“Dame una razón para ir a la Iglesia”
Anoche, en la reunión mensual de mi grupo de oración, uno de los integrantes del grupo contó la siguiente anécdota. Habiendo invitado a un amigo suyo, católico no practicante, a un breve retiro espiritual, recibió la siguiente respuesta a través de un mensaje de texto en su teléfono móvil: “Dame una sola razón para que yo vaya”. Mi compañero de grupo le contestó indicando tres razones, una de ellas muy personal.
Creo que vale la pena reflexionar sobre qué podríamos contestar nosotros (católicos militantes) en una situación similar. Naturalmente, para dar la respuesta más adecuada convendría conocer las circunstancias personales del interlocutor; pero de todos modos hay algunas respuestas posibles que tienen validez general. También es obvio que esas respuestas válidas son muchas, no una sola; pero quisiera analizar aquí algunas de ellas.
Mi tendencia dominante me impulsaría sin duda a responder: “Porque la religión católica es verdadera”. Es decir: porque es verdad que Dios existe, que Jesucristo es la Palabra de Dios hecha carne, que la Iglesia Católica es lo que ella dice ser: el sacramento universal de salvación, de unión de los hombres con Dios y de los hombres entre sí.
La respuesta que propongo no debe considerarse ni como una demostración suficiente ni como una afirmación arbitraria. Es claro que no es posible dar razón de nuestra esperanza adecuadamente en un mensaje de 140 o menos caracteres. La respuesta en cuestión es más bien una expresión de mi convicción sobre la solidez de los fundamentos de la fe católica y una invitación a re-examinarlos para, con la ayuda de Dios, robustecer una fe que tal vez esté en crisis.
También es claro que no es necesario que cada fiel católico sea un experto en apologética. Pero si es verdad, como afirma con razón el Papa Benedicto XVI, que la actual crisis eclesial es sobre todo una crisis de fe, entonces se vuelve ineludible dirigir la atención de nuestras mentes a la gran cuestión de la verdad, una cuestión absolutamente capital para la religión cristiana. Parafraseando al Beato Cardenal Newman, sostengo que al cristiano no le basta una vaga religiosidad relativista. Un sentimiento religioso cristiano sin certeza sobre la realidad de Dios o sobre la Divina Revelación en Cristo es algo tan absurdo como un sentimiento de paternidad sin la realidad de un padre.
En otras palabras, la respuesta propuesta es una invitación a considerar nuestra verdadera situación, en una perspectiva realista. Si Dios existe, y hay muchas excelentes razones para creer que Él existe, entonces es evidente que tengo que adorarlo. Si Dios me ama, y tenemos muchas pruebas de ello, entonces es obvio que debo corresponder a su amor. Si Dios me habla en Jesucristo y en la Iglesia, y tenemos muy buenas razones para creerlo, entonces es evidente que debo escucharlo y obedecerlo, aunque ello me cueste algunas renuncias o sacrificios.
Como comentó otro miembro del grupo, otra respuesta posible, de resonancias evangélicas, es: “Ven y verás”. Es claro que también esta respuesta tiene su propia validez y eficacia. Pero quisiera señalar algunas de sus limitaciones.
En primer lugar, el interlocutor pedía una razón actual, y esta respuesta pospone la cuestión: “Ven y encontrarás la razón que buscas”.
En segundo lugar, en último análisis el valor de esta respuesta depende en cierto modo del valor de la respuesta anterior. El bien y la belleza de una experiencia religiosa dependen decisivamente de la verdad de su contenido. Dicho de otro modo, una experiencia religiosa sólo podrá ser buena y bella, realmente atractiva, en la exacta medida en que sea verdadera, es decir que la respectiva religión sea verdadera.
En tercer lugar, aunque en sí misma la apelación a la experiencia religiosa sea válida, puede fácilmente malinterpretarse en el sentido del subjetivismo dominante en nuestra cultura. En última instancia, dicha experiencia será fructuosa si no se reduce a una exploración de nuestra propia subjetividad, sino que se trata de la experiencia de un encuentro con Cristo, una persona real y objetiva, no una idea ni un sentimiento.
Una tercera respuesta posible que quiero analizar aquí es la referencia a la caducidad de la vida humana. Cuando la propuse, uno de mis compañeros la rechazó instintivamente, diciendo que no convenía apelar al miedo a la muerte o al infierno. Pero, de nuevo, no se trata aquí de asustar a nadie, sino de reconocer nuestra verdadera situación. Somos seres mortales; y muchas cosas que ocupan gran parte de nuestros afanes, vistas desde la perspectiva de la eternidad, son vanidades.
La muerte es uno de los temas clásicos de la meditación cristiana. La cultura dominante hace enormes esfuerzos para ocultarnos la muerte y distraer de ella nuestra atención, pero en definitiva este esfuerzo es vano. No podemos no tomar en cuenta un factor tan crucial de nuestra existencia. El mismo Jesucristo, en su predicación, se refirió con frecuencia a esa realidad. También nosotros debemos invitar a nuestros hermanos a estar vigilantes, siempre prontos para el encuentro definitivo con nuestro Creador.
¿Qué dicen ustedes? ¿Cómo responderían a la cuestión planteada? (Por favor, no católicos abstenerse, en esta oportunidad).
Daniel Iglesias Grèzes
PS: Este fin de semana estaré de retiro. Dios mediante, nos reencontraremos el lunes. Por favor respeten las reglas del blog.
17 comentarios
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DIG: Gracias, Tony. Efectivamente, el testimonio de vida es más importante aún que el testimonio oral. Sin embargo, el interlocutor pedía que le dieran "una razón". En esa situación, a mí, pecador, no se me ocurriría decir: "Mírame a mí, mira qué persona tan santa y perfecta soy". Además, el testimonio cristiano debe señalar hacia Cristo, no hacia uno mismo. Como dijo el Bautista, "es preciso que Él crezca y yo disminuya".
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DIG: Gracias, Juan Carlos.
En una civilización donde la inmensa mayoría son indigentes de sentido, no saben para qué están ni qué cosa hacer de su vida (de hecho, viven preguntandoselo a los medios, a los adivinos, a la "ciencia" o a sí mismos), la Iglesia derrama su sabiduría para explicarnos el porqué del hombre y de su misión.
Abonando esto, un famoso siquiatra austríaco discípulo de Freud, Frankl, afirmaba que el problema sicológico por excelencia, el que está en la raíz de prácticamente todas las patologías de la mente, es la falta de sentido de la propia vida.
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DIG: Gracias, Ricardo. Entonces, si te comprendo bien, propones responder: "Para encontrar o reencontrar el verdadero sentido de tu vida". Creo que esto coincide esencialmente con lo que intenté expresar en la primera respuesta del artículo.
Algo así como:
Ven y encontrarás respuesta a muchas cosas.
Ven y verás qué es lo que de verdad se corresponde contigo.
Ven porque te conviene.
Es sólo una idea sin pensar mucho.
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DIG: Gracias, FZ. La búsqueda de la felicidad propia no es egoísmo. Es egoísta el que busca su felicidad desentendiéndose de la felicidad ajena.
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DIG: Gracias, Juan Carlos. Creo que aquí significa "ven a la Iglesia".
(esa es la propuesta que pienso hacerle a un amigo en esa situación... y espero que funcione)
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DIG: Gracias, Gaby. ¿Te refieres a que más tardar en la muerte todos hemos de encontrarnos con Cristo?
" El Dios que te ha creado si tí, no te salvará sin tí ". San Agustín.
Hay que corresponder al Amor con el amor.
Y ese Dios, está amorosamente y con toda propiedad, en la santa Iglesia Católica que el mismo fundó.
Y la salvación viene necesariamente de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo.
La Iglesia es arca de salvación y es además nuestra Madre y Maestra.
Acudir a la Iglesia y a la santa Misa, es un acto de amor a Dios.
Así la Santa Misa es la renovación del sacrificio reconciliador del Señor Jesús. Es también un acto de amor que debe brotar naturalmente de cada cristiano, como respuesta agradecida ante el inmenso don que significa que Dios se haga presente en la Eucaristía.
Amor, con amor se paga.
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DIG: Muchas gracias, Asclepio. ¡Buena respuesta!
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DIG: Gracias, Alberto. Yo también noto un matiz de desafío en este requerimiento. Me suena un poco así: "Dime para qué necesito a Dios, a Cristo y a la Iglesia". Pero debemos estar siempre prontos para dar razón de nuestra esperanza a todo aquel que nos la pida (respetuosamente). De ahí mis propuestas de respuesta, que apuntan a subrayar nuestra verdadera situación.
A) Se es cristiano primeramente porque se cree en Dios trino. Un Dios que se revela por la razón y por la fe. Un Dios que nos ama y nos envía una propuesta de vida terrenal pero a la vez trascendente.
B)Si Cristo vino para darnos vida y vida en abundancia, no se refiere solo al cielo, sino a la vida terrenal en primer lugar. Por ejemplo, las familias que han optado por una vida según los criterios evangélicos, son los que menos tasas de divorcios, violencia familiar, alcoholismo, drogadicción, registran.
C)Relacionando los punto A) y B), podemos sostener que creer en Dios y su propuesta es igual a calidad de vida, una vida terrenal y a la vez trascendente, repito.
D) Nos ha dejado una Iglesia, que por doctrina, sus caracteristicas, su permanencia en el tiempo, es la unica que puede demostrar sus raices apostólicas cimentadas en Cristo mismo.
Es mi humilde opinión.
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DIG: Muchas gracias, Domingo. Creo que hay mucho de verdad en lo que dices. No obstante, yo diría que debemos tratar de evitar la errónea impresión de que Cristo nos promete un triunfo mundano. Él nos da la verdadera alegría, ya en esta vida, a pesar de todos nuestros posibles sufrimientos y fracasos.
Dame una sola razón para no venir nunca.
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DIG: Gracias, Trabis.
Había ido a compartir con mis hermanos la grandeza y la alegría de la resurrección, la hostia consagrada, el día de mayor fiesta de todo el año. Por primera vez mi hija escucharía de un sacerdote que la tumba está vacía porque Cristo ha resucitado, su parte favorita de su Biblia de niña.
Pero oía del Fausto, quien hizo un pacto con el diablo, y de Goethe, un masón luterano. Esto no lo dijo el sacerdote, y me fue claro que como "hablaba lindo" muchos no entendieron que la palabra de Dios había sido deshonrada. Más tarde publicó el Coro de Ángeles en facebook, y cuando fueron llegando los "me gusta", comprendí lo malo de un discernimiento mal formado.
¿Por qué voy a la Iglesia? Porque a pesar de que a veces el diablo viste de sotana, es la católica la única Iglesia que fundó Jesucristo, porque siempre han habido sacerdotes que han consagrado su vida a llevar el mensaje de resurrección a los sitios más temibles, sin importar el precio. Porque es sacramento de salvación y fuente de vida eterna. Porque me encuentro con mis hermanos, ahí está Cristo presente en la hostia consagrada. Por la luz del sagrario encendida y por las flores a los pies de la Virgen. Por la paz de una Iglesia en silencio, y por una señora mayor rezando en silencio su rosario. Por el perdón y la unión a Jesucristo. Por las misas sencillas llenas de la presencia de Dios, y por las misas de fiesta llenas de gente que apenas sabe del Cristo Resucitado.
¿Y en 140 caracteres? "Porque quiero compartir contigo lo que tanto bien me hace a mí".
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DIG: Muchas gracias, Mirta.
Este año me leí todo el Fausto de Goethe. Desde el punto de vista religioso (no me inmiscuyo en el punto de vista literario) es realmente espantoso.
Dios lo llama a cada uno por su nombre.
Puede ser desconcertante esta llamada, como la vocación de Felipe: Jesús le dijo que lo vió debajo de la higuera y venció sus desconfianza.
"Dame una razón....", si es dame y no deme, el conocimiento personal auxiliado por la inspiración del Espíritu Santo, dará una respuesta, aún así: ¿será esta la que necesita?.
Creo que la respuesta puede ser: La razón por la que debes venir solo tu la sabes, Dios te está llamando.
Ya después de eso, Dios se encargará de saber que es lo mejor para él.
Gracias. Saludos
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