad o superioridad, según los temperamentos, de los cuales difícilmente se cura uno. Para la oveja, es mejor el riesgo del lobo que la certeza del envilecimiento en el redil.
Puede ocurrir que el pastor no sea suficientemente perspicaz para darse cuenta; en tal caso es necesario tener el coraje de forzarle la mano. El éxodo de las masas registrado en la parábola es el medio más eficaz para hacer entrar en razón a quien se obstina en cerrar los ojos. Una vez desmantelado el redil, podrán volver a él todos juntos, ovejas, lobos y demás animales y así se hará un solo rebaño sin un solo pastor.
En la parábola, sin embargo, el pastor comprende tan bien la situación que se exaspera por la oveja que queda. Este animal –a quien desapasionadamente hay que reconocerle el valor de un cierto inconformismo– basta por sí solo para echar a perder el advenimiento de una época nueva; puesto que, mientras él permanece, permanece el redil, y mientras permanezca el redil, las ovejas libres sentirán una cierta inquietud de si fueron prudentes al elegir la fuga. Y así no se puede vivir; aun para ser devorado se requiere un mínimo de tranquilidad interior.
Por tanto, ¡fuera, oveja pertinaz! Hay que obligarte a que seas libre. Aunque sólo sea porque tú sola quitas tiempo a tu guardián y le cansas e impides de este modo el progreso de la cultura. Únicamente cuando tú hayas tomado audazmente el sendero del bosque, el pastor podrá discutir con sus colegas los métodos más eficaces de pastoreo. Únicamente cuando ya no exista el redil y ni siquiera ovejas, se podrá elaborar en todo su rigor científico –sin compromisos con los condicionamientos concretos ni con la pervivencia de concepciones superadas– una teología pastoral verdadera y completa.
Nota del Blogger: “El quinto Evangelio” es una crítica humorística a la teología “progresista” de los años ’70. El autor (un sacerdote italiano que posteriormente llegó a ser Arzobispo de Bolonia y Cardenal) imagina el hallazgo de treinta fragmentos de un “quinto Evangelio” que generalmente contradice a los Evangelios canónicos y se adecua a las ideas “progresistas”. En cada capítulo Biffi cita primero el texto de un Evangelio canónico, luego cita el fragmento “paralelo” del imaginario “quinto Evangelio” y finalmente comenta dicho fragmento en forma irónica.
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3 comentarios
Pareciera que somos 'nosotros' la oveja en el redil, hasta que los progres nos 'echen' fuera.
Pero NO nos vamos a dejar y con la ayuda del Espíritu Santo, ellos serán echados.
El demonio no ganará.
No tardes San Miguel Arcángel.
El enemigo se ha colado murallas adentro y Biffi nos lo da a entender, repitiendo la advertencia angustiada de Paulo VI.
Estas cuestiones en tiempos más católicos se arreglaban con un "ratifique o rectifique", y sanseacabó. Ahora hay que recurrir a ironías, gracias varias y ridiculizaciones, porque los mecanismos disciplinarios conque siempre contó la Iglesia están inoperantes.
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