27.08.18

¡Grita tu aborto!

Así suena una frase que se está haciendo famosa entre los sectores que defienden la legitimidad moral, social y legal del aborto: “Grita tu aborto”, “Shout Your Abortion”. Si el recurso al aborto es visto como algo bueno, normal y justo no hay, en consecuencia,  por qué ocultarlo.

No creo que nadie en su sano juicio “presuma” de haber abortado. Pero sí que se reivindica el no ocultar que se ha hecho: “Grítalo”, “no lo calles”, “no tienes de qué avergonzarte”. Creo, si lo entiendo bien, que ese es el mensaje. Es defender que, muchas veces, es más honrado abortar que no hacerlo.

A estas alturas del conocimiento científico ya no cuela decir que abortar es lo mismo que eliminar un tumor. Ni siquiera cuela que, simplemente, equivale a eliminar a un ser vivo. Ya casi todos reconocen que el eliminado no es solo un ser vivo, sino también un ser humano. Los más instruidos en filosofía y en derecho, discutirán si ese ser humano es, además, una persona, o si es solo un “bien”, o ni siquiera eso.

Son formas de tipificar, según conveniencia, una realidad. En el fondo, sabemos más que de sobra que un embrión humano es un ser humano en sus primeras etapas de vida. ¿Qué otra cosa podría ser si no? Pero, de un modo muy relativista, se hace depender su condición de persona de factores que no son del todo objetivos.

En penúltima instancia de si es autoconsciente y de si puede manifestar esta autoconsciencia. Y en última instancia de si nosotros, y nuestras leyes, lo reconocemos como persona o no. Y esto vale para los embriones y para los enfermos con demencia, etc. ¿Son personas o no lo son? Pues dependerá de lo que juzguemos en cada momento, de lo que nos parezca, sobre todo si estamos respaldados por las leyes, por el poder.

Al final, el único argumento a favor del aborto es muy claro en su formulación: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. Se postula que una mujer puede decidir si quiere ser madre o si no quiere serlo, si quiere aceptar al embrión como hijo o si opta por eliminarlo, porque considera que llega, ese “producto”, en un momento no deseado, no oportuno… etc. No es lo objetivo en sí, es lo objetivo en tanto que es reconocido por el sujeto primeramente implicado, que es la mujer, aunque no solo ella (pero se dice, en la teoría, que es solo ella).

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23.08.18

Un ataque muy deplorable: El peligro de acusaciones genéricas

Las acusaciones genéricas, indeterminadas, son muy peligrosas. El autor o los autores de un delito, o de varios delitos, no es, o no suelen ser, propiamente hablando, una clase entera de personas o quienes conforman un grupo social o un “gremio” laboral.

Puede que en un período de setenta años se hayan cometido abusos y se haya ofendido a personas concretas en el ámbito de las Fuerzas Armadas, de la Judicatura, de la Medicina, de la Enseñanza… Por no decir, más frecuentemente, en el ámbito familiar.

De cada una de esas posibles afrentas, si se prueba tras un juicio justo, habrá de rendir cuentas el que haya afrentado – o los que hayan afrentado – y, subsidiariamente, quienes, por acción o por omisión, hayan contribuido a esa afrenta, o al no castigo de la misma.

Hoy sería irresponsable que si alguien que pertenece a la colectividad X hace estallar una bomba en el espacio Y, se considere, sin más análisis, que todos los co-pertenecientes a la colectividad X sean responsables, sin más, de los daños causados por ese primer agente en la colectividad Y.

Se ha extendido en nuestros días el llamado movimiento “Mee Too” para denunciar abusos perpetrados en el ámbito de la industria cinematográfica. Y está muy bien que el mal se denuncie. Pero, presuntamente, si nos atenemos a lo que nos dice la prensa, no siempre quien denuncia está libre de sospecha. Cabe pensar que, en ocasiones, el denunciante se convierte en denunciado. Parece que hay afrentas que solo se aplacan, en el primer o en sucesivos denunciantes, con aportaciones periódicas de cientos de miles de dólares.

El mundo es una realidad muy compleja. No todos los que, supuestamente, afrentan son igual de malos. Y no todos los supuestamente afrentados están igualmente indefensos. La tarea del Derecho es verificar, informarse, calibrar, juzgar, condenar, penar. Hasta absolver. De modo proporcionado y justo.

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20.08.18

Agradecimiento a muchos lectores

Uno es consciente de que escribir en un medio de comunicación – y un blog lo es – entraña ciertos riesgos. No el último de ellos es el de ser malinterpretado, con mayor o menor motivo, o incluso el de que a uno le atribuyan lo que no ha dicho ni ha pretendido siquiera sugerir.

Muchas veces en Internet – si no lo creen, lean los comentarios a las noticias en las ediciones digitales de los periódicos – sale a relucir lo más primario de las personas. Con acierto se ha comparado el tono de esas reacciones con lo que se ve a veces en las carreteras. Alguien puede ser educado y amable en su trato normal, pero, al frente de un volante, se convierte en un personaje del Lejano Oeste, dispuesto a disparar a la mínima. Pues lo mismo pasa en Internet. Mucha visceralidad. Demasiada.

No es una excepción el peculiar mundo de la información religiosa. No sobra el tiempo para leer, para pensar, para razonar. Se ve algo que no gusta y salta la fiera que todos podemos llevar dentro. Y se pretende defender la fe y la moral a base de gritos y de descalificaciones. A base, también, de dramatismos que no vienen a cuento y que son imposibles de cumplir. Hoy, lloramos. Mañana, nos flagelamos. Y pasado, ¿qué? ¿Nos quemamos a lo bonzo? ¿Apostatamos en masa? ¿Le damos la razón a los enemigos de la fe y solicitamos la declaración oficial - y última - del Papa de que la Iglesia es un instrumento del mal?

Lo sensato es proponer soluciones viables, evaluables. En una sociedad civilizada, el derecho es un medio que, junto a otros medios, trata de resolver de manera adecuada los conflictos, estableciendo procedimientos que garanticen la reparación del daño causado a la víctima, si se ha probado este daño, a la vez que se respetan también los derechos del reo. Esto es la civilización. Lo contrario a esto, el linchamiento rápido, es la barbarie. Y la Iglesia es amiga de la civilización.

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18.08.18

Menos Internet y más vida

No soy muy de refranero. Me suena, el refranero, a algo demasiado resabiado y sentencioso, pero no se puede negar que quizá tenga un punto de razón. Uno de los refranes dice: “Un médico cura, dos dudan, tres muerte segura”. Es posible.

Si los médicos empiezan a buscar, lo más probable es que encuentren. Y si son tres los que buscan, igual encuentran soluciones no muy compatibles entre sí. Por si acaso, ya que conviene especificarlo todo, debo aclarar que no estoy recomendando a los lectores que no acudan al médico.

Pero tampoco soy yo nadie como para recomendarles nada. Ya cada uno ha de saber qué hacer. Para eso somos mayores y responsables de nosotros mismos.

Si aplicásemos el refranero a la lectura de blogs católicos o de portales – también, presuntamente, católicos - cabría deducir lo mismo: Leer alguno de vez en cuando, puede ayudar; leer dos, induce a dudar; leer más de tres, empuja a apostatar.

No porque la apostasía sea algo así como una salida inevitable a la curiosidad intelectual. No es eso. Se trata más bien de otra cosa: Los blogs y los portales (católicos) – quizá suceda lo mismo con otros – ejercen un efecto similar al de una lupa: hace ver a gran tamaño lo que ocurre cada día.

Eso que el blog hace ver ocurre, pero eso no es lo único que ocurre. Pero si uno no ve lo que ocurre, sino que solo ve la versión ampliada del blog – o del portal – tiende a pensar que eso es lo único que ocurre. Y ahí está el error. Y ese error se multiplica por dos, hasta la duda, o por tres, hasta la muerte segura.

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