El liberalismo según Juan Pablo II
1. Crítica del liberalismo
En este numeral resumiré lo que el Papa Juan Pablo II, en la encíclica Centesimus annus, nn. 15-17, enseña sobre la crítica del liberalismo hecha por el Papa León XIII en la encíclica Rerum novarum.
León XIII critica una concepción del Estado que deja la esfera de la economía totalmente fuera del propio campo de interés y de acción. Existe una legítima esfera de autonomía de la actividad económica, donde no debe intervenir el Estado. Sin embargo, al Estado le corresponde salvaguardar las condiciones fundamentales de una economía libre, que presupone una cierta igualdad entre las partes.
La Rerum novarum señala las vías de las justas reformas que devuelven al trabajo su dignidad de libre actividad del hombre. Históricamente esto se logrado de dos modos convergentes: con políticas económicas dirigidas hacia el crecimiento equilibrado y el pleno empleo, y con seguros contra el desempleo y políticas de capacitación profesional. Por otra parte, la sociedad y el Estado deben asegurar unos salarios mínimos adecuados y buenas condiciones de trabajo. Para conseguir estos fines el Estado debe participar indirectamente (según el principio de subsidiariedad) y directamente (según el principio de solidaridad).
En el fondo el error del liberalismo consiste en una concepción de la libertad humana que la aparta de la obediencia de la verdad y, por tanto, también del deber de respetar los derechos de los demás hombres. Así la libertad se transforma en afianzamiento ilimitado del propio interés.
2. La propiedad privada y el destino universal de los bienes
En este numeral resumiré el Capítulo IV de la carta encíclica Centesimus annus de Juan Pablo II (nn. 30-43), titulado “La propiedad privada y el destino universal de los bienes”.
El ser humano tiene un derecho natural a la propiedad privada, pero este derecho no es absoluto. La propiedad privada, por su misma naturaleza, tiene también una índole social, cuyo fundamento reside en el destino universal de los bienes. Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes. Ahora bien, la tierra no da sus frutos sin una peculiar respuesta del hombre al don de Dios, es decir, sin el trabajo. Mediante el trabajo el hombre se apropia de una parte de la tierra: he ahí el origen de la propiedad individual. Además al hombre le incumbe la responsabilidad de cooperar con otros hombres para que todos obtengan su parte del don de Dios. Hoy, más que nunca, trabajar es trabajar con otros y para otros: es hacer algo para alguien. Este trabajo social abarca círculos progresivamente más amplios.
La moderna economía de empresa comporta aspectos positivos, cuya raíz es la libertad de la persona, que se expresa en el campo económico y en otros campos. Sin embargo, es necesario descubrir los problemas relacionados con el actual proceso económico. Muchos hombres, aunque no son propiamente explotados, son ampliamente marginados del desarrollo económico. Otros muchos hombres viven en ambientes donde están vigentes todavía las reglas del capitalismo primitivo. Otros se ven reducidos a condiciones de semi-esclavitud.
Da la impresión de que el libre mercado sea el instrumento más eficaz para colocar los recursos y responder a las necesidades. Sin embargo existen numerosas necesidades humanas que no tienen solución en el mercado. Por encima de la lógica del mercado, existe algo que es debido al hombre porque es hombre, en virtud de su eminente dignidad. El trabajo del hombre y el hombre mismo no deben reducirse a simples mercancías.
Es inaceptable la afirmación de que la derrota del socialismo deje al capitalismo como único modelo de organización económica. La Iglesia reconoce la justa función de los beneficios como índice de la buena marcha de la empresa. Sin embargo este índice no es el único. Persiste el grave problema de la deuda externa de los países más pobres.
Se puede hablar justamente de lucha contra un sistema económico que asegura el predominio absoluto del capital respecto al trabajo del hombre. En la lucha contra ese sistema no se pone como modelo alternativo al socialismo (que es un capitalismo de Estado), sino una sociedad basada en el trabajo libre, la empresa y la participación. Esta sociedad tampoco se opone al mercado, sino que exige que éste sea controlado oportunamente para garantizar la satisfacción de las necesidades fundamentales de todos.
En las economías más avanzadas ha nacido el fenómeno del consumismo. No es malo el deseo de vivir mejor, pero es equivocado el estilo de vida orientado a tener y no a ser, y que quiere tener más no para ser más, sino para consumir la existencia en un goce que se propone como fin en sí mismo.
Vinculada con el consumismo, también es preocupante la cuestión ecológica. El hombre, impulsado por el deseo de tener y gozar, más que de ser y de crecer, consume de manera excesiva y desordenada los recursos de la tierra y su misma vida. La humanidad de hoy debe ser consciente de sus deberes para con las generaciones futuras.
Aún más grave que la destrucción irracional del ambiente natural es la del ambiente humano. Nos esforzamos muy poco por salvaguardar las condiciones morales de una auténtica “ecología humana”. La primera estructura fundamental de la ecología humana es la familia. Hay que volver a considerar a la familia como el santuario de la vida.
Todo esto se puede resumir afirmando que la libertad económica es sólo un elemento de la libertad humana.
Es deber del Estado defender los derechos fundamentales del trabajo y los bienes colectivos, como el ambiente natural y el ambiente humano, cuya salvaguardia no puede ser asegurada por los simples mecanismos del mercado.
La experiencia histórica de Occidente demuestra que, si bien el análisis marxista de la alienación es falso, sin embargo la alienación y la pérdida del sentido auténtico de la existencia es una realidad. Por ejemplo, la alienación se verifica en el consumo cuando el hombre se ve implicado en una red de satisfacciones falsas y superficiales. El hombre que se preocupa sólo o prevalentemente de tener y gozar, incapaz de dominar sus instintos y pasiones y de subordinarlas mediante la obediencia a la verdad, no puede ser libre.
Si por capitalismo se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, el mercado y la propiedad privada, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, tal capitalismo es ciertamente positivo. Pero si por capitalismo se entiende un sistema en el cual la libertad económica no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral, cuyo centro es ético y religioso, entonces tal capitalismo es absolutamente negativo.
La Iglesia no tiene modelos para proponer. Ofrece como orientación ideal e indispensable su doctrina social. La empresa no debe considerarse sólo como una sociedad de capitales. Es también una sociedad de personas (capitalistas y trabajadores). La obligación de ganar el pan con el sudor de la propia frente supone también un derecho. Una sociedad en la que este derecho se niegue sistemáticamente no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social.
Daniel Iglesias Grèzes
21 comentarios
El trabajo es un castigo de Dios a causa del terrible pecado original que heredamos todos, católicos y no. No es un derecho, aunque así lo proclamen las legislaciones positivas. Pero como todo lo que Dios ha dicho en el Génesis, es prolijamente contestado y rechazado por el liberalismo: no hay que sufrir, no hay que parir, no hay que trabajar, cuanto menos mejor. La mujer no debe sujetarse al hombre. Y la última novedad: la mujer no es mujer y el hombre no es hombre, sino que se "construyen" a capricho, según nos enseña la teoría de "género"!.
El liberalismo es pecado porque su esencia descansa en excluir a Dios de la sociedad. El liberalismo es esencialmente enemigo de la reyecía social de NSJC. Por eso quiere a la Iglesia bien lejos, encerrada en la sacristía, pues no desea controles ni cortapisas a su absolutismo tiránico, a fin de manejar a las masas como borregos al servicio de sus faraónicos proyectos.
El liberalismo es esclavista y esclavizador. Y absolutamente inhumano. Analicemos tres íconos del liberalismo y lo veremos con claridad:
* La Revolución industrial inglesa, obtenida a costa de la esclavización de las poblaciones campesinas urbanizadas a la fuerza en condiciones que hubiesen conmovido al mismísimo Stalin.
* La Revolución Francesa, triunfo político del liberalismo y origen ideológico de la moderna democracia, obtenida a costa de la masacre más horrenda y sistemática de católicos jamás contemplada.
* La consolidación de los Estados Unidos, país democrático y liberal por excelencia, conseguida a costa de la esclavización de inmensas masas de negros en el sur, y de inmensas masas de inmigrantes en el norte. Vicio este último en el que perseveran, a fin de alimentar su aparato productivo y su maquinaria de agresión, la más eficiente jamás concebida y concretada.
---
DIG: Estimado Ricardo:
El trabajo no es un castigo, sino una parte fundamental de la vocación del hombre. La Biblia dice que Dios puso al hombre en el jardín del Edén "para que lo labrara y lo cuidara" (Génesis 2,15). Esto fue antes del pecado original. Lo que hizo el pecado original fue distorsionar la relación del hombre con el trabajo, como distorsionó por ejemplo la relación entre el hombre y la mujer. Para el hombre bajo el signo de Adán el trabajo se volvió algo agobiante y opresivo. Pero en el principio no fue así. Y tampoco debe ser así para el hombre regenerado en Cristo.
El trabajo, como bien dice Juan Pablo II en la Centesimus Annus, es a la vez una obligación y un derecho.
Durante casi cuatrocientos años las naciones católicas capturaron millones de africanos y se los llevaron a trabajar como esclavos a sus colonias de América Latina.
Los reyes católicos de Portugal, España y Francia, reyes consagrados y coronados por obispos, reyes que según la Iglesia gobernaban por designio divino, permitían y se lucraban con ese negocio. Especialmente los reyes españoles, que concedían el "asiento de negros" el contrato más rentable de la Edad Moderna y que autorizaba a vender esclavos en la América Hispana.
La primera nación europea que acabó con ese vergonzoso negocio fue Francia, cuando la Convención revolucionaria en 1794 abolió la esclavitud en las colonias francesas. Y solo volvió a ellas cuando la tiranía de Napoleón sustituyó a la de los Borbones.
La revolución francesa además acabó con el feudalismo, un sistema del que también sacaban provecho los reyes católicos (y la Iglesia), y que en la práctica poco se diferenciaba de la esclavitud, dado que los trabajadores estaban adscritos a la tierra y se vendían y compraban con ella, sin poder abandonarla.
En América Latina ese sistema feudal se denominaba "encomienda", porque a determinados españoles se les daban unas tierras y unos indios adscritos a ella con la encomienda de "evangelizarlos", mientras se lucraban de su trabajo.
En 1861 en Rusia el zar Alejandro II influído por los liberales abolió el feudalismo, liberando así a más de CUARENTA MILLONES de siervos que pertenecían a la nobleza y la iglesia ortodoxa.
La Inglaterra liberal en 1834 y la Francia liberal de 1848 fueron las primeras en abolir definitivamente la esclavitud, como lo fueron haciendo las naciones liberales hispanoamericanas a medida que fueron adquiriendo la independencia.
A finales del s. XIX solamente el reino católico de España en su colonia cubana y el imperio católico del Brasil mantenían la esclavitud.
---
DIG: El liberalismo económico clásico (individualista) considera a la libertad de elección como un valor absoluto, más allá del bien y del mal. En esa perspectiva la esclavitud no puede desaparecer realmente, sino sólo cambiar de forma.
Se permite así que un hombre vea a otro hombre como un mero medio de producción (un "recurso humano") o incluso como un producto de consumo. Esto se ve más claramente en casos extremos: legalización de la prostitución, la pornografía, la usura, el tráfico de drogas, la reproducción humana artificial (con sus cientos de miles de embriones humanos congelados, verdaderos esclavos de la post-modernidad), etc. Pero sucede también con más frecuencia de modos menos espectaculares.
Históricamente el liberalismo económico dio lugar al capitalismo salvaje. Mientras el contrato hubiese sido firmado libremente, casi todo valía... aunque fuera una clara explotación.
La familia de mi esposa es de origen polaco. Grandes contingentes llegaron a la provincia de Misiones a fines del XIX y comienzos del siglo XX provenientes de la zona de Polonia dominada en ese entonces por Austria. La abuela de mi esposa nos contaba que cuando los liberales austríacos (católicos, sí, pero liberales, o sea en la práctica no-católicos) forzaron la eliminación del feudalismo, rompieron el tejido social y el campesinado cayó rápidamete en una miseria espantosa, inenarrable. En medio de ese caos apareció en Austria un representante de los liberales argentinos buscando mano de obra para colonizar Misiones. Llegaron a un acuerdo entre gobiernos y oleadas de miserables parias despojados y famélicos cayeron sobre las playas de Buenos Aires, y luego de un largo viaje en tren fueron "depositados" en la selva misionera (en ese entonces salvaje, impenetrable y poblada de alimañas), de la siguiente manera:
A cada familia se le asignaba un solar de selva y era dejada junto a un juego de vituallas (chapas, tirantes, colchones, cocina y alguna que otra cosa elemental más), a fin de que se hicieran la casa, en lo posible rápido, antes de que lloviera..., en una zona donde llueven promedio 1.400 mm anuales.
Termino acotando que tengo una pequeña ventaja sobre los lectores de libros : estas lindezas de la gloriosa liberación de los liberales me las contó la protagonista que las padeció siendo muy pequeña (ella llegó contando sólo 4 años); luego sobre la base de relatos familiares fue armando este cuadro dantesco.
Ni falta hace decir que las tierras otorgadas a los colonos fueron previamnete limpiadas prolijamente de sus anteriores pobladores guaraníes, pero bueno, esto no me lo contó la abuela de mi esposa porque de ello ni se enteró. Aunque nada de lo que asombrarse por supuesto, porque ¿qué menos podía esperarse de los admiradores ideológicos locales de los genocidas de La Vendée?
---
DIG: No se puede negar que el capitalismo tiene bastante eficacia económica. Hasta Karl Marx en el Manifiesto Comunista alaba sus logros. Pero el problema es que también tiene sus taras, a menudo no reconocidas. Por eso Juan Pablo II hila muy fino en la Centesimus Annus, separando la paja del trigo, distinguiendo la libertad económica sana de la insana.
Por otra parte, capitalismo y liberalismo no son exactamente sinónimos. El capitalismo es anterior al liberalismo. Y la democracia no siempre acompaña a la libertad económica. Véase por ejemplo a la China actual. Tiene lo peor de ambos mundos: el capitalismo salvaje más la dictadura comunista.
Ya hablaremos más adelante del socialismo. Por ahora sólo adelanto que liberalismo y socialismo tienen mucho más en común de lo que generalmente se piensa. La revolución socialista es en cierto modo hija de la revolución liberal. Y ambos, liberalismo y socialismo (al menos en sus formulaciones clásicas) son anticristianos.
---
DIG: No. Ahí está el quid de la cuestión. El liberalismo económico es sólo un aspecto del liberalismo en sentido amplio, que es la doctrina que postula la autonomía moral absoluta del hombre. Esa doctrina conduce directa y fácilmente a las aberraciones actuales anti-vida y anti-familia, pese a que la mayoría de los liberales del siglo XIX se habrían sorprendido de esto. Pero no se puede aplaudir las causas y condenar las consecuencias. Para llevar la idea liberal hasta sus últimas consecuencias (cosa que aún no se ha hecho) sólo se precisa tiempo.
Lo que usted dice se explica porque los izquierdistas son generalmente más liberales (en sentido filosófico) que los liberales de derecha o de centro.
Los católicos pueden llamarse "conservadores" en el sentido de un afán de conservar el orden moral natural, pero nunca en el sentido de querer conservar un orden social injusto.
---
DIG: Si en su frase "Ud. confunde" el Ud. se refiere a mí, le diré que mi artículo no hace otra cosa que resumir parte de la encíclica Centesimus Annus de Juan Pablo II. ¿Quiere decir que usted no acepta estas enseñanzas de ese gran Papa?
Y digo una cosa más. A Gabriel: No conozco un solo liberal que sepa lo que es la libertad. Usted tampoco, seguro. Así que déjese de defender lo que desconoce, confundiendo al resto de católicos. Haga el favor.
Si no fuera por el liberalismo, la revolución francesa y la revolución industrial uds. ya estarían muertos.
La esperanza de vida en Europa antes de los cambios políticos, sociales y económicos del liberalismo era de treinta años. Treinta.
El liberalismo es un sistema que se autocorrige, y además muy rápidamente.
Ya a principios del s. XIX aparecieron los primeros sindicatos y las legislaciones para defender los derechos de los trabajadores.
No tiene nada que ver la vida de un obrero inglés de 1830 con uno de hoy en día. Ahora hasta los parados viven mejor que los obreros del s. XIX.
Sin embargo no hay diferencia alguna entre la vida miserable de un siervo francés de la época de Carlomagno y otro de la Francia de Luis XVI en 1789. En mil años, que se dicen pronto, ¡un milenio!, las mismas hambrunas crónicas, las mismas enfermedades derivadas de la pobreza (bocio, escorbuto, escarlatina, pelagra,etc), y la misma falta de derechos.
Todavía en el s.XIX el papa Gregorio XVI en la encíclica "Mirari Vos" condenaba la libertad de pensamiento y la libertad de prensa, mientras que vosotros gracias al liberalismo podeis criticar al propio sistema y al gobierno de turno. ¡Con toda la cara dura hablais de "tiranía" en público y luego os vais a la cama sabiendo que nadie irá a buscaros para encarcelaros!.
Por cierto que este Papa Gregorio, fue el penúltimo en gobernar como monarca absoluto el centro de Italia, los Estados Pontificios. En Roma en aquella época había presos políticos en las mazmorras, se aplicaba la pena de muerte y los judíos vivían en un gueto.
---
DIG: Es cierto que el obrero inglés promedio de hoy vive mucho mejor que el de 1830; pero también es cierto que ese obrero de la industria (en promedio) seguramente vivió bastante peor que los campesinos del siglo XVIII en el mismo país. El problema es que el fin no justifica los medios y que no puedo explotar a alguien con base en que así sus hijos o nietos vivirán mejor.
La Francia pre-revolucionaria era una nación bastante rica, en términos relativos; de ningún modo era la catástrofe que los amantes de la Gran Revolución nos quieren hacer creer. La pobreza siempre es relativa. Seguramente la mayoría de los pobres de USA, manteniendo su mismo nivel de ingresos, no serían pobres en Uruguay.
Lo que la Iglesia siempre condenó (antes con un lenguaje diferente al actual) es el mal uso de la libertad; y a veces también la libertad para el mal. El problema de cuáles males hay que tolerar para no provocar males mayores es sumamente espinoso. Pero sea lo que sea de ese tema, nunca es lícito presentar al mal como un bien, o como un derecho. A lo sumo se lo puede tolerar, pero como un mal. Los ejemplos abundan.
En cuanto a las tiranías modernas, hace unos días vi en la TV un programa belga sobre las familias suecas destrozadas por la tolerancia cero del Estado sueco de cara a las palmadas de los padres en las nalgas de sus hijos pequeños. Por cosas así el Estado sueco quita sus hijos a muchos padres buenos o normales. Esos padres se enfrentan a un Leviatán super-poderoso, que no distingue entre una simple palmada y un abuso sexual o un abuso físico grave. Su "justicia" ciega (con la ceguera de la sin-razón) es inhumana. Los belgas parecían alarmados de que algunos quieran extender el sistema sueco a toda Europa.
Los sindicatos son reivindicados por la Iglesia Católica en su doctrina social y combatidos por casi todos los liberales.
Sí que hay diferencias entre la Baja Edad Media y el siglo XVIII: en la Baja Edad Media la monarquía era parlamentaria y en el XVIII era absoluta y, por supuesto, se vivió mejor en el siglo XIII (no digamos ya en el XIV tras la epidemia de peste) que en el siglo XVIII.
Más: las enfermedades no entienden de regímenes, y siguieron afectando a los regímenes liberales del XVIII. Las libertades modernas son condenadas por la Iglesia por no ser verdaderas libertades (haría falta explicarle a usted lo que es la libertad).
Más: Juan de Mariana (por citarle a un autor que a lo mejor le suena), además de Fray Bartolomé de las Casas y muchos otros personajes pudieron exponer sus doctrinas libremente en la España del XVI-XVII, sin más límite que la ortodoxia de la fe y la estabilidad política. Del gobierno civil del Vaticano en el XIX yo no sé nada y por tanto no opino.
PD. Ricardo, hablando de opuestos, mire lo que son las cosas, que ambos descendemos de abuelos polacos aterrizados en Misiones!
---
DIG: El liberalismo económico y el liberalismo social coinciden en su núcleo: la absolutización de la libertad. El liberal es un individualista que piensa que el Estado no tiene por qué meterse en su vida económica o en su vida social. Por esa línea, pronto se podría llegar a consecuencias terribles como éstas: 1) "Si mi cuerpo es mío y con él hago lo que quiero, puedo vender un litro de mi sangre al mejor postor". Pero la propiedad no es un derecho absoluto. No tengo derecho a vender mi sangre y nadie tiene derecho a comprarla. 2) "Si cada uno arma el tipo de familia que se le antoja y el Estado debe tratarlas a todas por igual para no incurrir en discriminación, entonces se debe dar reconocimiento legal no sólo a todas las parejas, sino también a todos los tríos, y se debe equiparar los derechos de los tríos a los del matrimonio." Pero esos tríos no son un bien social que el Estado deba proteger, sino un mal social que el Estado no debe promover.
En última instancia, el principio liberal de que debe estar permitido todo lo que no daña (en un sentido directo y simplista) a otra persona lleva a reconocer un absurdo "derecho al suicidio". Pero el suicidio es un mal radical que debe ser combatido enérgicamente, no un derecho; un mal que daña psicológica y espiritualmente (y hasta económicamente) a muchos de un modo muy serio.
En el Antiguo Régimen anterior a 1789, al menos en Europa Occidental, existía una sociedad estamental con muchos aspectos negativos y necesitados de reforma. Pero si con "feudalismo" se refiere a servidumbre, se equivoca. La comparación de un habitante del campo, hombre libre, en la España o la Francia de 1780, con un siervo, no es procedente; y menos con un esclavo.
La división del dominio en directo y útil que caracterizaba la propiedad feudal, hacía tiempo que había desaparecido en Francia cuando llegó la Revolución, y en muchos casos el cultivador era ya el propietario. Insisto en que esto no excluye la necesidad de profundas reformas, pero menos aún justificaba una Revolución tan sanguinaria, pero sobre todo tan destructiva, como la francesa.
Lo de la esperanza de vida es un puro disparate. Creo además que el dato está equivocado, pero en cualquier caso no está relacionado con la política, sino con los avances en la medicina (v.gr. la vacuna antivariólica).
El gran papa Gregorio XVI condenó la libertad de conciencia. Y como cristiano suscribo plenamente esa condena. Y todos debemos hacerlo. Por cierto, ese eminente papa pidió el fin de la esclavitud. Si es que no da una.
También las potencias antiliberales del Congreso de Viena implementaron medidas contra el comercio de esclavos.
Por último, el “imperio católico” de Brasil abolió la esclavitud. Ello indignó a los grandes propietarios, vinculados al liberalismo avanzado, que en venganza derrocaron a la monarquía. De este modo el emperador Pedro II perdió su trono por haber abolido la esclavitud.
Creo que debes revisar un poco la Historia, pues los "liberales" ingleses fueron los que dominaron y rentabilizaron más el comercio de esclavo en las Américas.
Y ese cuento de que la Revolución Francesa acabó con el feudalismo está ya obsoleto.
Francia era la nación más avanzada en el continente y el principal rival de Inglaterra en el siglo XVIII. Dado que era un peligro para los intereses británicos pues no había mejor forma de doblegarla que hacer explotar desde dentro y eso es lo que hizo la revolución y todos eso "traidores" jacobinos e ilustrados, no fueron sino tontos útiles al servicio de los lores ingleses.
Y es totalmente absurdo asociar liberalismo con capitalismo, y menos aún con progreso económico basado en el desarrollo industial.
En las naciones donde el desarrollo industrial ha sido la norma (EEUU, Alemania, Japón), el liberalismo ha sido lo más extraño y lejano.
Yo me siento profundamente liberal, pero en el sentido que daban a esta palabra, por ejemplo, Marañón, Ortega o su discípulo, el profesor Marías, que la definía como "la organización social de la libertad". Es decir, de raíz cristiana, el liberalismo lleva en alto la libertad humana, reflejo de la divina, porque ya lo dijo el Señor "la verdad os hará libres"; ser libres es, por tanto, un bien muy grande. Organizar socialmente la libertad también lo es. Por eso, el gran Concilio Vaticano II dice en la memorable Dignitatis Humanae que "esta exigencia de libertad en la sociedad humana se refiere sobre todo a los bienes del espíritu humano,"
Esto lo ha visto, certeramente, nuestro Santo Padre Benedicto XVI en carta a Marcello Pera, cuando sostiene que "usted analiza la esencia del liberalismo a partir de sus fundamentos, mostrando que en la esencia del liberalismo se encuentra el enraizamiento en la imagen cristiana de Dios: su relación con Dios, de quien el hombre es imagen y de quien hemos recibido el don de la libertad."
Paralelamente, este sentir de auténtico liberalismo, de amor a la libertad, también lo palpó el Beato Juan Pablo II. Así lo interpreta con profundidad, ese notable pensador y sacerdote Richard John Neuhaus en "El liberalismo de Juan Pablo II"
http://www.cepchile.cl/dms/archivo_3738_1931/r101_neuhaus_liberalismo.pdf
Por lo tanto, me parece que hay muchos cristianos que confunden el jacobinismo -permisivismo e intolerancia unidos- con el liberalismo. En este sentido, hay dos compatriotas que recomiendo a Daniel leer, que aclaran con claridad y precisión las diferencias abismales entre el liberal y el jacobino:
1. Jose Enrique Rodó (injustamente abandonado en nuestra educación uruguaya) en su libro-respuesta "Liberalismo y Jacobinismo"
http://www.cepchile.cl/dms/archivo_3738_1931/r101_neuhaus_liberalismo.pdf
2. Luis Alberto de Herrera en "La Revolución y Sudamérica" disponible en edición de la Cámara de Representantes de la Republica Oriental del Uruguay. Es el mejor libro de Ciencia Política que he leído.
Por último, no es casualidad que Hitler y Stalin eran anti-liberales.
En cambio, quien suscribe prefiere estar del lado de Ortega, Marías, Marañón, Tocqueville, Guizot, Juan Pablo II, Benedicto XVI, J E Rodó, L A de Herrera y el Concilio Vaticano II.
Saludos.
---
DIG: "Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado". Si discrepas con este artículo, no discrepas sólo conmigo (lo que tendría muy poca importancia), sino también con el Papa Juan Pablo II y la Doctrina Social de la Iglesia.
---
DIG: Las palabras "liberal" y "liberalismo" tienen hoy varios significados, no siempre consistentes entre sí. Por ejemplo, "liberal" puede significar "generoso" o "amante de la libertad". Aquí, como en general en los documentos del Magisterio de la Iglesia, se toma el término "liberalismo" en su sentido clásico de ideología individualista. En ese sentido el liberalismo ha sido condenado constantemente por la Iglesia. La encíclica Centesimus Annus de Juan Pablo II no es más que una de las últimas muestras de ese rechazo perseverante.
Aunque Hitler y Stalin hayan sido antiliberales, no por eso debemos ser liberales. Liberales son también Clinton, Obama, los Rockefeller, etc.
He leído el libro de J. E. Rodó "Liberalismo y jacobinismo". Mi conclusión no es que el liberalismo es bueno y el jacobinismo es malo, sino que ambos son malos, aunque el segundo es peor. Considerar malo al liberalismo no implica negar sus aspectos de verdad. De ahí las palabras de Benedicto XVI sobre los aspectos positivos del liberalismo y la Ilustración. Pero como escribió San Pablo: "Examínalo todo y quédate con lo bueno". Debemos estar muy alertas para no "comprar" la parte corrompida junto con la parte sana del paquete.
Solodoctrina, te invito cordialmente a cumplir más plenamente el sentido de tu nick, conformando plenamente tu mente a la Doctrina Social de la Iglesia.
1. La cita correcta del libro de Rodó es --->
http://constitucionweb.blogspot.com/2011/04/liberalismo-y-jacobinismo-jose-enrique.html
2. El nombre correcto y completo del libro de L A de Herrera es "La Revolución Francesa y Sudamérica".
+Ahora va a resultar que los campesinos franceses vivían como en esas novelas pastoriles que la reina María Antoñeta leía creyéndolas retratos fieles de la bucólica vida rural.
Pues creo que uds. lo que están presentando es una aldea de Potemkim, una miseria maquillada.
¿Sabe qué es la pelagra? Era una enfermedad común en toda Europa en el s.XVIII, la enfermedad de los pobres, causada por llevar una dieta exclusiva de cereales, sin apotes de nutrientes de frutas, pescados o carnes. Ahora mismo esa enfermedad casi exclusivamente se da en los campamentos de refugiados del Tercer Mundo, donde la gente se alimenta solo de arroz o maiz.
No se exagera al decir que buena parte del campesinado europeo vívia como en un inmenso campo de refugiados, literalmente la gente vivía del pan. Y encima había épocas en las que ni pan podían comer.
La chispa que hizo estallar la revolución fue el aumento del precio del pan en una cantidad ridícula equivalente a unos céntimos de hoy en día. Pero la gente estaba ya con el agua al cuello y esos céntimos eran la diferencia entre sobrevivir y morir de hambre.
+Yo no presento el liberalismo como la panacea de todos los males, pero es un sistema dinámico que permite grandes cambios a grandes velocidades, mientras que el antiguo régimen estaba atrofiado y dividía a la sociedad en estamentos casi herméticos.
Apenas cincuenta años después de que Adam Smith publicara "La riqueza de las naciones" (si consideramos ese momento como el nacimiento del liberalismo), Gran Bretaña abolía la esclavitud.
En los años treinta del s. XIX aparecen las primeras asociaciones obreras, las leyes contra el trabajo infantil y a favor de los derechos de los trabajadores; a mediados de siglo comienza a imponerse el sufragio universal, por primera vez en la Historia de la humanidad hasta los más miserables tienen voz y voto en los asuntos públicos; a finales del mismo siglo comienza el germen del estado del bienestar con los subsidios por enfermedad y la escolarización obligatoria de todos los niños.
¿Y ahora cómo estamos en Europa Y Norteamérica a pesar de la crisis, si resulta que los problemas de salud de la clase baja se deben al consumo excesivo de calorías, demasiadas grasas y azúcares?.
Desde que comenzó la civilización hace unos 8.000 años la humanidad en general vivió al borde del hambe hasta los últimos dos siglos.
---
DIG: Coincido contigo sólo en parte. No puedes poner todo el progreso económico y social de los últimos siglos en la cuenta del liberalismo. Han influido muchos factores: la revolución científica, la revolución industrial, los avances tecnológicos, etc. Muchos de los avances sociales que citas proceden de una movilización política y social que ha buscado más bien contrarrestar los males del liberalismo económico. Ese movimiento (por ejemplo, el sindical) ha contado en línea de principio con el apoyo de la Iglesia.
Volviendo sobre la Revolución Francesa, no es cierto que haya sido una revolución campesina. Fue una revolución de los burgueses.
CON OCASIÓN DEL 150º ANIVERSARIO DE LA UNIFICACIÓN POLÍTICA DE ITALIA
... Por razones históricas, culturales y políticas complejas, el Risorgimento ha pasado como un movimiento contrario a la Iglesia, al catolicismo, a veces incluso contrario a la religión en general. Sin negar el papel de tradiciones de pensamiento diferentes, algunas marcadas por trazos jurisdiccionalistas o laicistas, no se puede desconocer la aportación del pensamiento —e incluso de la acción— de los católicos en la formación del Estado unitario. Desde el punto de vista del pensamiento político bastaría recordar todas las vicisitudes del neogüelfismo, que tuvo en Vincenzo Gioberti un ilustre representante; o pensar en las orientaciones católico-liberales de Cesare Balbo, Massimo d'Azeglio y Raffaele Lambruschini. Por el pensamiento filosófico, político y también jurídico resalta la gran figura de Antonio Rosmini, cuya influencia se ha mantenido en el tiempo, hasta dar forma a puntos significativos de la Constitución italiana vigente. Y por la literatura que tanto contribuyó a «hacer a los italianos», es decir, a darles su sentido de pertenencia a la nueva comunidad política que el proceso del Risorgimento estaba plasmando, cómo no recordar a Alessandro Manzoni, fiel intérprete de la fe y de la moral católica; o a Silvio Pellico, que, con su obra autobiográfica sobre las dolorosas vicisitudes de un patriota, supo testimoniar la conciliabilidad del amor a la Patria con una fe inquebrantable. Y también figuras de santos, como san Juan Bosco, impulsado por la preocupación pedagógica a componer manuales de historia patria, que modeló la pertenencia al instituto por él fundado sobre un paradigma coherente con una sana concepción liberal: «ciudadanos ante el Estado y religiosos ante la Iglesia».
El mensaje completo esta en:
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/letters/2011/documents/hf_ben-xvi_let_20110317_150-unita_sp.html
Por cierto, el tema es de opinión no de adhesión - y mucho menos de adhesión de fe - hay mucho camino que andar, si nos ponemos dogmáticos el asunto será casus belli, y no procede.
http://www.institutoacton.com.ar/articulos/26art2-01-01-12.pdf
Coincido contigo en que los términos liberal y liberalismo son usados de varios modos.
Uno recto, de liberalismo y de liberal, amante de la libertad, de raíz cristiana, totalmente compatible con la Doctrina Social de la Iglesia y en el que se encuadran, por ejemplo, Juan Pablo II, Benedicto XVI, R J Neuhaus, John Courtney Murray sj, y al cual adhiero fervientemente.
Otro uso de la palabra liberalismo, es identificarlo con el Estado prescindente, el laissez-faire. Una posición francamente minotaria conocida como libertarianismo.
Hay otra acepción falsa del término liberalismo y es la adoptada por los jacobinos para ellos mismos, muy extendida y carecterizada por su intolerancia, sobre todo en el campo religioso y es anticlerical. Por esencia, son herederos del Terror de la Revolución Francesa, como también lo son los marxistas. Dos compatriotas, analizaron estupendamente las enormes diferencias entre jacobinismo y liberalismo, J E Rodó y L A de Herrera. El libro de Rodó se adelanta en cien años, a una polémica que hoy vive España: bajar los crucifijos de las escuelas y hospitales. En general, la ideología jacobina ha nutrido a pequeños partidos radicales en Europa –dónde los hay o hubo-, al PSOE y al batllismo y su heredero el Frente Amplio actual en Uruguay, entre otros.
Ahora bien, discrepo, con tu afirmación de que el Magisterio de la Iglesia ha condenado el “término "liberalismo" en su sentido clásico de ideología individualista” porque, por el contrario, el liberalismo es consecuencia de la concepción cristiana del mundo que es individualista. En el cristianismo, la persona es el centro; no es cosa menor que los sacramentos sean personales. En contraposición al marxismo y al jacobinismo, este personalismo cristiano está en la raíz de la tradición liberal, como bien señala nuestro Santo Padre en la carta a Marcello Pera. La democracia liberal es liberal precisamente en su respeto hacia la libertad de la persona. Por esto, no hay contradicción alguna entre ser sano liberal y católico. Así lo vió Benedicto XVI, lo vivió Julián Marías, por ejemplo, y, por eso, el beato Juan Pablo II sostiene que es “más aún, al reafirmar constantemente la dignidad trascendente de la persona, el método la Iglesia siempre será el de respeto a la libertad.”
Hay que aclarar que Juan Pablo II jamás pensó o argumentó–como sostienes en tu resumen- que “en el fondo el error del liberalismo consiste en una concepción de la libertad humana que la aparta de la obediencia de la verdad” sino que esta concepción la conecta con el militarismo y los totalitarismos del siglo XX, es decir, con los antiliberales. Basta leer Centesimus Annus.
Con recto discernimiento podemos concluir, junto con el Padre Neuhaus que Juan Pablo II en “Centesimus Annus nos invita a recuperar y reconstruir la tradición liberal” y que al beato polaco le interesa impulsar la sociedad libre, incluida la libertad económica, para bien de las personas.
---
DIG: Ya que criticas sin razón mi resumen, cito el texto exacto de donde sale mi frase cuestionada. Se trata de CA 17a:
"17. Leyendo la encíclica en relación con todo el rico magisterio leoniano (47), se nota que, en el fondo, está señalando las consecuencias de un error de mayor alcance en el campo económico-social. Es el error que, como ya se ha dicho, consiste en una concepción de la libertad humana que la aparta de la obediencia de la verdad y, por tanto, también del deber de respetar los derechos de los demás hombres. El contenido de la libertad se transforma entonces en amor propio, con desprecio de Dios y del prójimo; amor que conduce al afianzamiento ilimitado del propio interés y que no se deja limitar por ninguna obligación de justicia (48)."
Aunque es obvio que el error del que aquí se habla es el error del liberalismo (véase el contexto de CA 15-16, donde se rechaza el liberalismo económico y se indican las vías recorridas históricamente para superar algunos de los problemas causados por éste), para mayor claridad incluyo las notas:
47. Cf. Enc. Arcanum divinae sapientiae ( 10 febrero 1880): Leonis XIII P. M. Acta, II, Romae 1882, 10-40; Enc. Diuturnum illud (29 junio 1881): Leonis XIII P. M. Acta, II, Romae 1882, 269-287; Enc. Immortale Dei ( 1 noviembre 1885 ): Leonis XIII P. M. Acta, V, Romae 1886, 118-150; Enc. Sapientiae christianae (10 enero 1890): Leonis XIII P. M. Acta, X, Romae 1891,10-41; Enc. Quod Apostolici muneris (28 diciembre 1878): Leonis XIII P. M. Acta, I, Romae 1881,170-183; Enc. Libertas praestantissimum (20 junio 1888): Leonis XIII P. M. Acta, VIII, Romae 1889, 212-246.
48. Cf. León XIII, Enc. Libertas praestantissimum: l. c., 224-226.
Por ejemplo, la encíclica Libertas praestantissimum es una enérgica condena del liberalismo, que por lo demás fue condenado repetidamente por los Papas. Y no sigo sólo porque no leí todas las enciclicas de León XIII, pero es seguro que no fue éste el único documento en que él mismo condenó al liberalismo.
---
DIG: Por otra parte, no hay que jugar con las palabras. El "individualismo" cristiano (si queremos llamar así a lo que hoy suele llamarse, con términos mucho más apropiados, "personalismo" cristiano) es sumamente diferente del "individualismo" liberal.
Según la doctrina cristiana, cada persona humana tiene un valor infinito porque es un ser espiritual, creado a imagen de Dios.
Según la doctrina liberal, cada individuo humano tiene una autonomía moral absoluta y el Estado ha de respetar esa autonomía, manteniéndose neutro sobre la cuestión del bien y del mal.
La democracia liberal se caracteriza por conceder la soberanía absoluta a la comunidad humana. Al no reconocer ésta a Dios ni a su ley, los derechos humanos quedan privados de su fundamento absoluto y los hombres quedan sometidos a la dictadura de las mayorías. La ley positiva sustituye a la ley moral natural.
De la diferencia irreconciliable entre cristianismo y liberalismo (clásico, individualista) surge el conflicto actual sobre el derecho humano a la vida y los derechos de la familia. Considérese por ejemplo, la gran cuestión del divorcio, raíz de gran parte de la actual crisis social.
En España, el principal obstaculo para que exista una verdadera democracia cristiana es superar este antagonico complejo que se yo, secular casi y que sobre todo sufre la derecha, para asimilar, identificar una bien razonada interpretacion del liberalismo.
Yo tambien pienso que una raiz del mismo se hunde en la tradicion cristiana, ni que sea por antiTesis en algunas ramificaciones (las que dan origen a jacobinos y fundamentalmente a positivistas, cuyo sueño ya irremediablemente corrupto de la razon ilustrada son responsables directos de todas las ideologias nefastas que poblaron el siglo XX, dejando solo como macabro recuerdo para la historia centenares de millones de muertos y el aplastamiento absoluto de la dignidad humana).
;-)
---
DIG: Por favor lee mi respuesta a Solodoctrina.
No sólo el jacobinismo o liberalismo radical (digamos, "de vertiente francesa") se opone a la doctrina cristiana, sino también el liberalismo moderado (digamos, "de vertiente inglesa"). Véase, por ejemplo, que también en los Estados Unidos de América y en Inglaterra son legales el divorcio y el aborto, etc., etc.
Te recomiendo vivamente leer las enciclicas sociales de Juan Pablo II, sobre todo la Centesimus Annus. No es de ningun modo una adhesion al liberalismo. Tambien te recomiendo la Caritas in Veritate de Benedicto XVI.
Perdon por la falta de tildes; el teclado se me sublevo...
La propiedad privada que abarca los bienes que la persona privada necesita me parece correcta, pero cuando la propiedad privada se extiende a una masa de bienes que excede los que la persona privada necesita y abarca bienes con los que se podrían satisfacer muchas mas personas, entonces hay que considerar de una manera más crítica a esa propiedad excesiva.
El que tiene más de lo que necesita y no lo da o no lo administra a favor de los desheredados de la Tierra, será severamente juzgado por Dios, ya que al final se nos va a juzgar por nuestro comportamiento económico o por lo que hicimos con los bienes materiales que teníamos y que podían haber satisfecho las necesidades de otros: "Tuve hambre y no me dístéis de comer, etc."
No debemos olvidar que el Juicio Final va a versar sobre economia. Tiene una gravísima responsabilidad ante Dios aquel cuya propiedad privada abarca más bienes de los que necesita para cubrir sus necesidades personales y no los pone o administra a favor de los hambrientos y los más pobres.
---
DIG: La Doctrina Social de la Iglesia enseña que la propiedad privada es un derecho natural, pero no absoluto, porque sobre ella grava una hipoteca social, debido al destino universal de todos los bienes de la Tierra. Te recomiendo vivamente que leas y estudies la encíclica Centesimus Annus en vez de lanzar este tipo de acusaciones contra la Iglesia.
El juicio final no va versar ni única ni principalmente sobre economía, sino sobre la moralidad de toda la vida humana, uno de cuyos aspectos importantes es la economía.
Por otra parte, en moral se debe evitar dos errores contrapuestos: el laxismo y el rigorismo. Esto viene a cuento porque hay muchas formas de definir cuáles son los bienes materiales que una persona y su familia necesitan, y algunas de esas formas caen en uno de esos dos errores. Está claro, por ejemplo, que el ahorro es bastante conveniente para una familia y que un padre de familia no puede contentarse con alcanzar un "nivel de supervivencia" (un "salario de hambre") para él, su esposa y sus hijos, sino que debe esforzarse para mejorar la economía familiar. También está claro que se puede pecar por el otro extremo llevando una vida de lujo y derroche consumista. Como ocurre muy a menudo, la virtud está en el justo medio.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.