La acción política de los católicos (3)
5. Tres modelos de participación política
Como nos recordaron hace algún tiempo los Obispos uruguayos, la acción política de los católicos debe ser regida por los tres principios básicos sintetizados en esta célebre máxima de San Agustín: “Unidad en lo necesario, libertad en lo opinable, caridad en todo” (cf. Conferencia Episcopal Uruguaya, Católicos. Sociedad. Política. Documento pastoral y de trabajo de los Obispos para las Comunidades en el Año Electoral 2004, pp. 65-66).
• La unidad en lo necesario exige que nuestra lealtad primera y fundamental esté referida a Jesucristo y a la doctrina católica, tal como ésta es enseñada por el Magisterio de la Iglesia.
• La libertad en lo opinable supone que cada católico tiene plena libertad de opinión y de acción en todos los asuntos sobre los cuales la doctrina de la Iglesia no se pronuncia. Pero debe evitar presentar su opinión como la única cristianamente legítima (cf. Código de Derecho Canónico, cc. 227; 212,1; 747,2).
• La caridad, forma de todas las virtudes, no puede dejar de informar también los actos políticos.
A continuación describiré brevemente, en función de estos principios, tres modelos de participación política del pueblo católico.
El primer modelo es el del partido político católico “único”. Digo “único”, no porque implique la inexistencia de otros partidos, sino porque este partido confesional, con el apoyo explícito o implícito de la Jerarquía de la Iglesia, es considerado como el único que puede ser votado legítimamente por los ciudadanos católicos. Este modelo privilegia la unidad en detrimento de la libertad. En Uruguay hubo un intento de aproximación a este modelo a principios del siglo XX, mediante la creación de la Unión Cívica.
El segundo modelo es el de la pluralidad de partidos políticos, confesionales o no. Se reconoce de buen grado que cada ciudadano católico puede votar legítimamente a cualquier partido cuya propuesta sea sustancialmente compatible con la fe cristiana. Este modelo privilegia la libertad en detrimento de la unidad. En nuestro país se impuso después del Concilio Vaticano II y sigue aún vigente, predominando incluso la idea de que la época de los partidos confesionales ha pasado y que los católicos deben insertarse en los partidos no confesionales para actuar “como levadura en la masa”.
Estos dos modelos no se dieron de un modo químicamente puro. Generalmente el partido católico “único” no llegó a reunir los votos de todos los católicos de su respectivo país. Por ejemplo, en Uruguay, en su época de mayor auge (a mediados del siglo XX), la Unión Cívica no llegó a captar más que un 5% de todo el electorado. Por otra parte, hoy es frecuente encontrar ciudadanos católicos en todos los partidos políticos, incluso en aquellos que son incompatibles con la fe católica.
Estos dos modelos de organización (o desorganización) de la participación política del pueblo católico se han enfrentado al siguiente dilema.
La vida política cotidiana transcurre habitualmente en el “eje horizontal” y en este eje muchas veces hay menor distancia entre un católico y un no católico, ambos de centro-izquierda o ambos de centro-derecha, que entre dos católicos, uno de centro-derecha y otro de centro-izquierda. Así el primer modelo se ve sometido a una fuerza centrífuga que tiende a dividir al partido confesional según las distintas tendencias “horizontales".
La vida política tiene también un “eje vertical”, habitualmente oculto, pero siempre determinante. Ocurre normalmente que los partidos políticos no confesionales, organizados en función del “eje horizontal”, albergan posiciones muy heterogéneas con respecto al “eje vertical”. Cuando esto se pone de manifiesto, suele ocurrir que los ciudadanos católicos que han votado a partidos no confesionales por razones de afinidad en el “eje horizontal” perciben súbitamente que esos partidos (o algunos de sus sectores) traicionan radicalmente sus convicciones del “eje vertical”. Además, entonces suele ocurrir que los ciudadanos católicos entrevean que sus discrepancias en el “eje horizontal” son menos importantes que sus acuerdos en el “eje vertical”. Así el segundo modelo se ve sometido a una fuerza centrípeta que tiende a reconstituir un partido confesional.
Los defectos de ambos modelos han contribuido a la situación de gran debilidad política que sufren los católicos, en el Uruguay y en otros países. En el primer modelo, como ya se ha dicho, las diferencias entre los ciudadanos católicos sobre asuntos opinables generaron divisiones importantes dentro del partido católico. En el segundo modelo (el actual), la dispersión de los católicos entre muchos partidos políticos (inclusive más allá de los límites del pluralismo legítimo) ha generado una profunda desunión entre ellos en el terreno político, desunión que ha sido una de las causas principales de la pérdida de la influencia católica en la sociedad.
Teniendo todo esto en cuenta, propongo un tercer modelo, que intenta combinar los principios de unidad y libertad de una manera más adecuada a la actual situación histórica. Me refiero a una plataforma política cristiana “transversal”. Sus miembros, manteniendo su adhesión a distintos partidos políticos compatibles con la fe cristiana y su libertad de acción en los asuntos opinables, actuarían unidos -como si fueran un partido- en todas aquellas materias sobre las cuales la doctrina católica exige una postura definida. Esta plataforma política cristiana no sería un partido político y por lo tanto no participaría en las elecciones con listas propias. Se configuraría como una corriente de pensamiento y de acción transversal a los partidos políticos. En el Parlamento, la plataforma que propongo podría funcionar de un modo análogo a la bancada feminista. Las legisladoras feministas pertenecen a distintos partidos, opinan y votan de un modo divergente en multitud de asuntos, pero convergen a la hora de defender lo que ellas entienden como derechos de la mujer.
El ideario de la nueva organización consistiría en toda la doctrina social de la Iglesia y sólo la doctrina social de la Iglesia. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia sería para ella una referencia teórica básica. La Carta de los Derechos de la Familia publicada por la Santa Sede en 1983 podría servirle casi como un breve programa de principios, dado que, desde el punto de vista de la familia, especifica lo que el Papa Benedicto XVI llama “principios no negociables” de los católicos en la vida política: derecho a la vida, constitución natural del matrimonio y de la familia, libertad de educación, libertad religiosa, bien común, etc.
Para ser una fuerza operativa, históricamente relevante, esta plataforma política cristiana debería trascender la mera unidad teórica o doctrinal y llegar al plano de la acción. Esto requiere la forja de acuerdos mínimos para llevar los principios a la práctica, lo cual supone el cultivo de una cultura de cooperación. Ilustraré esto con un ejemplo: todo católico debe rechazar la legalización del aborto, por lo cual debe apoyar alternativas al aborto. Pues bien, pienso que los laicos católicos deberíamos evitar nuestra arraigada tendencia a sobrevalorar nuestras diferencias de matices sobre aspectos secundarios y mostrarnos capaces de unirnos en torno a proyectos concretos de alternativas al aborto, aunque estos proyectos hagan opciones contingentes. Más aún, deberíamos superar nuestra tendencia a ejercer nuestras responsabilidades políticas de un modo individualista o anárquico, y organizarnos adecuadamente, aceptando la existencia de liderazgos.
La organización propuesta tendría un “núcleo” formado por católicos fieles al Magisterio de la Iglesia, pero estaría abierta a cristianos de otras denominaciones y a también a creyentes no cristianos y no creyentes de buena voluntad, siempre que reconozcan la vigencia de la ley moral natural.
Desde el punto de vista canónico, la nueva entidad en cuestión podría ser una asociación privada de fieles. Es decir que la Iglesia la reconocería como una asociación católica, pero que no actúa oficialmente en representación de la Iglesia, sino de un modo autónomo. Obviamente, sería una asociación voluntaria, pero sería muy conveniente que tendiera a abarcar a todos los políticos y legisladores católicos y a concitar el apoyo de todos los ciudadanos católicos del país. Naturalmente, sería importante que la Jerarquía de la Iglesia viera con simpatía una iniciativa de este tipo (o al menos no se opusiera a ella) y que se estableciera un diálogo fructífero entre los Obispos y la nueva asociación.
La creación de una plataforma política cristiana transversal a fin de practicar la “unidad en lo necesario” en el terreno político no es en absoluto una tarea fácil. Entre los obstáculos principales destaco los siguientes dos: por una parte, algunos católicos rechazarán esta iniciativa, calificándola de un modo superficial, erróneo e incluso irrelevante, como “preconciliar”; por otra parte, los sectores laicistas la rechazarán por considerarla falsamente como un atentado contra la laicidad del Estado. Sin embargo, la auténtica laicidad no puede suponer que los cristianos se vean impedidos de brindar su aporte a la comunidad política en cuanto cristianos.
Terminaré esta presentación con algunas conclusiones prácticas. La grave situación actual requiere que los fieles laicos salgamos cuanto antes de la apatía o la resignación políticas. Lo primero que debemos procurar es que los católicos conozcan la doctrina de la Iglesia y dejen de votar a candidatos y partidos cuyas propuestas la contradicen. La demanda para una fuerza política católica relevante existe; falta sólo organizarla y manifestarla. Es necesario que nos fijemos objetivos realistas y que trabajemos fraternalmente unidos para alcanzarlos. En el camino no faltarán dificultades ni persecuciones. Estemos dispuestos al sacrificio por el Reino de Cristo. (Fin).
Daniel Iglesias Grèzes
Este artículo está basado en un aporte que hice al IV Sínodo Arquidiocesano de Montevideo, con fecha 19/03/2005, y es una nueva versión de: Daniel Iglesias Grèzes, Cristianos en el mundo, no del mundo. Escritos de teología moral social y temas conexos, Montevideo 2008, Capítulo 9 – La acción política de los católicos, pp. 92-101.
Ese libro está disponible aquí.
19 comentarios
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DIG: Estimado Lucas: la plataforma política cristiana transversal de la que hablo en mi artículo no es un partido político.
Estratégicamente, estás proponiendo el error de dispersar fuerzas frente al enemigo.
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DIG: Estimado Ricardo: Quizás no has comprendido mi propuesta. Como dice mi artículo, la plataforma política cristiana transversal no sería un partido político ni participaría en las elecciones, por lo cual sería imposible que las perdiera. Dices que mi propuesta tendería a dispersar las fuerzas de los católicos. Creo que ése es un gran error de apreciación. Los católicos hemos alcanzado ya un estado de casi total dispersión política. ¿Cuál es esa unidad que quieres preservar? ¿Dónde está y cómo actúa?
Como dice mi artículo, hoy prima el principio de la libertad en detrimento del principio de la unidad. Lo que propongo es volver a la unidad (es decir, justo lo contrario de lo que dices), pero no al primer modelo (el del partido católico), que también tenía defectos y de hecho fracasó, sino combinando unidad y libertad de modo tal que ambos aspectos se maximicen: máxima unidad en lo necesario y máxima libertad en lo opinable.
Mucho antes de llegar al 95% los católicos nos habremos peleado entre nosotros y armado dos o más bandos. Pero en lo sustancial, estaremos hablando el mismo idioma.
Soy un convencido que la Política ha de ser una añadidura de la Religión y no al revés.
Así como estoy convencido que los católicos no evangelizamos en la medida en que debemos y podemos.
Ni de lejos.
Yo el primero.
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DIG: Estimado Ricardo: Concuerdo contigo en la prioridad de la evangelización; pero esa prioridad es lógica, no cronológica. No podemos desentendernos de la política durante décadas o siglos hasta que la evangelización rinda mayores frutos cuantitativos.
Lo que dices sobre los dos bandos coincide con lo que digo en mi artículo sobre las fuerzas centrífugas que destruyeron a los partidos católicos. El campo de la "libertad en lo opinable" es mucho más extenso que el campo de la "unidad en lo necesario", aunque este último sea más importante. Por eso no es razonable aspirar a que haya un único partido político católico. Pero sí es razonable y conveniente que los católicos (estando y permaneciendo en distintos partidos) se organicen para promover y defender todo aquello que es necesario según la doctrina social católica. No basta, a mi juicio, que profesen unos mismos principios, si en la práctica no están unidos para aplicarlos. Me parece que la plataforma propuesta permitiría superar el dilema entre unidad y libertad. Piensa en la analogía que planteé con las bancadas feministas.
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DIG: Estimado Juan Carlos: Estoy de acuerdo contigo, pero doy un paso más. No basta, a mi juicio, que cada católico, considerado individualmente, intente ser coherente con su fe en el ámbito político; es necesario que haya también una organización y actuación colectiva, pero sin volver al partido político católico único por país, estrategia que fracasó en todo el mundo, porque el Evangelio no es un programa de gobierno y los católicos no tenemos ninguna necesidad de estar de acuerdo entre nosotros acerca de si hay que subir, bajar o mantener las tasas de interés (por ejemplo).
¿Qué tiene que hacer un católico en política? En cuanto católico, nada. En cuanto católico, lo que tiene que hacer es salvar su alma convirtiéndose, y luego convertir al prójimo. ¿Lo hace? Empecemos por ahí, por eso yo mencionaba la obligación de evangelizar, escandalosamente incumplida por muchos de nosotros.
Una vez salvado eso (y ojo, que no es moco de pavo), ¿que tiene que hacer un católico en política? Lo mismo que un relativista, que un judío o un musulmán con recta intención, esto es, ocuparse del bien común.
¿Qué tiene que hacer un católico en política? Lo mismo que un católico en matemáticas, en agricultura o en medicina : cumplir sus obligaciones de estado.
¿Por qué se habla tanto ¡que digo, requete-recontra-tanto! de qué es lo que tiene que hacer un católico en política, y en cambio a nadie le importa, o muy poco, qué es lo que tiene que hacer un católico abogado, un católico criador de cerdos o un católico encuadernador?
Creo que la respuesta ya viene planeando : Está de por medio el Poder. Y no hablo de la concupiscencia del poder -que es una tentación siempre presente -, sino la idea de que a través de la toma del poder se hace un servicio a la religión. Lo cual en otras circunstancias históricas pudo tener algún asidero, pero resulta que ahora tenemos un gran problema: nuestra Iglesia en los países de la ex-Cristiandad -duele decirlo - está en un estado calamitoso, impresentable. Algo nunca visto antes : la Iglesia NO EVANGELIZA, más aún, NO ES CAPAZ DE FORMAR A LOS BAUTIZADOS, o sea que está una regresión en picada. Frente a este drama, ¿nos dedicamos a la política???
Conozco la argumentación de que una cosa no quita la otra, pero mucho no me lo creo. La política, para los católicos, parece ser una obsesión, es la profesión que más les interesa y les preocupa, como si no existiesen otras miles. Creo más bien que se quiere favorecer a la religión a través del la política, en detrimento del afán prioritario en evangelizar, que es lo que impone la hora. En España los católicos tuvieron el poder 40 años, y ahora tienen una Iglesia acosada por los cuatro costados y en franca retirada, frente a una de las democracias más infames que existen . No la más, claro, eso los argentinos jamás lo vamos a permitir...
No espero que quien ha escrito un libro tan ponderado acerca de la actuación de los católicos en política como tu has hecho, pueda aceptar de buen grado unos planteos tan radicales como los míos. Pero bueno, ahí están como tributo a la libertad de expresión, con mis gracias por haberme dado la ocasión de expresarlos.
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DIG: Muchas gracias, Ricardo. Discrepamos en el principio básico. Sostengo (y mi doctrina no es mía, sino de quien me ha enviado) que tenemos mucho que hacer en política en cuanto católicos: aplicar la doctrina social de la Iglesia (DSI). No hay una matemática católica ni un arte católico de la encuadernación, pero sí hay toda una doctrina católica sobre la cuestión social y política. Juan Pablo II enseñó que la DSI pertenece al ámbito de la teología, y concretamente de la teología moral. No contribuiremos a la salvación de nuestras almas desentendiéndonos de la cuestión social, la cual, según han dicho numerosos Papas, "no tiene solución fuera del Evangelio".
Comparto que se pueden lograr iniciativas como las que, por ejemplo, en Brasil y en México, están buscando defender el derecho a la vida de los concebidos no nacidos. Gracias, Daniel, por tus artículos.
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DIG: Muchas gracias, Alejandro. Me dio mucho aliento una observación que leí hace unos años en un libro de Christopher Dawson: el secularismo, el gran adversario de la cultura cristiana, parece un Leviatán invencible, pero tiene un punto débil: es un gran monstruo con un cerebro pequeño. De ahí surge como gran prioridad pastoral la evangelización de la cultura. Las ideas pueden cambiar el mundo, sobre todo si son verdaderas. Y la fe cristiana no es sólo una idea verdadera, sino ante todo el encuentro con una Persona real, que ha dicho: "Yo soy la Verdad". No temamos: ¡Él ha vencido al mundo!
Pero estoy persuadido que jamás será aplicable en una sociedad apóstata como la nuestra, donde los políticos son tan "católicos" como musulmanes serían si estuviesen en Arabia, o protestantes en Suecia. Donde la biblia de la política no es la escrita por Dios, sino la escrita por Maquiavelo. Y algo sé de esto, pues estuve desde mi juventud en política, y no de la mejor. Pero cuando me convertí, salí espantado.
Pretender viabilizar a la DSI en ESTA sociedad, es querer poner el carro delante del caballo. La Política es añadidura de la Religión, y no al revés.
Bien lo han dicho los papas : "no hay solución (DSI) fuera del Evangelio".
Por eso lo primero ha de ser predicar el Evangelio. Que no se hace lo suficiente, ni de lejos. Es un escándalo la pobreza de la predicación evangélica que hacemos los católicos.
Aclaro que este comentario no obedece a tratar de convencerte ni a insistir en mi postura, sino a que tu respuesta podía interpretarse como que yo minimizo o desconozco o rechazo a la DSI. Y no es así.
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DIG: Muchas gracias, Ricardo. De lo que dices se deduce que los católicos tenemos algo que hacer en política en cuanto católicos. La DSI es aplicable en toda sociedad, incluso la nuestra. Nadie ha dicho que sea tarea fácil. La misión de la Iglesia tiene muchas dimensiones y no se debe descuidar ninguna de ellas. ¡Feliz Domingo!
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DIG: De acuerdo. Gracias, Juan Carlos. ¡Feliz Domingo!
(Acá tenemos un día maravilloso, parece que el clima se ha asociado al festejo del Corpus)
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DIG: También aquí en Montevideo el tiempo fue propicio para la procesión de Corpus Christi, que reunió a algunos miles de personas.
Bien. Leí también algunos comentarios hechos por mis hermanos a sus artículos, particularmente los de "Ricardo". Y me gustaría hacer una aportación a este foro, es la siguiente:
Al ser el ser humano una integridad, alma y cuerpo, nos interesa la salvación de toda su humanidad (alma y cuerpo). Esto es doctrina básica y creo que todos en este foro lo asumimos tal cual.
Hay un esquema pastoral muy ilustrativo de esta realidad, es ese esquema que subdivide la pastoral en tres áreas: la p. profética, la p. litúrgica y la p. social.
En una Parroquia que se trabajan las tres áreas se está dando una evangelización completa, si exite menoscabo en alguna, se da un Evangelio mutilado. Esto es así. El catecúmeno necesita alimentarse de las tres áreas, sino su alimento sería desbalanceado. Los apóstoles conocieron a un Cristo que predicaba las bienaventuranzas, un Cristo que celebraba la Pascua, y un Cristo que multiplicaba los panes. Ese es el Señor en el que creyeron los apóstoles, sus sucesores y el que debemos predicar a nuestros contemporáneos. El ámbito político es la forma mas depurada y capaz de la P. Social.
Enhorabuena hermano Daniel por sus artículos.
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DIG: Muchas gracias, Harold. La Iglesia continúa la misión de salvación de Jesucristo, Sacerdote, Profeta y Rey.
Es por eso que algunos quisieron hacerlo Rey(involucrarlo en politica).¿que hizo EL?
(Juan 6:14-15) 14" Por consiguiente, cuando los hombres vieron las señales que él ejecutó, empezaron a decir: “Con certeza este es el profeta que había de venir al mundo”. 15 Por lo tanto, Jesús, sabiendo que estaban a punto de venir y prenderlo para hacerlo rey, SE RETIRO otra vez a la montaña, él solo."
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DIG: El Reino de Cristo no es de este mundo, pero está en el mundo e influye en él en todos los órdenes, incluso el orden político. La postura cristiana ante la política rechaza por igual la teocracia y el secularismo.
¿que reconoce la BIBLIA?
(Eclesiastés 8:9) . . .el tiempo que el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo."
El gobierno del hombre ha sido para perjuicio nuestro.
La unica solucion es el gobierno que CRISTO predicaba....."EL REINO(GOBIERNO) DE DIOS".
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DIG: ¿Y cómo quiere usted implantar ese Gobierno de Dios en el mundo? ¿Tendría su sede en Brooklyn, New York?
(Juan 12:31) . . .Ahora se somete a juicio a este mundo; ahora el gobernante de este mundo(Satanas) será echado fuera."
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Por si hubiera alguna duda fijense lo que Satanas le ofrecio a Cristo en una de las tentaciones:
(Mateo 4:8-9) . . .De nuevo el Diablo lo llevó consigo a una montaña excepcionalmente alta, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria, 9 y le dijo: “Todas estas cosas te las daré si caes y me rindes un acto de adoración”.
Los reinos del mundo pertenecen a Satanas,segun este texto.
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DIG: El mundo creado, en su totalidad y en cada una de sus partes, pertenece a Dios, no al demonio. Quien habla aquí es Satanás, que es mentiroso desde el principio. Él no puede dar a nadie lo que en realidad no le pertenece.
(Daniel 2:44) 44 ”Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. TRITURARA y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos; "
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DIG: Todos los reinos de la Antigüedad a los que se refería el profeta Daniel (los imperios babilónicos, persas, griegos, etc.) han sido destruidos y quedaron sepultados en el olvido. El Reino de Cristo permanece vivo y crece serenamente como la pequeña semilla de mostaza que se convierte en un gran arbusto.
!!QUE PENA QUE NO SE LE DE LA IMPORTANCIA QUE CRISTO LE DIO AL REINO DE DIOS!!
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DIG: No nos hacemos llamar cristianos. Somos cristianos, porque creemos que Cristo es Dios, algo en lo que no creen los Testigos de Jehová. Nos importa el Reino de Dios, pero tenemos de él una noción distinta de la de los Testigos. Dicho sea de paso, ¿quién otorgó a los sabios de Brooklyn el don de la interpretación auténtica de la Biblia?
(Mateo 6:9-10) . . .‘Padre nuestro [que estás] en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 VENGA TU REINO.. . .
CRISTO SI LO ENTENDIA Y LOS VERDADEROS CRISTIANOS LO PIDEN, ESPERAN Y CONFIAN EN ESE REINO y no en los gobiernos humanos que han demostrado SU INCAPACIDAD para resolver los problemas de la humanidad.
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DIG: El Reino de Dios ha venido ya en la persona de Jesús: "El Reino de Dios está en medio de vosotros", pero sólo llegará a manifestarse en plenitud al fin de los tiempos, en la segunda venida de Jesús.
Pero con el titulo de este pots "la accion politica de los catolicos" y la historia de la iglesia catolica y la politica,queda claro de que lado esta; del gobierno humano.
Yo ,testigo de Jehova del lado del Reino de Dios.No obstante tambien era catolico....no es tarde para ponerse del lado de Dios.
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DIG: Estimado Ezequiel: tampoco es tarde para que usted deje su triste secta y vuelva al redil del único verdadero rebaño de Cristo.
Esperemos que cuando lo haga, no cierre en breve los comentarios y asi decir la ultima palabra.
Es lo que ha estado haciendo en mis ultimas intervenciones.
Comparandolo con el Sr.Luis fernando tengo que decir que este ultimo ha demostrado ser mas valiente pues NO CIERRA LOS COMENTARIOS NI OBTIENE VENTAJA AL DECIR LA ULTIMA PALABRA.
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DIG: No es raro que yo demore en contestar. Tengo bastantes ocupaciones y no puedo dedicar a este blog más de 30 minutos diarios. Mi trabajo en InfoCatólica es totalmente honorario.
Usted abusa de la hospitalidad de mi blog. La función de los comentaristas es comentar los artículos publicados. Usted generalmente se desentiende de lo que yo escribí y utiliza este espacio como una plataforma para difundir diversas tesis anti-católicas de los Testigos de Jehová.
Trato de responderle por diversas razones: porque es de buena educación responder, porque este blog es mío y porque no quiero que aquí queden sin respuesta afirmaciones contrarias a la fe católica.
Le he dado tiempo más que suficiente para responder a mis respuestas y usted no lo ha hecho.
Ya le expliqué antes por qué cierro los comentarios, pero usted, igual que hace en las discusiones teológicas, ignora mis razones claramente expuestas. Y además se atreve a insinuar que soy cobarde, como si sus penosos enredos exegéticos fueran temibles. Le advierto que usted está al borde de colmar mi paciencia. Si no le gusta mi blog, váyase a otro o cree uno usted mismo. Está por verse si un blog suyo daría tanto espacio a los comentaristas católicos como los blogs católicos dan a todo tipo de adversarios.
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