Lutero y la unidad de las Iglesias (Card. Joseph Ratzinger)
Totalmente diferente es la cuestión de si las doctrinas expuestas por Lutero pueden seguir dividiendo hoy a la Iglesia, excluyendo así la comunión eclesial. De ello se ocupa el diálogo ecuménico. La comisión mixta instituida con ocasión de la visita del Papa a Alemania se propone precisamente estudiar el problema de las exclusiones del siglo XVI, así como de su objetiva validez futura o superación. Y es que hay que tener en cuenta no sólo que existen anatemas por parte católica contra la doctrina de Lutero, sino que existen también descalificaciones muy explícitas contra el catolicismo por parte del reformador y sus compañeros; reprobaciones que culminan en la frase de Lutero de que hemos quedado divididos para la eternidad. Es éste el momento de referirnos a esas palabras llenas de rabia pronunciadas por Lutero respecto al Concilio de Trento, en las que quedó finalmente claro su rechazo de la Iglesia católica: “Habría que hacer prisionero al Papa, a los cardenales y a toda esa canalla que lo idolatra y santifica; arrastrarlos por blasfemos y luego arrancarles la lengua de cuajo y colgarlos a todos en fila en la horca… Entonces se les podría permitir que celebraran el concilio o lo que quisieran desde la horca, o en el infierno con los diablos”.
Lutero, tras la ruptura definitiva, no sólo ha rechazado categóricamente el papado, sino que ha calificado de idolátrica la doctrina católica de la misa, porque en ella veía una recaída en la Ley, con la consiguiente negación del Evangelio. Reducir todas estas confrontaciones a simples malentendidos es, a mi modo de ver, una pretensión iluminista, que no da la verdadera medida de lo que fueron aquellas luchas apasionadas, ni el peso de realidad presente en sus alegatos. La verdadera cuestión, por tanto, puede únicamente consistir en preguntarnos hasta qué punto hoy es posible superar las posturas de entonces y alcanzar un consenso que vaya más allá de aquel tiempo. En otras palabras: la unidad exige pasos nuevos y no se realiza mediante artificios interpretativos. Si en su día [la división] se realizó con experiencias religiosas contrapuestas, que no podían hallar espacio en el campo vital de la doctrina eclesiástica transmitida, tampoco hoy la unidad se forja solamente mediante variopintas discusiones, sino con la fuerza de la experiencia religiosa. La indiferencia es un medio de unión tan sólo en apariencia.
(Card. Joseph Ratzinger, Iglesia, Ecumenismo y Política. Nuevos ensayos de eclesiología, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1987, pp. 120-121).
12 comentarios
Espectacular. Gracias por traernos este texto. Es la pura verdad.
Del texto de J. Ratzinger me quedo con esta frase:
"tampoco hoy la unidad se forja solamente mediante variopintas discusiones, sino con la fuerza de la experiencia religiosa".
En esta línea de recuperar la unidad mediante la experiencia religiosa y la oración siempre me gusta tener presente el testimonio de comunidades como Taizé y Bose (al norte de Turín) que son un testimonio de oración conjunta en medio de nuestra historia común de enfrentamientos.
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DIG: Gracias, Jordi. Sin duda no debemos descuidar ninguno de los aspectos del esfuerzo ecuménico: oración, estudio, diálogo teológico, caridad, trabajo conjunto por la justicia, etc.
Respeto experiencias como la de Taizé, pero no estoy muy seguro de que en definitiva no incurran (en cierta medida) en el error de la indiferencia criticado en este texto del Cardenal Ratzinger.
Lo que sí es positivo al menos es que eso hace a algunos ponerse a estudiar y meditar de nuevo en ambas doctrinas, luterana y católica, y como solo una es verdad y es la católica, pues siempre será del lado luterano de donde vengan las correcciones y con suerte conversiones.
Pero el católico que se crea que eso servirá para "unificar" doctrinas, es que no se entera de nuestra doctrina y por tanto del imposible "acuerdo"
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DIG: El diálogo ecuménico, bien llevado, es positivo, aunque no produzca resultados inmediatos. En las confesiones cristianas no católicas hay muchos elementos de verdad y de santidad que impulsan hacia la unidad católica. Además, que el catolicismo sea la religión verdadera no significa que los católicos no tengamos nada que aprender en materia de fe o de moral. El diálogo puede ayudarnos a profundizar en algunos aspectos de nuestra misma fe. Y de hecho se ha dado un enriquecimiento mutuo. Pero no se debe perder de vista el objetivo final del diálogo: la unidad de todos los cristianos en la Iglesia fundada por Cristo y gobernada por Pedro.
"El mayor insultador del Reino.– Lutero escribe que “toda la Iglesia del papa es una Iglesia de putas y hermafroditas”, y que el mismo papa es “un loco furioso, un falsificador de la historia, un mentiroso, un blasfemo”, un cerdo, un burro, etc., y que todos los actos pontificios están “sellados con la mierda del diablo, y escritos con los pedos del asno-papa”. Podrían llenarse innumerables páginas con frases semejantes o peores." Del blog Apologética Católica, P. Iraburu.
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DIG: Como dice humorísticamente un amigo mío, hay sólo tres soluciones al problema de la desunión de los cristianos: o los católicos nos hacemos protestantes, o los protestantes se hacen católicos, o todos nos hacemos budistas...
Ahora bien, el objetivo del regreso de los cristianos no católicos a la Iglesia católica puede perseguirse de diversas formas, algunas acertadas y otras no. Pienso (y me parece que ése es también el pensamiento del Papa Benedicto XVI) que no debe imponerse a los que regresan nada más que lo estrictamente necesario, y que se debe admitir una amplia pluralidad en todo lo demás. En ese sentido el caso de los anglo-católicos parece ser paradigmático y constituir un ensayo a pequeña escala de la solución global.
Y a ellos, no les quedará otro remedio decente y honesto, que volverse otra vez hacia la Casa del Padre.
Amén.
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DIG: Los demás bautizados válidamente pertenecen ya al único verdadero rebaño de Cristo, aunque no estén en plena comunión con él. Sus doctrinas mezclan verdades y errores. El diálogo evangelizador apunta a lograr que también ellos acepten la integridad de la fe católica, que nosotros profesamos por la gracia de Dios, no por nuestros méritos.
Felicita a tu amigo humorista por la ocurrencia respecto al camino de recuperar la unidad de los cristianos gracias al budismo.
También te felicito por la delicada tarea de moderar comentarios que a veces parecen más un revivir viejas afrentas que no una mirada benigna hacia el difícil camino de recuperación de la unidad, o al menos de recuperar una comunión en lo esencial.
Benedicto XVI siempre acertado pero en esta ocacion te pido me ayudes con una omision del texto.
Joseph Ratzinger cita a Martin Lutero (cursivas) y es muy posible que en su texto aparezca explicitamente la cita, pero no hay tal.
¿ Cuál es la cita bibliografica precisa en que Martin Lutero escribe tales lineas?
Gracias
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DIG: Estimado Pablo: Ya no tengo a mano ese libro, que tomé prestado en el verano pasado de una biblioteca. Pero creo que en el texto no figura la referencia bibliográfica de la cita. De lo contrario, yo la habría transcripto.
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DIG:
1) Según la doctrina católica, los católicos divorciados y vueltos a casar no pueden comulgar.
2) En la Iglesia de Occidente (la parte muy mayoritaria de la Iglesia Universal) el clero es célibe. Aunque en sí sería posible (porque se trata de una norma disciplinaria, no de un dogma de fe), no parece que la Iglesia vaya a cambiar esta regla suya tan conveniente. En la Iglesia latina, las personas que optan por el sacerdocio católico asumen libremente el compromiso del celibato.
3) Según la doctrina católica, las mujeres no pueden recibir el sacramento del orden.
4) Los cánones del Concilio de Trento son dogmas de fe, por tanto infalibles.
5) El Papa Pablo VI rechazó el intento (de Schillebeeckx) de sustituir el concepto de transustanciación por el de transignificación.
6) La doctrina católica no ha cambiado sustancialmente, ni podría hacerlo.
7) Los Obispos deben velar por la conservación íntegra del depósito de la fe de la Iglesia Católica.
8) No conozco el manual del P. Schneider.
9) Los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI han hecho mucho para acabar con la confusión doctrinal que pareció predominar durante las últimas décadas, pero todavía queda mucho por hacer en este sentido, y es una tarea que involucra a todos los fieles (a cada uno según su vocación y circunstancias).
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