Una reflexión de Newman sobre los cristianos y la política
“Los cristianos se apartan de su deber… no cuando actúan como miembros de una comunidad, sino cuando lo hacen por fines temporales o de manera ilegal; no cuando adoptan la actitud de un partido, sino cuando se disgregan en muchos. Si los creyentes de la Iglesia primitiva no interfirieron en los actos del gobierno civil, fue simplemente porque no disponían de derechos civiles que les permitiesen legalmente hacerlo. Pero donde tienen derechos la situación es distinta, y la existencia de un espíritu mundano debe descubrirse no en que se usen estos derechos, sino en que se usen para fines distintos de los fines para los que fueron concedidos. Sin duda pueden existir justamente diferencias de opinión al juzgar el modo de ejercerlos en un caso particular, pero el principio mismo, el deber de usar sus derechos civiles en servicio de la religión, es evidente. Y puesto que hay una idea popular falsa, según la cual a los cristianos, en cuanto tales, y especialmente al clero, no les conciernen los asuntos temporales, es conveniente aprovechar cualquier oportunidad para desmentir formalmente esa posición, y para reclamar su demostración. En realidad, la Iglesia fue instituida con el propósito expreso de intervenir o (como diría un hombre irreligioso) entrometerse en el mundo. Es un deber evidente de sus miembros no sólo asociarse internamente, sino también desarrollar esa unión interna en una guerra externa contra el espíritu del mal, ya sea en las cortes de los reyes o entre la multitud mezclada. Y, si no pueden hacer otra cosa, al menos pueden padecer por la verdad, y recordárselo a los hombres, infligiéndoles la tarea de perseguirlos.”
(John Henry Newman, Los arrianos del siglo IV).
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5 comentarios
Entonces los políticos católicos actúan como si no lo fueran, adhiriendo sin resistencia al inmanetismo de los infieles.
Esa misma palabra, "infieles" carece hoy de sentido absolutamente, porque la infidelidad está absolutamente generalizada en la sociedad post cristiana. A lo sumo remitirá a cuestiones matrimoniales o musulmanas, pero a nadie se le pasa por la cabeza hoy en día considerar que puede haber infieles entre nosotros.
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DIG: El autor de este texto es J. H. Newman, no C. S. Lewis. Me parece que Newman escribió esto antes de entrar en la Iglesia Católica, o sea antes de 1845. Evidentemente la situación ha cambiado mucho desde entonces, pero los principios enunciados por Newman siguen siendo válidos.
Muchos cristianos mal formados han "internalizado" la visión secularista, por lo que les molesta que la Iglesia se pronuncie sobre asuntos temporales, aunque lo haga desde los principios del Evangelio.
Además, puede darse y se da a veces una excesiva "espiritualización" de la misión de la Iglesia (como reacción exagerada frente al error contrario de la "mundanización" de la Iglesia); esta tendencia hace sin querer el juego al secularismo imperante.
No entiendo lo que dices sobre los "infieles". Hoy como ayer hay creyentes y no creyentes, cristianos y no cristianos. Quizás quieras decir que muchos católicos no practicantes son en realidad no creyentes. No lo sé, pero prefiero pensar que la mayoría de ellos tienen una fe demasiado débil, no inexistente.
Es verdad que muchos cristianos han internalizado y acatado la orden liberal: "Católicos, ¡a la sacristía!". Lo que yo sospecho es que detrás de esa claudicación hay, antes y por encima, una claudicación de la Fe.
Sobre la palabra "infiel", me estoy refiriendo a la 2ª acepción del DRAE: "Que no profesa la fe considerada como verdadera.". Esta adjetivación me parece mucho más apropiada al "católico mistongo" que diría Castellani. En cambio "no creyente" o bien "persona de fe débil" me parecen expresiones ambiguas, ya que por lo general cuando no se tiene la fe verdadera se cree en cualquier cosa, ¡y con qué convicción!. Así que propiamente, "fe" no es lo que faltaría. Fe verdadera sí falta, y en algunos casos gravemente.
Lo que yo he notado es el desuso en el que ha caído últimamente la palabra "infiel", incluso en ambientes religiosos, mientras que los verdaderos fieles son tachados de "fundamentalistas". Lo cual señala que son los infieles los que marcan el tono de la corrección política vigente.
En los países "católicos" hay todavía una mayoría de bautizados pero de ellos, la inmensa mayoría son infieles. Infieles a las promesas bautismales (1ª acepción) e/o infieles por sostener creencias heréticas (2ª acepción).
Cuando la política se mete en contra de la Ley de Dios, legislando en contra de las Leyes divinas, el católico debe meterse o entrometerse en política para denunciar tal atropello y defender el honor de Dios que merece ser considerado con el Sumo Legislador a cuya Ley divina deben conformarse todas las leyes humanas.
Atenta contra el honor debido a Dios el político que osa legislar en contra de la Ley divina.
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